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domingo, 12 de octubre de 2014

“A pesar de todo, Dios existe”

Hace unos años, Alejandro Llano, escribía este artículo en "La Gaceta de los negocios".


Según el filósofo ateo Anthony Flew, el mundo no podría explicarse sin un Espíritu que actuase en su origen. 
La conversión de Tony Blair al catolicismo proporciona una buena ocasión para reflexionar sobre el futuro de la religión en la sociedad actual. 
El hecho de que el mejor político europeo del cambio de siglo haya dado un paso tan significativo es un dato más que desmiente el anuncio del ocaso del cristianismo, por supuesta incompatibilidad con la implantación de la democracia y con el progreso de la ciencia. 
Y es que se está produciendo en nuestro país una paradoja cada vez más notoria: la libertad laicista se impone contra la libertad real de los ciudadanos y el cientificismo materialista se prescribe frente a las evidencias de la ciencia. Todo ello como resultado de una manipulación de las mentes que está movida por intereses ideológicos y económicos, y que habría que sacudirse cuanto antes. Me ha producido vergüenza ajena la lectura de críticas no mayoritarias a la encíclica Spe salvi de Benedicto XVI. 
Sólo el sectarismo o la ignorancia pueden explicar el bajo rasero conceptual de algunos artículos de prensa y la virulencia de ciertos ataques a un documento de gran aliento espiritual y de un nivel intelectual que, al parecer, no están al alcance de comentaristas que atacan a la Iglesia Católica, siempre con los mismos tópicos, sea cual fuere la ocasión o disculpa. 
Deben suponer que sus lectores son débiles mentales. Con ocasión del escándalo provocado por la denuncia de abortos ilegales y crueles en clínicas de Barcelona y de Madrid, se han invocado unos presuntos derechos a la supresión de vidas próximas a nacer, que se presentan como exigencias de la libertad de las mujeres en una democracia madura. 
Y se acusa a grupos católicos integristas de provocar la denuncia de unos hechos que, por lo demás, nadie niega que estén fuera de la ley. Parece como si, dada la posibilidad científica y técnica de interrumpir el embarazo con relativa asepsia y bajo un manto de discreción, la liquidación de niños ya viables fuera coser y cantar.
Viene al recuerdo lo que decía el científico Oppenheimer a propósito de la bomba atómica: cuando se presenta la posibilidad de un experimento dulce, algo inédito que ya se sabe hacer, eso se acaba haciendo, aunque sus consecuencias sean desastrosas. Es un aviso de navegantes para fanáticos de la biotecnología. La proximidad de las elecciones motiva que los políticos bajen la guardia y permitan que se hagan, también con ellos, experimentos que no son peligrosos, sino simplemente ridículos. 
Tal es el caso del libro titulado Madera de Zapatero, en el cual el escritor de cámara Suso de Toro canta las glorias del presidente. Se trata, por lo demás, de un volumen caótico y muy flojo. No faltan en él, sin embargo, algunas perlas. En el apartado sobre religión y laicidad —y como una muestra más de la confusión intelectual de Rodríguez Zapatero— se puede leer esta sorprendente afirmación: “El único orden que debemos establecer es el orden que da libertad a todos, no el que da la libertad de cada uno”. Áteme usted esa mosca por el rabo, que diría el Juan de Mairena machadiano. 
En cualquier caso, nuestro presidente tiene una simplista visión de la historia de España, en la cual se atribuye al catolicismo un papel decididamente negativo: “El catolicismo en España ha condicionado y ha generado enormes vacíos”. Es el vacío de conocimientos el que conduce a ignorar la indudable realidad de que el cristianismo se encuentra en la raíz de la concepción moderna de la libertad y del progreso, de la ciencia positiva y de la democracia. No es un azar histórico que la modernidad sólo haya medrado en culturas fecundadas por el cristianismo, al que se debe la desacralización de lo terreno. 
Lo cual se sitúa en los antípodas de la curiosa tesis de Zapatero, según la cual “es el ser humano el que merece adoración”. Mientras en nuestro país se siguen publicando libros de muy poco calado con mensajes contrarios a toda suerte de trascendencia, nos llega la declaración de Anthony Flew, considerado por muchos como el más conocido filósofo ateo del mundo. Flew ha cambiado su modo de pensar y ahora publica un libro con este contundente título: Dios existe. Según este destacado pensador contemporáneo, Dios ha creado el mundo y la complejidad de los seres vivos, en particular, no podría explicarse sin la acción de un Espíritu que está en el origen de la inteligibilidad de la naturaleza. 
Y nosotros sin enterarnos. La libertad de pensamiento y de expresión constituye la gran conquista occidental, que hoy día es patrimonio del mundo entero. Todo intento de constreñir ese pensamiento que se atiene exclusivamente a la evidencia supone un atentado contra la dignidad de la persona humana. 
Confundir la enseñanza con el adoctrinamiento y la información con la propaganda implica un retroceso en lo que constituye la base de nuestra civilización. Donde está el espíritu, allí se encuentra la libertad. 

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