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viernes, 7 de mayo de 2021

El porqué del fenómeno Ayuso

Isabel Díaz Ayuso, presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid. FB
Carmen Beatriz Fernández, Universidad de Navarra

“COMUNISMO O LIBERTAD” fijó en su cuenta de Twitter la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el 15 de marzo, cuando ya estaba claro que habría elecciones anticipadas y que el pacto PSOE-Ciudadanos en la Región de Murcia no llegaría hasta la región capital.

El flamante vicepresidente del Gobierno de España, Pablo Iglesias, se había bajado del olimpo de Moncloa para aspirar a un escaño en Madrid, movilizar la contienda y evitar así que su partido pudiera desaparecer en la Comunidad (y también para tener una forma digna de despedirse de una posición que ya le resultaba muy incómoda, suponemos).

La presencia de Iglesias en los comicios le dio un tono nacional a la campaña, desde el primer momento, y Ayuso se refirió a ella con gracia como “España me debe una, hemos sacado a Iglesias del Gobierno”.

Definía así Ayuso, nítidamente, lo que sería el eje fundamental de la campaña, que había facilitado el propio Iglesias. Un eje divisivo que utilizaba la polarización ideológica como elemento diferenciador, pero que también corría el riesgo de abrir las viejas heridas de las dos Españas.

Sin embargo, conforme fue transcurriendo la campaña, ese eje Libertad / Comunismo evolucionó simplemente a Libertad, como lema, y no sólo era un término que buscaba diferenciarse de Iglesias, sino que aludía a lo que viene siendo la gestión de la pandemia por parte de la presidenta en la Comunidad de Madrid: una gestión que ha sabido gerenciar con equilibrio la crisis entre sanidad y economía, sin desprenderse de la empatía.

La Libertad como eslogan y relato fundamental de la campaña se apoyaba así no solo en un valor no-materialista, sino en aspectos muy tangibles de las libertades económicas que los cientos de miles de trabajadores del sector hostelero y cultural de Madrid supieron entender y valorar.

Una campaña ruda en modos y lenguaje

Díaz Ayuso era una presidenta muy popular y claramente “primus inter pares” de la contienda. La campaña fue ruda en sus modos y lenguaje, y en la búsqueda de la figuración varios de los protagonistas secundarios trataron de crispar el ambiente.

Las encuestas mostraban que la incorporación de Iglesias en la campaña no generó el efecto buscado en términos de intención de voto, por lo que el líder de Podemos elevó el tono, visibilizó un sobre amenazante que había recibido por correo y protagonizó, junto a la candidata de VOX, un feo rifirrafe en un debate público.

Tan crispado estaba el tono que hasta hubo cabida oportuna para una campaña de marketing comercial, donde una marca de pipas preguntaba en un gran pendón madrileño “¿por qué no nos relajamos todos un poquito? (comiendo pipas con magnesio)”.

Fragmentación y polarización

La actuación de Iglesias y de Rocío Monasterio, candidata de Vox, subraya cómo la polarización puede ser una estrategia de comunicación política orientada a ganar visibilidad y cobertura en medios de comunicación. Ambos protagonizaron una puesta en escena polarizante que terminó posicionando a Ayuso en el centro.

Otro tanto pudo pasar con la candidata de Más Madrid, Mónica García, que a la postre terminaría superando al candidato del PSOE.

Sin embargo la fragmentación política va en contra de la polarización. Cuando el bipartidismo español llegó a su fin para dar paso al nuevo pentapartidismo, la capacidad de llevar la discusión a dos polos disminuyó. En el pentapartidismo español, el populismo europeo contemporáneo tuvo clara cabida, tanto desde la izquierda como desde la derecha, pues “el populismo revoluciona la política del Siglo XXI”, como ha afirmado Pierre Rosanvallon.

Contienda paritaria

De los seis partidos principales de la contienda, hubo tres candidatas. Cumplió así Madrid con la más básica de las paridades de género. Una de cada dos niños que nacen será mujer. Pero solo una de cada cuatro parlamentarios será mujer, y sólo cinco de cada cien presidentes serán presidentas. La brecha de género en la política es una realidad, y eso ocurre hasta en España, una de las sociedades más progresistas del mundo en términos de género.

Hoy sólo 1 de cada 10 españoles cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, cuando hace apenas 25 años era 1 de cada 4. España ocupa el puesto número 14 en el ranking del más reciente estudio Global de Brecha de Género que realiza anualmente el Foro Económico Mundial, realizado entre 156 países.

Aún así, es uno de los 81 países donde nunca una mujer ha alcanzado la más alta magistratura (junto con Suecia, los Países Bajos y los Estados Unidos).

Sin duda, lo ocurrido en Madrid hace que muchos se estén preguntando si será ella.The Conversation

Carmen Beatriz Fernández, Profesora de Comunicación Política en IESA (Venezuela y Panamá) y la UNAV, Universidad de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 

La sociedad del comentario

 



FUENTE: LE MONDE

En los platós de radio o de televisión, expertos, tertulianos y periodistas son invitados a comentar permanentemente la actualidad. Las redes sociales permiten a cualquiera dar su opinión. Un reportaje de Nicolas Truong en Le Monde plantea si se trata de un progreso democrático o de una regresión.

Truong constata que hay un ruido de fondo que “parece colocar la información y la opinión, las razones y las pasiones, los conocimientos y las experiencias bajo el signo de equivalencia”. La sociedad del comentario extiende su influencia en el espacio público a golpe de polémicas y de análisis en caliente. “¿Es una manifestación del igualitarismo de las posiciones o bien del relativismo de las opiniones?”.

Según el presidente Macron en una entrevista para el semanario L’Express, “el problema clave es la ruptura de las jerarquías, inducida por la sociedad del comentario permanente: el sentimiento de que todo vale, que todas las palabras son iguales, que la opinión sobre el virus de alguien que no es especialista vale lo mismo que el punto de vista del científico”.

Pero las palabras con autoridad se han acomodado también a los usos de las palabras desatadas. “La palabra política se ha dejado arrastrar al comentario, al formato de las redes sociales en las cuales hay que pensar en 280 caracteres”, dice la ensayista Agathe Cagé, autora de Respect!

También se observa hoy día que la información se ha convertido en un medio de entretenimiento, y el comentario, en espectáculo. El modelo de emisiones y comentaristas de los espacios deportivos se ha extendido a la esfera política e intelectual.

La tecnología mediática informa el espacio público. Y el recurso incesante al registro emocional y la suspensión de lo racional engendran a veces monstruos como las fake news, los insultos, las campañas de acoso y la inflación de contenidos violentos. Hay que movilizar las emociones de los telespectadores para aumentar las audiencias y los ingresos publicitarios. Por eso las cadenas de televisión dan un espacio privilegiado a las polémicas, a los enfrentamientos, a los insultos, que son inmediatamente reciclados por las redes sociales.

Confusión entre el sabio y el político

Numerosos intelectuales se preguntan cómo comportarse en un espacio público que no se parece apenas al descrito por el filósofo Jürgen Habermas como ágora de debate razonado sobre asuntos de interés general. La entrada de los intelectuales en las justas mediáticas, atizados por las redes sociales y solicitados por las cadenas de información, ha agravado la confusión entre el sabio y el político, constata Gérard Noiriel, autor de La fonction politique de l’intellectuel. “Los intelectuales del gobierno y los intelectuales críticos se han adaptado fácilmente a esta nueva situación, ya que no separan estrictamente las dos esferas”.

La figura del intelectual que interviene en el espacio público sobre una cuestión específica que domina parece hoy día acorralada en el torrente incesante de palabras en el que hay que opinar en todo momento. Pero optar por el silencio dejaría el campo libre al pensamiento desinformado.

También existe el riesgo de desacreditar la profesión periodística cuando la figura del informador se reduce a la de comentarista en los platós, sobre todo cuando los cronistas desdeñan los hechos.

Existe el riesgo de tergiversación de la función periodística, pero también de maniobra de distracción política. “La inflación de comentarios es una bendición para los gobernantes, que pueden así más fácilmente manipular el ciclo de información lanzando temas para desviar la atención u orientarla hacia temas que controlan”, explica la semióloga Cécile Alduy. “Cuando la información sigue más los comentarios que las acciones, reaccionar frente a una pequeña frase o un tema lanzado por el presidente o un ministro, va a tener ocupados a los periódicos y a los adversarios políticos durante algunos días, en detrimento de la investigación o de la recogida de propuestas alternativas sobre temas considerados importantes por las redacciones”.

¿La sociedad del comentario sería una amenaza para la democracia? “Todo lo contrario, asegura el sociólogo Arnaud Esquerre: la sociedad del comentario es la sociedad democrática. Las redes sociales han hecho públicas conversaciones que hasta ahora estaban confinadas en la esfera privada”. En cambio, otros, como Christian Salmon, piensan que “la instauración de la sociedad del comentario es la muerte de la deliberación democrática”.

Truong termina diciendo que “es posible reconocer las virtudes democráticas del comentario sin caer en la trampa del parloteo. Y escapar a ese torrente de palabras y de imágenes que puede parecerse a la comedia del ‘yo no sé nada pero lo diré todo’ (Pierre Richard)”.

Un pastor luterano, contra la “protestantización” de la Iglesia católica en Alemania

 

Iglesia de Santa María (izda.), en    Wittenberg



FUENTE: NATIONAL CATHOLIC REGISTER


El reverendo Alexander Garth, pastor de Santa María de Wittenberg, considerada “la iglesia madre de la Reforma”, donde predicaba Martín Lutero, ha expresado su preocupación por el camino sinodal de la Conferencia Episcopal católica alemana. Advierte que se trata de un “camino equivocado”, que está “forzando la protestantización de la Iglesia católica”.

En una carta de la que se hace eco Edward Pentin en National Catholic Register, Garth, quien se define como “un protestante con un corazón católico”, teme que el camino sinodal desdibuje la identidad católica, lo que “sería una gran pérdida para la cristiandad”. Ese desdibujamiento también sería “una desgracia enorme” para un mundo necesitado del perfil propio “de la espiritualidad católica, con la fidelidad al Papa, la devoción mariana y el ejemplo de los santos de la Iglesia”.

El camino sinodal, presentado por sus partidarios como un proceso de reforma en respuesta a los abusos sexuales cometidos por clérigos de la Iglesia católica, pretende discutir el celibato sacerdotal, la ordenación de mujeres, la bendición a uniones de personas del mismo sexo, las invitaciones a los protestantes a celebrar juntos la misa y a participar en la Eucaristía, y algunos temas de moral sexual. Aunque algunos obispos alemanes se desmarcaron de la convocatoria desde el principio, la mayoría ha querido seguir adelante, pese a la advertencia del Papa y los serios reparos de la Congregación para los Obispos. Está previsto que el proceso concluya en febrero de 2022.

Al camino sinodal se ha sumado el movimiento María 2.0, creado en 2019 por fieles laicas para impulsar cambios de calado en la doctrina y la disciplina de la Iglesia católica, como la ordenación de mujeres o el fin del celibato sacerdotal. El mes pasado, sus dos fundadoras abandonaron formalmente la Iglesia católica.

Para que la fiebre de cambio no desdibuje la fe católica, el reverendo Garth pide a esos “reformadores” que se pasen a una denominación protestante que ya reconozca “todo aquello por lo que están peleando”: el sacerdocio femenino, los pastores casados, una constitución sinodal…

Es interesante que sea un destacado pastor luterano quien advierta contra el riesgo de banalizar la fe católica. No deja de ser paradójico que un proceso que contempla abrir la recepción de la Eucaristía a los protestantes como signo de “hospitalidad”, termine convirtiéndose en un nuevo obstáculo para el ecumenismo con los más próximos a Roma.

Nivel récord de infelicidad

 P or MARK GILMAN, The Epoch Times en español Según Gallup, el aislamiento es uno de los principales problemas que afectan la felicidad de l...