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martes, 29 de noviembre de 2016

Matrimonio y libertad

Conferencia del cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia y fundador del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia, pronunciada el pasado día 8 de noviembre en la Universidad Católica de Ávila 

Caffarra expuso la idea y la experiencia de libertad que se desarrolla y vive en la modernidad y ha planteado la nueva relación matrimonio-vínculo matrimonial y libertad. Desde su punto de vista, la nueva idea de libertad nace cuando se niega toda orientación natural a Dios, es decir, en el momento en el que se niega que la dirección de la persona tenga un sentido pre-ordenado, por lo que la libertad carece en sí misma de orientación.

De igual forma, comparó las tesis antropológicas anteriores y la visión que en estos momentos tiene la sociedad en Occidente para reflejar el “contraste radical” que evidencia lo que ya ha adelantado el Papa Francisco cuando ha hablado de una “guerra mundial contra el matrimonio”. La concepción individualista hace impensable, no solo impracticable, la propuesta cristiana del matrimonio. La realidad matrimonial como el vínculo que toca al ser mismo de la persona, no tiene sentido.

Ante este panorama, afirmó, la Iglesia debe poner en práctica dos estrategias. En primer lugar, hacer una verdadera pastoral del vínculo, como pide el Papa Francisco en ‘Amoris laetitia’; y, en segundo lugar, iniciar un fuerte proceso educativo, en el cual la Iglesia desarrolle dos tareas: convertirse en comadrona que ayude al hombre a nacer a sí mismo, es decir, que ayude a comprender quién es el hombre; y prestar su ayuda para que las personas se realicen de forma libre a través de los medios sobrenaturales de la salvación que la Iglesia pone a su disposición.

Sumario:

1. La libertad en la modernidad
2. Vínculo matrimonial y libertad en la doctrina cristiana
3. Reflexiones conclusivas

La libertad del consentimiento, mediante el cual el hombre y la mujer constituyen la alianza conyugal, siempre se ha reconocido en la cultura occidental. Ya el Derecho romano afirmaba: consensus facit nuptias (el consentimiento hace el matrimonio). También la Iglesia desde siempre ha sostenido y defendido en su Derecho esta libertad[1].

Lo que a menudo se ha puesto en cuestión es si el libre consentimiento constituye un vínculo que ya no está a disposición del consentimiento de los dos, o por el contrario, salvaguardados eventuales derechos adquiridos, si el vínculo no obliga a la libertad indisolublemente. La pregunta que a lo largo de los siglos ha acompañado al hombre occidental ha sido: “ya que nuestra libre voluntad es la que ha creado el vínculo, ¿no podría la misma libre voluntad disolverlo?”. Es el problema de la indisolubilidad del matrimonio en relación a la libertad de los cónyuges.

El tema es muy complejo. Procederé del siguiente modo. En la primera parte, trataré de describir la experiencia y el concepto de libertad presentes en la modernidad occidental. Inmediatamente explicaré por qué comienzo por aquí. En la segunda parte expondré brevemente la doctrina cristiana del vínculo conyugal y sus implicaciones filosófico-antropológicas. Terminaré con algunas reflexiones conclusivas.

1. La libertad en la modernidad

La idea y la experiencia de libertad que se desarrolla y vive en la modernidad, ha planteado de manera totalmente nueva la relación matrimonio-vínculo matrimonial y libertad. El tiempo razonable de una conferencia me pide ser muy sintético.

Pienso que el inicio de la libertad de los modernos podría situarse, o al menos se expresa con la máxima claridad, por un famoso teólogo español, Luis de Molina [Cuenca 1536 – Madrid 1600]. Él define la libertad considerada en su más alta expresión, la elección, como indiferencia respecto a lo que puedo elegir. Tengan el cuidado de evitar pensar la indiferencia de la que hablamos, como una actitud ética: “eres indiferente ante la miseria del prójimo” por ejemplo. No, este término define la naturaleza de la libertad de elección. «Plena manifestación de la libertad es poder elegir indiferentemente −es decir, “arbitrariamente”− entre X e Y»[2]. Préstese atención, porque se trata de un verdadero punto de inflexión. Para darnos cuenta, hagamos una breve comparación con el concepto de libertad de elección que tenía Tomás de Aquino, también en esto heredero de toda la tradición de los Padres de la Iglesia. Para Tomás la raíz de la libertad de elección no consiste en el hecho de que sea originariamente indiferente respecto a los objetos de posible elección. La libertad radica en el hecho de que la persona humana está naturalmente orientada al Sumo Bien, y no encuentra entre los bienes finitos y limitados lo que naturalmente busca. La libertad de elección manifiesta la emergencia, la superioridad de la persona respecto a todo el mundo creado, sobre cualquier bien contingente. Porque la persona está destinada al Bien Eterno. Ningún bien la puede mover a actuar: ella se auto-determina ante la elección. Ello no significa que sea neutral. Hay objetos que se ordenan al Bien último, y la persona se orienta naturalmente a ellos; hay objetos que no pueden ordenarse al Bien Supremo.

La necesidad de la originaria orientación hacia el Bien Supremo no destruye la libertad, la hace posible. Hasta tal punto, que en la vida eterna, en la visión inmediata de Dios, necesidad y libertad coinciden: los bienaventurados no pueden no amar al Dios que ven; pero permanecen soberanamente libres de amar a Dios.

¿Cuándo nace la nueva idea de libertad? Cuando se niega toda orientación natural a Dios; cuando se niega que la dirección de la persona tenga un sentido pre-ordenado. La libertad carece en sí misma de orientación.

Llegados a este punto, alguno podría preguntarse: si esta es mi libertad, ¿por qué no debo matar a un inocente, no debo cometer adulterio, desde el momento en que ser libre significa ser indiferente ante cualquier posible conducta? La respuesta es: porque Dios lo prohíbe. La otra cara del nuevo concepto de libertad es el concepto voluntarista de la ley divina. Es la ley la que elimina la indiferencia originaria de la libertad, limita la libertad. Libertad y ley son inversamente proporcionales.

Hoy esta interpretación ha encontrado su configuración conceptual definitiva al llevar hasta el final su lógica interna. Este hito puede describirse del siguiente modo: la separación (del ejercicio) de la libertad de la verdad sobre el bien/mal de la persona como tal. Ha sido el gran Pontífice San Juan Pablo II, en la Encíclica Veritatis Splendor, el que ha llamado la atención, sobre todo a los Obispos, sobre este punto, considerado el corazón del drama del hombre moderno. Me detengo un momento.

La ley moral aunque normalmente se describa en términos prescriptivos, en realidad expresa la verdad acerca del bien/mal de la persona. Podríamos decir: la ley moral expresa la verdad de la persona humana confiada a la libertad [veritas agenda/veritas practica].

Si se niega esta relación intrínseca de la libertad con la verdad, se vive la experiencia de la libertad como un itinerario carente de meta: un vagabundear y no un peregrinar. Se comprende entonces que Sartre haya podido escribir que estamos condenados a ser libres.

Si se niega la relación libertad-verdad, la libertad está continuamente expuesta a cualquier violencia. Huir de la relación con la verdad, quiere decir huir de uno mismo, exiliarse de uno mismo, alienarse. Ante el poderoso de turno ya no tenemos ninguna barrera que mostrar, que no le sea lícito traspasar a nadie. La existencia en la persona de un núcleo intangible es uno de los grandes significados del martirio.

Llegados a este punto de nuestra reflexión, retomemos la afirmación de la que hemos partido: el libre consentimiento matrimonial crea un vínculo indisponible para los esposos que lo han constituido. Intentad introducirla en el contexto del concepto y de la experiencia de la libertad separada de la verdad, que la modernidad ha configurado, y comprenderéis rápidamente que aquella afirmación, en este contexto, es sencillamente impensable. El principio fundamental, de hecho, que regula hoy el divorcio puede formularse del siguiente modo: somos esposos si y mientras decidamos libremente serlo.

Esta es una de las principales y más inequívocas manifestaciones de la tiranía del presente, del instante presente, que nos ha hecho olvidar el pasado; es decir, la memoria, y nos impide mirar al futuro, es decir, tener esperanza.

Si no me equivoco, el primero que teorizó este modo de pensar la relación de la libertad con el propio estado de vida, fue Lutero, hablando de los votos religiosos[3].

2. Vínculo matrimonial y libertad en la doctrina cristiana

En esta segunda parte de mi reflexión quisiera presentaros la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la libertad.

Parto de la doctrina cristiana católica sobre el vínculo conyugal, formulándome una pregunta: ¿por qué el vínculo conyugal no está a disposición de quién con libre consentimiento lo ha creado? La respuesta es: porque es una realidad sacramental. Los teólogos dicen: es una res et sacramentum. ¿Qué significa?

Para comprenderlo, es necesario tener presente una verdad de fe según la cual, mediante y en los sacramentos, es Cristo mismo el que actúa. Los sacramentos son acciones de Cristo. La persona humana que celebra, habitualmente el sacerdote, es solo un ministro de Cristo; es decir, la causa instrumental. A los Padres de la Iglesia les gustaba repetir: ni Pedro, ni Pablo, ni Juan bautizan, sino Cristo. Esto es verdad también en el matrimonio entre dos bautizados, los cuales son solo ministros del sacramento. Mediante el libre consentimiento de los esposos, es Cristo mismo el que actúa en ellos. ¿Qué realiza?

Cristo constituye entre los cónyuges que celebran el rito, el vínculo conyugal, por el cual la mujer se convierte en esposa de aquel hombre y el hombre en esposo de aquella mujer. Lo importante es comprender que la causa principal de su ser marido y mujer no es su libre consentimiento. La causa principal es Cristo; es Él el que los une como marido y mujer. Por lo tanto, cuando Jesús dice: lo que Dios ha unido no lo separe el hombre, sus palabras tiene un significado real. Dios en Jesucristo ha actuado, y ninguno, Papa incluido, puede anular lo que Dios ha hecho.

Pero esto no es todo. Los teólogos dirían: esta es la res, la realidad del vínculo. Pero el vínculo es también sacramentum, es decir, significa un gran Misterio. El vínculo que Cristo ha constituido entre los dos, es el signo de un vínculo más grande, el vínculo que une a Cristo y la Iglesia. ¿Qué quiere decir signo? Quiere decir que el vínculo conyugal participa del vínculo que une a Cristo y la Iglesia; que el vínculo que une a los dos esposos, mora en el vínculo que une a Cristo y la Iglesia. Está como injertado en el vínculo Cristo-Iglesia. Jesús compara su unión con los discípulos con la vid y los sarmientos. Es lo que acontece en la relación entre los dos esposos y Cristo-Iglesia.

De esta doctrina se infiere que la indisolubilidad del matrimonio no es principalmente una exigencia moral que obliga a la libertad. Los dos se intercambian una promesa, y las personas honestas mantienen la palabra dada: pacta sunt servanda. No es ante todo una ley divina positiva. Es un don de Cristo, es una gracia. Después cada gracia se convierte en una tarea: es Cristo el que os ha unido, por tanto, no debéis ya separaros.

Esta doctrina implica una visión de la persona humana, de la libertad, de la sexualidad. Implica una antropología, que ahora me propongo explicitar.

Todos aquellos que han reflexionado sobre esta problemática están de acuerdo en que en cada amor conyugal serio está inscrito el “PARA SIEMPRE”. Ningún hombre puede seriamente dirigirse a una mujer y decirle: “te amo con todo mi ser durante media hora”. ¿Por qué el “para siempre” es intrínseco a la lógica del amor conyugal? Porque es una experiencia de pertenencia recíproca de dos personas. He dicho personas. Este es el punto central de la antropología que subyace en la doctrina cristiana del vínculo conyugal.

Cuando yo digo “persona” hablo de un sujeto espiritual, unido sustancialmente a un cuerpo. Es un yo que se posee a sí mismo en razón de su libertad. La persona es, en el plano del ser, lo que es en grado supremo: no se puede ser nada superior a ser persona. Y por tanto, la persona no puede ser usada jamás para alcanzar un fin que no sea el bien de la persona, puesto que no existe nada más precioso que la persona. Si no se intuye el sumo valor de la persona, no se comprende nada del cristianismo.

Dado el valor sumo de la persona, esta puede pertenecer a otra solo mediante el don de sí misma al otro. Esta forma de pertenencia tiene una especificidad que la hace única. La persona puede donar al otro lo que tiene; o puede donarse a sí misma. La diferencia es fundamental. La primera forma es cuantificable, mensurable. A un pobre puedo donarle 100 ó 1.000 euros; puedo, si soy médico, ponerme a disposición de Cáritas para ejercer gratuitamente la profesión un día o tres días a la semana. Pero el “SÍ MISMO”, el propio yo no es cuantificable: o el don es total o es nulo. O todo o nada. El yo es espíritu subsistente, y el espíritu no es “extenso”, no es un quantum que pueda medir.

Este hecho implica que el sujeto, la persona, es libre, es decir, que se posee a sí misma [el don de sí implica la posesión de sí: no se dona lo que no se posee], e implica la capacidad de autodeterminarse.

La persona humana es entonces también su cuerpo, y no tiene simplemente un cuerpo. Es una persona-corporal. El don de sí implica también el cuerpo, de otro modo no es total. La implicación consiste en el heho de que el cuerpo es el lenguaje de la persona, y a través de él la persona se expresa a sí misma. Esto sucede de forma eminente en la unión sexual conyugal, en la cual los dos esposos se convierten en una sola carne. La feminidad y la masculinidad son las dos formas a través de las cuales la persona expresa y realiza el don de sí. La doctrina cristiana del vínculo implica, por lo tanto, también una visión concreta de la sexualidad humana: es el lenguaje del don.

Mediante el cuerpo la persona se sitúa dentro del tiempo, dentro del transcurrir del tiempo. En cuanto el vínculo conyugal implica la totalidad del don, debe asumir el tiempo, el transcurrir del tiempo. El “PARA SIEMPRE” es la asunción del tiempo en el don. La pertenencia del uno al otro, creada por el don de sí, recoge por así decir, en el instante del intercambio del libre consentimiento todo el transcurrir del tiempo, “hasta que la muerte nos separe”. Es este el significado más profundo del “PARA SIEMPRE”. En el lenguaje ético se llama FIDELIDAD. Es más que la perseverancia.

Pero, ¿cómo es posible una tal elevación de la persona sobre el transcurrir del tiempo? Porque la persona posee una identidad supratemporal, que no se puede confundir con la suma de los múltiples estados emocionales que atravesamos. En términos más técnicos: nuestra verdadera identidad no está constituida por el yo empírico, sino por el yo metafísico. Es aquí donde se encuentra la libertad. Cuando hablamos del don de sí, hablamos del don de la propia persona en este sentido profundo.

Por último, el don de sí no puede no ser eminentemente personal: de persona a persona, en la irrepetibilidad propia de cada uno.

Intento resumir lo dicho hasta aquí. La doctrina cristiana sobre la relación vínculo matrimonial-libertad implica una antropología. Esa puede expresarse en las siguientes proposiciones.

1) La persona humana es sujeto espiritual-corpóreo, que subsiste en sí mismo, y a causa de su libertad se posee a sí misma y se autodetermina.

2) La persona humana se realiza plenamente en el don de sí misma[4], lo cual puede darse solo entre personas.

3) El vínculo conyugal, tal como lo piensa la Iglesia, radica en esta constitución ontológica de la persona humana.

4) La sexualidad humana en su doble lenguaje de la masculinidad y feminidad es el lenguaje del don.

5) Pertenece a la misma estructura del don de sí que se realiza en el matrimonio el ser total, para siempre, exclusivo.

6) La libertad es la capacidad de amar, es decir, de entregarse.

3. Reflexiones conclusivas

Si ahora comparáis las tesis antropológicas anteriores y la visión del hombre que constituye nuestro mainstream (pensamiento dominante) en Occidente, no es difícil darse cuenta de que entre las dos existe un contraste radical; contraste que al final puede expresarse del siguiente modo: el hombre es PERSONA - el hombre es INDIVIDUO. No por casualidad el Santo Padre Francisco ha hablado de una guerra mundial contra el matrimonio.

No tenemos ahora tiempo para mostrar cómo la concepción individualista hace impensable, no solo impracticable, la propuesta cristiana del matrimonio: en sí misma y en sus presupuestos antropológicos. Sólo un apunte. Si el hombre es un individuo, estructuralmente imposibilitado para dar un paso más allá de sí mismo, puede relacionarse con otro solo en la forma del contrato, el cual por su propia naturaleza es rescindible por parte de los contrayentes. No existe un vínculo de carácter ontológico entre individuos. Hablar de una realidad matrimonial como el vínculo que toca al ser mismo de la persona, no tiene sentido.

¿La Iglesia debe entonces resignarse a celebrar el matrimonio de aquellos que lo piden, siempre cada vez menos? No.

Debe poner en práctica dos estrategias. La primera: hacer una verdadera pastoral del vínculo, como pide el Santo Padre Francisco en Amoris laetitia. La segunda: poner en marcha un fuerte proceso educativo, en el cual la Iglesia desarrolle dos tareas: una modesta, la otra extraordinariamente grande.

La primera consiste en que la Iglesia se convierta en la comadrona que ayuda al hombre a nacer a sí mismo. Que le ayude a comprender quién es el hombre. La segunda consiste en ayudar al hombre a realizarse de un modo verdaderamente libre y libremente verdadero. Esta ayuda se la ofrece a través de los medios sobrenaturales de la salvación, que la Iglesia pone a su disposición.

Cardenal Carlo Caffarra, Arzobispo emérito de Bolonia
Fundador del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia.

Fuente: ucavila.es.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Marea negra

Deepwater horizon
Contenidos: Imágenes (algunas V)
Dirección: Peter Berg. País: USA. Año: 2016. Duración: 107 min.Género: Drama. Interpretación: Mark WahlbergJohn MalkovichKurt RussellDylan O’Brien, Kate Hudson, Gina Rodriguez. Guion: Matthew Michael Carnahan y Matthew Sand. Música: Steve Jablonsky. Estreno en España: 25 Noviembre 2016
Reseña: 
En abril de 2010, la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, situada en el Golfo de Méjico, sufrió un terrible accidente que desencadenó una de las peores catástrofes medioambientales de la historia, y que costó la vida a 11 de sus trabajadores.  Marea Negra cuenta la historia de los hombres y mujeres que con su valor lograron salvar a muchos otros, cambiando sus vidas para siempre.
Marea negra denuncia –sobre todo en el primer tramo– que el desastre ecológico y los fallecidos el 20 de abril de 2010 se explican por anteponer los intereses económicos a cualquier otra consideración. Se corría así el riesgo de rodar un film repetitivo, pero un guión dinámico, que perfila muy bien a los personajes, logra que no parezca por momentos una fotocopia de El coloso en llamas, Tiburón, o la reciente Los 33.
Con imágenes de cierta potencia visual, el realizador crea tensión, a pesar de que la mayoría del respetable estará familiarizado con la historia real. Las interpretaciones son buenas. 

Necesitamos formación en la fe.

Frente a la sociología religiosa tan abundante, en revistas católicas, en papel o digitales, unas palabras de Juan Pablo II, que nos centren en la misión cristiana.

Sin duda la formación espiritual ha de ocupar un puesto privilegiado en la vida de cada uno, llamado como está a crecer ininterrumpidamente en la intimidad con Jesús, en la conformidad con la voluntad del Padre, en la entrega a los hermanos en la caridad y en la justicia. Escribe el Concilio: " Esta vida de íntima unión con Cristo se alimenta en la Iglesia con las ayudas espirituales que son comunes a todos los fieles, sobre todo con la participación activa en la sagrada liturgia; y los laicos deben usar estas ayudas de manera que, mientras cumplen con rectitud los mismos deberes del mundo en su ordinaria condición de vida, no separen de la propia vida la unión con Cristo, sino que crezcan en ella desempeñando su propia actividad de acuerdo con el querer divino ".
         Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de profundización de su fe, sino también por la exigencia de "dar razón de la esperanza " que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas.

         Se hacen absolutamente necesarias una sistemática acción de catequesis, que se graduará según las edades y las diversas situaciones de vida, y una más decidida promoción cristiana de la cultura como respuesta a los eternos interrogantes que agitan al hombre y a la sociedad de hoy. (Juan Pablo II, Christifideles laici, n.60)

jueves, 24 de noviembre de 2016

De la obra "Don Quijote de la Mancha", de Miguel de Cervantes

Frases y citas famosas del libro Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes Saavedra)


* ¡Celos, cuchillo de las más firmes esperanzas!
* ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.
* ¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?.
* A él (Sancho) le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él.
* A quien se humilla, Dios le ensalza.
* Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.
* Al bien hacer jamás le falta premio.
* Amistades que son ciertas nadie las puede turbar.
* Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.(El Quijote)
* Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.
* Bien predica quien bien vive.
* Cada uno es artífice de su propia ventura.
* Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces.
* Casamientos de parientes tienen mil inconvenientes.
* Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
* Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.
* Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
* Cuando no estamos en la una, estamos en la otra.
* Dad crédito a las obras y no a las palabras.
* De altos espíritus es apreciar las cosas altas.
* De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe.
* De las miserias suele ser alivio una compañía.
* Después de las tinieblas espero la luz.
* Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?.
* Donde está la verdad está Dios.
* Donde hay mucho amor, no suele haber demasiada desenvoltura.
* Donde una puerta se cierra, otra se abre.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Buenas noticias para un futuro próximo

Estimado Amigo:

Las líneas de batalla sobre la polémica posición de la ONU de llevar a cabo la agenda homosexual se están endureciendo. El debate sube de tono cada vez más. Como es costumbre la batalla es entre países bully, o intimidadores, como Estados Unidos y otros europeos, y aquellos en vías de desarrollo. Recemos porque los africanos, y otros, sigan siendo un bloque fuerte y bloqueen esta medida. Stefano Gennarini lleva trabajando meses en esto. Informa. 

Los revolucionarios sexuales de la ONU están anunciando que existe una escasez de preservativos alrededor del mundo. Por supuesto, esto no es cierto, no es ni siquiera remotamente cierto. Rebecca Oas se ha vuelto una experta global en el tema. Ella reporta y pincha su lindo globo. Esto es un aviso para los delegados de la ONU. 

Tras la elección de Donald Trump, en C-Fam estamos optimistas de que las políticas exteriores de Barack Obama terminarán pronto. Todas las banderas de arco iris que ahora vuelan en las embajadas de los EEUU alrededor del mundo vendrán hacia abajo. Estados Unidos volverá a poner sus ojos en los verdaderos problemas de nuestros días. 

Saludos cordiales.

Austin Ruse
Presidente

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Una buena y gran foto.


La clase media de EE.UU. empieza a remontar

Por Juan Meseguer

El aumento de la desigualdad ha sido uno de los temas centrales en la campaña de las elecciones en Estados Unidos. La preocupación estaba justificada, pues allí ese aumento ha coincidido, además, con la erosión de la clase media. Pero los últimos datos sobre renta y pobreza publicados por la Oficina del Censo apuntan a un cambio de tendencia.
Una de las noticias demográficas más sonadas del año pasado fue que la clase media había dejado de ser mayoría en EE.UU. El porcentaje de adultos en este estrato social se redujo del 61% en 1971 a algo menos del 50% en 2015. Esta reducción no quiere decir que todos hayan salido perdiendo; si bien ha aumentado el porcentaje de personas de menores ingresos, ha crecido un poco más el de las de mayor renta.
Pero hay dos signos claros de que la clase media estadounidense se ha deteriorado. En las últimas décadas, ha perdido ingresos y patrimonio, hasta el punto de ser más pobre que los del mismo nivel en otros países ricos; antes era al revés. Además, en algunos de esos países, como Canadá y Holanda, hay una mayor movilidad social hacia arriba (ver Aceprensa, 7-07-2014 y 7-01-2015).

Más ingresos para las familias corrientes

Sin embargo, los datos de la Oficina del Censo relativos a 2015 han traídos buenas noticias. La primera es que la mediana de los ingresos de los hogares ha mejorado por primera vez desde 2007, el año antes de la crisis. Las rentas de un hogar típico han subido un 5,2% respecto a 2014; es decir, 2.800 dólares anuales (2.562 euros) en términos reales.

Es cierto que esos ingresos –ahora en 56.516 dólares anuales– siguen ligeramente por debajo que antes de la crisis, descontando la inflación. Pero la novedad es que se trata del mayor aumento anual desde 1968, según informa la Casa Blanca.
Otra sorpresa, con posibles consecuencias electorales: aunque la mediana de los ingresos de las familias hispanas son los que más han crecido (un 6,1%), la de los blancos no hispanos –a quienes Trump pide el voto con más insistencia– y la de los negros han mejorado por primera vez desde 2007: un 4,4% y un 4,1%, respectivamente. En manos de Clinton, este dato puede servir para vender la recuperación de la clase trabajadora blanca; en las de Trump, para denunciar el retraso que lleva respecto a los hispanos.

Ganan más los de abajo

Se suele decir que la crisis ha hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Pero esto no se ha cumplido en EE.UU. La brecha de ingresos, en efecto, ha crecido en términos absolutos. Pero en términos relativos, todos los tramos de renta han ganado. Es más: los que menos tienen son los que más han ganado.
Lo destaca Justin Wolfers a partir de los datos del censo. Mientras la mediana de los ingresos sube un 5,2%, los ingresos del 10% más pobre de la población suben un 7,9%; los del 10% más rico, un 2,9%; y los del 5% más rico, un 3,7%.
Otra buena noticia es que el ascensor social, que parecía estancado, ha vuelto a funcionar. De acuerdo con el informe de la Oficina del Censo, en 2015 había algo más de 43 millones de personas bajo el umbral oficial de pobreza, 3,5 millones menos que en 2014. La tasa de pobreza ha pasado del 14,8% en 2014 al 13,5% en 2015. Se trata del primer descenso notable desde el comienzo de la crisis.
De nuevo, la mejoría se ha notado en todos los grupos étnicos. Pero son los negros y los hispanos los que más avances han hecho, aunque siguen siendo los grupos con mayor tasa de pobreza: 24,1% y 21,4%, respectivamente, frente al 11,4% de los asiáticos y el 9,1% de los blancos no hispanos.

Metáforas para todos los gustos

A la vista de los datos de la Oficina del Censo, los republicanos podrían reprochar a los demócratas su insistencia en el debate sobre la desigualdad. Es cierto que la brecha entre ricos y pobres sigue siendo grande, pero ¿no lo es también que ha aumentado la riqueza media y que los de menos renta son los que más han prosperado? Y si es verdad que los datos de 2015 no confirman por sí solos el viejo dicho de que una marea alta levanta todos los barcos, desde luego dan qué pensar. ¿El problema de fondo es el desigual reparto de la abundancia o la escasez de los que no tienen, como plantean algunos economistas liberales? ¿Los ricos siempre se enriquecen a costa de los pobres?
A la metáfora de la marea ascendente se opone el premio Nobel de Economía Paul Krugman. No es la “ideología del goteo” lo que ha traído más prosperidad para todos, sino “la economía del goteo ‘hacia arriba’ de Obama”, señala en un artículo en el que comenta el informe de la Oficina del Censo. “En general, las políticas de la época de Obama han ido encaminadas a ayudar directamente a las familias, más que a colmar de beneficios a los ricos con la esperanza de que los beneficios goteen hacia abajo”. Y pone como ejemplo las subidas de impuestos a las rentas altas, que se han empleado “para subvencionar los seguros médicos de las familias con rentas medias y bajas”.
Pero no todo han sido políticas redistributivas ni ayudas directas. Los programas de ayuda social han funcionado como una red de seguridad durante la crisis, explica la periodista del New York Times Patricia Cohen. Pero ha hecho falta prosperidad –como la que han traído los 2,9 millones de empleos creados entre 2014 y 2015 o las subidas salariales– para que los beneficios de la recuperación llegasen también a los de abajo.

Los republicanos desmontarán la reforma sanitaria de Obama

Rafael Serrano, Aceprensa, 11-2016
El “Obamacare”, la reforma sanitaria norteamericana de 2010, es un interesante experimento social: el mayor intento de extender la atención médica a todo un país sin sanidad pública y sin seguro público universal. Es también, se puede decir, el principal legado del actual presidente norteamericano. Pero tiene los días contados desde la victoria electoral de Donald Trump. Sin embargo, no se puede volver a la situación anterior, y los republicanos preparan su propio experimento.

La reforma fue aprobada en marzo de 2010, gracias a la mayoría demócrata en el Congreso. En noviembre del mismo año, los republicanos se hicieron con el control de la Cámara de Representantes, y desde entonces no han cesado de aprobar proyectos –más de cincuenta– para revocar, en todo en parte, el Obamacare. Ninguno tenía posibilidad de éxito: hasta 2014, los rechazaba el Senado controlado por los demócratas, y después los vetaba el presidente Barack Obama. 
Ahora, los republicanos mantienen su mayoría en ambas cámaras, aunque un poco más corta, y ya no necesitan una más amplia para anular el veto presidencial. La elección de Donald Trump, que ha prometido reiteradamente revocar el Obamacare en los primeros tiempos de su mandato, les permitirá realizar su propósito.

¿Qué es exactamente “revocar”?

Claro que tras las elecciones la discusión gira en torno a qué se ha de entender por “revocar”. Terminada la bronca campaña electoral, ha llegado para Trump la hora de los matices. A los dos días de su victoria en las urnas, dijo al Wall Street Journal que la reforma sanitaria demócrata es cara y no funciona, pero de ella mantendría dos puntos que le “gustan mucho”: la prohibición de que las aseguradoras rechacen a clientes por su historial médico y la posibilidad de que los jóvenes sigan hasta los 26 años cubiertos por las pólizas de sus padres.
Así pues, dijo Trump, “el Obamacare será enmendado, o revocado y sustituido” por otra ley. Y tres días más tarde, aseguró en la televisión que “no vamos a tener dos años de vacío”.
Tampoco los congresistas republicanos quieren anular sin más la reforma. Reconocen que el sistema sanitario no funcionaba antes, pero sostienen a la vez que el Obamacare no lo ha arreglado. Su plan consiste en vaciar de contenido los aspectos esenciales de la reforma con medidas presupuestarias y sustituirla por un sistema provisional, que conserve los derechos adquiridos, hasta que elaboren y aprueben una nueva ley.

Alternativas republicanas

De modo que los republicanos tienen alternativa al Obamacare; mejor dicho: no una, sino más de seis, elaboradas por distintos congresistas. La más señalada es quizá la apadrinada por el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Tendrán que discutirlas entre ellos y con el futuro presidente para definir el proyecto de ley. Pero todas, en general, coinciden en algunos puntos fundamentales.
Según los republicanos, el Obamacare no funciona porque es café para todos en un país de 320 millones de habitantes con necesidades y situaciones muy diversas. Quieren descentralizar el sistema, para que los estados y las aseguradoras en cada uno ofrezcan los planes que más se acomoden a su público. Quieren eliminar las bolsas públicas, la federal y las estatales, para que cada quien elija su póliza a su aire. Y suprimir la obligatoriedad de suscribir un seguro médico bajo pena de multa. (Ver detalles del sistema actual en La sanidad según Obama: cómo queda la reforma.)
¿Cómo conseguirían entonces que todo el mundo se asegurara? Proponen fomentar los planes facilitados por las empresas a los empleados, pero haciendo que sean “portables”, y para que los conserven quienes pierden el trabajo, dar deducciones fiscales por el gasto en primas en vez de las actuales subvenciones a los que no alcanzan una determinada renta. Los estados, dotados de mayor autonomía, tendrían que idear y experimentar fórmulas para extender la cobertura de Medicaid, el programa de atención para personas de pocos recursos. Además, se ampliaría el acceso a las cuentas personales de ahorro sanitario, que los titulares alimentan con contribuciones exentas de impuestos y les sirven para pagar gastos médicos extraordinarios.
En fin, los republicanos proponen un sistema con más opciones y basado en la elección personal. Confían en que la gente sabe qué le conviene mucho mejor que “los burócratas de Washington” y cada uno suscribirá el plan adecuado para él si dispone de la información necesaria y se le deja escoger, sin necesidad de obligarle. Tal cobertura descentralizada será más sencilla y eficiente, y por tanto, más barata. Pues un objetivo esencial del plan es bajar el costo de la sanidad, que con el Obamacare, dicen los republicanos, crece hasta hacerse insostenible.

Pólizas más caras

En favor de su tesis alegan la subida de este año. En las bolsas federal y estatales, adonde acuden la mayoría de quienes tienen derecho a subvención, se abrió el 1 de noviembre el periodo anual de tres meses para adquirir un seguro o renovarlo. El precio de la póliza típica es, por término medio, un 22% más caro que en 2015. Según The Economist, La causa es que muchas compañías han sufrido pérdidas al recibir, a través de las bolsas, clientes necesitados de más atenciones médicas y que antes, sin subvenciones, no podían contratar cobertura. Algunas se han retirado de las bolsas, y en las de cinco estados solo queda una, de modo que no hay competencia.
La subida queda amortiguada para los que reciben subvenciones (10 millones de los 12 millones que compraron cobertura en las bolsas el año pasado). Pero repercute íntegramente en los demás, que en 2015 fueron 11 millones (2 millones en las bolsas y 9 millones que contrataron directamente con las compañías). Y estos son vitales para financiar el sistema. Si se ven con buena salud, el encarecimiento puede disuadirles de marcharse más que la multa de seguir, pues es mucho más baja que las primas. En ese caso, los precios se harían prohibitivos para los que no tienen derecho a subvenciones, que por otro lado serían más pesados para el gobierno. Se podría generar una espiral inflacionaria.
El Obamacare se llama en realidad Affordable Care Act, y su destino depende de que en efecto sea asequible. Pero lo mismo se aplica a la futura ley de los republicanos. Para bajar los costos, tendrá que traer una ampliación masiva de la cobertura, como pretende la reforma demócrata. La confianza en que se conseguirá sin hacerla obligatoria no está menos pendiente de verificación que la fórmula de Obama.

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