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sábado, 27 de octubre de 2018

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata


Director: Mike Newell
Guion: Don Roos; Kevin Hood, Thomas Bezucha.
Intérpretes: Lily James, Jessica Brown Findlay, Matthew Goode, Michiel Huisman, Katherine Parkinson.
124 min. Jóvenes.
Estreno: 
26-10-2018.
Por Alberto Fijo
Hay películas que no son magistrales pero sí interesantes, amenas y bonitas. El último adjetivo le viene al pelo a la historia que el veterano Mike Newell ha rodado con mimo en bellas localizaciones de Devon, Bristol y Cornualles, además de contar con los siempre eficaces estudios londinenses de la Ealing. Se trataba de recrear la vida en la isla de Guernsey recién terminada la Segunda Guerra Mundial. No esperen 84 Charing Cross Road, que es un libro excelente y una película notable.
Como es sabido, Guernsey y Jersey, islas británicas del Canal frente a Normandía, estuvieron en poder de los alemanes desde junio de 1940 hasta mayo de 1945. Cinco años, son muchos años…
La norteamericana Mary Ann Shaffer escribió una novela que no pudo culminar por su muerte y que terminó Annie Barrows. Un relato epistolar ingenioso y hábil desgrana el desvelamiento de un misterio en el que el amor a los libros tiene una gran importancia como manera de resistencia ante la ocupación nazi. Una joven y afamada novelista londinense viajará a Guernsey para conocer a los miembros de un variopinto club literario con los que ha intercambiado correspondencia y que la han invitado, recién acabada la Guerra, a participar como miembro de honor. Secretos muy bien guardados saldrán a relucir.
Hermosamente fotografiada y con un esmerado diseño de producción, la película cuenta con un estupendo reparto que capitanea la joven Lily James, que fue una conmovedora Natalia Rostova en la excelente miniserie Guerra y Paz de la BBC.

El Tribunal Supremo de Noruega, a favor de la objeción de conciencia

La doctora polaca Katarzyna Jachimowicz recibió una buena noticia el 11 de octubre: el Tribunal Supremo de Noruega –país en que vive y trabaja– acaba de darle la razón en un veredicto acerca de su negativa a implantar dispositivos uterinos (DIU) por razones de conciencia.
Por Luis  Luque
El caso de la Dra. Jachimowicz se remonta a 2015. Desde ese año, una ley prohíbe a los facultativos objetar en casos como el que le valió el despido a ella. Inicialmente, la estatal Clínica de la Familia de la ciudad de Sauherad (sureste) había aceptado, al momento de su contratación en 2011, su negativa a participar de cualquier manera posible en abortos. Sin embargo, en enero de 2015, el hospital la despidió cuando rechazó recibir formación para aprender a colocar dispositivos intrauterinos (DIU), que en la mayor parte de los casos no impiden la fecundación sino la implantación del cigoto, y por tanto tienen efecto abortivo.
Una primera demanda contra la decisión del hospital favoreció a este último, pero la especialista llevó el caso a una Corte de Apelaciones y el resultado fue diferente: los magistrados sentenciaron que se había violado su libertad de conciencia y que, al no ser imprescindible la actuación de ella –cualquier otro podía implantar el DIU–, no había razón para echarla. La clínica recurrió entonces ante el Supremo, que estudió el caso en agosto pasado y ahora sentencia que la doctora tenía derecho a negarse, y las autoridades deben respetar el derecho de los médicos a objetar.
Contactada por Aceprensa, la Dra. Jachimowicz ha expresado su satisfacción: “El Tribunal Supremo me ha dado el derecho a formular una petición para una compensación financiera, a causa de mis perdidas económicas, y espero que el municipio me la conceda. Creo que el próximo paso que tenemos que tomar es cambiar las leyes, para que los médicos puedan, simultáneamente, trabajar y ser fieles a su conciencia. Sé que ya hay políticos que quieren llevar el caso judicial al Parlamento, y también se debate sobre este tema en los medios. Esto es muy importante, porque tenemos una oportunidad para modificar las actitudes ante la cláusula de conciencia”.

Un buen precedente para los profesionales creyentes

La web de Alliance Defending Freedom (ADF), organización que prestó su apoyo a la especialista, se ha hecho eco de las palabras del abogado Haakon Bleken, quien corrió a cargo de la defensa de Jachimowicz: “Hoy, la decisión del Tribunal Supremo constituye un paso importante en la dirección correcta, no solo para los médicos, sino para las personas de fe de todas las profesiones. El veredicto protege uno de los derechos fundamentales: el de actuar de acuerdo con las creencias más profundas de uno”.
También Robert Clarke, director de la rama europea de ADF, celebra la sentencia: “Nadie debe ser forzado a elegir entre obedecer a su conciencia o cumplir con su profesión. [El veredicto] establece nuevos estándares para la protección de los derechos fundamentales de conciencia en Noruega y más allá”.
El “más allá” bien pudieran ser, en este momento, Irlanda y el Reino Unido. En Irlanda, el ministro de Sanidad, Simon Harris, advierte que no aceptará que los médicos “le muestren la puerta de salida” a la mujer que pida información sobre el aborto, y ello pese a que la Asociación Nacional de Médicos de Familia opina que es mejor que el doctor no se vea obligado a remitir a la interesada a otro especialista.
En el Reino Unido, entretanto, el 23 de octubre se votará una propuesta para abolir los artículos 58 y 59 de la Ley de Delitos contra la Persona, de 1861, que penalizan la facilitación de medios para facilitar un aborto. Según expertos, la modificación podría eliminar el requisito de que sean dos médicos los que determinen si un aborto es “necesario”, y podría dejar sin protección a los que aleguen motivos de conciencia para no practicarlo.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Cuestionar las leyes LGTB no es insultar al colectivo

El director del colegio Juan Pablo II, de Alcorcón (Madrid), ha ganado el recurso contra la multa que le impuso la comunidad autónoma por sus críticas a la ley regional contra la “LGTBifobia”. El tribunal ha dictaminado que no hubo injurias contra los homosexuales.
El fallo anula la sanción por dos motivos. El primero, más bien técnico, es que el organismo que la dictó (la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid) no tipificó los hechos con la suficiente claridad. El segundo, en cambio, va al fondo de la cuestión al señalar que las palabras del acusado constituyeron simplemente una crítica a la mencionada ley, y no un ultraje o vejación al colectivo LGTBI, por lo que están amparadas por el derecho a la libertad de expresión.

La carta de la polémica

Los hechos se remontan a septiembre de 2016. En una carta dirigida a los padres del centro a comienzo de curso, el director del colegio reflexionaba sobre lo que le parecían “vientos de persecución” contra las personas o instituciones cristianas. En concreto, se refería al entonces reciente atentado en Niza y el asesinato de un sacerdote, también en Francia, a manos de islamistas radicales. Ante este fanatismo, continuaba la carta, el cristiano no podía responder de la misma manera (“¿Cómo iba a necesitar Dios que convirtamos a los demás mediante la fuerza o la violencia? Eso no es conversión. Dios nos ama y respeta profundamente la libertad que nos ha concedido”), pero tampoco esconder o diluir la propia identidad en una especie de relativismo del tipo “todas las religiones son igual de buenas”.
Entonces llega el párrafo que motivó la sanción: “Y mientras tanto, nuestros políticos más cercanos, aquellos que deberían defender la familia y nuestras raíces cristianas, ocupados en complicar las cosas con legislaciones tan absurdas como la reciente Ley de Ideología de Género aprobada en la asamblea de Madrid [entre otras medidas, el texto establece la obligatoriedad de “incluir la realidad LGTBI en los planes de estudio”: cfr. Aceprensa, 7-10-2016 , y El Sónar, 5-04-2016]. ¡Qué barbaridad prescindir de la verdad natural del hombre y del derecho inalienable de los padres a la educación de los hijos! ¡Qué dogmatismo acusar de discriminación a quien piensa diferente! ¡Qué despropósito pretender imponer una ideología a fuerza de sanciones! La mentira siempre tiene miedo a la luz de la verdad y al contraste de ideas. El parecido con el fanatismo terrorista es inquietante”.

Solo la Consejería ve vejación

La Consejería de Políticas Sociales decidió sancionar al director del colegio por estas palabras, a pesar de que la Fiscalía le informó de que, en su opinión, no rebasaban los límites del derecho a la libertad de expresión: podían ser “expresiones desafortunadas o inapropiadas, pero sin que de las mismas resulte discurso del odio o violencia”.
Este mismo razonamiento ha sido el empleado ahora por el Tribunal de lo contencioso-administrativo núm. 10 de Madrid, que además señala la continuidad de su fallo con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en casos similares. “Desde la perspectiva del derecho a la libertad de expresión, la formulación de críticas, por desabridas, acres o inquietantes que puedan resultar no son más que el reflejo de la participación política de los ciudadanos y son inmunes a restricciones por parte del poder público, salvo si lo expresado solamente trasluce ultraje o vejación. Siendo esto así, el contenido de la carta del recurrente, y las expresiones descontextualizadas por la Administración, lo que reflejan es el desacuerdo del recurrente con una norma jurídica”.
Es interesante que la sentencia critique la descontextualización de las palabras que motivaron la sanción. Lo mismo se aplica a muchas de las informaciones que en su día se publicaron sobre el caso, pues no incluyeron las afirmaciones del director sobre la necesaria tolerancia religiosa con todas las personas, ni la de que “la persona es siempre digna de todo respeto”, referida al colectivo LGTBI. Una lectura más completa, o menos ideológica, seguramente hubiera evitado todo el embrollo legal.

viernes, 19 de octubre de 2018

¿Impuestos?

Carlo Caffarra

¿Impuestos? El sistema fiscal es una parte relevante del pacto social, en virtud del cual el ciudadano tiene el derecho de acceder a esos servicios públicos que paga con sus impuestos. Este es el principio fundamental del que se derivan algunas consecuencias que me limito a enunciar. 
1) El Estado viola el pacto social y es injusto si no ofrece los servicios, o estos son de mala calidad, o los más pobres no son tratados equitativamente cuando acceden a los mismos. 
2) El Estado viola el pacto social y es injusto si los ciudadanos son obligados, al ejercer un derecho fundamental, a pagar dos veces el mismo servicio. Como le sucede a quien ejerce el derecho a la libertad de educación de sus hijos. 3) El Estado viola el pacto social y es injusto si el gasto público, es decir, la utilización de la suma que los ciudadanos pagan a Hacienda, es desorbitado. Es una especie de egoísmo público. Es una enfermedad terrible. La burocracia, aunque necesaria, tiende siempre a generar burocracia. Un gran escritor y poeta del siglo pasado escribió: «Has buscado la salvación en la organización / que no puede producir más que organización» (Pier Paolo Pasolini, "Poesía della tradicione".
4) El Estado viola el pacto social y es injusto cuando los impuestos son tan altos que hacen imposible la tutela y la promoción de bienes humanos fundamentales, como el trabajo. Pensad, por ejemplo, en las dificultades que atraviesan las pequeñas y medianas empresas.

Elecciones políticas

Carlo Caffarra

Es un derecho de los fieles ser iluminados por sus pastores cuando tienen que tomar decisiones importantes; por tanto, en contrapartida, es deber de los sacerdotes iluminarlos. Si un fiel le pregunta al sacerdote cómo debe orientarse en la situación actual, debemos tener presente lo siguiente. Cada elector está llamado a elaborar un juicio prudencial que, por definición, no está nunca dotado de certeza incontrovertible. Pero un juicio es prudente cuando se elabora a la luz tanto de los bienes humanos fundamentales que se cuestionan en concreto, como de las circunstancias relevantes en las que estamos llamados a actuar. Una vez hecha esta premisa general, el elector que desee tomar una decisión prudente deberá discernir, en la situación actual, qué bienes humanos fundamentales se están cuestionando y juzgar qué partido político -según los programas presentados y los candidatos elegidos para llevarlos a cabo- aporta mayor confianza para su defensa y promoción. La ayuda que nosotros, los sacerdotes, debemos dar consiste en iluminar al fiel para que identifique esos bienes humanos fundamentales que hoy merecen ser principalmente defendidos y fomentados, porque son desconocidos o pisoteados en su mayoría.

Cuando el Estado es corrupto, las leyes se multiplican.

Carlo Caffarra

Hoy parece que el Estado ha abdicado de su tarea legislativa, de su dignidad, reduciéndose a ser una cinta grabadora de los deseos de los individuos, cuyo resultado es la creación de una sociedad de egoísmos opuestos, o de frágiles convergencias de intereses contrarios.
Tácito dijo: “Corruptissima re publica, plurimae leges”. Muchísimas son las leyes cuando el Estado es corrupto. Cuando el Estado es corrupto, las leyes se multiplican.

lunes, 15 de octubre de 2018

Escuela diferenciada o no: libertad, por favor.

Melania Trump y la Reina Rania, en un colegio público femenino en Washington






Por Ignacio Arechaga, El Sónar.

En la organización social hay situaciones en las que se ha de elegir entre un modelo u otro, aplicable a todos. Y el resultado siempre deja descontentos. Por eso es un alivio otros casos en los que es posible que cada uno elija lo que prefiere, sin que nadie resulte perjudicado ni dolido. Es lo que ocurre en la escuela cuando las familias tienen la posibilidad de elegir entre enseñanza mixta o enseñanza diferenciada por sexos, sin ser penalizadas por escoger una u otra.

Por eso la fobia de algunos sectores a los colegios de enseñanza diferenciada es una reacción llamativa. Si se tratara de elegir un modelo único para todos–enseñanza mixta o diferenciada–, se comprende que los partidarios de una u otra fórmula defendieran sus preferencias y exigieran que no se impusiera a sus hijos lo que no quieren. Pero aquí se trata precisamente de que cada uno pueda elegir el modelo de su preferencia. Sin embargo, a las familias que eligen la enseñanza diferenciada, algunos gobiernos de izquierdas les dicen que sus impuestos no van a servir para la educación de sus hijos, porque escogen algo que al gobierno de turno no le gusta.

La alergia al derecho a decidir en materia escolar revela una intolerancia sorprendente en una sociedad que invoca el pluralismo. En un ámbito tan variado y opinable como el pedagógico, donde coexisten tantos modelos y prácticas variadas, se erige el dogma de que la enseñanza solo puede ser mixta, porque de lo contrario es discriminatoria. Después de hablar tanto de la enseñanza personalizada, resulta que la enseñanza mixta debe aplicarse a todos y en todas las situaciones y etapas, sin que el sistema educativo deje espacio para los distintos ritmos de madurez y de asimilación intelectual de chicos y chicas.

La legitimidad de la escuela diferenciada ha quedado avalada en la reciente sentencia del Tribunal Supremo, que condena a la Junta de Andalucía por negar el concierto a varios centros por el mero hecho de ser de educación diferenciada. El Tribunal establece que “no se puede asociar la enseñanza separada con la discriminación por razón de sexo” y que los centros de este tipo pueden acceder al régimen de conciertos en igualdad de condiciones con los mixtos.

No puede decirse que esta decisión sea sorprendente. La propia Convención de la Unesco sobre la lucha contra las discriminaciones en la enseñanza (1960) establece que las escuelas para un solo sexo no son discriminatorias, si cada sexo puede seguir enseñanzas equivalentes; la Directiva europea sobre igualdad de trato entre hombres y mujeres (2004) señala que la discriminación por razón de sexo no se aplica a la enseñanza pública o privada; y de hecho en distintos países europeos existen escuelas de enseñanza diferenciada, a veces entre las más prestigiosas. Sería raro que en este asunto todos ellos estuvieran equivocados y solo la Junta de Andalucía tuviera una sensibilidad especial para detectar la discriminación escolar.

¿A quién discriminarían estas escuelas? No a los alumnos/as que quedan fuera, pues nadie está obligado a elegir estos colegios y el que quiere enseñanza mixta tiene todas las posibilidades para matricular en ella a sus hijos. En todo caso, el que tiene más limitadas sus posibilidades es el que prefiere la enseñanza diferenciada. ¿Discriminan a sus propios alumnos/as? Ya sería curioso que sus padres los llevaran allí si pensaran que van a ser discriminados. La realidad es que ni los adversarios de estas escuelas alegan que tengan malos resultados académicos, porque a menudo están entre las mejores, y la misma demanda que suscitan indica su valía.

Entonces, ¿por qué el Estado habría de negar la financiación pública si un colegio adopta un modelo pedagógico de enseñanza diferenciada? El que el Estado excluya una opción pedagógica opinable y legítima es tan extraño como que excluya de las subvenciones culturales a una determinada escuela artística. Con la misma razón, mañana podría negar los conciertos a los colegios que enseñen con el método Montessori o a los que impartan como tercera lengua el chino, si al gobierno no le gusta, porque todo eso excluye a algún tipo de alumnos.

La idea de que la educación diferenciada discrimina a las niñas y que la enseñanza mixta equivale a igualdad es una creencia ya superada en otros países. Me llamó la atención que cuando el pasado abril el rey Abdalá de Jordania estuvo de vista oficial en la Casa Blanca, Melania Trump llevó a la reina Rania a visitar una escuela pública femenina en un barrio popular de Washington. En estos casos la anfitriona siempre procura enseñar alguna iniciativa de éxito, que puede interesar también a la visitante.

Excel Academy es la primera escuela femenina de Washington tipo charter (con financiación pública pero administración privada), una modalidad cada vez más frecuente en EE.UU. También es normal desde hace años que en el sector público haya escuelas o aulas solo para chicas o para chicos, si la situación lo aconseja y contribuye a mejorar la eficacia. En un sistema escolar como el de Washington, que no tiene buena fama de calidad de enseñanza, Excel Academy se ha concebido como un medio para impulsar la preparación académica y personal de las chicas, en su mayoría afroamericanas. Con la enseñanza separada, lejos de discriminarlas, se trata de darles mayores oportunidades para que tengan éxito.

En Andalucía, tal solución chocaría con el dogma de que toda separación por sexos discrimina y que la enseñanza mixta es el uniforme escolar obligado. Pero más valdría atender a razones de eficacia escolar y aparcar la ideología, una reválida demasiado ardua para algunos.

sábado, 13 de octubre de 2018

Amar: para vivir con sentido y plenitud


Por Fernando Hurtado





ENTRE HOMBRE Y MUJER

         El elemento fundamental de la vida del ser humano; su acción –viene designada con un verbo- principal es amar, y su estado estar enamorado. Es tan importante, que el éxito de la vida será el amar durante todo el tiempo. Y nuestras potencias, firmemente ancladas en la naturaleza, nos conducen a ello. El hombre y la mujer, lo que más buscan, lo que más desean, es ser amados, recibir el amor que pueden darle los demás; y dar, según las personas con las que se relaciona, todo el amor que puedan. Pueden recibir mucho, y dar mucho, porque realmente el amor, el amar, es lo más espiritual que tenemos (mucho más –aunque las comparaciones sean odiosas- que el entendimiento).

         A partir de los 12 o 13 años, el hombre y la mujer buscan el amor, y lo encuentran en una mujer, en un hombre. Su fuerza irresistible. Tampoco yo me resisto a citar dos textos del Papa Juan Pablo II, con palabras de carácter existencial que nos penetran hasta la médula de nuestras aspiraciones principales: No podemos vivir sin amor. Si no encontramos amor, si no encontramos amor, si no lo experimentamos y lo hacemos nuestro, y si no participamos íntimamente en él, nuestra vida carece de significado. Sin amor somos incomprensibles para nosotros mismos(Juan Pablo II, Redemptor hominis, 10)

BELLEZA FÍSICA DEL CUERPO

Las siguientes palabras que anoto, las  dijo el Papa que más ha arrastrado a la gente joven, al poco tiempo de su elección. Parecía establecer como una contraposición entre el interior y el exterior del ser humano, como en muchas otras ocasiones pudo parecer, pero no era propiamente un enfrentamiento, sino una búsqueda de complementación. Las recojo ahora, y luego las comentamos: Hay una "humildad del cuerpo" y una humildad última "del corazón". Esta es condición necesaria para la armonía interior del hombre, para su belleza interior. Reflexionad bien sobre esto vosotros, jóvenes, que os encontráis precisamente en la edad en la cual se tiene tanto afán de ser hermosos o hermosas para agradar a los otros. Un joven, una joven, deben ser hermosos ante todo y sobre todo interiormente. Sin esta belleza interior, todos los demás esfuerzos dedicados sólo al cuerpo no harán -ni de él ni de ella- una persona verdaderamente hermosa. (Juan Pablo II  Roma, 22-XI-1978).

Podríamos decir que hay una belleza meramente exterior, que hace que el hombre y la mujer estén el uno y el otro muy interesados. Pero esa belleza material no personaliza, sino que en cierto sentido despersonaliza porque hace encuadrar en categorías, según unas proporciones o medidas de una mayor o menor perfección material. De hecho, no podemos decir que Judit es mejor persona porque sea alta, o delgada, o proporcionada, o físicamente perfecta. Nada de esto aumenta o disminuye su perfección personal. Y eso que el físico interesa muchísimo, y lógicamente; y gusta y atrae y hace soñar, pero no llega a alcanzar a la persona como persona. La belleza física no enamora precisamente por eso, porque no alcanza a la persona: aunque haga a la persona, en su cuerpo, excitante, atractiva, como con un poder imantador que parece que re sulteel orden físico como único y suficiente.

¿Qué se piensa de una persona considerada en cuanto a sus calidades- no me he equivocado- físicas? En el fondo, no se la piensa en un ámbito personal sino como algo de lo que gozar, en su contemplación visual, y sobre todo en su capacidad de conducir a la excitación y al placer físico, sobre todo al más intenso y fuerte, al placer sexual.

La belleza física como elemento solitario, aunque nos satisface, nos distorsiona la valoración humana, dificulta el llegar a la persona completa, que eso somos cada uno, cada una. No conduce al amor, sino que lo separa de la relación humana, incluso lo sacrifica por el placer, y como lo material es agotable por su uso, para mantener su vitalidad y novedad necesita del cambio de cuerpo, lo cual supone por desgracia, el cambio de personas. No da a la persona lo que tiene valor personal.

BELLEZA FÍSICA DE LA PERSONA


         La distinción que acabo de hacer no se identifica con las palabras de Juan Pablo II, citadas anteriormente. Se trata de una contemplación de la persona, que la alcanza como persona, aunque la percepción es eminentemente física. Se da cuando se busca en la presentación del cuerpo la globalidad, y se alcanza el cuerpo, con sus órganos sexuales, evidentemente no expuestos como focos de atracción, pero que se advierten y gusta mirarlos. Pero detecta, aunque el conocimiento personal sea casi nulo –no se conocen, solemos decir-, características que se aprecian en y por el cuerpo. Citemos algunas: timidez, desparpajo, simpatía, profundidad de juicio, delicadeza en el trato, y un etcétera interminable, porque la mirada humana busca y mide estos valores que están en la expresión corporal. 

         A veces, y sin querer adelantar nada a estas alturas de redacción, la personalidad, que es algo fundamentalmente interior, desborda tal riqueza de contenido en el cuerpo, que la persona, precisamente por esa grandeza y luminosidad, es fácilmente reconocida como muy valiosa.

         En esta belleza física personal juega un papel primario el vestido. Es una protección de la corporeidad ante el frío, calor, y desnudez. Y al mismo tiempo, cubre lo material de nuestro ser para mostrarlo en su verdadera condición personal. Es decir, no cubre, muestra. Desde el pecado original es absolutamente necesario para que precisamente se pueda dar el trato de personal riquísimo entre hombre y mujer. Cubre de la manera adecuada lo material para mostrar de una manera cada vez más perfecta la interioridad personal.

         El vestido no es sin embargo unidireccional en su significado. Ciertamente cubre, pero descubre a la mente lo que esconde, pero humanizado de manera serena. Da gusto mirar a la persona, porque “no se pierde”, al contrario se asocia a la personalidad, su cuerpo. Esta es la gran tarea de los modistos y modistas: mostrar al mundo la inagotable belleza que emana la persona.

BELLEZA INTEGRAL DE LA PERSONA

         Se puede decir que debe haber una sincronía entre alma y cuerpo, aunque su aparición será, aunque no toda ella corporal, sí visible. Vemos mucho más que lo material en la persona, si se permite la captación. Esa captación no se hace sólo por medio de la vista, aunque la vista del hombre, al ser racional, y por tanto espiritual, capta mucho del espíritu: por ejemplo, advierte la sencillez, o la alegría y el dolor; también de los demás sentidos en un mayor o menor grado, aportan datos a este conocimiento, sobre todo el oído, ya que no sólo percibe sonidos sino conceptos, estados anímicos. La puesta en relación de dos personas suele ser eminentemente espiritual, conceptual, ideas que se transmiten mediante la palabra, que a su vez utiliza los sonidos diversos para acoplarse en sus vibraciones. Algo que detecta con más facilidad –pese a los engaños a que puede estar sometido- es “la amabilidad” de la persona, ese componente esencial del alma, que descubre la facilidad de amar de la otra persona y si se la puede querer. Las personas somos más o menos amables, fáciles o difíciles de querer, por las características de la personalidad. Este adjetivo verbal indica lo más profundo que de una persona. Así como al captar que una fruta es comestible, o un agua u otro líquido es potable, lo vemos en su dimensión esencial. 

El término amable sólo puede aplicarse a las personas, y será encontrado, si la razón se empeña en conocer el espíritu de la otra persona. Sólo se puede aplicar a las personas, y si se hace en el justo sentido, expresa la capacidad de despertar el amor que tiene una persona, o la máxima cualidad personal. La terminología nos ha hecho una mala pasada, y ha oscurecido el conocimiento de las inclinaciones naturales que está en nosotros. La caridad, el amor, no son un precepto, una obligación, o un signo de educación o de cortesía, no. La caridad es la inclinación más pronta a brotar entre las personas, porque lo más propio de las personas es la valoración y conocimiento interiores; las personas inclinan al amor. Y entre ellas, una será el descubrimiento del amor que sólo puede darse entre un hombre y una mujer, y en las dos direcciones. Nadie puede enamorarse con ese amor con más de una persona. Si lo pareciera, no hay que engañarse, no se está experimentando o se ha degradado el que se tenía, mejor dicho, los que antes se amaban lo han deteriorado. ¿Qué se experimenta con el amor entre un varón y una mujer? La valoración de la otra persona que entrega potencialmente todo lo suyo ya que ha surgido en ella, en su existencia, “alguien” que le da sentido; sí, en sentido de nuestra vida no está en nosotros, está fuera.

Antes de seguir, debo dejar constancia que experimento una gran dificultad para poder expresar lo que el amor verdadero obra en el alma propia y en el alma del otro. Como decía Ornella Vanoni, una de las principales cantantes italianas, l’amore non si spiega; se si ama se spiega da se stesso. (el amor no se explica; si se ama se explica por sí mismo). Pero vamos a intentar algo.


Voy a recoger un texto de la que se le ha considerado como una de las mejores definidoras de los sentimientos humanos, Gertrud von Le Fort. Es de su novela La corona de los ángeles, p.72. La protagonista está definitivamente enamorada, y así describe –quizá no habría otro modo de describir que el poético- lo que acontece en su interior por el amor: Y verdaderamente empezó un periodo radiante sin empañar por ninguna clase de preocupaciones. Era como si el mundo entero se hubiese transformado en un himno de júbilo. El cielo y la tierra, el bosque y el río, los hombres, las cosas, todo parecía tomar parte secreta en nuestro amor y todo parecía ser feliz. Heidelberg nunca había sido tan bonito, tan encantador; el aire mañanero nunca había sido tan azul en el valle del Neckar; nunca había brillado tanto el oro del crepúsculo sobre las montañas lejanas. Y el rojo de las rocas nunca había sido tan reluciente. No, el mundo estaba irreconocible; todo estaba irreconocible. Ni nos reconocíamos a nosotros mismos (...). Y aun cuando estuviéramos con otras personas, parecía surgir un resplandor, que crecía hasta su cenit en cuanto nos mirábamos.

Parece como una captación, como he dicho antes, poética, romántica, pero irreal. ¿No será, me pregunto, que el mundo real es así, y sólo es posible captarlo, cuando se ama? ¿No podría ser que nuestra naturaleza está imperfecta en sus sentidos (siempre espirituales y materiales), si no se ama? Ciertamente podemos decir que la naturaleza humana es igual para todos, y que en todos tiene la misma dignidad. Pero también podemos afirmar que en ella se da una mayor o menor perfección subjetiva y objetiva al mismo tiempo, y es según la razón y según el amor. El alcance de nuestro entendimiento y razón penetrará nuestros sentidos según el engarce que hayamos formado, y así veremos sólo agua y luz; o la belleza y grandeza del sol en su ocaso en el mar. La razón… y el amor. Ciertamente el amor no mira, no toca, no mide… pero permite hacer las valoraciones de manera adecuada y humana, la más humana. Y además es imprescindible porque es el que asegura que nuestras acciones, ideas, y proyectos serán buenos. El entendimiento puede emplearse mal, y puede emplearse para el mal. Es el gran dilema, y todos creo que coincidimos que el mayor mal para el mundo es el hombre inteligente y malo; la inteligencia en sí es un bien, pero puede emplearse para el mal, puede diseñar con aguda penetración el mal. Si hay amor, en cambio, nuestra vida está plenamente realizada, porque el amor no puede hacer el mal; amor y mal no son compatibles. El amor es el que hace a la persona buena; la persona que ama es la persona buena que necesita el mundo. Si ama a sus padres, si ama a sus hijos, si ama a esa chica, o a ese chico, a su esposa; si los ama con un amor que modula su razón y sentimientos, entonces, esas personas están realizadas, y están lanzando al mundo la luz de sur ealización.

Lo espiritual a diferencia de lo material es necesariamente difusivo. Es fácilmente comprensible. Si yo tengo un millón de euros, en la medida en que los entrego, me quedo sin ellos; esa es la condición perentoria de lo material. No sucede así con lo espiritual, sino todo lo contrario. Cuando amo a una persona, mi amor aumenta; y aumenta en la medida en que la amo. No me impide que ame a los demás, al contrario; lo hace posible. La persona enamorada, sabe valorar, el mundo, y sobre todo los demás. Trata a la persona amada con tal delicadeza que continuamente advierte pequeños desamores propios que le duelen y que repara; sin amor, las personas no calibran detalles: pueden afirmar que se aman y estar casi siempre enfadados.

Recuerdo el razonamiento que me hizo hace muchos años un gran amigo, filósofo vocacional, aunque de joven había elegido la carrera de ingeniero. Me comunicaba “un gran descubrimiento”. De pronto, escuchando una canción de conjunto musical Mocedades, he tenido una luz clarísima; bueno, la luz está en la canción.  Y con todo detalle me describió la letra, que muestra  a un chico paseando por una ciudad que no valora en aquel momento. Las palabras que habían “golpeado” a mi amigo fueron: “la vi, y toda la ciudad se iluminó”. Ciertamente que la visión de la persona amada no había cambiado  la ciudad; pero si había cambiado a la persona, y su percepción de todo lo que veía y hacía.

El estado para el que fue creado el hombre es el de felicidad, algo que no la da nada más que las personas que nos aman y amamos. Por eso todos deberíamos poseer desarrollada esa capacidad de amar, que nos llevaría a la relación cualificada con las personas, y con la persona con la que compartir la vida. Cada persona completa su personalidad generalmente con el amor a una persona de distinto sexo; para algunos con el amor en exclusiva para Dios. Porque el amor es la única forma de tener una relación con Dios. 

Lo primero que nos habrían de enseñar en nuestra vida es a amar. 


miércoles, 10 de octubre de 2018

Papa Francisco: «¿Cómo puede ser terapéutico o civil suprimir una vida inocente en su inicio?»

Papa Francisco, hoy en Plaza de San Pedro
Por Juan Vicente Boo, en ABC digital, 10.10.2018
En un vigoroso comentario del quinto mandamiento, el Papa Francisco ha descartado el miércoles todo eufemismo afirmando que «interrumpir un embarazo es matar a una persona». 
Ante decenas de miles de peregrinos participantes en la audiencia general en la plaza de San Pedro, Francisco ha calificado de «desprecio a la vida» tanto las guerras como la «explotación de seres humanos» y, por supuesto, «la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos».
Visiblemente dolorido, el Papa ha salido al paso de la indiferencia social preguntado: «¿Cómo puede ser terapéutico, civil, o simplemente humano, un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su inicio?».
El quinto mandamiento «No matarás», no admite excepciones salvo la legítima defensa frente a un agresor armado. En el extremo opuesto, en cambio, se encuentra un niño enfermo o no nacido, que necesita ayuda.
Reflexionando sobre el origen de los comportamientos inhumanos, Francisco ha comentado que »la violencia y el rechazo de la vida provienen en el fondo del miedo. Pensemos, por ejemplo, cuando se descubre que una vida naciente está afectada por discapacidad grave».
Según el Papa, «en esos momentos dramáticos, los padres necesitan verdadera cercanía, verdadera solidaridad para afrontar esa realidad superando los comprensibles miedos. En cambio, reciben con frecuencia el consejo de interrumpir el embarazo».
Por contraste con planteamientos utilitaristas o egoístas, Francisco ha insistido en que «la verdadera medida de la vida es el amor; el amor con que Dios la ama». Como suele hacer en muchas catequesis, el Papa ha invitado a todos a repetir juntos tres veces: «¡Dios es amante de la vida!».
El quinto mandamiento incluye la obligación de proteger la propia vida, no solo de la muerte sino también de las adicciones que la dañan y pueden terminar acabando con ella. Por eso considera necesario «decir a muchos jóvenes: ‘No desprecies tu propia existencia, no os despreciéis a vosotros mismos con dependencias’. ¡Tú eres una obra de Dios! ¡Y Dios es amante de la vida!».

lunes, 8 de octubre de 2018

Beatrice Venezi es la directora de orquesta más joven de Italia y ferviente católica



Elegida por «Forbes» como «líder del futuro» pide que «la Iglesia tenga el coraje de ser ella misma»


En una de sus conocidas clasificaciones, Forbes sitúa a Beatrice Venezi entre los 100 italianos menores de 30 años que serán los “líderes del futuro”. Y además aparece de una forma destacada.
Venezi tiene apenas 28 años y es la directora de orquesta más joven de Italia, y además según los expertos la que tiene mayor proyección. En un ambiente laboral mayoritariamente masculino ella lejos de dejarse llevar reivindica la feminidad y en una sociedad en la que el feísmo gana cada vez más fuerza entre los jóvenes reivindica la belleza.
Las similitudes entre la Iglesia y una orquesta
La artista, que este pasado mes de septiembre dirigió en el prestigioso Suntory Hall de Tokio es una estrella precoz pero con las cosas muy claras, también con respecto a su fe católica, con un testimonio llamativo y muy representativo precisamente cuando en Roma se está celebrando el Sínodo centrado en los jóvenes.
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¿Cómo logra una mujer tan joven que una orquesta entera llena de músicos veteranos y experimentados siga todos sus movimientos? “Quien quiera ser un verdadero director de orquesta debe mantener siempre el oído atento a las necesidades, sentimientos y sensibilidad de la orquesta. Pero, sobre todo, debe poder indicar sin dudar el camino que todos deben seguir”, afirma en una entrevista en el semanario Credere.
Casi sin querer hace un paralelo con la relación entre la Iglesia y los jóvenes. “Para nosotros los jóvenes, siempre en movimiento, y a veces un poco perdidos, la Iglesia es necesaria para indicar con confianza el camino. Sin un camino, no se llega a ningún destino. Jesús dice: ‘Yo soy el camino’. Debemos ser capaces de ver de esa manera. Y la Iglesia existe para indicarlo, al igual que un director de orquesta”, explica Beatrice Venezi.
La calidad y la esencia del mensaje cristiano
Para esta joven hace falta liderazgo, un camino claro, y también ofrecer un mensaje bello y de calidad, que no sea rebajado. Pone el ejemplo de la iniciativa en la que participó el pasado mes de julio en el Festival de Verano de Lucca. Allí dirigió en plena calle ante los viandantes, vecinos y jóvenes. Más de 5.000 personas escucharon las obras de Puccini. No era música sencilla y muchos ni siquiera conocían su melodía pero fue un éxito brutal con más de 15 minutos de aplausos ininterrumpidos.
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Para Venezi, “esto significa que la calidad, si se ofrece con valentía y de manera correcta, impresiona e inspira. Como joven creyente espero que la Iglesia tenga el coraje de ser ella misma y de dirigirse a los jóvenes, pero también a todos los adultos, con una propuesta de alta calidad, sin bajar nunca el nivel de fe para trivializarlo”.
Lo mismo piensa para la liturgia o la música sagrada. “Para anhelar una dimensión que nos supera, debemos advertir que existe una distinción entre la vida terrenal y la vida espiritual.Para poder superarnos, necesitamos percibir el cielo y no sólo la tierra sobre la que estamos. Para aquellos que tienen fe, Dios es un ser especial, una belleza que va más allá de la cual estamos en camino”.
En un mundo laboral muy masculino, Beatrice reivindica la esencia de la mujer, aunque saliéndose del discurso del feminismo radical y de lo políticamente correcto. “Una mujer tiene una intuición especial, y la posibilidad de dar la vida, que es la noticia por excelencia del ser humano”.
La tradición frente al ritmo vertiginoso de la vida
Sin embargo, que la auténtica novedad  es que “la gran renovación de la cual sentimos la necesidad, en un mundo donde todo cambia demasiado rápido, es la capacidad de restaurar la importancia de los valores de la tradición, que ya no son tan claros. Esto es válido en el ámbito musical, civil y también en la fe”.
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Ella defiende el ancla de la tradición y los valores en un mundo tan cambiante. “La sociedad no nos permite ser demasiado estáticos, incluso trabajando tenemos que seguir moviéndonos y se nos pide cada vez más que sepamos cómo enfrentarnos a muchos desafíos al mismo tiempo. Incluso el cristiano, un hombre de este tiempo, no puede permanecer parado aunque quiera. Personalmente, dentro de mis viajes continuos, hay dimensiones esenciales que siempre me acompañan. Y la fe está entre estos ‘fieles’ compañeros de viaje”, reflexiona.
Concretamente, Beatrice confiesa que “cuando necesito reflexionar, volver a encontrarme, vuelvo a leer Camino, de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Habla de carácter y dirección, de vida interior y sobrenatural, de fe y también de alegría. Ahí encuentro mis raíces”.
Vivir cada momento como un acto de fe
Precisamente, sus raíces se remontan a cuando estudiaba en el Conservatorio de Milán y vivía en una residencia de estudiantes que fue creada por un grupo de maestros, padres y profesionales cristianos animados por el propio santo español. “Allí me encontré con esa Iglesia relacional que es tan importante en la vida de una persona joven, porque propusieron experiencias de formación espiritual, y sobre todo, porque ha sido para mí un lugar de relaciones auténticas que continúan en la actualidad”.
Esta joven directora tiene que claro que “podemos vivir cada momento de la vida como un acto de fe. Y el trabajo diario puede ser una forma importante de conocer a Dios y amar a los demás. Por lo tanto, la Iglesia, que ama a los jóvenes, debe ayudarnos a nunca olvidar que nuestra vida diaria, para vivir con autenticidad incluso en ritmos vertiginosos, es el primer lugar donde Dios viene a nuestro encuentro”.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Humanae Vitae, profética cincuenta años después

     Se cumplen 50 años de la encíclica Humanae Vitae, publicada por el beato Pablo VI el 25 de julio de 1968. El Papa trató sobre el amor y la sexualidad en el matrimonio, y anunció con visión profética consecuencias si se desnaturalizaba el amor conyugal, al separar las dimensiones unitiva y procreadora.

Por Stéphane Seminckx, Bruselas
Doctor en Medicina por la Universidad de Lovaina y en Teología Moral por la Universidad de la Santa Cruz

Todos soñamos con un gran amor. Todos aspiramos al ideal de fundar una familia unida (o de responder a la llamada de Dios con el don total del celibato). Todos pensamos que ahí se encuentra la clave de la felicidad. Pero, como dice el Papa Francisco en Amoris laetitia, “la palabra ‘amor’, una de las más utilizadas, aparece muchas veces desfigurada” (89). Muchas personas hablan del amor sin saber bien de qué se trata. Por eso es esencial hacerse una idea verdadera del amor, por la experiencia y también por la oración y la reflexión.

No decía otra cosa la encíclica Humanae Vitae, publicada en 1968 por el Papa Pablo VI, cuando en su n. 9 afirmaba que “es de suma importancia tener una idea exacta del amor conyugal”. No podemos malograr nuestra vida -o hipotecar el porvenir de las personas que nos han sido confiadas- equivocándonos sobre el amor verdadero: “Engañarse a sí mismo en el amor es lo más espantoso que puede ocurrir, constituye una pérdida eterna, de la que no se compensa uno ni en el tiempo ni en la eternidad” (Sören Kierkegaard).

Mensaje actual

Por este motivo, cincuenta años después, el mensaje de Humanae Vitae sigue siendo muy actual. Esta encíclica no trata simplemente de la contracepción; es sobre todo la ocasión para afirmar de manera decisiva la grandeza sublime del amor humano, imagen y semejanza del Amor divino. En el momento de su aparición, este documento suscitó una larga serie de debates y numerosas tensiones. En muchos cristianos ocasionó perplejidad e incomprensión. Algunos rompieron entonces con la Iglesia: ya sea porque rechazaban explícitamente su enseñanza, porque abandonaron la práctica religiosa, o porque intentaron vivir la fe de espaldas a la Iglesia.
Desde entonces, ha pasado mucha agua bajo los puentes. Los espíritus se han calmado, a menudo pagando el precio de la indiferencia. Hoy se puede examinar la cuestión con más serenidad y, a mi juicio, tenemos el deber de hacerlo: está en juego la coherencia de nuestra vocación humana y cristiana.

El Papa Francisco nos invita a hacerlo cuando habla de “redescubrir el mensaje de la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI” (Amoris laetitia, 82 y 222). San Juan Pablo II había animado ya a los teólogos a “profundizar en las razones de esta enseñanza [de la Humanae Vitae] que es uno de los deberes más urgentes para quien está comprometido en la enseñanza de la ética o en la pastoral familiar. De hecho, no es suficiente proponer fiel e íntegramente esta enseñanza, sino que es necesario que se muestren también sus razones más profundas” (Discurso, 17-09-1983).

Esta profundización es particularmente necesaria ya que la ideología del free sex (sexo libre) nacida en esos mismos años 1960, no parece haber liberado la sexualidad. Un número creciente de mujeres están cansadas de la píldora y de sus muchos efectos secundarios en su cuerpo y su psiquismo. Ven cada vez más la contracepción como une imposición del mundo masculino.

Contraconcepción

A escala de las relaciones internacionales, el control de los nacimientos se ha convertido en un arma en manos de los países ricos, que lo imponen a las naciones desfavorecidas a cambio de su ayuda económica. Al mismo tiempo, en esos mismos países desarrollados, profundamente marcados por la mentalidad contraceptiva, la demografía conoce una caída dramática, que pone a Occidente frente a inmensos desafíos. En fin, muchos moralistas piensan que el “lenguaje contraceptivo” falsea la comunicación entre los esposos hasta el punto de fomentar la explosión del número de divorcios.

Paralelamente a esta evolución, desde 1968, muchos filósofos y teólogos han trabajado en una mejor comprensión de la doctrina de Humanae Vitae. Por otra parte, el magisterio de san Juan Pablo II ha constituido una contribución esencial a esta reflexión, y también han contribuido Benedicto XVI y Francisco.

¿Por qué reacciones tan vivas?

La acogida mitigada que tuvo Humanae Vitae se explica en parte por el contexto histórico en que apareció la encíclica. La Iglesia se encontraba entonces en el comienzo del periodo que se llamó posconciliar. La sociedad civil atravesaba la época revuelta de mayo del 68, y el mundo vivía en la psicosis de la superpoblación.

El documento se había hecho esperar. Sus recomendaciones recusaban las conclusiones de un grupo de especialistas renombrados (el grupo llamado “de la mayoría”, que se separó del resto de la Comisión pontificia para los problemas de la familia, la natalidad y la población, creada por san Juan XXIII en 1962), cuyo informe sería objeto de una filtración a muchos periódicos en abril de 1967.

Pero ese contexto no explica todo. Es sobre todo la problemática abordada por Humanae Vitae lo que está en cuestión. Pues se trata de asuntos fundamentales que conciernen a cada uno: el amor humano, la significación de la sexualidad, el sentido de la libertad y de la moral, el matrimonio.

En la Iglesia, la contracepción es reprobada desde los primeros siglos del cristianismo (en la encíclica Casti Connubii, de 1930, Pío XI habla de “una doctrina cristiana transmitida desde el origen y nunca interrumpida”). Sin embargo, hasta finales de los años 1950, se había identificado siempre -de forma más o menos confusa- con el onanismo (coitus interruptus) o con los medios mecánicos que impiden el desarrollo normal del acto sexual (preservativo, diafragma, etc.). Pues los progestágenos, descubiertos en 1956, hacen infecunda a la mujer sin interferir -al menos aparentemente- en el desarrollo del acto sexual. Considerado desde el exterior, un acto sexual realizado con o sin la píldora es exactamente el mismo.

La cuestión precisa que se planteaba en 1968 era la siguiente: ¿merece la píldora que se la llame “contracepción”? Para un cierto número de teólogos, la respuesta era y sigue siendo negativa, porque la píldora no perturba el acto conyugal en su desarrollo “natural”. Más aún, ven en la contracepción hormonal una confirmación de la dignidad humana, llamada a sacar partido de las leyes de la “naturaleza” por medio de su inteligencia. ¿Pero qué significan “natural” y “naturaleza” cuando se habla de la persona humana?

¿Qué ha cambiado desde 1968?

El beato Pablo VI escribió una encíclica bastante corta, cuyo contenido está centrado sobre una especie de axioma, que reposa sobre un simple hecho: por su naturaleza, por la voluntad del Creador, el acto conyugal posee una dimensión unitiva y una dimensión procreadora, que no se pueden separar. Como todo axioma, éste no es objeto de una demostración. Los argumentos que lo sustentan llegarán más tarde, esencialmente durante el pontificado de san Juan Pablo II.

Se ha dicho a menudo que Humanae Vitae era un documento profético, a causa de su número 17, donde el Papa Pablo VI anuncia las consecuencias posibles del rechazo de la visión del amor proclamada por la Iglesia. Impresiona releer hoy ese número 17: el anuncio del aumento de la infidelidad conyugal, del descenso generalizado de la moralidad, de la dominación creciente del hombre sobre la mujer, de las presiones de los países ricos sobre los países pobres en materia de natalidad… Todo esto se ha verificado.

Profética

Pero Humanae Vitae es profética, a mi juicio, sobre todo a causa del axioma que la encíclica ha puesto como fundamento de toda su reflexión: no se pueden separar las dimensiones unitiva y procreadora del acto conyugal sin desnaturalizar el amor entre los esposos. Este principio había sido ya evocado por Pío XI, pero fue Pablo VI quien lo puso en la raíz de su visión sobre el amor conyugal.

El pensamiento de Karol Wojtyla/Juan Pablo II ha contribuido mucho a explicar y enriquecer esta visión. Desde 1960, con su célebre libro Amor y responsabilidad, centró el debate sobre la persona humana y su dignidad, de manera particular sobre su vocación a hacer de sí misma un don desinteresado. La “ley del don” es para el Papa polaco todo el fundamento de la ética del matrimonio, de su unidad, de su indisolubilidad, de la exigencia de fidelidad y de la necesaria verdad de cada acto conyugal.

Karol Wojtyla, como padre conciliar, contribuyó a la redacción de la Constitución pastoral Gaudium et Spes, sobre todo a la parte que trata del matrimonio. Con un grupo de teólogos polacos, envió un memorándum sobre la cuestión de la regulación de la natalidad al Papa Pablo VI en febrero de 1968, unos meses antes de la publicación de la encíclica.

Entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984, siendo ya Papa, dedicó 129 catequesis de los miércoles a lo que ha sido llamado la “teología del cuerpo”, un conjunto de “reflexiones que […] pretenden constituir un amplio comentario de la doctrina contenida […] en la encíclica Humanae Vitae” (san Juan Pablo II, Audiencia 28-02-1984).

También tomó la iniciativa de numerosos documentos que tratan ampliamente o hacen referencias importantes a la moral conyugal y a la defensa de la vida: la exhortación apostólica Familiaris Consortio (1981), la instrucción Donum Vitae (1987) sobre el respeto de la vida humana naciente y sobre la dignidad de la procreación, el Catecismo de la Iglesia católica (1992), la encíclica Veritatis splendor (1993) sobre la moral fundamental, la Carta a las familias (1994), la encíclica Evangelium Vitae (1995), etc.

La castidad es libertad

Este magisterio de Juan Pablo II ha contribuido a clarificar una serie de puntos esenciales en el debate sobre Humanae Vitae.

En primer lugar, se puede señalar la noción de persona como “totalidad unificada” (Familiaris Consortio, 11): no se puede comprender la visión cristiana del matrimonio con una visión dualista del hombre, donde el espíritu representaría la persona mientras que el cuerpo no sería mas que un apéndice, un “instrumento” al servicio del espíritu. Nosotros somos un cuerpo y el matrimonio es la vocación a donar la “totalidad unificada” que somos, de manera que se forme “una sola carne”.

Después, se puede indicar la noción de castidad, entendida como integración de la sexualidad en la persona, como integridad de la persona con vistas a la integralidad del don (Catecismo de la Iglesia Católica, 2337): el acto conyugal no es moralmente bueno por el hecho de estar en conformidad con ciertas características fisiológicas de la mujer; es bueno cuando es virtuoso, cuando la razón ordena la tendencia sexual al servicio del amor. La castidad es libertad, dominio de sí, señorío sobre la propia personalidad con vistas al don de sí, con la riqueza de sus dimensiones fisiológicas, psicológicas y afectivas.

El papel de Veritatis Splendor

Nunca se insistirá demasiado sobre la aportación de la encíclica Veritatis Splendor de san Juan Pablo II, documento que Benedicto XVI ha considerado como uno de los más importantes del Papa polaco.

Veritatis Splendor recuerda que la conciencia no es creadora de la norma, lo que conduciría a la arbitrariedad y al subjetivismo, al postulado de “la autonomía”, que prevalece en la mayor parte de los debates bioéticos en la actualidad, donde el simple hecho de desear algo basta para justificarlo. Veritatis Splendor recuerda que la conciencia es un heraldo, es decir, que proclama une ley, plenamente asumida, aunque viene de Otro. La verdadera libertad consiste en dirigirse hacia el bien por sí mismo, un bien que la conciencia nos muestra, de la misma manera que una brújula indica el norte. La conciencia es como una participación libre y responsable en la visión que Dios tiene del bien y del mal.

El acto conyugal: don total

La cuestión del objeto del acto es igualmente fundamental para comprender lo que es el acto conyugal. No es un simple acto sexual, porque en este sentido el adulterio y la fornicación son también actos sexuales, lo mismo que el acto sexual contraceptivo. Si el lenguaje emplea términos diferentes para un acto a primera vista idéntico es porque, desde el punto de vista moral, un acto puede tener una significación diferente, un “objeto” diferente, y este objeto es el primer elemento que hay que considerar a la hora de juzgar la bondad de ese acto.

El acto conyugal se define por la voluntad de significar, consumar o celebrar el don total de una persona a otra. El acto sexual contraceptivo es la negación de esta definición, porque la persona, al no dar su potencialidad procreadora, no se da enteramente. Este punto es esencial para comprender la doctrina de Humanae Vitae.

Y está, además, ligado a las nociones de naturaleza humana y de ley natural, que están en el núcleo de los grandes debates filosóficos actuales. Muchos de nuestros contemporáneos rechazan la idea misma de “naturaleza”, en nombre de la autonomía y de una cierta concepción de la libertad. Juan Pablo II hablaba del rechazo “de la noción de lo que, de manera más profunda, nos constituye como seres humanos, a saber, la noción de ‘naturaleza humana’ como ‘dato real’, y en su lugar se ha puesto un ‘producto del pensamiento’ libremente formado y libremente modificable en función de las circunstancias” (Memoria e identidad). La teoría del género es una manifestación extrema de este rechazo.

Respetar la naturaleza del hombre

Benedicto XVI se preguntaba: ¿por qué reclamar respeto para la naturaleza ecológica y rechazar al mismo tiempo la naturaleza más íntima del hombre? La respuesta: “La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar seriamente un punto que -me parece- se ha olvidado tanto hoy como ayer: hay también una ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y solo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana” (Discurso en el Bundestag, 22-9-11).

Somos criaturas

La “verdadera libertad humana” es una libertad creada, recibida encarnada, finita, inscrita en un ser configurado por una naturaleza, un proyecto, unas tendencias: “No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos criaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como un don” (Amoris laetitia, 56). Ser libre no consistirá nunca en querer liberarnos de nuestra naturaleza, sino más bien en asumir personalmente, de modo consciente y voluntario, las tendencias inscritas en ella. Una libertad dirigida contra nuestra naturaleza “se reduciría al esfuerzo por liberarse” (Albert Chapelle).

Detrás de esta objeción, se entrevé el cuestionamiento de nuestro origen. El rechazo de nuestra propia naturaleza sería comprensible si cada uno de nosotros fuese la consecuencia de un simple concurso de circunstancias, de un choque aleatorio de moléculas, de una mutación o de un destino ciego, pues entonces nuestra existencia sería absurda, sin proyecto ni destino. Habría razones para sublevarse, para querer ignorar o transformar esta naturaleza, en lugar de recibirla como un don.

Pero la realidad es muy otra. En el origen de nuestra vida hay un Amor creador, el de un Dios que, desde toda la eternidad, nos ha concebido y nos ha hecho surgir en el ser en un momento dado de la historia de los hombres. Somos un fruto del Amor, somos un don de la sobreabundancia de Amor infinito de un Dios que, por decirlo así, crea seres con el único fin de derramar en ellos su Amor. “En él (en Cristo) nos eligió (Dios Padre) antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor” (Ef 1, 4).

Redescubrir la libertad

Se trata de redescubrir la verdadera libertad. El acto propio de la libertad es el amor. Pero si, ante el amor, el primer acto de nuestra libertad consiste en rechazar el don de nuestra naturaleza, en rehusar lo que somos, ¿cómo podremos poseer ese “yo” que rehusamos asumir? Y si no nos poseemos, ¿cómo podremos donarnos? Y si somos incapaces de darnos, ¿dónde está el amor conyugal?

La conversión de la inteligencia presupone la conversión del corazón: para aprender a amar, hay que acoger el Amor. Ciertas reacciones a Humanae Vitae recuerdan pasajes del Evangelio donde el discurso de Jesús sobre el amor choca con la incomprensión de los hombres. Cuando Jesús habla de la indisolubilidad del matrimonio, sus discípulos reaccionan con dureza: “Si esa es la condición del hombre con respecto a su mujer, no trae cuenta casarse” (Mt 19, 10).

“Dios nos primerea siempre”

En estos dos pasajes del Evangelio, Jesús habla del matrimonio indisoluble y del don de su Cuerpo en la Eucaristía; Humanae Vitae se refiere a la integridad del don en la alianza conyugal. Los tres temas corresponden a rasgos fundamentales del amor de alianza que Dios nos revela. Y esta revelación nos desconcierta. Nos supera. Incluso nos extraña porque, más allá de las exigencias, nuestra miopía nos dificulta a veces ver los dones de Dios.

Dios nos ha amado primero. Como dice el Papa Francisco, “Dios nos primerea siempre”. Y este amor da la gracia de vivir el don de sí, la fidelidad, la apertura generosa a la vida; es misericordia y da la comprensión de Dios, su paciencia y su perdón ante nuestras debilidades y nuestros errores. Solo Cristo aporta al desafío del amor la respuesta decisiva de “la esperanza (que) no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5).

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