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viernes, 27 de octubre de 2006

El Papa responde a preguntas de universitarios de Roma


Publicamos la sesión de preguntas y respuestas (espontáneas) de Benedicto XVI a jóvenes de Roma y del Lacio en el encuentro que mantuvieron en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *



--Santidad, soy Simone, de la parroquia de San Bartolomé; tengo 21 años y estudio ingeniería química en la universidad "La Sapienza" de Roma.

Ante todo, quiero darle las gracias por habernos dirigido el Mensaje para la XXI Jornada mundial de la juventud sobre el tema de la palabra de Dios que ilumina los pasos de la vida del hombre. Ante las preocupaciones, las incertidumbres con respecto al futuro e incluso simplemente cuando afronto la rutina de la vida diaria, también yo siento la necesidad de alimentarme de la palabra de Dios y conocer mejor a Cristo, a fin de encontrar respuestas a mis interrogantes. A menudo me pregunto qué haría Jesús si estuviera en mi lugar en una situación determinada, pero no siempre logro comprender lo que me dice la Biblia. Además, sé que los libros de la Biblia fueron escritos por hombres diversos, en épocas diversas y todas muy lejos de mí. ¿Cómo puedo reconocer que lo que leo es, en cualquier caso, palabra de Dios que interpela mi vida? Muchas gracias.

--Benedicto XVI: Respondo subrayando por ahora un primer punto: ante todo se debe decir que es preciso leer la sagrada Escritura no como un libro histórico cualquiera, por ejemplo como leemos a Homero, a Ovidio o a Horacio. Hay que leerla realmente como palabra de Dios, es decir, entablando una conversación con Dios. Al inicio hay que orar, hablar con el Señor: "Ábreme la puerta". Es lo que dice con frecuencia san Agustín en sus homilías: "He llamado a la puerta de la Palabra para encontrar finalmente lo que el Señor me quiere decir". Esto me parece muy importante. La Escritura no se lee en un clima académico, sino orando y diciendo al Señor: "Ayúdame a entender tu palabra, lo que quieres decirme en esta página".

Un segundo punto es: la sagrada Escritura introduce en la comunión con la familia de Dios. Por tanto, la sagrada Escritura no se puede leer de forma individual. Desde luego, siempre es importante leer la Biblia de un modo muy personal, en una conversación personal con Dios, pero al mismo tiempo es importante leerla en compañía de las personas con quienes se camina. Hay que dejarse ayudar por los grandes maestros de la "lectio divina". Por ejemplo, tenemos muchos libros buenos del cardenal Martini, un auténtico maestro de la "lectio divina", que ayuda a penetrar en el sentido de la sagrada Escritura. Él, que conoce bien todas las circunstancias históricas, todos los elementos característicos del pasado, siempre trata de explicar que muchas palabras aparentemente del pasado son también muy actuales. Estos maestros nos ayudan a comprender mejor y también a aprender cómo se debe leer la sagrada Escritura. Por lo general, conviene leerla también en compañía de los amigos que están en camino conmigo y buscan, juntamente conmigo, cómo vivir con Cristo, qué vida nos viene de la palabra de Dios.

Un tercer punto: si es importante leer la sagrada Escritura con la ayuda de maestros, acompañados de los amigos, de los compañeros de camino, es importante de modo especial leerla en la gran compañía del pueblo de Dios peregrino, es decir, en la Iglesia. La sagrada Escritura tiene dos sujetos. Ante todo el sujeto divino: es Dios quien habla. Pero Dios ha querido implicar al hombre en su palabra. Mientras que los musulmanes están convencidos de que el Corán fue inspirado oralmente por Dios, nosotros creemos que para la sagrada Escritura es característica -como dicen los teólogos- la "sinergia", la colaboración de Dios con el hombre. Dios implica a su pueblo con su palabra y así el segundo sujeto -como he dicho, el primer sujeto es Dios- es humano. Están los escritores, pero también está la continuidad de un sujeto permanente: el pueblo de Dios que camina con la palabra de Dios y está en diálogo con Dios. Escuchando a Dios se aprende a escuchar la palabra de Dios y luego también a interpretarla. Así se hace presente la palabra de Dios, porque las personas mueren, pero el sujeto vital, el pueblo de Dios, está siempre vivo y es idéntico a lo largo de los milenios: es siempre el mismo sujeto vivo, en el que vive la Palabra.

Así se explican también muchas estructuras de la sagrada Escritura, sobre todo la así llamada "relectura". Un texto antiguo es releído en otro libro, -pongamos- cien años después, y entonces se entiende plenamente lo que no era perceptible en aquel momento anterior, aunque ya estaba contenido en el texto precedente. Y es releído otra vez algún tiempo después, y de nuevo se comprenden otros aspectos, otras dimensiones de la Palabra; y así, en esta permanente relectura y reescritura en el contexto de una continuidad profunda, mientras se sucedían los tiempos de la espera, fue desarrollándose la sagrada Escritura. Por último, con la venida de Cristo y con la experiencia de los Apóstoles, la Palabra se hizo definitiva, de forma que ya no puede haber más reescrituras, pero siguen siendo necesarias nuevas profundizaciones de nuestra comprensión. El Señor dijo: "El Espíritu Santo os introducirá en una profundidad que ahora no podéis tener".
Así pues, la comunión de la Iglesia es el sujeto vivo de la Escritura. Pero también ahora el sujeto principal es el mismo Señor, el cual sigue hablando en la Escritura que está en nuestras manos. Creo que debemos aprender estos tres elementos: leerla en conversación personal con el Señor; leerla acompañados por maestros que tienen la experiencia de la fe, que han penetrado en el sentido de la sagrada Escritura; leerla en la gran compañía de la Iglesia, en cuya liturgia estos acontecimientos se hacen siempre presentes de nuevo, en la que el Señor nos habla ahora a nosotros, de forma que poco a poco penetramos cada vez más en la sagrada Escritura, en la que Dios habla realmente con nosotros hoy.

--Santo Padre, soy Anna, tengo 19 años; estudio literatura y pertenezco a la parroquia de la Virgen del Carmen.

Uno de los principales problemas que debemos afrontar es el afectivo. A menudo tenemos dificultad para amar, porque es fácil confundir amor con egoísmo, sobre todo hoy, donde gran parte de los medios de comunicación social nos imponen una visión individualista, secularizada, de la sexualidad; donde todo parece lícito y todo se permite en nombre de la libertad y de la conciencia de las personas. La familia fundada en el matrimonio parece ya prácticamente una invención de la Iglesia, por no hablar de las relaciones prematrimoniales, cuya prohibición se presenta, incluso a muchos de los que somos creyentes, como algo incomprensible o pasado de moda... Sabiendo que somos muchos los que queremos vivir responsablemente nuestra vida afectiva, ¿quiere explicarnos qué nos dice al respecto la palabra de Dios? Muchas gracias.

--Benedicto XVI: Se trata de un gran problema y, ciertamente, no es posible responder en pocos minutos, pero trataré de decir algo. Ya Anna dio una respuesta al decir que hoy el amor a menudo es mal interpretado cuando se presenta como una experiencia egoísta, mientras que en realidad consiste en abandonarse y así se transforma en encontrarse. Ella dijo también que una cultura consumista falsifica nuestra vida con un relativismo que parece concedernos todo y en realidad nos vacía. Pero entonces escuchamos la palabra de Dios a este respecto. Anna, con razón, quería saber qué dice la palabra de Dios.

Para mí es muy hermoso constatar que ya en las primeras páginas de la sagrada Escritura, inmediatamente después del relato de la creación del hombre, encontramos la definición del amor y del matrimonio. El autor sagrado nos dice: "El hombre abandonará a su padre y a su madre, seguirá a su mujer y ambos serán una sola carne", una única existencia. Estamos al inicio y ya se nos da una profecía de lo que es el matrimonio; y esta definición permanece idéntica también en el Nuevo Testamento. El matrimonio es este seguir al otro en el amor y así llegar a ser una sola existencia, una sola carne, y por eso inseparables; una nueva existencia que nace de esta comunión de amor, que une y así también crea futuro.

Los teólogos medievales, interpretando esta afirmación que se encuentra al inicio de la sagrada Escritura, decían que el matrimonio fue el primero de los siete sacramentos en ser instituido por Dios, dado que lo instituyó ya en el momento de la creación, en el Paraíso, al inicio de la historia, y antes de toda historia humana. Es un sacramento del Creador del universo; por tanto, ha sido inscrito precisamente en el ser humano mismo, que está orientado hacia este camino, en el que el hombre deja a sus padres y se une a su mujer para formar una sola carne, para que los dos lleguen a ser una sola existencia.

Por tanto, el sacramento del matrimonio no es una invención de la Iglesia; en realidad, fue creado juntamente con el hombre como tal, como fruto del dinamismo del amor, en el que el hombre y la mujer se encuentran mutuamente y así encuentran también al Creador que los llamó al amor.

Es verdad que el hombre cayó y fue expulsado del Paraíso o, por decirlo de otra forma, con palabras más modernas, es verdad que todas las culturas están contaminadas por el pecado, por los errores del hombre en su historia, y así queda oscurecido el plan inicial inscrito en nuestra naturaleza. De hecho, en las culturas humanas hallamos este oscurecimiento del plan original de Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, observando las culturas, toda la historia cultural de la humanidad, constatamos también que el hombre nunca ha podido olvidar del todo este plan inscrito en lo más profundo de su ser. En cierto sentido, siempre ha sabido que las demás formas de relación entre el hombre y la mujer no correspondían realmente al plan original sobre su ser. De este modo, vemos cómo las culturas, sobre todo las grandes culturas, siempre de nuevo se orientan hacia esta realidad, la monogamia, el ser hombre y mujer una carne sola. Así en la fidelidad puede crecer una nueva generación, puede continuarse una tradición cultural, renovándose y realizando, en la continuidad, un auténtico progreso.

El Señor, que habló de esto mediante la voz de los profetas de Israel, aludiendo a la concesión del divorcio por parte de Moisés, dijo: "Moisés os lo concedió "por la dureza de vuestro corazón"". El corazón después del pecado "se endureció", pero este no era el plan del Creador; y los profetas, cada vez con mayor claridad, insistieron en ese plan originario. Para renovar al hombre, el Señor, aludiendo a esas voces proféticas que siempre guiaron a Israel hacia la claridad de la monogamia, reconoció con Ezequiel que, para vivir esta vocación, necesitamos un corazón nuevo; en vez del corazón de piedra -como dice Ezequiel- necesitamos un corazón de carne, un corazón realmente humano.

Y en el bautismo, mediante la fe, el Señor "implanta" en nosotros este corazón nuevo. No es un trasplante físico, pero tal vez precisamente esta comparación nos puede servir: después de un trasplante el organismo necesita cuidados, necesita recibir las medicinas necesarias para poder vivir con el nuevo corazón, de forma que llegue a ser "su corazón" y no "el corazón de otro". En este "trasplante" espiritual, en el que el Señor nos implanta un corazón nuevo, un corazón abierto al Creador, a la vocación de Dios, para poder vivir con este corazón nuevo hacen falta cuidados adecuados, hay que recurrir a las medicinas oportunas para que el nuevo corazón llegue a ser realmente "nuestro corazón". Viviendo así en la comunión con Cristo, con su Iglesia, el nuevo corazón llega a ser realmente "nuestro corazón" y se hace posible el matrimonio. El amor exclusivo entre un hombre y una mujer, la vida en común de dos personas tal como la diseñó el Creador resulta posible, aunque el ambiente de nuestro mundo la haga tan difícil que parezca imposible.

El Señor nos da un corazón nuevo y nosotros debemos vivir con este corazón nuevo, usando la terapias convenientes para que sea realmente "nuestro". Así es como vivimos lo que el Creador nos ha dado y esto crea una vida verdaderamente feliz. De hecho, podemos verlo también en este mundo, a pesar de tantos otros modelos de vida: hay muchas familias cristianas que viven con fidelidad y alegría la vida y el amor indicados por el Creador; así crece una nueva humanidad.
Por último, quisiera añadir: todos sabemos que para llegar a una meta en el deporte y en la profesión hacen falta disciplina y renuncias, pero todo eso contribuye al éxito, ayuda a alcanzar la meta que se buscaba. Así, también la vida misma, es decir, el llegar a ser hombres según el plan de Jesús, exige renuncias; pero esas renuncias no son algo negativo; al contrario, ayudan a vivir como hombres con un corazón nuevo, a vivir una vida verdaderamente humana y feliz.

Dado que existe una cultura consumista que quiere impedirnos vivir según el plan del Creador, debemos tener la valentía de crear islas, oasis, y luego grandes terrenos de cultura católica, en los que se viva el plan del Creador.


--Santo Padre, soy Inelida, tengo 17 años; soy ayudante del jefe scout de los lobatos en la parroquia de San Gregorio Barbarigo y estudio en el instituto "Mario Mafai".

En su Mensaje para la XXI Jornada mundial de la juventud, usted nos dijo que "es urgente que surja una nueva generación de apóstoles arraigados en la palabra de Cristo". Son palabras tan fuertes y comprometedoras que casi dan miedo. Ciertamente, también nosotros quisiéramos ser nuevos apóstoles, pero ¿quiere explicarnos con más detalle cuáles son, según usted, los mayores desafíos de nuestro tiempo, y cómo sueña usted que deben ser estos nuevos apóstoles? En otras palabras, ¿qué espera de nosotros, Santidad?

--Benedicto XVI: Todos nos preguntamos qué espera el Señor de nosotros. Me parece que el gran desafío de nuestro tiempo -así me dicen también los obispos que realizan la visita "ad limina", por ejemplo los de África- es el secularismo, es decir, un modo de vivir y presentar el mundo como "si Deus non daretur", es decir, como si Dios no existiera. Se quiere relegar a Dios a la esfera privada, a un sentimiento, como si él no fuera una realidad objetiva; y así cada uno se forja su propio proyecto de vida. Pero esta visión, que se presenta como si fuera científica, sólo acepta como válido lo que se puede verificar con experimentos. Con un Dios que no se presta al experimento de lo inmediato, esta visión acaba por perjudicar también a la sociedad, pues de ahí se sigue que cada uno se forja su propio proyecto y al final cada uno se sitúa contra el otro. Como se ve, una situación en la que realmente no se puede vivir.

Debemos hacer que Dios esté nuevamente presente en nuestras sociedades. Esta me parece la primera necesidad: que Dios esté de nuevo presente en nuestra vida, que no vivamos como si fuéramos autónomos, autorizados a inventar lo que son la libertad y la vida. Debemos tomar conciencia de que somos criaturas, constatar que Dios nos ha creado y que seguir su voluntad no es dependencia sino un don de amor que nos da vida.

Por tanto, el primer punto es conocer a Dios, conocerlo cada vez más, reconocer en mi vida que Dios existe y que Dios cuenta para mí. El segundo punto es el siguiente: si reconocemos que Dios existe, que nuestra libertad es una libertad compartida con los demás y que por tanto debe haber un parámetro común para construir una realidad común, surge la pregunta: ¿qué Dios? En efecto, hay muchas imágenes falsas de Dios: un Dios violento, etc. La segunda cuestión, por consiguiente, es reconocer al Dios que nos mostró su rostro en Jesús, que sufrió por nosotros, que nos amó hasta la muerte y así venció la violencia.

Hay que hacer presente, ante todo en nuestra "propia" vida, al Dios vivo, al Dios que no es un desconocido, un Dios inventado, un Dios sólo pensado, sino un Dios que se ha manifestado, que se reveló a sí mismo y su rostro. Sólo así nuestra vida llega a ser verdadera, auténticamente humana; y sólo así también los criterios del verdadero humanismo se hacen presentes en la sociedad. También aquí, como dije en la primera respuesta, es verdad que no podemos construir solos esta vida justa y recta, sino que debemos caminar en compañía de amigos justos y rectos, de compañeros con los que podamos hacer la experiencia de que Dios existe y que es hermoso caminar con Dios. Y caminar en la gran compañía de la Iglesia, que nos presenta a lo largo de los siglos la presencia del Dios que habla, que actúa, que nos acompaña. Por tanto, podría decir: encontrar a Dios, encontrar al Dios que se reveló en Jesucristo, caminar en compañía de su gran familia, con nuestros hermanos y hermanas que forman la familia de Dios, esto me parece el contenido esencial de este apostolado del que he hablado.

--Santidad, me llamo Vittorio; soy de la parroquia de San Juan Bosco en Cinecittà; tengo 20 años y estudio ciencias de la educación en la universidad de Tor Vergata.

En ese mismo Mensaje nos invita a no tener miedo de responder con generosidad al Señor, especialmente cuando propone seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. Nos dice que no tengamos miedo, que nos fiemos de él y que no quedaremos defraudados. Estoy convencido de que muchos de los que estamos aquí, y muchos de los que nos siguen desde su casa a través de la televisión, están pensando en seguir a Jesús por un camino de especial consagración, pero no siempre es fácil descubrir si ese es el camino correcto. ¿Nos quiere decir cómo descubrió usted cuál era su vocación? ¿Puede darnos consejos para comprender mejor si el Señor nos llama a seguirlo en la vida consagrada o sacerdotal? Muchas gracias.

--Benedicto XVI: Por lo que a mí se refiere, crecí en un mundo muy diferente del actual, pero, en definitiva, las situaciones son semejantes. Por una parte, existía aún la situación de "cristiandad", en la que era normal ir a la iglesia y aceptar la fe como la revelación de Dios y tratar de vivir según la revelación; por otra, estaba el régimen nazi, que afirmaba con voz muy fuerte: "En la nueva Alemania no habrá ya sacerdotes, no habrá ya vida consagrada, no necesitamos ya a esta gente; buscaos otra profesión".

Pero precisamente al escuchar esas "fuertes" voces, ante la brutalidad de aquel sistema tan inhumano, comprendí que, por el contrario, había una gran necesidad de sacerdotes. Este contraste, el ver aquella cultura antihumana, me confirmó en la convicción de que el Señor, el Evangelio, la fe, nos indicaban el camino correcto y nosotros debíamos esforzarnos por lograr que sobreviviera ese camino.

En esa situación, la vocación al sacerdocio creció casi naturalmente junto conmigo y sin grandes acontecimientos de conversión. Además, en este camino me ayudaron dos cosas: ya desde mi adolescencia, con la ayuda de mis padres y del párroco, descubrí la belleza de la liturgia y siempre la he amado, porque sentía que en ella se nos presenta la belleza divina y se abre ante nosotros el cielo. El segundo elemento fue el descubrimiento de la belleza del conocer, el conocer a Dios, la sagrada Escritura, gracias a la cual es posible introducirse en la gran aventura del diálogo con Dios que es la teología. Así, fue una alegría entrar en este trabajo milenario de la teología, en esta celebración de la liturgia, en la que Dios está con nosotros y hace fiesta juntamente con nosotros.

Como es natural, no faltaron dificultades. Me preguntaba si tenía realmente la capacidad de vivir durante toda mi vida el celibato. Al ser un hombre de formación teórica y no práctica, sabía también que no basta amar la teología para ser un buen sacerdote, sino que es necesario estar siempre disponible con respecto a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos, a los pobres; es necesario ser sencillos con los sencillos. La teología es hermosa, pero también es necesaria la sencillez de la palabra y de la vida cristiana. Así pues, me preguntaba: ¿seré capaz de vivir todo esto y no ser unilateral, sólo un teólogo? Pero el Señor me ayudó; y me ayudó, sobre todo, la compañía de los amigos, de buenos sacerdotes y maestros.

Volviendo a la pregunta, pienso que es importante estar atentos a los gestos del Señor en nuestro camino. Él nos habla a través de acontecimientos, a través de personas, a través de encuentros; y es preciso estar atentos a todo esto. Luego, segundo punto, entrar realmente en amistad con Jesús, en una relación personal con él; no debemos limitarnos a saber quién es Jesús a través de los demás o de los libros, sino que debemos vivir una relación cada vez más profunda de amistad personal con él, en la que podemos comenzar a descubrir lo que él nos pide.

Luego, debo prestar atención a lo que soy, a mis posibilidades: por una parte, valentía; y, por otra, humildad, confianza y apertura, también con la ayuda de los amigos, de la autoridad de la Iglesia y también de los sacerdotes, de las familias. ¿Qué quiere el Señor de mí? Ciertamente, eso sigue siendo siempre una gran aventura, pero sólo podemos realizarnos en la vida si tenemos la valentía de afrontar la aventura, la confianza en que el Señor no me dejará solo, en que el Señor me acompañará, me ayudará.

--Santo Padre, soy Giovanni, tengo 17 años, estudio en el instituto "Giovanni Giorgi" de Roma y pertenezco a la parroquia de Santa María, Madre de la Misericordia.

Le pido que nos ayude a entender mejor cómo pueden armonizarse la revelación bíblica y las teorías científicas en la búsqueda de la verdad. A menudo nos hacen creer que la ciencia y la fe son enemigas; que la ciencia y la técnica son lo mismo; que la lógica matemática lo ha descubierto todo; que el mundo es fruto de la casualidad; y que si la matemática no ha descubierto el teorema-Dios es simplemente porque Dios no existe. Es decir, sobre todo cuando estudiamos, no siempre es fácil descubrir en todas las cosas un proyecto divino, inscrito en la naturaleza y en la historia del hombre. Así, a veces, la fe flaquea o se reduce a un acto sentimental. También yo, Santo Padre, como todos los jóvenes, tengo hambre de Verdad, pero ¿cómo puedo hacer para armonizar ciencia y fe?

--Benedicto XVI: El gran Galileo dijo que Dios escribió el libro de la naturaleza con la forma del lenguaje matemático. Estaba convencido de que Dios nos ha dado dos libros: el de la sagrada Escritura y el de la naturaleza. Y el lenguaje de la naturaleza -esta era su convicción- es la matemática; por tanto, la matemática es un lenguaje de Dios, del Creador. Reflexionemos ahora sobre qué es la matemática: de por sí, es un sistema abstracto, una invención del espíritu humano que como tal, en su pureza, no existe. Siempre es realizado de forma aproximada, pero, como tal, es un sistema intelectual, es una gran invención -una invención genial- del espíritu humano. Lo sorprendente es que esta invención de nuestra mente humana es realmente la clave para comprender la naturaleza, que la naturaleza está realmente estructurada de modo matemático, y que nuestra matemática, inventada por nuestro espíritu, es realmente el instrumento para poder trabajar con la naturaleza, para ponerla a nuestro servicio, para servirnos de ella mediante la técnica.

Me parece casi increíble que coincidan una invención del intelecto humano y la estructura del universo: la matemática inventada por nosotros nos da realmente acceso a la naturaleza del universo y nos permite utilizarlo. Por tanto, coinciden la estructura intelectual del sujeto humano y la estructura objetiva de la realidad: la razón subjetiva y la razón objetivada en la naturaleza son idénticas. Creo que esta coincidencia entre lo que nosotros hemos pensado y el modo como se realiza y se comporta la naturaleza, son un enigma y un gran desafío, porque vemos que, en definitiva, es "una" la razón que las une a ambas: nuestra razón no podría descubrir la otra si no hubiera una idéntica razón en la raíz de ambas.

En este sentido, me parece que precisamente la matemática -en la que, como tal, Dios no puede aparecer- nos muestra la estructura inteligente del universo. Ahora hay también teorías basadas en el caos, pero son limitadas, porque si hubiera prevalecido el caos, toda la técnica sería imposible. La técnica es fiable sólo porque nuestra matemática es fiable. Nuestra ciencia, que en definitiva permite trabajar con la energía de la naturaleza, supone la estructura fiable, inteligente, de la materia.

Así, vemos que hay una racionalidad subjetiva y una racionalidad objetiva en la materia, que coinciden. Naturalmente, ahora nadie puede probar -como se prueba con experimentos, en las leyes técnicas- que ambas tuvieron su origen en una única inteligencia, pero me parece que esta unidad de inteligencia, detrás de las dos inteligencias, es realmente manifiesta en nuestro mundo. Y cuanto más podamos servirnos del mundo con nuestra inteligencia, tanto más manifiesto será el plan de la Creación.

Por último, para llegar a la cuestión definitiva, yo diría: Dios o existe o no existe. Hay sólo dos opciones. O se reconoce la prioridad de la razón, de la Razón creadora que está en el origen de todo y es el principio de todo -la prioridad de la razón es también prioridad de la libertad- o se sostiene la prioridad de lo irracional, por lo cual todo lo que funciona en nuestra tierra y en nuestra vida sería sólo ocasional, marginal, un producto irracional; la razón sería un producto de la irracionalidad. En definitiva, no se puede "probar" uno u otro proyecto, pero la gran opción del cristianismo es la opción por la racionalidad y por la prioridad de la razón. Esta opción me parece la mejor, pues nos demuestra que detrás de todo hay una gran Inteligencia, de la que nos podemos fiar.

Pero a mí me parece que el verdadero problema actual contra la fe es el mal en el mundo: nos preguntamos cómo es compatible el mal con esta racionalidad del Creador. Y aquí realmente necesitamos al Dios que se encarnó y que nos muestra que él no sólo es una razón matemática, sino que esta razón originaria es también Amor. Si analizamos las grandes opciones, la opción cristiana es también hoy la más racional y la más humana. Por eso, podemos elaborar con confianza una filosofía, una visión del mundo basada en esta prioridad de la razón, en esta confianza en que la Razón creadora es Amor, y que este amor es Dios.


* * *



[Al final, Benedicto XVI entregó a un grupo de jóvenes, en representación de todos, la sagrada Escritura y les dijo:]

A fin de que, escuchándola con atención, sea cada vez más lámpara para vuestros pasos y luz en vuestro camino. Queridos jóvenes, amad la palabra de Dios y amad a la Iglesia, que os permite acceder a un tesoro de tanto valor, ayudándoos a apreciar sus riquezas. Permaneced fieles a la Palabra que esta tarde la Iglesia, a través del Sucesor de Pedro, os entrega, seguros de lo que nos dice el evangelista san Juan: "Si permanecéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8, 31-32).

[Benedicto XVI impartió la bendición y prosiguió: ]

Y ahora, como conclusión de este encuentro, queridos amigos, deseamos recordar a un testigo de la palabra de Dios, mi venerado predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II. De acuerdo con la exhortación de la carta a los Hebreos, también nosotros queremos recordarlo como el que nos ha anunciado la palabra de Dios y considerando atentamente el final de su vida, queremos comprometernos a imitar su fe. Por eso, con algunos de vosotros iré ahora a su tumba, a donde llevaremos la cruz del Año santo, que os entregó al comienzo de las Jornadas mundiales de la juventud, y el icono de María santísima, Salus Populi Romani. Os pido que me acompañéis en esta peregrinación uniéndoos a mi plegaria. Pidamos al Señor que recompense al Papa Juan Pablo II por su gran obra de difusión del Evangelio en el mundo y pidamos para nosotros su mismo celo apostólico, a fin de que la Palabra de salvación, por obra de la Iglesia, se difunda en todos los ambientes de vida y llegue a todo hombre hasta los extremos confines de la tierra.

[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana

domingo, 8 de octubre de 2006

URSULA VON DER LEYEN, MINISTRA FEDERAL ALEMANA DE LA FAMILIA

Economista, médica, científica, madre de siete hijos, ministra federal, Ursula von der Leyen nació europea en la misma Bruselas y cumple 48 años la semana que viene.
Se educó en francés y en inglés, estudió Económicas y se doctoró en Medicina -al año de casarse en 1986- con una tesis sobre cierta proteína en el embarazo. Amplió estudios durante cuatro años en Stanford, lo que la hizo conocer y admirar el dinamismo y la flexibilidad estadounidenses, e investigó luego en epidemias y medicina social, obteniendo un máster en medicina.

Ha sido ministra regional en Sajonia Inferior. Lleva diez años en política y desde hace dos forma parte de la Ejecutiva del partido Unión Democristiana.

Angela Merkel la ha llamado para dirigir el Ministerio federal de la Familia, Mayores, Mujeres y Jóvenes, del que sostiene que es el más importante para la sociedad. Parecería un ejemplo perfecto de «superwoman» para muchas mujeres modernas, si no fuera porque precisamente a algunas sus logros, su determinación y hasta su innegable coquetería les resultan un compendio de éxito abusivo e inalcanzable.

Von der Leyen ha dicho que, como Ministra, su prioridad será su familia, y proyecta ayudas para las mujeres embarazadas sin recursos.
Considera que durante los últimos 30 a 40 años, en Alemania se cometió el gran error de ideologizar la política familiar: tanto la izquierda como la derecha dieron de hecho consignas sobre cómo había que comportarse en el mundo moderno en relación con los hijos y considera que esto causó mucho daño.

Dice: "Entiendo mi política como posibilidad de consolidar en la sociedad un espacio para más niños." Y también: "En mi opinión, existen cuatro campos en los que se puede contrarrestar la tendencia: en primer lugar, crear las condiciones generales para que las familias jóvenes tengan más valentía para tener hijos; muchos desean tenerlos, pero para ello hay que hacer más compatibles la familia y la profesión. Segundo: hemos de ocuparnos mejor de los niños, sobre todo de los más desfavorecidos. La tercera tarea es la integración de los emigrantes; y en cuarto lugar, se puede citar la convivencia entre las generaciones, aprovechar la experiencia de los mayores, para que éstos regalen su tiempo."


Reproducimos la entrevista de Ramiro Villapadierna, publicada en ABC (3-IX-2006)]

-Científica, madre de siete hijos, ministra... ¿Es usted de verdad?

-No soy «superwoman», donde estoy es el resultado de un largo camino de altibajos y decisiones con mi marido, y también de errores. Pero he visto que los jóvenes con buena formación aman su trabajo y les sienta bien progresar y organizar su mundo. Y cuando quieren tener niños, tanto el padre como la madre deberían retener en mente el seguir desarrollándose de manera autónoma para luego poder cumplir juntos con su papel educativo.

-Usted podrá, pero algunas empiezan a aducir que eso es un camelo...

-Lo que han percibido es que si desatendían al niño por su carrera eran malas madres. Ante ese estrés y la mala conciencia, dejaron de tenerlos. Tampoco existía la infraestructura para una nueva situación económica en la que ambos cónyuges necesitan trabajar para mantenerse. Lo que ayuda es que el mundo laboral y la sociedad tengan consideración con los niños, que sepan que los necesitan.

-Parece estar mejor considerado el sufrir al jefe ocho horas que el tener un hijo...

-En Escandinava y en EE.UU., donde hay consideración y flexibilidad, los jóvenes más formados siguen teniendo niños. Canadá, Australia o Islandia experimentan un «boom» de natalidad con un 90 por ciento de las mujeres trabajando. Asumen que pese a educar a los niños hay que volver al trabajo, lo que exige un clima favorable y una infraestructura. Saben que los mayores necesitan a los niños, y los niños necesitan socializarse con otros niños, porque ya no tienen muchos hermanos con los que acostumbrarse a estar, a imponerse, a ceder y aprender...

-Un estudio de Allensbach concluye que la familia desempeña el papel primordial en la felicidad individual. ¿Es su ministerio el más importante del Gobierno?

-Debería... En una globalización que nos supera, retornamos sobre aquello en lo que sí podemos influir y la familia recobra su importancia, no sólo como factor de equilibrio, sino como herramienta para transmitir directamente unos valores, una interioridad o una trascendencia. Además comprobamos que sin niños un país no puede seguir existiendo, por razones económicas y también emocionales.

-Pero las familias se rompen y la gente sobrevive con prozac. ¿Pondría como asignatura aprender a ser feliz en pareja?

-Una gran idea. Una relación equilibrada no es sólo empezar, sino ir juntos por la vida, y exige que ninguno de los dos se hunda o se pierda. Observo entre mis compañeras que muchas parejas, después de quince años, se separan. La mujer suele ser abandonada por otra más joven, y los niños sufren. Frecuentemente sus vidas divergieron: deberían haber seguido desarrollándose cada cual y combinándose juntos.

-¿La familia futura es un «lego» desmontable?

-Pero ésta también puede ser perfectamente feliz. Las investigaciones demuestran que lo decisivo no es el modelo, más tradicional o menos, sino el clima, o sea, la sinceridad y el cariño con que se trata a los padres y a los niños. Mi convencimiento es que una buena familia, la que sea, tiene que ser reelaborada cada día según las necesidades y en consideración al otro: como mujer, saber que mi marido también es importante como padre; o, para él, que tiene una mujer que intelectualmente prosigue su camino, que es responsable con la crianza de los niños y también con la economía familiar.

-Las encuestas insisten en que los alemanes no quieren hijos. ¿Se ve fracasar?

-Estamos en situación muy crítica, sobre todo psicológicamente. Hay que volver a hablar del pan que los niños traen bajo el brazo: se llama alegría, fuerza creadora, seguridad futura... que los niños no significan pobreza, sino perspectiva. Pero viendo las estadísticas, hay que dejar claro que cada vez más es un tema de los hombres.

-A una política de la mujer, ¿le seguirá una política para el hombre?

-Para el padre, mejor dicho. Los hombres hoy tienen miedo de ser padres, no se deciden, no saben cómo van a ser aceptados como padres en la sociedad y en la empresa. Será que ven lo que padece la mujer.

-La ayuda en Alemania por niño quintuplica a la española. ¿Soluciona la ecuación familia-trabajo?

-Sabemos que donde se puede optar a permiso con sueldo, los padres quieren pasar más meses con sus hijos. Aquí, sólo lo toman un 5 por ciento de los padres; pero allí donde hay más tradición son hasta un 80 por ciento y, claro, entienden mucho mejor qué es la educación. Luego, estadísticamente, quieren tener más niños. La empresa está entendiendo que esto es importante para sus empleados y que, si no, los perderá. Tiene que reorganizarse.

-¿No pedía la CDU un sueldo de 600 euros por madre?

-Era otro tiempo. De oposición. Podría estar muy bien, pero lo pagarían los que están trabajando, y de los 40 millones de trabajadores alemanes actuales, dentro de quince años tendremos quince millones menos; y mucha gente mayor. Los adultos estarán sosteniendo a la vez a sus hijos y a sus padres. ¿Pueden subvencionar también a las madres?

-¿Y pasar una pensión a la ex?

-Por eso, países avanzados como éste vuelven a tener niños en el umbral de la pobreza.

-La economía requiere mujeres, pero también niños. ¿Son incompatibles?

-Aquí, un 75 por ciento de mujeres con selectividad, y un 63 sin selectividad, quieren seguir trabajando después de tener hijos, aunque en la práctica un 40 por ciento no se reincorporan. La madre no puede ser abandonada a una decisión que, por experiencia, sé que es muy dificil, y ver que encima tu empresa no te lo pone fácil.

-Algunas empresas empiezan a preferir personal con familia a solteros.

-Indiscutiblemente. Son las cabezas más flexibles, rápidas y maduras emocionalmente. Piense que tener cuatro hijos es ya dirigir una «pyme». Pero ha sido difícil que la empresa alemana se convenza, frente a la estadounidense o la suiza, de que fracasará internacionalmente si no se ocupa de sus padres y madres, de que éstos puedan educar a sus hijos. Aquí hay médicos jóvenes que emigran a EE.UU. porque tienen mejores condiciones, y pueden tener tres o cuatro hijos. Y quieren las dos cosas. Es lo mejor para un país.

-¿Cómo lo hacen sin tanta ayuda?

-Con descuentos fiscales y un abanico de opciones de cuidado de niños, de servicios domésticos. Su economía, sencillamente, se adapta para hacer posibles las cosas. En cambio, en los países nórdicos y del Este mantener el sueldo durante el primer año de permiso es muy importante para poder dedicarte a tu hijo y a planear cómo organizar luego su cuidado, y de ahí que el Estado haya dispuesto guarderías. Pero lo fundamental es que la madre no se desconecte totalmente del trabajo, y que pueda hallar luego alternativas flexibles tras el primer año.

-En España son sólo cuatro meses. ¿Eso desanima a la paternidad?

-También la sociedad tieneque aprender que es bueno tomarse un año para cuidar a un niño, y que las empresas ofrezcan luego opciones variables de reenganche. Siemens, como quiere captar a las nuevas estudiantes, tan bien preparadas, está haciendo guarderías en sus recintos... Al final, gana la empresa.

- Si es inteligente tener hijos, ¿por qué los más formados no los tienen?

-Si la mujer entiende que va a trabajar sólo hasta que tenga niños, pasa que la que no cuenta con perspectivas laborales tiene niños de todas maneras; y la que sí las tiene, y de la que el Estado espera recaudar más impuestos, no se arriesga a perderlas, y no tiene hijos. En esa esquizofrenia vivimos desde hace treinta años: mucha formación, no niños.

-La CDU propone revisar qué valores requiere la nueva sociedad. ¿Hay valores modernos?

-Los valores son los de siempre: la familia, la responsabilidad por el otro, valores cristianos que deben ser traducidos a otros tiempos. La familia no puede pervivir mirando a lo que fue, su economía y la de todos es ya global y la mujer es hoy muy importante. Pero siguen importando que haya niños en las calles, la solidaridad generacional, la buena educación, la subsidiaridad, y hay que preguntarse cómo mantenerlas en un mundo moderno. No caben respuestas de los años 50. Aceptemos que hoy falta ese laboratorio social que eran las familias numerosas, con varias generaciones conviviendo, pues este Gobierno quiere abrir «casas intergeneracionales» donde poder encontrarse con guarderías, ayuda con los deberes, lugares para ancianos... Recuperar el valor de que una generación ayude a la siguiente.

-¿La familia fue enterrada en los años 60?

-Tonterías. Recupera importancia frente a la globalización. La familia es donde se aprende la responsabilidad entre hijos y padres, los valores que queremos para mañana. La educación hoy es transfronteriza, pero igual necesita límites, pues de mayor uno encontrará reglas. Los niños siguen necesitando tiempo, y ejemplo; y deben conocer el valor del esfuerzo para el éxito. Guarderías y maestros tienen que volver a hablar de los rituales del orden, de cómo convivir con un anciano, o cómo recibir a un extranjero.

-¿Alguien sale en televisión por ser un buen padre?

-En sociedades destacadas como Suecia o Australia, no eres una persona de éxito sólo por ser buen profesional, sino si eres buen padre y tienes una familia con éxito. Cuando me presentaba a trabajos en EE.UU., siempre me preguntaban qué hacía además del trabajo, si criaba niños o colaboraba en alguna asociación. ¡Me han dado puestos por tener hijos... En Europa me los darían por no tenerlos! Saben, sencillamente, que un padre es más competente socialmente. Esto va a cambiar, porque esas sociedades tienen éxito.

-En una España sin hijos, la política familiar ha empezado por la boda homosexual...

-Pues perdone, pero eso no sube el índice de natalidad. Es política del artificio, y es jugar emocionalmente con las parejas homosexuales y no tomar en serio sus problemas. Es estúpido reducir la familia a política de partido. Mire, sé que las nuevas generaciones de españolas y españoles están muy bien preparadas. Pero la mujer se topa con el problema de cumplir un modelo de madre española perfecta, que hoy es difícil. No se le puede impartir una formación y abrirle puertas para luego ponerla en el brete de renunciar. Entonces abdica de algo, y pierden todos, la primera ella. La sociedad tiene que decirle: no, porque hoy estás más formada... Puedes hacerlo todo.

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