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miércoles, 31 de mayo de 2017

Algunos equívocos sobre la subjetividad de la conciencia

       Párrafos de una conferencia del entonces  Cardenal Ratzinger, publicada en 1992

       Una vez un colega de más edad, al que preocupaba la situación del ser cristiano en nuestro tiempo, en el curso de una discusión expresó la opinión de que había que dar realmente gracias a Dios por haber concedido a tantos hombres poder ser increyentes con buena conciencia. En realidad, si se les hubiera abierto los ojos y se hubiesen hecho creyentes, no habrían sido capaces en un mundo como el nuestro de llevar el peso de la fe y de los deberes morales que de ella se derivan. En cambio, puesto que siguen otro camino con buena conciencia, pueden sin embargo conseguir la salvación. Lo que me dejó atónito de esta afirmación no fue ante todo la idea de una conciencia errónea concedida por el mismo Dios para poder salvar con esta estratagema a los hombres; la idea, por así decirlo, de una obcecación enviada por Dios mismo para salvar a las personas en cuestión. Lo que me turbó fue la concepción de que la fe es un peso difícil de llevar y de que es apto sólo para naturalezas particularmente fuertes, como una especie de castigo o, en todo caso, un conjunto oneroso de exigencias a las que no es fácil hacer frente. De acuerdo con esta concepción, la fe, lejos de hacer más accesible la salvación, la haría más difícil. Por tanto, debería ser más feliz justamente aquel al que no se le impone la carga de tener que creer y someterse al yugo moral que supone la fe de la Iglesia católica. La conciencia errónea, que le permite a uno llevar una vida más fácil e indica una vida más humana, sería por tanto la verdadera gracia, la vía normal para la salvación. La no verdad, permanecer alejado de la verdad, sería para el hombre mejor que la verdad. No es la verdad la que le libra, sino más bien debe ser liberado de ella. El hombre está a su gusto más en las tinieblas que en la luz; la fe no es un hermoso don de Dios, sino más bien una maldición. Siendo así las cosas, ¿cómo puede provenir alegría de la fe? ¿Quién podría incluso tener el valor de transmitir la fe a otros? ¿No sería mejor por el contrario ahorrarles este peso y mantenerlos lejos de él? En los últimos decenios, concepciones de este tipo han paralizado visiblemente el impulso de la evangelización. (...)

             Después de semejante conversación tuve la plena certeza de que algo no cuadraba en esta teoría sobre el poder justificador de la conciencia subjetiva; en otras palabras, estuve seguro de que debía ser falsa una concepción de la conciencia que llevaba a tales conclusiones. Una firme convicción subjetiva y la consiguiente falta de dudas y escrúpulos no justifican en absoluto al hombre. (...) Görres muestra que el sentido de culpa, la capacidad de reconocer la culpa, pertenece a la esencia misma de la estructura psicológica del hombre. El sentido de culpa, que rompe una falsa serenidad de conciencia y que puede definirse como una protesta de la conciencia contra la existencia satisfecha de sí, es tan necesario para hombre como el dolor físico en cuanto síntoma que permite reconocer las alteraciones de las funciones normales del organismo. El que ya no es capaz de percibir la culpa está espiritualmente enfermo, es “un cadáver viviente, una máscara de teatro”, como dice Görres. (...) “Todos los hombres tienen necesidad del sentido de culpa”. (...)

            Por algo en el encuentro con Jesús el que se justifica aparece como el que está verdaderamente perdido. Si el publicano, con todos sus innegables pecados, es más justificado en presencia de Dios que el fariseo con todas sus obras verdaderamente buenas (Lc 18,9-14), es así no porque de algún modo los pecados del publicano no sean verdaderamente pecados y las buenas obras del fariseo no sean buenas obras. Esto no significa que el bien que el hombre realiza no sea bien delante de Dios, ni que el mal no sea mal delante de él, ni tampoco que esto no sea en el fondo tan importante. La verdadera razón de este juicio paradójico de Dios aparece justamente a partir de nuestra cuestión: el fariseo no sabe ya que también él tiene culpas. están completamente en paz con su conciencia. Mas este silencio de la conciencia le hace impenetrable para Dios y para los hombres. En cambio, el grito de la conciencia, que no da tregua al publicano, le hace capaz de verdad y de amor. Por eso Jesús puede actuar con éxito entre los pecadores: porque no sean vuelto impermeables tras la mampara de una conciencia errónea, del cambio que Dios espera de ellos como de cada uno de nosotros. Por el contrario, no puede tener éxito con los  “justos” precisamente porque les parece que no tienen necesidad de perdón y de conversión, pues su conciencia no les acusa ya, sino que más bien los justifica.

            Algo análogo, por otra parte, podemos encontrar también en san Pablo, el cual nos dice que los gentiles conocen muy bien, incluso sin ley, lo que Dios espera de ellos (Rom 2,1-16). Toda la teoría de la salvación mediante la ignorancia se desmorona en este versículo: existe en el hombre la presencia absolutamente inevitable de la verdad, de la única verdad del Creador, que luego fue consignada por escrito en la revelación de la historia de la salvación. El hombre puede ver la verdad de Dios en virtud de su ser de criatura. No verla es pecado. Y cuando no se la ve es porque no se quiere. Este rechazo de la voluntad que impide el conocimiento es culpable. Por eso si no se enciende la atalaya luminosa, ello 

Melania Trump visita el hospital pediátrico del Vaticano

domingo, 28 de mayo de 2017

Rumanía: el matrimonio es “entre un hombre y una mujer”

La Coalición por la Familia, una organización rumana sin ánimo de lucro que también defiende causas provida, consiguió más de tres millones de firmas en apoyo de su propuesta de consignar expresamente la diferencia de sexos en la definición legal de matrimonio. Después de varios retrasos, el proyecto fue discutido y aprobado con una gran mayoría en la Cámara baja. Ahora falta que el Senado dé su beneplácito. Si es así, como se espera, en treinta días se convocará un referéndum. En caso de que gane el “sí”, el texto pasará a formar parte de la Constitución.
La iniciativa de la Coalición por la Familia pretende cambiar la redacción del párrafo primero del art. 48 de la Constitución rumana. Donde dice que “la familia se basa en el matrimonio libre y consentido entre los esposos”, se quiere sustituir “los esposos” por “un hombre y una mujer”.

Se espera que el Senado aborde la cuestión en los próximos días. El resultado de la votación se augura muy favorable, tal y como ha ocurrido en la Cámara de los Diputados, donde la pasada semana recibió el respaldo de 232 de los 267 parlamentarios. Si los porcentajes fueran parecidos, se superaría holgadamente el mínimo de dos tercios de apoyos que marca la ley.
Sin embargo, los promotores de la iniciativa cruzan los dedos, después de que se hayan producido varios retrasos en la tramitación. Su intención era que el referéndum pudiera haberse celebrado en diciembre del año pasado, coincidiendo con las elecciones legislativas. De esta forma, además de ahorrar en costes, la participación habría sido muy alta.
Pues ese es uno de los obstáculos que le quedan por salvar a la iniciativa. Al tratarse de una modificación constitucional, se requiere que voten al menos un 30% de los electores.

Una historia complicada

La aprobación por referéndum sería el final de un largo y tortuoso camino. Todo comenzó en abril de 2010, cuando el Parlamento constituyó un comité para estudiar la reforma de la Constitución, pues entendía que era necesario modernizar algunos puntos. Algunos diputados señalaron que uno de ellos podía ser la definición de matrimonio: en su opinión, convendría adecuarla a la del Código Civil, que sí habla de “hombre y mujer”. No obstante, la propuesta fue asumida oficialmente solo tres años más tarde, pese a la oposición del entonces primer ministro y las protestas de algunas organizaciones como Amnistía Internacional.
A finales de 2015, la Coalición por la Familia presentó el texto para la modificación del mencionado artículo. Para que la iniciativa fuera discutida en las Cortes, debía conseguir al menos medio millón de firmas en seis meses. La respuesta ciudadana fue abrumadora, y en abril se presentaron tres millones, lo que supone algo más del 15% de la población del país.

Sin embargo, varios diputados plantearon recurso de inconstitucionalidad contra la propuesta, pues, según ellos, representaba una violación de derechos fundamentales. No opinó lo mismo el Tribunal Constitucional, que en julio falló en contra de la impugnación (aunque la sentencia no fue publicada hasta octubre, con retraso según lo que establecía la ley). El fallo señalaba que no existe un derecho universal al matrimonio, y que la jurisprudencia europea siempre había permitido a los Estados soberanos decidir en la cuestión del matrimonio homosexual. Por otra parte, los jueces argumentaron que la iniciativa de la Coalición por la Familia respondía a la intención original de la Constitución, que cuando fue aprobada en 1991 no contemplaba otro tipo de matrimonio que no fuera entre un hombre y una mujer.
Esta sentencia provocó fuertes reacciones entre los líderes políticos del país. La gran mayoría respaldó el fallo, pero el presidente del país mostró su oposición. En noviembre la iniciativa iba a recibir la votación definitiva, pero la cercanía de las elecciones hizo que se pospusiera unos meses. Mientras tanto, el debate se internacionalizó. Desde Estados unidos llegaron dos cartas a los presidentes de las dos cámaras, y a los líderes de los principales partidos: una firmada por congresistas republicanos, en la que se pedía el apoyo a la propuesta, y otra suscrita por congresistas demócratas, con la petición contraria. Finalmente, la comisión encargada de tramitar el proyecto en la Cámara baja dio su beneplácito y lo refirió al pleno, donde obtuvo un amplio apoyo la semana pasada.
Si después gana el “sí” en la votación popular, Rumanía se convertiría en el cuarto país europeo en pronunciarse en referéndum a favor del matrimonio entre un hombre y una mujer, después de EsloveniaCroacia y Eslovaquia, aunque en este último la participación no alcanzó el mínimo exigido.

La “opción Benito” y sus críticos

El contraste entre la enseñanza cristiana y ciertas corrientes dominantes en la cultura y la vida social de Occidente ha dado pie a un debate sobre la actitud que debe adoptar el creyente. Unos sostienen que el actual ambiente hostil exige replegarse. Otros reivindican un cristianismo más activo capaz de regenerar la cultura.
Los diagnósticos sobre la situación de la fe cristiana, sobre todo en Occidente, varían. Rod Dreher, redactor y bloguero de The American Conservative, que se ha hecho famoso por su propuesta de “la opción Benito” (“the Benedict Option”), cree que hay un evidente debilitamiento de los valores cristianos y que paulatinamente se ha configurado una cultura pública secularizada y hostil al cristianismo, además de implacable con el disenso. También para Charles J. Chaput, arzobispo de Filadelfia, vivimos en una sociedad poscristiana en la que el creyente comprometido vive como un “extraño en tierra extraña”, por emplear el título de su último ensayo, y señala que hay que repensar la manera de revertir esa preocupante tendencia.
Estos autores se refieren principalmente a la sociedad norteamericana, pero la cuestión es aplicable a otras. Sin embargo, no todos vierten un juicio tan negativo sobre la situación actual del cristianismo. R.R. Reno, director de First Thingsafirma que ciertamente el contexto social y religioso se está transformando, tanto en EE.UU. como en otras partes del mundo; pero sería erróneo concluir que la causa cristiana “ha perdido en todos los frentes”. No hay solo síntomas de decadencia: también se perciben formas de vivir el cristianismo más sinceras y maduras. Y, por otro lado, no se trata de un desafío históricamente diferente a otros.

¿Alarmismo?

Pero Dreher y Chaput no han sido los únicos en diagnosticar un cambio de ciclo. Ambos hacen suyo el planteamiento del filósofo Alasdair MacIntyre, que en Tras la virtud habló del ocaso de Occidente debido al empobrecimiento cultural y moral de la Modernidad y expuso la necesidad de reconstruir la tradición. Apelan también a lo que vaticinó Benedicto XVI cuando todavía era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para quien la pérdida de influencia del cristianismo llevaba a pensar en un futuro de comunidades más pequeñas, pero también más comprometidas.
Dreher quiere evitar a toda costa la falsificación del mensaje cristiano por la presión del credo posmoderno: por ello cree que lo más saludable sería aislarse para eludir la hostilidad que en su opinión muestra el entorno social hacia la religión. En The Benedict Option: A Strategy for Christian in a Post-Christian Nation (Sentinel), este escritor, que se convirtió al cristianismo ortodoxo tras recalar en el catolicismo, se inspira en la regla de San Benito, el genio monástico que contribuyó al resurgimiento de la cultura cristiana en la Edad Media, y exhorta a apartarse para vivir sin paliativos las exigencias de la fe.
Según opina James K.A. Smith en The Washington Post, esta estrategia nace de un miedo apocalíptico a la cultura contemporánea y aflora en cierto sectores cuando constatan que la tradición cristiana, antes predominante, ha perdido su poder y sus privilegios. Tanto Smith como Katelyn Beaty se lamentan de que, por ejemplo, en este tipo de diagnósticos pesimistas se pasen por alto la vitalidad de las comunidades afroamericanas en EE.UU. o el despertar de la fe en África y en Asia gracias a los movimientos pentecostales.

Además, este llamamiento al repliegue, ¿no estaría en contradicción con la invitación que el Papa Francisco ha cursado a los cristianos con el fin de que salgan a las periferias? Para Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, la intención del Papa es evangelizar mediante la implicación del cristiano en los problemas más acuciantes del momento, recuperando así el compromiso con la caridad, una de las señas de identidad propia de la cultura cristiana. Y recuerda que también las comunidades monásticas destacaron por su generosidad y entrega a los pobres.
Riccardi sostiene en Periferias. Crisis y novedades para la Iglesia (San Pablo) que mediante esta estrategia el cristianismo puede, en línea con el Concilio Vaticano II, aproximarse al hombre de hoy y recuperar su sentido misionero. De las diversas iniciativas que emprendan los cristianos para ayudar a aquellos que, alejados de la Iglesia, sufren o se sienten marginados, surgirá una comunidad “que será capaz de comunicar el Evangelio, de vivirlo en las periferias de las ciudades y de dar origen a diversos tipos de vivencias cristianas, aunque convergentes en la única gran familia de la Iglesia”.

El cristianismo como contracultura

Dreher, sin embargo, parece haber perdido la esperanza en el diálogo con una cultura pública “progresista” que, paradójicamente, se muestra intolerante con los valores religiosos. Una retirada a tiempo: esa es la consigna que propone para salvar la identidad del cristiano de la homogeneidad ideológica. A su juicio, la fragilidad de la familia, el eclipse de la moral y la difusión de valores relativistas, también entre creyentes, ha convertido la esfera pública en un lugar incómodo y difícil para vivir la fe. Para Dreher, resulta imprescindible trabajar en la construcción de “comunidades, instituciones y redes de resistencia” que contrarresten la corriente dominante y sean, por su forma de vida alternativa, piedra de escándalo para el mundo de hoy.
El cristianismo está llamado a convertirse en una “contracultura” moderna, y el cristiano, en el nuevo disidente. La “opción Benito” no es una filosofía, sino un movimiento estratégico para mantener la originalidad del mensaje cristiano en un mundo especialmente hostil. Y Dreher salpica todo su ensayo con testimonios, programas y proyectos que ya se han puesto en marcha: comunidades como The Alleluia, donde familias de carismáticos evangélicos y católicos viven plenamente su fe; o LuLaRoe, una empresa que comercializa ropa respetuosa con la dignidad de la mujer.
The Benedict Option actualiza el clásico “ora et labora” y lo adapta al mundo de hoy. Dreher propone convertir la familia en “un monasterio doméstico”, combatir la flojera ética con ascetismo y compensar la falta de cultura cristiana con la lectura de la Biblia y una sólida formación clásica. También apagar el ruido de las redes sociales o concebir el trabajo como vocación y servicio.
De hecho, explica que el cristiano debe estar dispuesto a abandonar su carrera profesional, por muy prometedora o lucrativa que esta sea, si resulta incompatible con su vida religiosa. Y constata que cada vez con mayor frecuencia los valores religiosos son combatidos en el ámbito laboral. Más controversia ha generado su opinión sobre la enseñanza: sugiere a los padres evitar la educación pública y matricular a sus hijos en colegios cristianos en los que la cultura actual aún no haya penetrado. De no ser posible, la opción más coherente sería el homeschooling.
Si los cristianos se retiran y construyen una suerte de “polis alternativa”, ¿no estarían condenándose a la marginalidad? Para Dreher, el peligro de “comerciar y transigir” con la cultura contemporánea exige este alejamiento. La finalidad es reforzar la identidad cristiana, sí, pero también constituir focos que irradien y ayuden a largo plazo a transformar la sociedad, como los monjes hicieron en la Edad Media. Pero este enclaustramiento, dice David Brooks en The New York Times, puede ser perjudicial: combate el dogmatismo laicista con uno de hechura cristiana y puede fomentar la intolerancia y los prejuicios, acentuando la disparidad entre cristianismo y mundo contemporáneo.

“Secularismo nihilista”

Los críticos de Dreher ven en la “opción Benito” una renuncia del cristiano a la participación social y política. Sin embargo, para este autor, lo que llama el “secularismo nihilista” resulta tan corrosivo, que ha infectado también el campo político. Derecha e izquierda, conservadores y liberales han resultado igual de conniventes con el deterioro de los valores tradicionales y sería ingenuo pensar que se pueden cambiar las cosas articulando una opción política. El mensaje cristiano es maximalista y no puede alterarse por motivos electoralistas: no implica evitar lo malo, sino sobre todo defender y promover lo bueno.
La desconfianza hacia la política, sin embargo, podría implicar la victoria del secularismo y su idea de privatizar lo religioso. Y no debe olvidarse, como señala Elizabeth Stoker Bruening, que el cristiano es también un ciudadano y que la religión es beneficiosa para la convivencia social. Si los creyentes renuncian a participar en su entorno, desaprovechan los medios de que disponen para transformar la sociedad y mejorarla. “La política no puede salvar el alma, pero puede hacer posible que los niños reciban atención sanitaria o que las familias pobres tengan alimentos o que las madres puedan disfrutar de la baja por maternidad sin la amenaza del desempleo o la pobreza”, explica Bruening.
Por su parte, Michael Kirke sostiene en Mercatornet que el planteamiento de Dreher es adecuado para los monjes, pero no para el cristiano corriente. Y apunta que el repliegue puede debilitar la vocación evangelizadora del cristiano. Recuerda también que ni los primeros cristianos ni san Benito “huyeron del mundo” para esquivar el ambiente, sino que intentaron, siguiendo cada uno su vocación personal, contribuir a la salvación de todas las gentes.
En este sentido, Charles Chaput, en Strangers in a Strange Land. Living the Catholic Faith in a Post-Christian World(Henry Holt and Co.), es menos pesimista en relación con la política. Según el arzobispo de Filadelfia, el cristiano debe involucrarse en la esfera social, pues a través de su acción pública puede transformar el clima político y cultural y ayudar a resolver los problemas de su tiempo, de los que no puede aislarse. Los cristianos, advierte, son las “células sanas del organismo social” y su contribución –desde la inmigración hasta el terrorismo– es indispensable para regenerar el clima actual.
Ahora bien, el repliegue que propone Dreher consiste en crear espacios sociales a cubierto del poder político y de la ideología dominante: ámbitos donde puedan surgir redes y grupos decididos a vivir en profundidad su compromiso religioso y que ayuden a recomponer los vínculos humanos y restañar la fragmentación social. Pero eso no significa que dichas comunidades tengan que ser cerradas o excluyentes. Propone una renovación social, pero desde abajo. Antes que alzar la voz en Washington, hay que intervenir localmente.

Batalla por la libertad religiosa

Por decirlo de otro modo, la participación política que defiende The Benedict Option es más sutil: la actitud antipolítica que anima a asumir es explícitamente un acto político y comprometido. A la manera de la disidencia anticomunista, la creación de “comunidades cristianas paralelas” es una protesta y un desafío a la ideología dominante, aunque esa forma de expresión de las preferencias políticas no siga los cauces institucionalizados.
Además, hay una batalla política que Dreher cree que es imprescindible abanderar: la defensa de la libertad religiosa para mantener espacios a salvo de las demandas de la moral pública mayoritaria o del Estado. En su opinión, ese es el único medio que dispone el cristiano para plantar cara a las tendencias secularistas y evitar la permeabilidad de sus valores. También Anthony Esolen, experto en cultura clásica, plantea, en su libro Out of the Ashes: Rebuilding American Culture (Regnery), la necesidad de promover comunidades pequeñas para regenerar un panorama cultural decadente.
Chaput y Dreher están de acuerdo, sin embargo, en que el frente más importante de esta guerra cultural a la que se enfrenta el cristiano es el del compromiso individual. Así pues, estos ensayos no son análisis sociológicos, ni históricos ni filosóficos –es más, estas partes son las menos importantes para su argumentación–, sino que exponen una maniobra espiritual y constituyen una llamada de atención dirigida al cristiano descafeinado –a las víctimas, por decirlo así, de la secularización–, al que se le urge a vivir su fe de forma madura y responsable. A pesar de las divergencias, hay un claro acuerdo: tanto para remontar la tendencia anticristiana como para renovar la cultura social y política, es preciso que el creyente asuma, sin complejos, su vocación de testigo y que su existencia sea una crítica y una protesta contra la superficialidad contemporánea.

El Tribunal Supremo español avala la legitimidad de la escuela diferenciada



La disputa de la Junta de Andalucía con varios colegios de educación diferenciada de la comunidad viene de antiguo, pero la argumentación expuesta en una sentencia recién dictada podría suponer un hito importante a favor de este tipo de colegios. Siempre que el Tribunal Supremo mantenga una línea coherente a partir de ahora, algo que no ha ocurrido anteriormente.
Aunque el Tribunal Supremo aún no ha publicado la sentencia en su página web, la agencia Europa Press ha tenido acceso a ella. La noticia, que luego han reproducido otros medios, contiene algunos extractos del fallo: pocos y breves, pero significativos. Llama la atención la contundencia con que los jueces rebaten los principales argumentos aducidos por la Junta de Andalucía para negar el concierto a varios centros de educación diferenciada; los mismos que ya desestimó el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en una decisión de 2015, contra la cual la Junta había presentado el recurso que ahora el Supremo ha rechazado.
En concreto, la administración andaluza ha afirmado que no admitir alumnos de uno y otro sexo por parte de estos centros suponía violar el artículo 14 de la Constitución, así como la Ley Orgánica de Educación y la Convención de la Unesco relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza (1960).
La sentencia del Supremo contradice las tres reclamaciones, y ordena el reembolso de los conciertos deducidos al colegio Altair. En concreto, el fallo explica que este modelo educativo es “plenamente conforme” con el principio de igualdad consagrado en el mencionado artículo de la Constitución, pues “no se puede asociar la enseñanza separada con la discriminación por razón de sexo”; el modelo mixto, continúan los jueces, “es un medio, no el único, de promover la eliminación de aspectos de desigualdad por razón de sexo”. Así pues, se da por sentada la constitucionalidad de la actual ley educativa, la LOMCE, que reconoce el derecho de los colegios de educación diferenciada a participar en el sistema de conciertos en igualdad de condiciones con los demás.
También se hace referencia a la Convención de la Unesco aludida por la Junta de Andalucía. Como explica el fallo, este texto obliga a los Estados firmantes a eliminar los obstáculos que impidan a un sexo participar en igualdad de condiciones en la educación, pero esto no exige “que sean los centros los que deban ofrecer tales condiciones de acceso equivalentes para ambos sexos”. De hecho, el artículo 2 de la Convención, en su apartado A, señala directamente a la educación diferenciada entre las situaciones que “no serán consideradas constitutivas de discriminación”.

Punto y…

A falta de conocer la sentencia al completo, hay motivos para esperar que este fallo suponga un hito en la consideración legal de los centros diferenciados. Hasta ahora, el TS ha dado algunos bandazos. Como recientemente explicaba Alejandro González-Varas en Aceprensa, hasta 2008 la jurisprudencia había mantenido una posición coherente a favor de que estos colegios pudieran recibir conciertos. Sin embargo, a partir de entonces, y especialmente desde 2012, algunas sentencias empezaron a señalar que este modelo educativo era “legítimo”, “no discriminatorio”, y sin embargo podía ser excluido del sistema de financiación pública; lo que, en la práctica, suponía situar a las familias que lo deseen para sus hijos en inferioridad de condiciones respecto a las demás, pues solo lo podrían elegir si tenían dinero para sufragar un centro privado.
De ahí la importancia de la reciente sentencia. Además de garantizar la legalidad de la LOMCE (existe un recurso de inconstitucionalidad planteado por la Junta de Andalucía), la frase de que “no se puede asociar la enseñanza separada con la discriminación por motivo de sexo” señala un límite a posibles leyes educativas futuras. Esto es determinante, ya que algunas de los fallos que han justificado la retirada de conciertos se han amparado en que, a pesar de la legitimidad del modelo, la LOE lo excluía “conforme a derecho” de las ayudas públicas al entender que fomentaba la desigualdad.
La futura sentencia del Tribunal Constitucional respecto de la LOMCE también podría añadir luz al tema. En definitiva, se trata de juzgar dos casos de posible discriminación: una por motivo de sexo, la que experimentarían los chicos o las chicas por la existencia de centros diferenciados subvencionados; y otra por motivos pedagógicos, la que sufren estos colegios –por tanto, las familias– cuando se les impide acceder a la financiación pública. Si los jueces aclararan definitivamente qué límites tiene la Administración para denegar conciertos (es decir, para limitar la oferta educativa al alcance de la ciudadanía), probablemente evitaría que haya que estar litigando cada vez que se aprueba una nueva ley educativa. La hacienda pública y los padres se lo agradecerán.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Un entretenido diálogo sobre la ideología de género

Por Daniel Prieto

Aunque la película de la que procede es una irreverente mofa del cristianismo, en esta breve escena encontramos una clara, irónica y simpática crítica contra el absurdo de la ideología de género.

De hecho desenmascara toda ideología que  intente  someter la realidad a una “pseudo-verdad”, o lo que es lo mismo, de imponer como absoluta una idea falsa y reductiva. Últimamente es  frecuente que al tratar  de introducir ideas modificadoras de la verdad, se ejerza violencia a varios niveles: a nivel de la conciencia, a nivel del lenguaje, y a nivel de la realidad misma.


La ideología del género es un claro ejemplo de esto (como enseña el video), ya que basándose en la premisa de que la identidad sexual es completamente relativa, y que puede y debe ser construida, ya sea según la decisión subjetiva de cada persona o de la sociedad, acaba por ir en contra de los dimensiones más evidentes y sensatas de la humanidad. 

El "arte" de morir bien

Qué significa tener una buena muerte, qué decisiones sobre sí mismo debe hacer saber de antemano una persona para cuando ya no esté en condiciones de comunicarse, qué tratamientos rechazar, por excesivos e innecesarios, en caso de que la condición del enfermo sea irreversible. Todos estos puntos y más están detalladamente explicados en The Art of Dying Well (El arte de morir bien), una web que la Iglesia católica de Inglaterra y Gales ha puesto a disposición de quienes deseen orientación para enfrentar el momento final de la existencia.
“Si está Ud. muriendo –señala la web–, es probable que desee hacerlo en paz, tan confortablemente como sea posible y rodeado de aquellos que le son más cercanos. Probablemente querrá morir en su casa, y con toda seguridad no querrá un tratamiento invasivo, si está claro que se sacará muy poco provecho de eso”.
En tal sentido, The Art of Dying Well explica la importancia de que el moribundo cuente con un círculo de apoyo en el que se incluyan amigos, familiares, cuidadores, médicos, un sacerdote. “Esto es relevante no solo en el momento de la muerte, sino a lo largo de todo el proceso. Tener una comunidad de acompañantes a través del viaje puede ayudarte a prepararte, con paz y consuelo espiritual”.
Entre los aspectos que, de modo sencillo, se plantean de modo resumido y práctico, está precisamente cómo enfrentarse personalmente a la muerte y de qué modo actuar ante el fallecimiento de un ser querido, suceso que hiere a las personas que le son más cercanas, a las que se necesita dar apoyo y ayudar a despejar las incertidumbres que deja el acontecimiento.
De igual modo, se explica cuál es la doctrina de la Iglesia respecto a los procedimientos que se deben evitar a quien se encuentra en condiciones de deterioro irreversible: “Aunque la persona tiene el deber de cuidar de su salud, no tiene el deber de prolongar su vida indefinidamente. La muerte, después de todo, es inevitable. Así también, los asistentes sanitarios no tienen el deber de mantener vivas a las personas en todas las circunstancias (…). En la medida en que la muerte se aproxima, un tratamiento que prolongue la vida brevemente pudiera terminar imponiendo un sufrimiento que lleve al paciente a considerar que el tratamiento es insoportable”.
En tal sentido, la web pone el ejemplo del cardenal Basil Hume (1923-1999), arzobispo de Westminster, el cual rechazó la quimioterapia cuando fue diagnosticado con cáncer terminal en 1999.
Siendo, como es, parte inevitable del ciclo de la vida –precisa el sitio–, familiarizarse con la realidad de la muerte puede ayudarnos a emplear nuestro tiempo más sabiamente y a apreciar mejor lo que es verdaderamente importante en la vida.


La invitación es, pues, a aceptar la realidad de nuestro carácter mortal. “Se dice que para recordarse a sí mismo la brevedad de la vida, el italiano san Carlos Borromeo conservaba un cráneo humano sobre una pequeña mesa en su casa. Esto puede ser demasiado para nosotros hoy, pero la verdad es que muchos no queremos pensar en que un día moriremos. Y sí, la realidad es que la muerte nos puede sobrevenir en cualquier momento”. Si se puede, por tanto, estar preparado, sin duda será mucho mejor.

martes, 23 de mayo de 2017

“La aventura del matrimonio”: vídeos sobre la vida en familia


De la página opusdei.es
Sole y Juampi son un joven matrimonio argentino. Estos seis vídeos narran “La aventura del matrimonio”: sus luchas y victorias, peleas y reconciliaciones pueden servir para guiar un curso prematrimonial o para parejas ya casadas.
EN PRIMERA PERSONA
Los vídeos han sido realizados por Digito identidad.
Peligros del viaje
Los defectos del otro pueden convertirse en un obstáculo para la convivencia. Se pelea por todo. ¿Cómo conocer y superar los peligros del viaje?

Buscando un faro
En el matrimonio, el camino cristiano se recorre en dos. Pero, ¿cómo se hace para meter a Jesús en la propia casa?

El valor de no estar solos
"Estábamos en crisis, para separarnos". En ese momento, la ayuda de otros matrimonios cristianos puede ser fundamental para no tirar la toalla.

Una aventura para todos
Cuando llegan los niños, la alegría se mezcla con las preocupaciones. El sueldo no llega, el tiempo no llega, la relación cambia...

Vale la pena
"Terminar el día con un abrazo": es el consejo que dan Sole y Juampi a quienes desean iniciar una aventura que, sin duda, vale la pena.

¿Qué le pasa a la ONU?

   Por    Stefano Gennarini, J.D       La ONU pierde credibilidad con cada informe que publica. Esta vez, la oficina de derechos humanos de ...