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miércoles, 4 de mayo de 2016

Malos políticos, nuevos populismos.

Ted Cruz renunció esta madrugada –hora atlántica europea– a su campaña por la nominación del Partido Republicano, después de sufrir una derrota prácticamente definitiva frente a Donald Trump en las primarias celebradas en Indiana este martes. En esta pieza de la BBC, tienes los hechos y el contexto de su decisión; en este vídeo editado por CNN [52 segundos, en inglés], el momento en que Cruz anuncia a sus seguidores que se retira, y en esta otra pieza del Times, un resumen de su trayectoria y de sus ideas, una mezcla de conservadurismo en las culture wars –aborto, matrimonio, educación, libertad de conciencia–, federalismo contra la “máquina de poder de Washington”, originalismo costitucional –un referirse constantemente a los padres fundadores de la nación– y liberalismo económico formado en la lectura de los autores de la Escuela Austriaca.
La elección de Tump como candidato republicano significa el triunfo de la rabia como galvanizador del voto. Como explica Ben Domenech, editor de The Federalist, “la teoría de Ted Cruz era que los conservadores estaban enfadados”, pero Trump ha ganado porque entendió que, en realidad, “todo el mundo está enfadado”. La victoria de Bernie Sanders sobre Hillary Clinton en las primarias Demócratas de este martes en Indiana refuerza este análisis. Trump y Sanders representan el voto del malestar  –con la democracia, con la clase política, con los mercados, con la Prensa, con el partidismo de las instituciones,…– La pujanza del populismo se ha alimentado de la rabia de la gente, un detonante de la movilización electoral que está más allá de los ejes convencionales conservadores-progresitas o izquierda-derecha. La premisa de que la democracia tiende naturalmente a la moderación, gracias a un electorado que vota racionalmente, primando los valores y el bien común, no se sostiene por más tiempo.
Los síntomas afectan, igualmente, a Europa e Iberoamérica.  El ascenso de Keiko Fujimori en Perú, la fuerte resistencia con la que se está encontrando Mauricio Macri en la cámpora peronista, la polarización instilada en Venezuela, Ecuador o Bolivia por los autócratas populistas en sus gobiernos. En Europa, una ola de impugnación que va de Alemania al Reino Unido, de Grecia a España, de Francia a Hungría o Polonia… Es el modelo de los valores occidentales lo que está en crisis, como observa el historiador y profesor en Oxford Timothy Garton Ash en una tribuna de opinión publicada este martes en el diario español El País. La objeción a su análisis es que, en ningún momento, se pregunta qué es lo que han hecho mal la clase política de Bruselas y unos líderes nacionales cada vez más mediocres, para que la gente esté tan enfadada. La encuesta del CIS publicada este martes en España muestra a una población harta de los políticos. La alternativa a Trump, Le Pen o Putin –los tres símbolos de la amenaza populista, para Garton Ash– no puede ser, sin mas, la nostalgia por unos “valores occidentales” conservados en formol, sino una visión reformista que corrija los fallos de las instituciones representativas.
En esta entrevista [vídeo: 11:21 minutos] difundida este martes con el escritor Tom Burns Marañón para la Red Floridablanca –una corriente de crítica dentro del PP que persigue un cambio en el liderazgo del partido, su regeneración ética, y unas primarias para elegir a los candidatos–, Esperanza Aguirre explica la crisis del PP como la consecuencia de haber renunciado a los valores fundacionales. En cuanto el partido vuelva a promover principios como el derecho a la vida, la propiedad privada y el imperio de la ley –sostiene la exministra–, los 3,5 millones de electores que dejaron de votarle en las elecciones del pasado 20 de diciembre volverán a hacerlo. Es la misma visión de otros críticos de la pérdida de valores, como Jaime Mayor Oreja. 
Quizá, esta nostalgia axiológica se ha convertido en una zona de confort para el pensamiento liberal-conservador. Quizá, merece la pena considerar con cierto detenimiento la renuncia de Ted Cruz. Su promesa de recuperar el paraíso perdido de los valores no ha resultado tan atractiva como el discurso de la rabia. Trump puede romper el Partido Republicano, y es casi seguro que perderá las elecciones frente a Hillary Clinton, que tendrá cuatro años –tal vez, ocho– para consolidar el programa del aborto, la ideología de género y el revisionismo de la libertad religiosa en Estados Unidos, combinándolo con una política exterior sensata y fiel a los compromisos con los aliados. 
¿Qué lecciones entrañan las señales del populismo y el fracaso del discurso sobre los valores, para las democracias iberoamericanas? ¿Qué pueden aprender del fracaso de Ted Cruz los liberales y los conservadores españoles que van a votar el próximo 26 de junio? ¿Tal vez, por ejemplo, que no están en condiciones de seducir a nadie, y deben aprender a pactar con las corrientes reformistas del PP para frenar el avance del populismo? ¿Qué opinas? – V. Gago 

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