ana marta gonzález, directora de culture& lifestyle del social trends navarra
“It's Catholicism Itself, Stupid!" Con ese eficaz título, Michael Wolff comenta las polémicas de estas semanas y concluye que el problema no son los casos de abuso sexual, sino la misma Iglesia. Su propia columna es una muestra de esa afirmación, pues el periodista norteamericano arremete contra el molino de viento de una Iglesia que -en su visión- es (prácticamente) el peor enemigo de la humanidad. Me parece un buen ejemplo de un tipo de críticas que están abundando durante estas semanas.
Si de verdad el punto central fuera la crisis y las víctimas, supongo que sería oportuno -al menos, como investigación periodística- hacer alguna referencia al problema de la homosexualidad dentro del clero. Es obvio que pederastia y homosexualidad no es la misma cosa. En algunos casos, sin embargo, hay una relación: según los estudios de Philiph Jenkins (el único estudioso que ofrece estadísticas sobre este tema, citadas por Introvigne), el noventa por ciento de los sacerdotes católicos condenados por abusos a menores son homosexuales.
Sorprende que la atención se haya desviado, por ejemplo, hacia el celibato. “Si en la Iglesia católica ha habido efectivamente un problema, subraya Introvigne, éste no ha sido el celibato sino una cierta tolerancia de la homosexualidad en los seminarios, particularmente en los años '70, cuando se ordenó la mayor parte de los sacerdotes que luego fueron condenados por abusos. Es un problema que Benedicto XVI está corrigiendo vigorosamente”.
Junto a silencios y lagunas, está muy presente en la información de estos días un peculiar mecanismo desinformativo que podríamos definir como la insinuación convertida en dato. Me refiero a cómo se vuelven a utilizar como datos ciertos e incontrovertibles algunas insinuaciones o simples calumnias publicadas en el pasado, aún cercano, a pesar de que resultara clara su falsedad. Un ejemplo entre muchos: leo que un comentarista español afirma que “la campanada mayor ha sido en Alemania, donde hasta el propio Papa, cuando era obispo, tapó algún caso de pederastia sacerdotal”.
No dudo de que hay gente trabajando para ver si descubre un solo caso “tapado” por el Papa cuando era obispos de Munich, pero el episodio que ha salido en la prensa (y del que ya hablaron los periódicos en 1986) no es precisamente la demostración. (Aunque es sabido, vale la pena repetirlo: el sacerdote cometió los actos, fue acusado y condenado cuando el cardenal Ratzinger llevaba ya años en Roma). “¡El escándalo es el catolicismo, estúpido!”
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