Por Antonio Argandoña, Catedrático de Economía, Universidad de Barcelona
El lector conoce, probablemente, el gusto con que acepté la definición que dio la Comisión Europea en 2011, sobre la responsabilidad social: las responsabilidades de las empresas por sus impactos sobre la sociedad. Pero siempre me dejó un regusto poco agradable. No me gusta del todo lo de “impactos”: los últimos 10 años en que una empresa ha estado contaminando la atmósfera no son un impacto, ni siquiera 10 impactos, ni 3650…
¿Consecuencias? Tampoco me convence… Leyendo el otro día el último libro de un filósofo, Leonardo Polo, profesor de la Universidad de Navarra recientemente fallecido (Lecciones de ética. Pamplona, Eunsa, 2013), he encontrado alguna razón más para ese desasosiego. Polo hace notar que, si nos fijamos solo en las condiciones iniciales (la fábrica que montaron, las tecnologías que usaron…), lo que viene detrás son meras consecuencias. “La consecuencia, dice Polo, es lo derivado de los actos en cuanto que estos tienen una dimensión eficiente. Las consecuencias son efectos peculiares, y esto consiste en que los efectos escapan a la causa” (p. 33). “En ética, un acto que yo no domino completamente se denomina consecuencia” (p. 33).
Al leer estos textos, me llamó la atención que Polo discute todo esto a raíz de las cuatrocausas que definió Aristóteles (pp. 29 y ss.). ¿Qué tiene que ver la ética con las cuatro causas? No estoy seguro, porque no me resulta fácil entender a Polo, al menos en este libro, pero me parece que lo que está diciendo es: si lo único que nos interesa es lacausa material, las condiciones iniciales, entonces la responsabilidad acaba en esas condiciones iniciales; las consecuencias siguen automáticamente, y ya no dependen de mí. Por eso afirma Polo que la causa material “no es una razón suficiente, no es la totalidad de la causalidad” (p. 30). Luego introduce las otras causas: la formal, que nos lleva a preguntar por el por qué (p. 30) y la eficiente, que viene a ser el impulso (p. 29), aunque me temo que Polo no estaría conforme con esta simplificación. Pero lo importante es que “es imprescindible que la causa formal se dé unidad a la causa eficiente”, porque “las causas son causas entre sí” (p. 31).
O sea, si entiendo bien a Polo, está diciendo que debemos entender la acción en todas sus dimensiones, con todas las causas que actúan: condiciones iniciales (y quién y cómo las puso), impulso, por qué… y falta una causa más, la final. Y esto, en la acción humana, es clave, porque el hombre actúa por fines (p. 32). “Los actos humanos se realizan en atención al fin, o no se realizan” (pp. 32-33). O sea, si queremos evaluar las acciones humanas, si queremos explicar las responsabilidad que tenemos por (los impactos de) nuestras acciones (en la sociedad), los fines son absolutamente necesarios. Y no solo los fines, sino las cuatro causas.
De modo que las organizaciones son responsables no solo de las consecuencias o los efectos de sus acciones sobre la sociedad, sino que esa responsabilidad incluye lasintenciones de la acción (u omisión), la previsión (razonable) de aquellas consecuencias (sobre todos los posibles afectados, que pueden ser muchos) y, muy importante, la disposición a corregir aquella acción. “El hombre se parece más bien al móvil capaz de rectificación” (p. 23). Luego la responsabilidad social es mucho más que el mero recuento de los impactos.
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