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domingo, 30 de mayo de 2010

¡ACUÉRDESE DE MÍ!


Aunque, de ordinario no percibamos su efecto inmediato, la caridad expresada con obras, es el mayor tesoro         
 
          Casi no la había visto. 
Era una señora anciana con el auto parado en el camino. 
El día estaba frió, lluvioso y gris. Alberto se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda. 
Estacionó su auto Pontiac delante del Mercedes de la anciana, aún estaba tosiendo cuando se le acercó. 
Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta que la anciana estaba preocupada. 

          Nadie se había detenido desde hacía más de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera. 
Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. 
Más no había nada por hacer, estaba a su merced. 
Se veía pobre y hambriento. 
Alberto pudo percibir como se sentía. 
Su rostro reflejaba cierto temor. 

          Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo:
 - "Aquí vengo para ayudarla señora. Entre a su vehículo que estará protegida del clima. Mi nombre es Alberto"-. 
Gracias a Dios solo se trataba de un neumático bajo, pero para la anciana se trataba de una situación difícil.
Alberto se metió bajo el carro buscando un lugar donde poner el "gato" y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a platicar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí, y que no sabía como agradecerle. Alberto sonreía mientras cerraba el baúl del coche guardando las herramientas. 

          Le preguntó cuanto le debía, pues cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no haber contado con la gentileza de Alberto. Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Alberto estaba acostumbrado a vivir así. 
Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada, y que entonces...

           - "tan solo rece por mi"-, agregó despidiéndose Alberto esperó hasta que al auto se fuera. 
Había sido un día frió, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían.
 Entró en su coche y se fue. Unos kilómetros más adelante la señora divisó una pequeña cafetería.
 Pensó que sería muy bueno quitarse el frió con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. 

          Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de gasolina que no se habían usado por años.
 Al entrar se fijó en la escena del interior.
La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud. 
Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. 
Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie. 

          La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera. 
Y sin embargo esto no le hacia cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, pueda ser tan generosa con los extraños. 
Entonces se acordó de Alberto... 
Luego de terminar su café caliente y su comida, le alcanzó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de cien dólares. 
Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla.

           Al correr hacia la puerta vio en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de 4 billetes de $100. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota:
 - "No me debes nada, yo estuve una vez donde tú estás. Alguien me ayudo como hoy te estoy ayudando a ti. 
Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: No dejes de asistir y ser bendición a otros como hoy lo hago contigo. Continua dando de tu amor y no permitas que esta cadena de bendiciones se rompa. 
Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquél día se le fue volando. 
Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella. 

          ¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían con su esposo, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé. 
Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto. 
Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído:
 - "Todo va a estar bien, te amo... Alberto"-. 

El Gobierno abre polémica con la Iglesia para tapar sus fracasos económicos y sociales y frenar la sangría de votos


De JJ García-Noblejas en Scriptor.org
El Presidente y el gobierno de España parece que se preparan para -una vez más- hacer el truco de los ilusionistas. Exhibir a bombo y platillo lo que se hace con una mano, para atraer la atención (montar una polémica sobre los signos religiosos de la Iglesia), mientras la otra mano queda oculta a la atención del público para lo que realmente está en juego: el paro feroz, las malas o nulas artes gubernativas para atajar la crisis económica hasta ahora cien veces negada, el palo a los sueldos públicos, y un larguísimo etc. de desmanes que -sin duda y con razón- supone una sangría de votos.
A los ilusionistas se les mantiene en escena para admirarnos con sus ilusiones. A los políticos, entre otras cosas, para gobernar las crisis con transparencia ante la sociedad.
Entiendo que si alguien quiere entrar a las provocaciones que sin duda saldrán de todos los puntos posibles del gobierno y la administración pública, será estupendo que lo haga. Imagino que aquí mismo habrá ocasión de decir algo al respecto. Pero me parece que es mejor no ofuscarse con los pases del trilero.
Yo sólo pediría esto: que, junto a cada "entrada" en respuesta a la provocación ilusionista sobre los signos religiosos en lugares públicos y demás asuntos que de suyo ofenden la pura sensibilidad cívica de cualquier país histórica y culturalmente avanzado, sugeriría que cada "entrante" en el juego del gobierno, hiciera además otra "entrada" sobre el juego real -sobre la enorme patata caliente- que tiene en mano el gobierno, destapando o simplemente recordando alguna de las facetas del problema real de la profunda crisis laboral y económica y de la inepcia gubernativa que ahora está en juego.
Sería un gran servicio cívico lograr que las dos manos de los ilusionistas que gobiernan estén a la vista, al menos ante el tribunal de la opinión pública, en la medida de lo posible.
El caso es que el gobierno tiene un buen grupo de "coristas mediáticos", lo mismo que los ilusionistas suelen tener -con poco feminismo de por medio- alguna o varias mozas poco vestidas y gesticulantes a su alrededor, en plan sexy, como elemento de distracción más o menos afortunado de las maniobras y manipulaciones del ilusionista.
Probablemente por eso, entiendo que las "entradas" en materia de que hablo más arriba se refieren a publicaciones en la red: los blogs, los medios digitales, las redes sociales, Facebook, Twitter... Pienso que en esas manos está -frente a los medios "coristas" o corifeos gubernamentales con sus movimientos en plan sexy appeal contra la Iglesia- la posibilidad de no dejarse engañar de nuevo, de no bloquearse ante el indecente señuelo de atacar las tradiciones y la cultura de la mayoría de los ciudadanos españoles, olvidando los desastres gubernativos perpetrados, causa de la dura realidad económica y social. Siendo este último el punto clave para desalojar del gobierno a quienes pretenden ocultar su inepcia escudándose ante la sociedad atacando a la Iglesia, como si ésta fuera una especie de escoria histórica que hay que eliminar del espacio público...
Ya lo tiene prácticamente listo. El Gobierno lanzará a principios de junio el debate sobre las creencias con la supresión, con carácter general, de todos los símbolos religiosos en los centros públicos, la implantación de la “igualdad de trato proporcional” a todas las confesiones, así como el reforzamiento de la laicidad del Estado. La necesidad de poner en marcha un cortafuego tras el recorte de las políticas sociales, ha llevado al presidente del Gobierno y líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, a reactivar el proyecto de ley de libertad religiosa.

Los socialistas creen que el debate político sobre el recorte salarial a los empleados públicos y la congelación de las pensiones no se debe prolongar mucho más tiempo debido al elevado coste electoral que está teniendo. De ahí que inmediatamente después de la reforma laboral que el Gobierno quiere aprobar a finales de mayo, con acuerdo o sin él en la mesa del diálogo social, Zapatero se disponga a agitar el debate religioso. Los socialistas creen que lavisita del Papa Benedicto XVI a Cataluña en octubre contribuirá a polarizar la atención y a dejar en segundo plano el debate sobre la crisis y los recortes sociales que tanto les perjudica.

En este sentido, los socialistas consultados aseguran que la nueva ley de libertad religiosa que ha elaborado el titular de Justicia, Francisco Caamaño, y coordina la vicepresidenta De la Vega, contiene elementos polémicos suficientes para incitar al debate. De la Vega ha pedido a los titulares de Educación, Ángel Gabilondo; Defensa, Carme Chacón; Interior,Alfredo Pérez Rubalcaba; Sanidad, Trinidad Jiménez, y Cultura, Ángeles González Sinde, que agilicen sus aportaciones porque la intención del presidente es llevarlo a un próximo Consejo de Ministros y ponerlo en circulación cuanto antes.

sábado, 29 de mayo de 2010

“De poco sirven los esfuerzos y, menos aún, los sermones. El ejemplo”


Resumen de la ponencia de  Jutta Burggraf, doctora en Psicopedagogía y en Sagrada Teología y profesora de laUniversidad de Navarraen el congreso Church and communications. Identity and dialogue (“Iglesia y comunicación, identidad y diálogo”) de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz del pasado 27 de abril. Dentro de interesantes reflexiones sobre estrategias de comunicación, la presencia de la Iglesia en los medios, las actuales controversias como la pedofilia,  una de las ponentes -bastante aplaudida por los participantes- quiso enfatizar un elemento fundamental en el proceso de dar a conocer el Evangelio: sólo se puede comunicar a Cristo en primera persona.

Para la teóloga alemana el mundo actual “parece que cualquier cosa es más creíble que una verdad cristiana”“No se busca lo verdadero, sino lo apetecible, lo que me gusta y me va bien: un poco de Buda, un poco de Shiva, un poco de Jesús de Nazaret”, señaló.

Burgraff  describió al hombre como un gitano: “No tiene hogar: quizá tiene una casa para el cuerpo, pero no para el alma. Hay falta de orientación, inseguridad, y también mucha soledad”“Así, no es de extrañar que se quiera alcanzar la felicidad en el placer inmediato, o quizá en el aplauso”, aseguró la filósofa. “Si alguien no es amado, quiere ser al menos alabado”.

Una época en la que “tenemos medios cada vez más perfectos, pero los fines están completamente perturbados”. El hombre expresa así una “sed de interioridad”, que puede manifestarse “tanto en la literatura como en el arte, en la música y también en el cine”.

En medio de esta búsqueda, pocos piensan en el cristianismo como una opción, debido a que tiene fama “de no ser nada más que una rígida institución burocrática, con preceptos y castigos”.

No obstante, señaló la profesora Burggraf, hay también quienes huyen del cristianismo por motivos opuestos: “la predicación cristiana les parece demasiado superficial, muy light, sin fundamento y sin exigencias rigurosas”.

“Quieren que alguien les diga con absoluta certeza cuál es el camino hacia la salvación, y que otro piense y decida por ellos: ahí tenemos el gran mercado de las sectas”, aseguró la docente.

Evangelizar en el siglo XX
Estamos en la era llamada postmodernismo. Jutta Burggraf la definió como “una época que viene “después” del modernismo y “antes” de una nueva era que todavía no conocemos”. Una serie de novedades que “reclaman un nuevo modo de hablar y de actuar”.

Por ello, dijo esta teóloga, no puede mirarse el pasado con nostalgia “sino que ha de adoptar una actitud positiva ante el momento histórico concreto: debería estar a la altura de los nuevos acontecimientos, que marcan sus alegrías y preocupaciones, y todo su estilo de vida”.

Saber percibir los acontecimientos de otra forma que las generaciones anteriores. “Un buen teólogo lee tanto la Biblia como el periódico”, aseguró Jutta.

La docente también se refirió al lenguaje no verbal en el proceso de comunicar el Evangelio “transmitimos sólo una pequeña parte de la información de modo consciente, y todo lo demás de modo inconsciente: a través de la mirada y la expresión del rostro, a través de las manos y los gestos, de la voz y todo el lenguaje corporal”.

Jutta subrayó que sólo se puede anunciar a Dios si el hombre tiene dentro de sí una sólida identidad cristiana: “quizá nuestro lenguaje parece, a veces, tan incoloro, porque no estamos todavía suficientemente convencidos de la hermosura de la fe y del gran tesoro que tenemos, y nos dejamos fácilmente aplastar por el ambiente”.

“Un cristiano no tiene que ser perfecto, pero sí auténtico”, aseguró Jutta. “Los otros notan si una persona está convencida del contenido de su discurso, o no”.

La sociedad postmoderna rechaza los “grandes relatos” y también a los “portadores de la suma verdad”, ya que hoy, está más claro que nunca “que nadie puede saberlo todo”. Por ello la pastoral debe ser “desde abajo”, no “desde arriba”, tampoco “desde la cátedra, que quiere instruir a los pobres ignorantes”, señaló la teóloga.

Quien habla de Cristo debe estar convencido que “no es una doctrina que poseemos, sino una Persona por la que nos dejamos poseer. Es un proceso sin fin, una conquista sucesiva”.
Hablar de la fe es mostrar “el gran amor de Dios hacia nosotros, la vida apasionante de Cristo, la actuación misteriosa del Espíritu en nuestra mente y en nuestro corazón”. Por ello, es necesario “huir de lo que hacen los que quieren quitar fuerza al cristianismo: reducen la fe a la moral, y la moral al sexto mandamiento”.


Dijo la docente que creer en Dios significa “caminar con Cristo –en medio de todas las luchas que tengamos– hacia la casa del Padre”. Al anunciar a Cristo “de poco sirven los esfuerzos, y menos aún los sermones”. Lo más importante es la fe “un don de Dios .Podemos invitar a los otros a pedirla, junto con nosotros, humildemente de lo alto”, concluyó la docente. 

martes, 25 de mayo de 2010

La nueva revolución sexual


En una de las respuestas que ofrece Jason Evert sobre el amor en la página web www.chastity.com, no duda en abrir su intimidad y su pasado: “Sé cómo te sientes, ya que yo era virgen cuando me casé y mi mujer no lo era. Al igual que tu novia, mi esposa se había convertido a la fe y a la castidad. Pero pensar en su pasado me dolía, a pesar de que el mío también había sido poco casto, por todo el porno que había visto cuando era adolescente. La madre Teresa dijo que para que el amor sea real, debe doler. Para mí, la paz llegó con la aceptación. Es entonces cuando nos damos cuenta de que el perdón no es un sentimiento, es una decisión. Tú vas a recibir el don de sí misma. Sería triste perder el don de una persona por anteponerlo al don de la virginidad”.
Jason Evert (1976), autor de más de diez libros sobre el amor real, se define como “orador católico” y habla sin prejuicios y abiertamente de la castidad, del amor comprometido, de comenzar de nuevo y del romance sin lamentos ni reproches.
Cada año, su mensaje llega a más de 100.000 estudiantes. Máster en Teología con especialización en Filosofía por la Universidad Franciscana de Steubenville (Ohio, Virginia), pertenece a la organización apostólica Catholic Answers, fundada en 1982, con sede en California. Evert creó “Pure Love Club”, el programa de divulgación de la castidad de Catholic Answers. Tanto él como ahora su mujer animan a adolescentes y jóvenes a crear clubes de este tipo en las escuelas de Secundaria y en la Universidad. Participan en un sinfín de debates en televisión y radio.
Otro amor es posible
En sus múltiples encuentros por todo Estados Unidos, algunos adolescentes le preguntan cómo promover el mensaje de la castidad en la escuela. Él recomienda, lo primero, orar y ayunar. Después vivirla, porque “el mundo tiene serias dudas de que las parejas modernas puedan posponer sus relaciones sexuales hasta después del matrimonio. Desconocen que esta espera conduce a la felicidad, a una intimidad mayor en el matrimonio, a un amor sin lamentos. A veces puede dar la sensación de que la pureza es sólo un sistema de restricciones. No se trata de evitar enfermedades de transmisión sexual, se trata de encontrar una clase de amor mejor”, señala.
Y en tercer lugar, recomienda hacer llegar este mensaje, bien a nivel personal o bien creando un “Pure Love Club” (PLC). “Teniendo en cuenta que hay más de dieciséis millones de estudiantes de Secundaria en Estados Unidos, hay mucho trabajo por hacer”, dice.
En sus libros y declaraciones, deja bien claro que su iniciativa no se basa en la abstinencia porque sí o sólo por el hecho de evitar enfermedades, sino que su interés principal es demostrar que otro amor es posible. “Algunos piensan que la castidad simplemente significa no tener relaciones sexuales. Pero eso es sólo la abstinencia: lo que no puedo hacer y no puedo tener. La castidad es más que eso, se trata de lo que puedes hacer, y ahora: un estilo de vida casto que trae la libertad, el respeto, la paz y el romance sin reproches”, señala.
En la web, Evert expone algunas ideas de lo que muchos jóvenes entienden por amor. “Amigos con derecho a roce, sexo seguro, más sexo seguro, no se mete en mis asuntos, ella se ocupa de su vida y yo de la mía…Nuestra generación escucha mensajes acerca de la sexualidad, pero ninguno de ellos proporciona el amor que deseamos. En cambio, la nueva revolución sexual, sin lamentos ni reproches, existe”, argumenta.

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Es que no tenéis sangre en las venas? (reproche para católicos).


José Javier Esparza es conocido sobre todo por su faceta de crítico de televisión pero es autor polifacético. Si algo destaca en sus escritos es la crítica social, incisiva, con fuerte carga existencial y en diálogo por cada lector virtual.

Como no podía ser menos, ha tratado con fuerza y con dolor —como el que se siente gravemente herido— sobre ese experimento aberrante que está haciendo el gobierno socialista con los chicos españoles a través de una supuesta “Educación para la ciudadanía”.

Entresaco unos párrafos de un artículo de J.J. Esparza que tiene por título ¿Es que no tenéis sangre en las venas? (reproche para católicos).

“Veréis: uno puede tolerar que el mundo sea una cueva de ladrones, que la televisión se haya convertido en territorio canalla, que los políticos abusen de las esperanzas de la gente (y los banqueros, de sus ilusiones), que los periódicos y la publicidad impongan una forma de ser y pensar decididamente absurda… Uno puede soportar todo eso porque, al fin y al cabo, ante la avalancha siempre es posible clavarse en la puerta de casa, coger el hacha y gritar ‘no pasarán’. Pero lo que uno no puede tolerar es que cojan a tus hijos y les laven el coco al progresista modo. Por ahí no se puede pasar.”

Y sigue: “Porque se trata de vuestros hijos. Y sin embargo, hermanos, lo estáis tolerando. ¿Qué os pasa? ¿Es que no tenéis sangre en las venas? (…) en los Estados Unidos la mayoría religiosa avanza sobre la base de asociaciones civiles, grupos de ciudadanos, comunidades con una voluntad de presencia política y social; pero aquí, en la Europa cristiana, y más especialmente católica y sobre todo en España, sólo una minoría exigua de ciudadanos actúa en la sociedad como creyente, el tejido asociativo civil es mínimo o inexistente, su capacidad de presencia social y política es reducidísima, muchos creyentes tienen alergia a la política o carecen de formación, la inmensa mayoría de los ciudadanos opta por la pasividad pública y prefiere delegarlo todo –en parte por tradición, en parte por pereza– en las espaldas de la jerarquía.”

Y más adelante: "Por supuesto: este reproche va dirigido a unos católicos que parecen haber perdido por completo el sentido de la libertad personal, pero al menos aquí, entre la grey de los fieles, ha habido voces dispuestas a jugarse el pecho. Mucho peor es la situación ahí fuera, en la llamada ‘sociedad’, donde una muchedumbre infinita de almas grises se muestra dispuesta a tragarlo todo con tal de no someter a agitación su adiposa conciencia. La reacción de los católicos ante la asignatura de Educación para la Ciudadanía es tibia hasta la depresión, pero la actitud general de la sociedad es indiferente hasta la náusea. Hemos llegado a un punto tal de sumisión –al sistema, al dinero, a la comodidad burguesa, a lo ‘políticamente correcto’– que cuesta un mundo hacer ver a la gente que lo que está en juego es su libertad.”
JJE es verdaderamente un despertador de conciencias anestesiadas.

El caldo de cultivo de la pedofilia


El caldo de cultivo de la pedofilia, así titulaba Alejandro Navas un certero artículo el día 12 de abril en elDiario de Navarra.

El escándalo de los abusos sexuales cometidos por clérigos continúa ocupando amplio espacio en los medios informativos europeos. Pero al presentar los casos ocurridos en Alemania, Austria y Holanda -que han concentrado la mayor atención durante esta semana- la prensa ha mezclado la información de datos y hechos con insinuaciones y equívocos provocados. Al final, la impresión es que la única culpable de esa triste situación es la Iglesia católica y sus depravados ministros.

Saliendo al paso de esta impresión, el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, publicó una nota el día 8 en la que mantiene que “los errores cometidos en las instituciones y por responsables eclesiales son particularmente reprobables, dada la responsabilidad educativa y moral de la Iglesia”. “Pero –añade– todas las personas objetivas e informadas saben que la cuestión es mucho más amplia, y concentrar las acusaciones sólo en la Iglesia lleva a falsear la perspectiva”.

Como ejemplo, cita que “los últimos datos facilitados por las autoridades competentes de Austria indican que en el mismo período de tiempo los casos señalados en instituciones vinculadas a la Iglesia eran 17 mientras que en otros ambientes eran 510. Es conveniente preocuparse también por ellos”.

El comunicado señala que las principales instituciones eclesiásticas afectadas han afrontado el problema con “tempestividad y decisión” y “han dado prueba de su voluntad de transparencia”, “invitando a las víctimas a hablar incluso cuando se trataba de casos de hace mucho tiempo”.

“El punto de partida correcto –precisa el comunicado– es el reconocimiento de lo que ha sucedido y la preocupación por las víctimas y las consecuencias de los actos perpetrados contra ellas”.

“Estos hechos –dice la nota refiriéndose a los abusos sexuales– llevan a la Iglesia a elaborar las respuestas apropiadas y se insertan en un contexto y una problemática más amplia que atañe a la protección de los niños y de los jóvenes de los abusos sexuales en la sociedad”. En esta línea se felicita de que en Alemania el Ministerio de la Familia haya convocado una mesa redonda de instituciones educativas y sociales para tratar el problema, iniciativa en la que la Iglesia está dispuesta a participar.

No solo en la Iglesia

Vaticanistas experimentados, como Luigi Accattoli, señalan también el distinto modo de tratar estos casos según que afecten a la Iglesia católica o a otras instituciones. En un artículo publicado en Liberal (9-03-2010), Accattoli da un dato: Desde 1995 se han denunciado en Alemania 210.000 casos de abusos sexuales; de ellos, 94 afectan a personas o instituciones de la Iglesia católica. Incluso en estos días han surgido casos que nada tienen que ver con el clero católico, como los de la prestigiosa escuela Odenwald de Heppenheim; se habla de entre cincuenta y cien casos a partir de 1971.

¿Por qué entonces la atención mediática se centra solo en la Iglesia católica? Según Accattoli, que ha trabajado durante cuarenta años para diarios como La Repubblica y Corriere della Sera, es fácil explicarse el ensañamiento de los medios con el clero católico: “El mundo de los periodistas apoya espontáneamente la ‘revolución sexual’ y encuentra la mayor resistencia a tal orientación en el clero católico: de ahí el ímpetu con el que resalta –si puede– las contradicciones”.

Otra muestra de información no ya sesgada sino falsa ha sido el intento de involucrar en el escándalo de los abusos sexuales al hermano del Papa, Georg Ratzinger, por casos sucedidos en el coro de Ratisbona (Domspatzen) del que fue director musical de 1964 a 1993. Pero ninguno de los casos declarados se refieren a este periodo ni al coro en sí. Según la nota publicada por el obispado de Ratisbona, en la institución hay tres secciones: un liceo (Gymnasium), gestionado por un director laico; un internado, dirigido por un sacerdote, donde se alojan los niños del coro; y el coro, a cargo del director musical.

De los casos mencionados en estos días, el primero es de 1958, por un abuso cometido por el vice-director de la escuela. Cuando fue conocido el delito, fue apartado de su cargo y condenado penalmente. El segundo caso es el de una persona que trabajó allí en 1958 durante siete meses, y que fue condenado doce años después por un caso de abuso sexual. Parece que hay un tercer caso de 1969, que ocurrió diez años después de que el presunto culpable abandonara su relación con el coro. En suma, los casos hasta ahora denunciado se refieren a un periodo en que Georg Ratzinger no era tan siquiera director del coro.

Las precisiones del obispo de Ratisbona, publicadas en L’Osservatore Romano, fueron seguidas de una nota en la que “la Santa Sede se alegra de esta voluntad de transparencia en el seno de la Iglesia y espera que se actúe con la misma claridad en el seno de otras instituciones, públicas y privadas, si verdaderamente preocupa a todos el bien de la infancia”.

Hace veinticinco años, el partido de Los Verdes de Renania Westfalia pidió la supresión de los artículos 174 a 176 del Código Penal alemán, relativos a los abusos sexuales en situación de dependencia y a la pedofilia. Para justificar esa petición se decía: “La sexualidad practicada de común acuerdo es una forma de comunicación entre seres humanos de cualquier edad, sexo, religión o raza, y debe estar a salvo de toda limitación”. El sexo con niños “resulta para ambas partes agradable, productivo, estimula el desarrollo; en resumen: es algo positivo”. “Las relaciones sexuales entabladas de mutuo acuerdo no se deben criminalizar… No es aceptable que se amenace con penas de hasta diez años de prisión a adultos que se toman en serio los deseos sexuales de niños y adolescentes y mantienen con ellos relaciones amorosas”. Ese texto se modificó posteriormente, pero de entrada se aprobó con 76 votos a favor y 53 en contra y pasó a formar parte del programa del partido.

El caso de los verdes alemanes no constituye un hecho aislado. En el contexto de la revolución sexual de los sesenta y de la convergencia de planteamientos inspirados en Marx y en Freud, socavar los viejos tabúes de la moral sexual tradicional parecía un objetivo inseparable de la lucha contra el orden social capitalista-burgués. El fenómeno rebasa el ámbito de la política y se hace perceptible en la pedagogía y en la cultura en general. La erosión de los viejos valores se convierte en un elemento central del programa educativo antiautoritario y emancipador.

El hecho es que la exaltación de la sexualidad en todas sus modalidades implica admitir la pedofilia, en la teoría y en la práctica. Muchos experimentos de “estilos alternativos de vida”, que proliferan durante los años setenta y ochenta en occidente, con esas comunas en las que, en principio, todo se compartía, también incluían la iniciación sexual de los pequeños.

Conocemos el estrepitoso fracaso de esas fórmulas sociales pretendidamente revolucionarias, pero parece que nos cuesta extraer todas las lecciones que nos brinda su experiencia. Si se ponen determinadas causas, resulta inevitable que se sigan los efectos correspondientes. Ante los escandalosos sucesos de pedofilia que ocupan la atención pública de diversos países es de rigor la aplicación de la tolerancia cero y, en consecuencia, el castigo penal de los responsables. Parece igualmente oportuno revisar y endurecer códigos y reglamentos allí donde la legislación era demasiado laxa o dejaba inquietantes zonas de sombra.

Y además de atender a las víctimas y castigar a los culpables, es urgente adelantarse y trabajar en la prevención. Si no se incide en los factores culturales y educativos que, en buena medida, están en el origen de esos lamentables incidentes, gastaremos nuestra energía en perseguir efectos sin atacar las causas que los producen. La promiscuidad sexual como programa y como forma de vida tiene consecuencias. Algunas manifestaciones de la ideología de género, herederas de la revolución de los sesenta, pretenden haber dejado atrás los conceptos de naturaleza y de normalidad. Incluso la idea de identidad de género, construcción socio-cultural con que se intenta desplazar al sexo biológico, llega a estorbar, pues la mera noción de identidad impone limitaciones. Ahora priman conceptos como el de “transición”: no hay una identidad estable, sino un juego libre de transiciones, ayudadas o no por la cirugía y los tratamientos hormonales. El papel lo soporta todo, pero la realidad es notoriamente tozuda (ahí siguen sin inmutarse los virus y bacterias responsables de la extensión casi epidémica de las infecciones de transmisión sexual, que van a lo suyo al margen de lo políticamente correcto).

Se entiende, por ejemplo, que el gobierno inglés se muestre consternado por los numerosos casos de abusos físicos y sexuales producidos en los famosos internados británicos. Pero se entiende menos que, simultáneamente, ese mismo gobierno y el parlamento saquen adelante una ley de familia, infancia y educación que, pasando por encima de la voluntad de los padres, establece la educación sexual a partir de los cinco años de edad, con un enfoque que apunta de modo inevitable a la sexualización de la infancia. Otro ejemplo: el gobierno suizo va a distribuir millón y medio de preservativos de tamaño reducido, para uso de los chicos de doce años.

La ministra sueca de educación declaraba en los años sesenta: “Hay que enseñar a la gente a servirse de su sexo como a manejar los cubiertos. Cuando se sabe estar a la mesa, no se piensa más en ello. Con el sexo debe pasar lo mismo, no plantearse más el problema. Por otra parte, nada está mal, nada es anormal”. Quien siembra vientos, desde luego, recoge tempestades.

Poner a Dios cercano


El pasado día 19 de abril se cumplieron cinco años de la elección como Sumo Pontífice de Benedicto XVI. Con tal motivo el diario ABC ha publicado el día 20 en La Tercera de dicho periódico un artículo escrito por Mons.  Javier Echevarría,  Prelado del Opus Dei. El título: "Poner a Dios cercano".

Efectivamente, si algún resumen se pudiera hacer en estos cinco años de pontificado de Benedicto XVI, uno de los temas claves a tratar debería ser la alegría, la cercanía con que nos ha mostrado el rostro de Jesucristo, su amor a los hombres, su amable exigencia, su doctrina clara y firme.

A algunos enemigos de la Iglesia Católica les ha desconcertado. Pensaban encontrarse con un Papa serio y enérgico (en el sentido negativo del término), y se han topado con un pastor solícito por la salvación de las almas, preocupado por su bienestar material, que ama a todo el mundo de verdad. Y todo ello porque es un fiel discípulo de Jesús.

Esto no ha gustado a algunos, como se ha dicho, pero una inmensa mayoría ha salido en defensa del Papa, a pesar los ataques sibilinos y zafios de algunos medios de comunicación.

El cariño y veneración filiales con que están escritas las líneas de este artículo de Mons. Echevarría, son una muestra de ese reconocimiento de millones de personas, muchos incluso no creyentes, en la autoridad moral del Santo Padre, que les ha confortado en más de una ocasión, con su palabra cordial y precisa, llena de fe, con su doctrina expuesta clara y sencillamente.

 Se cumplen ahora cinco años de la elección del Cardenal Joseph Ratzinger como sucesor de San Pedro al frente de la Iglesia Católica. El 2 de abril de 2005 había fallecido Juan Pablo II. Las televisiones efectuaron un despliegue informativo sin precedentes. Y en medio de aquel clima de conmoción y de cariño hacia el Pontífice difunto, que aleteaba todavía por las calles de Roma, el 19 de abril de 2005 vimos por vez primera la figura amable del nuevo Papa en el balcón central de la Basílica de San Pedro.

Entre los motivos de reconocimiento a Benedicto XVI, quisiera resaltar su acción constante por dar a conocer al Dios cercano. Esta expresión -tomada del título de un libro del Cardenal Ratzinger sobre la Eucaristía- es también un modo afectuoso de hablar del Creador, que la fe nos muestra amoroso y próximo, interesado por la suerte de sus criaturas, como afirmaba un santo de nuestros días. En efecto, San Josemaría recordaba con frecuencia que, en medio del ajetreo cotidiano, a veces «vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando» (Camino, 267).

Dios, que no se halla sujeto al tiempo, asume el tiempo en Jesucristo y se entrega a la humanidad. Como recuerda a menudo el Papa, Dios se ha hecho hombre para que nosotros pudiéramos más fácilmente acogerlo y amarlo. Y, a lo largo de estos años, ha mostrado de modo incisivo, incansablemente, que Dios es Amor y que no se comienza a ser cristiano como fruto de una decisión ética o de una gran idea, sino por el encuentro con una Persona -Jesús de Nazaret- que abre un nuevo horizonte a la vida (Deus Caritas est, 1). En un mundo en el que Dios podría aparecer ausente o alejado, desentendido de los hombres, la catequesis del Papa lo acerca a la vida cotidiana, al caminar del hombre y la mujer del siglo XXI.

La tarea apostólica del cristiano consiste precisamente en ayudar a los demás a conocer a Jesús en medio de su existencia ordinaria, para que encuentren a Dios y hablen con Él en todo momento -no sólo en las circunstancias dolorosas-, conjugando un «Tú» y un «yo» llenos de sentido. Un «Tú» que, para los católicos, adquiere su máximo trato en el sacramento de la Eucaristía, fuente de la vida de la Iglesia.

Para quien se esfuerza en «vivir» la Santa Misa, cualquier actividad humana noble puede adquirir -por decirlo así- una dimensión litúrgica, precisamente por esa unión al Sacrificio de Cristo. Con este horizonte, las tareas familiares, profesionales y sociales que ocupan la mayor parte de la jornada de un ciudadano no le apartan del Señor; al contrario, las incidencias, las relaciones y los problemas que esas actividades llevan consigo pueden alimentar su oración. Apoyados en la gracia, hasta la experiencia de la debilidad, los contratiempos, el cansancio que conlleva todo esfuerzo humano, nos hacen más realistas, más humildes, más comprensivos, más hermanos de los demás. Y cualquier posible éxito y alegría, para quien camina al paso de Dios, es ocasión para dar gracias y recordar que hemos de estar siempre a su servicio y al de nuestros hermanos. Vivir en esa amistad con Dios -recuerda Benedicto XVI en su última encíclica- es el modo de transformar los «corazones de piedra» en «corazones de carne» (cfr. Ez 36, 26), haciendo la vida terrena más «divina» y, por tanto, más digna del hombre (Caritas in veritate, 79).

Jesús recorre los caminos de Palestina y advierte enseguida el dolor de sus contemporáneos. Por eso, cuando se conoce y ama al «Dios cercano», el cristiano no permanece indiferente ante la suerte de los demás. Es el «círculo virtuoso» de la caridad: la cercanía de Dios alimenta la cercanía con los hombres, provoca «la disponibilidad con los hermanos y una vida entendida como una tarea solidaria y gozosa.

Al contrario, la lejanía de Dios, la indiferencia hacia el Creador, conduce antes o después a desconocer los valores humanos, que pierden entonces su fundamento. «La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas. El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos» (Ibidem).

¿Cómo concibe Benedicto XVI su misión de cabeza de la Iglesia universal? En la Misa de comienzo del Pontificado, explicaba que la tarea del Pastor podría parecer gravosa, pero en realidad se alza como una tarea «gozosa y grande, porque es un servicio a la alegría de Dios, que quiere hacer su entrada en el mundo». En aquella misma ocasión afirmaba que «nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo», y «nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él» (Homilía, 24-IV-2005). Así entiende su misión el Papa: comunicar a los demás la alegría que procede de Dios. Suscitar en el mundo un nuevo dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor de Dios.

En estos cinco años de pontificado, no le han faltado al Papa ataques provocados por quienes están empeñados en arrojar al Creador del horizonte de la sociedad de los hombres; tampoco han estado ausentes los sufrimientos ante la incoherencia y los pecados de algunas personas llamadas a ser «sal de la tierra» y «luz del mundo» (Mt 5, 14-16). Nada de eso ha de extrañarnos, pues las dificultades forman parte del itinerario normal del cristiano, ya que no es el discípulo más que su maestro, como anunció Jesucristo: «Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15, 20). Al mismo tiempo, no olvidemos lo que añadió el Señor: «Si han guardado mi doctrina, también guardarán la vuestra» (Ibidem).

Aquí reside el optimismo indestructible del cristiano, alentado por el Espíritu Santo, que no desampara nunca a la Iglesia. Historia docet: ¡cuántas veces, en el curso de veinte siglos, se han alzado voces agoreras, anunciando el fin de la Iglesia de Cristo! Sin embargo, a impulsos del Paráclito, superadas las pruebas, se ha mostrado luego más joven y más bella, más llena de energías para conducir a los hombres por las sendas de la salvación. Lo hemos visto en estos años: la autoridad moral e intelectual del Papa, su proximidad e interés por los que sufren, su firmeza en la defensa de la Verdad y del Bien, siempre con caridad, ha fortalecido a hombres y mujeres de todas las creencias. El Romano Pontífice sigue siendo un foco que ilumina las intrincadas vicisitudes terrenas.

En el cumplimiento de mi tarea episcopal, millares de personas de buena voluntad -católicos y no católicos, también numerosos no cristianos- me han confiado que las respuestas sólidas y esperanzadoras de Benedicto XVI ante los diversos dramas de la Humanidad han supuesto para ellos una confirmación en el Evangelio, o un motivo de acercamiento a la Iglesia y, sobre todo, un renovado interés por aproximarse al «Dios cercano» que el Papa proclama. Somos muchos los que nos sentimos diariamente enriquecidos por este anuncio alegre de Benedicto XVI, sazonado por la luz de la fe, expuesto con todos los recursos de la inteligencia, con un lenguaje cristalino y con el testimonio de su relación personal con Jesucristo. Que el Señor nos los conserve por muchos años como guía de la Iglesia, para bien de la Humanidad entera.

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