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miércoles, 22 de enero de 2014

Carta del Prelado del Opus Dei, anunciando la Beatificación de Don Alvaro del Portillo

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Con gran agradecimiento a Dios, os comunico que ayer tarde, poco después de regresar de la India, recibí la confirmación de que el Santo Padre Francisco ha concedido, acogiendo la petición que le dirigí —con motivo del elevadísimo número de personas que deseaban acudir a la beatificación del queridísimo venerable don Álvaro—, que esa ceremonia tenga lugar en Madrid, el 27 de septiembre de 2014. Se da además la circunstancia de que este año, en el que se cumplirá ese acto en esa ciudad, coincide con el centenario de su nacimiento, que ocurrió precisamente en la capital de España el 11 de marzo de 1914. Por otro lado, según la praxis vigente desde el 20 de septiembre de 2005 —Benedicto XVI estableció que el Papa sólo presidiera la ceremonia de las canonizaciones—, la beatificación será celebrada por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato.

Aunque más adelante se concretarán otros detalles sobre los distintos actos en Madrid y en Roma, me urgía transmitiros esta noticia, que debe llenarnos de gozo, al tiempo que queremos vivirla para gloria de Dios, y servicio a la Iglesia y a las almas.

Os pido que, en esta fase de singular alegría, os unáis a mi gratitud al Papa, por la decisión de que se proceda a la beatificación de este obispo —para todos nosotros, en años anteriores, hermano; y luego Padre— que tanto amó y sirvió a la Iglesia Santa. Desde ahora encomendemos a don Álvaro las intenciones del Santo Padre: la renovación apostólica y el servicio a Dios de todos los cristianos, la promoción y ayuda de los más necesitados, el próximo Sínodo sobre la familia, la santidad de los sacerdotes, y tantas peticiones que dirige al Pueblo de Dios.

Os sugiero que aprovechéis estos meses previos a la beatificación —yo también lo haré— para seguir más de cerca las huellas de don Álvaro: pasos de fidelidad al Señor, a la Iglesia, al Papa, a San Josemaría, a sus hermanas y hermanos, a sus amigos, a sus hijos en la Obra. Al repasar tantos puntos luminosos de su vida, y conocer mejor sus escritos, procuremos imitar su amor a Dios y a los demás, su deseo de cumplir siempre y en todo la Voluntad divina, su celo apostólico y su capacidad de servir a las almas, así como su disponibilidad para llevar en primera persona la carga santa de la Obra, que ahora está en vuestras manos y en las mías.

Don Álvaro infundía paz en los corazones: es algo que comentan muchas personas que le han tratado o que le han conocido a través de los vídeos de tertulias y viajes pastorales. Hija mía, hijo mío: ahora le suplicamos que nos consiga de Dios un profundo gaudium cum pace en el corazón, también para quienes en algún momento han estado en contacto con la labor del Opus Dei. Y roguemos además al próximo Beato por la paz en el mundo, surcado por tanta guerra y conflicto.

Con todo cariño, os bendice

vuestro Padre + Javier

Roma, 22 de enero 2014 

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