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sábado, 11 de abril de 2020

La Pandemia que reta a la sociedad

Hermenegildo de la Calle
En estos tiempos se habla mucho de solidaridad; la solidaridad está en boca de todos; se respira solidaridad en el ambiente y todos nos sentimos solidarios…. pero qué significado tiene y cómo se practica la solidaridad. Somos solidarios con alguien cuando nos adherimos y apoyamos sus actuaciones para conseguir un objetivo, estableciéndose una interrelación personal voluntaria y responsable apoyando los medios necesarios para conseguir el objetivo común que se estima beneficioso.  
En la actual pandemia de coronavirus, estamos sufriendo un impacto brutal en términos de salud, así como social y económico. El enemigo común es bien conocido, el coronavirus, y el objetivo actual está claro y no es otro que evitar su propagación entre las personas y sus posibles consecuencias. En estos momentos, a falta de un tratamiento eficaz o una vacuna contra el virus, el procedimiento que se ha mostrado más eficaz para contener el avance del virus y sus nefastas consecuencias es el aislamiento o confinamiento y el distanciamiento social, además de elementales medidas higiénicas. Pero para que el confinamiento sea eficaz se requiere el compromiso responsable e individual de llevarlo a cabo lo más estrictamente posible con el íntimo convencimiento de que de esta manera podemos alcanzar el doble objetivo de no contagiarnos y de no constituir una fuente de contagio para los demás.
Componentes emocionales a flor de piel, nos hacen ahora sentirnos solidarios con nuestro personal sanitario que lucha en primera fila contra el virus y con otros muchos colectivos profesionales, véase fuerzas de seguridad del Estado, militares, bomberos, transportistas, empleados de supermercados, servicios de limpieza, etc. etc. que nos protegen y aseguran los abastecimientos de productos de primera necesidad; podríamos decir que esta es una solidaridad obligada pero, digamos también, fácil de demostrar; la cuestión surge cuando las noticias nos dan cuenta de comportamientos claramente insolidarios, a todas luces minoritarios, pero en número significativo y en aumento. La insolidaridad surge cuando no se acatan las normas impuestas obligatoriamente para conseguir el objetivo deseado, en este caso, evitar la propagación del virus, convirtiéndonos así en potenciales propagadores de la infección y en un peligro para los demás. Actividades insolidarias son todas aquellas que son consecuencia de una interpretación retorcida y personal de la normativa, para la que muchos muestran una habilidad inusitada para encontrar resquicios y fisuras por las que poder burlar la norma, estableciendo el principio del "sálvese el que pueda"; esta es una práctica que aunque no secundada por la mayoría, sin embargo, encuentra, muchas veces, un nivel de tolerancia social incomprensible, amparando al listillo y al pícaro que hace de la trampa y el engaño una forma de vida, mientras la mayoría acata con disciplina la norma impuesta.
En países asiáticos, como Corea, China o Singapur las medidas de confinamiento han funcionado mejor que en Europa lo que ha contribuido al mejor control de la pandemia; como asegura Byung-Chul Han, filósofo coreano establecido en Berlín, en una publicación reciente, la población de estos países tiene "una mentalidad más autoritaria que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa". Las actitudes insolidarias son socialmente preocupantes; el virus tiende a aislarnos y nos individualiza, de forma que cada uno se preocupa de su propia supervivencia; la solidaridad debe ir más allá que el mero distanciamiento personal, tenemos que entender que cuidarnos individualmente incluye también cuidar de los otros, y que es necesario que nos planteemos racional-mente cambios de comportamiento y modificación de determinados hábitos como nuestra ilimitada y destructiva movilidad con objeto de protegernos a nosotros y a nuestro planeta.
La pandemia viral ha puesto de manifiesto que junto a comportamientos solidarios hay otros que practican la insolidaridad en plena crisis...... cuando esta crisis se supere y poco a poco vaya entrando en el oscuro mundo del olvido ¿qué quedará de la solidaridad de la que ahora tanto hacemos gala?

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