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jueves, 16 de abril de 2020

La Pandemia del COVID-19... una gran oportunidad ... Reflexiones

La pandemia que estamos padeciendo nos obliga a múltiples reflexiones acerca de la misma y del mundo en que vivimos. Lógicamente, lo más inmediato en estos momentos es el debate acerca de cómo empezó esto, cómo se ha propagado, si nos dimos cuenta, o no, con la debida prontitud de su gravedad, si se tomaron, o no, las medidas oportunas en su momento, cuál debe ser el reparto de responsabilidades, etc, etc,; pero no es menos lógico, levantar un poco nuestra mirada y analizar qué enseñanzas podemos obtener de esta crisis y que debemos aprender. 
En los últimos años, a través de diferentes portavoces, se han alzado voces llamando la atención acerca de los dos grandes fantasmas que amenazan a la humanidad; por una parte, una extinción rápida como consecuencia de un conflicto nuclear masivo, o un planeta tóxico debido a una debacle nuclear limitada; y por otra, una extinción más lenta como consecuencia de un calentamiento global descontrolado. Enfrentarse a estas amenazas exige un cambio global en nuestra forma y estilo de vida; llevar a cabo esta profunda transformación requiere un esfuerzo conjunto, el mayor de toda la historia de la humanidad, de planificación, modificación del sistema económico, investigación, inversión, educación pública y protección social.
Con esta visión en mente qué significado podemos dar a la actual crisis mundial provocada por el coronavirus…. todos sabemos que cuando se construye un puente, antes de abrirlo para su uso cotidiano, se le somete a pruebas de carga extrema para valorar su resistencia….esta pandemia ¿no podríamos suponerla como una prueba de carga, ante otras posibles y futuras pandemias incluso más agresivas que la actual?, o tal vez ¿no podría convertirse en una oportunidad para probar nuestra resistencia a posibles catástrofes naturales, o no, más destructivas que la pandemia actual? 
Indudablemente, nuestro forma de vida actual se ha visto sometida a un test de esfuerzo imprevisto; no ha sido un cataclismo nuclear o una consecuencia directa del calentamiento global, sino un pequeño microorganismo de una gran virulencia y capacidad de difusión, ¡algo impensable hace unos meses!. No podemos aceptar que volver a la "normalidad", sea, sencillamente, recuperar la "normalidad" previa a esta pandemia; esa "normalidad" ha mostrado demasiados puntos débiles como para demostrar que es un mecanismo eficaz de defensa de la humanidad. Debemos hacer un buen diagnóstico y sacar conclusiones para construir una nueva "normalidad" en la que nos podamos sentir protegidos frente a crisis que se ciernen sobre el futuro de la humanidad. 
Nuestro sistema sanitario público ha resistido, a duras penas, la embestida pero indudablemente tiene que ser reforzado; la consideración y tratamiento de las personas ancianas alojadas en las residencias, denominadas de mayores, debe ser revisado y profundamente reformado; tenemos que afrontar una mayor digitalización y difusión de los modernos sistemas de intercomunicación; tras la deslocalización de numerosas industrias durante los últimos años a otros países en busca de mayores beneficios económicos, se hace necesario, recuperar una producción propia de materiales básicos de supervivencia que elimine la dependencia de terceros países y un plan de almacena-miento logístico de dichos materiales en previsión de nuevos acontecimientos; hay que incentivar la investigación en todos los campos de la ciencia; ya que como se ha puesto de manifiesto, ninguna nación tiene la fortaleza económica suficiente para afrontar esta crisis, necesitamos reformar nuestras instituciones supranacionales haciéndolas más eficaces y solidarias; algo que también se ha hecho patente es la existencia de grandes desigualdades entre la población, consecuencia, del capitalismo neoliberal imperante en el que el mercado se muestra incapaz de corregir dichas desigualdades, y que en opinión de muchos economistas, como Thomas Piketty, Branco Milanovic y J.K. Galbraith, entre otros, necesita una profunda reforma con una mayor participación democrática, concluyendo que para que nuestro sistema económico siga funcionando es absolutamente necesario frenar la desigualdad.
Las lecciones que podemos extraer de esta pandemia son muchas y muy importantes y las conclusiones y su aplicación global deben alumbrar un orden nuevo económico y social; es mucho lo que nos jugamos, nada menos que nuestra supervivencia como especie humana. 

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