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lunes, 10 de septiembre de 2018

Elegidos para existir y vivir

Carlo Caffarra, "No anteponer nada a Cristo: Reflexiones y apuntes póstumos"

Cuando un hombre y una mujer deciden dar origen a una vida humana, sólo pueden desear un hijo. No tienen ninguna posibilidad de elegir este niño en lugar de aquél. Mis padres no me querían a mí, sino un niño, un hijo. Que el hijo deseado fuera yo, era algo que no estaba en sus manos. Lo impersonal no puede dar origen a lo personal; la naturaleza no puede llegar a decir “yo”. Una persona puede surgir sólo de la Persona. En el origen de mi ser no puede haber más que un acto de inteligencia y de elección: era conocido antes de existir y fui elegido entre otros posibles infinitos. La fe cristiana, en profunda sintonía con las exigencias explicativas de la razón, enseña que cada persona humana individualmente está creada por Dios mismo. Más concretamente, el espíritu humano puede tener origen directo e inmediato en Dios mismo. Ahora bien, la persona, en su núcleo fundamental, está constituida en el hombre por el alma simplemente espiritual. En palabras más sencillas: ninguno de nosotros existe por casualidad o por necesidad; cada uno de nosotros ha sido querido y elegido por Dios mismo. […] Esta posición originaria imprime en nuestra libertad, en su ejercicio, un significado indestructible. Si la persona humana, cada persona humana, ha sido pensada y deseada por Dios mismo, a cada uno de nosotros se le ha conferido una tarea, es depositario de una “misión” confiada, precisamente, a su libertad. El sentido de la vida no debe ser inventado, sino descubierto.

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