(RV).- La televisión pública flamenca de Bélgica VRT transmitió el
pasado jueves, la entrevista informal de unos chicos belgas al Papa Francisco,
el 31 de marzo pasado, realizada en el Palacio Apostólico Vaticano. La
iniciativa nació de un proyecto de comunicación de la pastoral juvenil de
Flandes. Los chicos acompañados por mons. Lucas Van Looy, obispo de Gante,
hicieron sus preguntas en inglés y el Papa respondió en italiano. Fue un
encuentro alegre y familiar, en un clima de gran sencillez: entre los jóvenes
se encontraba también una chica no creyente que afirmó estar inspirada por las
palabras del Papa Francisco. Preguntaron ante todo por qué había aceptado esta
entrevista. El Papa respondió que para él es un servicio precioso hablarle a
las inquietudes de los jóvenes. Luego, le fue formulada una pregunta
espontánea: “¿Ud. es feliz? ¿Y por qué?”:
“¡Absolutamente! Absolutamente [ríe] ¡soy feliz!… Y es también una
felicidad tranquila, porque a esta edad no es la misma felicidad de un joven,
hay una diferencia. Una cierta paz interior, una paz grande, felicidad, que
también viene con la edad. Y también con un camino que siempre ha tenido
problemas. También ahora hay problemas, pero esta felicidad no se va con los
problemas, no: ve los problemas, los sufre y luego va adelante, hace algo por
resolverlos y va adelante. Pero en lo profundo del corazón existe esta paz y
esta felicidad. Es una gracia de Dios, para mí, verdaderamente. Es una gracia.
No es mérito mío”.
Los chicos preguntaron el motivo del gran amor de Francisco por
los pobres: “Porque es el corazón del Evangelio”, respondió el Papa:
“Para mí, el corazón del Evangelio es de los pobres. He escuchado,
hace dos meses, que por esta razón una persona dijo: ‘¡Este Papa es
comunista!’. ¡No! Ésta es una bandera del Evangelio, no del comunismo: del
Evangelio. La pobreza sin ideología, la pobreza… Y por este motivo creo que los
pobres están al centro del anuncio de Jesús. Basta leerlo. El problema es que
después esta actitud hacia los pobres, algunas veces, en la historia ha sido
ideologizada”.
La muchacha no creyente preguntó al Papa que mensaje tiene para
todos los jóvenes:
“Todos somos hermanos. Creyentes, no creyentes, o de una confesión
religiosa o de la otra, judíos, musulmanes… ¡Todos somos hermanos! El hombre
está al centro de la historia, y para mí esto es muy importante: el hombre está
al centro. En este momento de la historia, el hombre ha sido expulsado del
centro, ha resbalado hacia la periferia, y al centro – al menos en este momento
– está el poder, el dinero y nosotros tenemos que trabajar por las personas,
por el hombre y la mujer, que son la imagen de Dios”.
Hoy, continuó el Papa, “hemos entrado en una cultura del
descarte”: “son expulsados los niños - no queremos niños-, menos familias
pequeñas: no se desean niños, son expulsados los ancianos: tantos ancianos
mueren por una eutanasia escondida, porque no se ocupan de ellos y mueren. Y
ahora son expulsados los jóvenes”. El Papa recordó que en Italia la
desocupación juvenil de los 25 años para abajo es casi del 50 por ciento. Pero
recordando sus encuentros con algunos jóvenes políticos argentinos, afirmó
tener confianza en ellos y en su deseo, de hechos concretos:
“Y estoy contento porque ellos, ya sean de izquierdas o de
derechas, hablan una música nueva, con una música nueva, un nuevo estilo de
política. Y aquello me da esperanza. Y yo creo que la juventud, en este momento,
debe tomar la luz e ir adelante. ¡Que sean valientes! Esto me da esperanza”.
Respondiendo a una pregunta sobre la búsqueda de Dios, el Papa
responde:
“Cuando el hombre se encuentra a sí mismo, busca a Dios”. “A lo
mejor no consigue encontrarlo, pero va por un camino de honestidad, buscando la
verdad, por un camino de bondad, y un camino de belleza... es un buen camino y
¡encontrará a Dios seguro! Tarde o temprano, pero lo encontrará. Pero el camino
es largo y algunas personas no lo encuentran en la vida. No lo encuentran
conscientemente. Pero son verdaderos y honestos consigo mismos, muy buenos y
muy amantes de la belleza, que al final tienen una personalidad muy madura,
capaces de un encuentro con Dios, que siempre es una gracia. Porque el
encuentro con Dios es una gracia”.
Un joven le pregunta qué le han enseñado sus errores. Papa
Francisco afirma que los errores son “grandes maestros de la vida”:
“Grandes maestros: te enseñan tanto. También te humillan, te
enseñan tanto. También te humillan, porque uno puede sentirse súper hombre, una
súper mujer... y tú te equivocas y esto te humilla y te pone en tu sitio. Yo no
diría que de todos mis errores he aprendido: creo que de algunos no he
aprendido, porque soy testarudo –ríe- y no es fácil aprender. Pero de tantos
errores he aprendido y esto me ha hecho bien, me ha hecho bien. Y también
reconocer los errores. Me he equivocado aquí, me he equivocado allá, me
equivoco allá... Y también estar atento para no volver al mismo error”.
Una chica le pregunta: “¿Tiene un ejemplo concreto de cómo ha
aprendido de un error?”:
“Por ejemplo, en la conducción de la vida de la Iglesia: yo fui
nombrado superior muy joven y he cometido muchos errores con el autoritarismo,
por ejemplo. Yo era muy autoritario: a los 36 años… Y después, he aprendido que
se debe dialogar, se debe escuchar que piensan los otros… ¡Pero esto no se
aprende de una vez para siempre! ¡Es un largo camino!”.
Llega después otra pregunta espontánea: “¿De qué tiene miedo
usted?”
“¡Eh, de mí mismo! [Ríe] Miedo… pero mira, en el Evangelio, Jesús
repite mucho: ¡No tengan miedo! Tantas veces lo dice, ¿no? ¿Y por qué? Porque
Él sabe que el miedo es una cosa diría ‘normal’. Nosotros tenemos miedo de la
vida, tenemos miedo de tantos retos, tenemos miedo delante de Dios. Todos
tenemos miedo, todos. Tú no debes preocuparte de tener miedo. Debes sentirlo,
pero no tienes que temerlo, y luego debes pensar: ¿Por qué tengo miedo? Y
delante de Dios y delante de ti misma buscar de aclarar la situación o pedir
ayuda a otro. El miedo no es un buen consejero, porque te aconseja mal”
Entonces explica que “existe el miedo malo y el miedo bueno. El
miedo bueno es como la prudencia”: ayuda a no hacernos caer. Y existe el miedo
malo: aquel que te anula y no te deja hacer nada. Y es necesario rechazarlo.
Finalmente la última pregunta de los jóvenes al Papa fue
particular: “¿Tiene usted una pregunta para nosotros?”:
“No es original, la pregunta que les quiero hacer. La tomo del
Evangelio. ¿Dónde está tu tesoro? Ésta es la pregunta. ¿Dónde reposa tu
corazón?, ¿Sobre qué tesoro reposa tu corazón? Porque donde está tu tesoro será
tu vida… Ésta es la pregunta que les hago, pero deberán responderla a ustedes
mismos, solos [ríe] en su casa…”.
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