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domingo, 29 de septiembre de 2013

Papa Benedicto: "Querido Odifreddi, le cuento quién era Jesús"

Por el interés que ha suscitado, ofrecemos una traducción al español de un extracto de la carta que el papa Benedicto XVI dirigió al matemático y escritor ateo Piergiorgio Odifreddi, y que está publicada originalmente en el blog que este autor mantiene en el diario La Repubblica  


Ilustrísimo señor profesor Odifreddi, (...) quisiera darle las gracias por haber intentado hasta en el detalle confrontarse con mi libro, y de esta forma, con mi fe: precisamente esto es en gran parte lo que había pretendido en mi discurso a la Curia Romana con ocasión de la Navidad de 2009. Debo darle las gracias también por la forma leal en que ha tratado mi texto, intentando sinceramente hacerle justicia.

Mi juicio sobre su libro en su conjunto, en cambio, es en sí mismo más bien chocante. He leído algunas partes con placer y provecho. En otras partes, sin embargo, me ha sorprendido una cierta agresividad y lo descuidado de la argumentación. (...)

Varias veces, usted me observa que la teología sería ciencia ficción. Al respecto, me sorprende que usted, sin embargo, considere mi libro digno de una discusión tan detallada. Permítame proponerle respecto a esta cuestión cuatro puntos:

1. Es correcto afirmar que “ciencia”, en el sentido más estricto de la palabra, lo es solo la matemática, aunque he aprendido de usted que incluso aquí sería oportuno distinguir entre la aritmética y la geometría. En todas las materias específicas, la cientificidad tiene cada vez su propia forma, según la particularidad de su objeto. Lo esencial es que aplique un método verificable, excluya el arbitrio y garantice la racionalidad en sus respectivas modalidades distintas.

2. Usted debería por lo menos reconocer que, en el ámbito histórico y en el del pensamiento filosófico, la teología ha producido resultados duraderos.

3. Una función importante de la teología es la de mantener la religión ligada a la razón y la razón a la religión. Ambas funciones son de esencial importancia para la humanidad. En mi dialogo con Habermas mostré que existen patologías de la religión y – no menos peligrosas – patologías de la razón. Ambas necesitan una de la otra, y tenerlas continuamente conectadas es una tarea importante de la teología.

4. La ciencia ficción existe, por otro lado, en el ámbito de muchas ciencias. Lo que usted expone sobre las teorías sobre el inicio y el fin del mundo en Heisenberg, Schrödinger ecc., lo designaría como ciencia ficción en el buen sentido: son visiones y anticipaciones, para llegar a un verdadero conocimiento, pero son, precisamente, sólo imaginaciones con las que intentamos acercarnos a la realidad. Existe, por otro lado, ciencia ficción a gran escala también dentro de la teoría de la evolución. El gen egoísta de Richard Dawkins es un ejemplo clásico de ciencia ficción. El gran Jacques Monod escribió frases que él mismo incluiría en su obra seguramente sólo como ciencia ficción. Cito: "La aparición de los Vertebrados tetrápodos... se origina por el hecho de que un pez primitivo "decidió" ir a explorar la tierra, sobre la que sin embargo era incapaz de trasladarse sino saltando de un modo torpe y creando así, como consecuencia de una modificación de comportamiento, la presión selectiva gracias a la cual se habrían desarrollado los miembros robustos de los tetrápodos. Entre los descendientes de este audaz explorador, de este Magallanes de la evolución, algunos pueden correr a una velocidad superior a los 70 km por hora..." (citado según la edición italiana Il caso e la necessità, Milán 2001, pág. 117 y ss.).

En todas las temáticas discutidas hasta ahora se trata de un dialogo serio, por el que yo – como he dicho ya repetidamente – estoy agradecido. Las cosas son diferentes en el capítulo sobre el sacerdote y sobre la moral católica, y aún más en los capítulos sobre Jesús. En cuanto a lo que dice usted del abuso moral de menores por parte de sacerdotes, puedo – como usted sabe – tomar nota sólo con profunda consternación. Nunca he intentado tapar estas cosas. Que el poder del mal penetre hasta tal punto en el mundo interior de la fe es para nosotros un sufrimiento que, por una parte, debemos soportar, mientras que, por la otra, debemos al mismo tiempo hacer todo lo posible para que casos de este tipo no se repitan. No es tampoco motivo de consuelo saber que, según las investigaciones de los sociólogos, el porcentaje de sacerdotes reos de estos crímenes no es más alta que la presente en otras categorías profesionales semejantes. En todo caso, no se debería presentar ostentosamente esta desviación como si se tratara de una inmundicia específica del catolicismo.

Si bien no es lícito callar sobre el mal en la Iglesia, tampoco se debe callar la gran estela luminosa de bondad y de pureza que la fe cristiana ha trazado a lo largo de los siglos. Hay que recordar a las grandes y puras figuras que la fe ha producido -  de Benito de Nursia y su hermana Escolástica, a Francisco y Clara de Asís, a Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, a los grandes Santos de la caridad como Vicente de Paúl y Camilo de Lellis hasta Madre Teresa de Calcuta y a las grandes y nobles figuras de la Turín del siglo XIX. Es verdad también hoy que la fe empuja a muchas personas al amor desinteresado, al servicio a los demás, a la sinceridad y a la justicia. (...)

Lo que usted dice sobre la figura de Jesús no es digno de su categoría científica. Si usted plantea la cuestión como si de Jesús, en el fondo, no se supiera nada y que de Él , como figura histórica, nada fuese posible saber, entonces puedo sólo invitarle de modo decidido a hacerse un poco más competente desde un punto de vista histórico. Le recomiendo para esto sobre todo los cuatro volúmenes que Martin Hengel (exegeta de la Facultad teológica protestante de Tübinga) publicó junto con Maria Schwemer: es un ejemplo excelente de precisión histórica y de amplísima información histórica. Frente a esto, lo que dice usted sobre Jesús es un hablar descuidado que no debería repetir. Que en la exegesis se hayan escrito muchas cosas de poca seriedad es, por desgracia, un hecho incontestable. El seminario americano sobre Jesús que usted cita en las páginas 105 y ss. confirma solo otra vez lo que Albert Schweitzer había notado respecto a la Leben-Jesu-Forschung (Investigación sobre la vida de Jesús) es decir, que el llamado "Jesús histórico" es más bien el espejo de las ideas de los autores. Tales formas mal logradas de trabajo histórico, sin embargo, no comprometen en absoluto la importancia de la investigación histórica seria, que nos ha llevado a conocimientos seguros y ciertos sobre el anuncio y la figura de Jesús.

(...) Además debo rechazar con fuerza su afirmación (pag. 126) según las cuales yo habría presentado la exegesis histórico-critica come un instrumento del anticristo. Tratando el relato de las tentaciones de Jesús, sólo he retomado la tesis de Soloviev, según la cual la exégesis histórico-crítica puede ser usada también por el anticristo – lo que es un hecho incontestable. Al mismo tiempo, sin embargo, siempre – y en particular en el prólogo al primer volumen de mi libro sobre Jesús de Nazaret – he aclarado de modo evidente que la exegesis histórico-crítica es necesaria para una fe que no propone mitos con imágenes históricas, sino que reclama una historicidad verdadera y por ello debe presentar la realidad histórica de sus afirmaciones también de modo científico. Por esto no es tampoco correcto que usted diga que yo me habría interesado solo en la metahistoria: todo lo contrario, todos mis esfuerzos tienen el objetivo de mostrar que el Jesús descrito en los Evangelios es también el real Jesús histórico; que se trata de historia realmente ocurrida. (...)

Con el 19° capítulo de su libro volvemos a los aspectos positivos de su dialogo con mi pensamiento. (...) A pesar de que su interpretación de Jn 1,1 está muy lejos de lo que el evangelista pretendía decir, existe sin embargo una convergencia que es importante. Si usted, sin embargo, quiere sustituir a Dios con “la naturaleza”, sigue estando la pregunta de qué o quién es esta naturaleza. En ningún lugar usted la define, por lo que aparece como una divinidad irracional que no explica nada. Quisiera, sin embargo, sobre todo hacer notar que en su religión de las matemáticas no se tienen en cuenta tres temas fundamentales de la existencia humana: la libertad, el amor y el mal. Me sorprende que usted de un solo plumazo liquide la libertad, que sin embargo es y ha sido el valor fundamental de la época moderna. El amor, en su libro, no aparece y tampoco hay información alguna sobre el mal. Diga lo que diga la neurobiología sobre la libertad, en el drama real de nuestra historia esta está presente como realidad determinante y debe ser tomada en consideración. Pero su religión matemática no conoce información alguna sobre el mal. Una religión que descuida estas preguntas fundamentales se queda vacía.

Ilustrísimo señor profesor, mi crítica a su libro en parte es dura. Pero la franqueza forma parte del dialogo; solo así puede crecer el conocimiento. Usted ha sido muy franco y así también aceptará que yo lo sea. En todo caso, sin embargo, valoro muy positivamente el hecho de que usted, a través de su confrontación con mi Introducción al cristianismo, haya buscado un dialogo tan abierto con la fe de la Iglesia católica y que, a pesar de todos los contrastes, en el ámbito central, no falten del todo convergencias.

Con cordiales saludos y todo buen augurio por su trabajo.

Benedicto XVI

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