Aunque los canales del tiempo vaticinaban frío, lluvia, incluso nieve, la climatología se alió esta tarde con ese medio millón largo de personas (800.000 según los convocantes) que se ha echado valientemente a la calle para mostrar su desacuerdo con un proyecto de ley que fue una de las promesas electorales del hoy presidente socialista François Hollande para 'cambiar la República en clave de justicia social'.
Para Frigide Barjot, la extravagante humorista católica que se declara pro-gay y anarco-de derechas, esta concentración ciudadana 'no tiene nada que ver con la religión ni con las ideologías, ni mucho es homófoba, como quieren hacer creer sus enemigos'. La cofundadora de 'Manif pour Tous', que desfiló vestida de rosa –su color favorito– insistió en que se trata, ante todo, de 'defender los derechos de los niños y garantizar mediante la ley que tengan un padre y una madre'.
Por ahí iban la mayoría de los eslóganes y pancartas que se vieron este tarde en los tres cortejos que el colectivo había programado en la orilla izquierda del Sena. Tres mareas humanas procedentes de Denfert Rochereau, la Plaza de Italia y la Porte Maillot, que fueron a juntarse en la explanada del Champs de Mars, frente a la icónica Torre Eiffel, donde un espectáculo de música, ballet y circo entretuvo a las miles de familias que aguantaron estoicamente las temperaturas descendentes.
A dichas procesiones habría que sumar una cuarta montada en clave indie por la asociación ultra Civitas, que comparte causa con 'Manif pour Tous', pero no métodos, y efectuó un trayecto paralelo desde la Plaza Pinel hasta la Plaza Fauvin.
De fuera de la ciudad llegaron cinco trenes de alta velocidad y 900 autobuses que transportaron a los manifestantes desde las provincias, precisamente el primer días en que el Plan Vigirate ha extremado sus precauciones por temor a un atentado terrorista tras las operaciones militares de Francia en Malí y Somalia contra terroristas islamistas.
Hubo algunas salidas de tiesto como aquellas voces que compararon a Hollande con Hitler, por 'estar actuando sin escuchar a la calle'. Pero, en general, no se registraron altercados con grupos de oponentes –como sucedió el pasado 17 de noviembre, cuando las activistas feministas desnudas de Femen provocaron a la comitiva y la cosa degeneró en tortazos–, ni en las propias movilizaciones se permitió la presencia de exaltados. Los cuales habían preferido sumarse a los ultra-catos de Civitas y ¡hay que ver qué miedo daban los jóvenes del Grupo Unión Defensa con sus pasamontañas negros y sus cruces célticas!
'Un cambio en la civilización francesa'
La heterogénea comitiva se quejaba de que la nueva ley supondrá un 'un cambio en la civilización francesa' y cada uno de los manifestantes tenía ideas diversas sobre cómo encauzar el debate. ¿Un referéndum? ¿Aprobar bodas entre personas del mismo sexo que ya son legales en 11 países –incluido España- pero no la adopción? ¿Quedarse con el modelo de unión legal de parejas de hecho (PACS ) que tan bien ha funcionado en el hexágono hasta ahora?
Aunque oficialmente los distintos portavoces religiosos del país prefirieron abstenerse de participar ('para no hacer un frente común de todas las confesiones contra el gobierno del PS'), en la 'Manif por Tous' no faltaron judíos, musulmanes, protestantes, cristianos ortodoxos ni católicos e incluso había miembros de la comunidad gay contrarios a la ley Taubira. Desde el arzobispo de París André Vingt-Trois hasta el presidente de la conservadora UMP Jean-François Copé, pasando por Marion Marechal-Le Pen y hasta algún socialista con criterio propio, muchas caras conocidas se unieron a esta kermesse de vocación tradicionalista y familiar.
Sólo dos días antes, la ministra de Justicia Christiane Taubira había asegurado que el gobierno mantendrá el proyecto de ley independientemente del tamaño de la manifestación del domingo. '¡Jospin vuelve!', gritaban algunos presentes recordando que en los tiempos del ex jefe de gobierno socialista se aprobó el PACS (1998) pero no se fue mas allá. Ahora la nueva camada de dirigentes del PS quiere pasar a una velocidad superior. Pero Francia se halla dividida.
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