Al cumplirse hoy cinco años del pontificado de Benedicto XVI, el escritor Juan Manuel de Prada publica en su columna de opinión del diario ABC un excelente artículo en el que, al hilo de una reciente entrevista al Cardenal Rouco, presenta en toda su hondura las raíces últimas de la “campaña desquiciada” que está sufriendo el Santo Padre.
En un artículo muy atinado que el semanario «Alfa y Omega» publicaba el pasado jueves el vaticanista Sandro Magister reflexionaba sobre los cinco años de papado de Benedicto XVI a la luz de una paradoja recurrente: allá donde el Papa más se ha esforzado por ejercitar de forma inequívoca su misión de guía ha sido precisamente donde de forma más agria y belicosa se le ha combatido, en un intento desquiciado por negar ese esfuerzo. En donde se demuestra que hemos alcanzado ese último capítulo de la Historia en que la ofuscación de nuestra capacidad de juicio nos permite llamar luz a las tinieblas y tinieblas a la luz, según profetizara Isaías.
Sólo así se explica que un Papa que invita a predicar en un sínodo a un rabino judío sea caracterizado como un enemigo de los judíos. Sólo así se explica que un Papa que se ha esforzado por presentar a Dios como logos, que se ha preocupado por trabar diálogo con el pensamiento filosófico de su época haya tenido que renunciar a visitar una Universidad. Sólo así se explica que el Papa que ha incorporado a la comunión a un sector del anglicanismo y limado asperezas con las iglesias ortodoxas sea tildado de antiecuménico.
Sólo así se explica que un Papa que se ha esfozado por revitalizar el legado del Concilio Vaticano II, favoreciendo su injerto en el tesoro de la Tradición, sea acusado de retrógrado. Y, en fin, sólo así se explica que un Papa que desde el comienzo de su pontificado, y aun antes, se ha empleado con denuedo en combatir la suciedad que anida en el seno de la Iglesia, adoptando medidas quirúrgicas sin que jamás le haya temblado el pulso y extremando el celo en el escrutinio de las vocaciones religiosas, haya sido acusado sin pruebas (o con pruebas tergiversadas de forma soez) de amparar abusos sexuales, en una campaña desquiciada que pretende presentarlo ante el mundo como un delincuente.
Y todo ello, ¿por qué? El cardenal Rouco, en una magnífica entrevista publicada en la misma entrega del semanario «Alfa y Omega», nos ofrece una respuesta de gran hondura teológica que, con desdichada frecuencia, los propios católicos prefieren soslayar. El Papa, como pasto supremo de la Iglesia, es el encargado de guiarla hacia su consumación en el Reino. «Y la Iglesia, a la luz del Apocalipsis -prosigue Rouco-, sabe con certeza que va a ser combatida por el Príncipe de este mundo y por todas las fuerzas del mal, que han sido en raíz vencidas, pero aún no de forma total. Esa explicación teológica de los Últimos Tiempos -con el anti-Cristo, el contra-Cristo-está vigente».
Y, a continuación, Rouco traza una panorámica de la historia del pontificado en los siglos recientes, en los que el intento de imponer «una forma de ver la persona, la sociedad y la comunidad política radicalmente secular, e incluso opuesta a Dios», se ha tropezado siempre con el escollo de la Iglesia católica, organizada en torno a su pastor supremo. Así se explica que «la cruz del martirio» haya acompañado la vida de todos los Papas a partir de la Revolución; y así se explica que, a medida que ese intento de imposición se hace más hegemónico, el martirio del Papa se haga más aflictivo. Rouco, en fin, nos está hablando de ese tiempo de la «gran tribulación» sobre el que nos advirtió San Pablo; un tiempo -el último capítulo de la Historia- en el que la Iglesia sufrirá tenaz persecución, antes de su victoria definitiva.
Sin esta lectura teológica, las mistificaciones en torno a su magisterio y los virulentos ataques que en estos cinco años ha sufrido Benedicto XVI se tornan ininteligibles. Resulta gratificante y reparador que Rouco lo haya expuesto, para consuelo de los católicos, de forma tan lúcida: porque sólo se puede tener esperanza en la victoria definitiva cuando se conoce la naturaleza verdadera de la tribulación.
JUAN MANUEL DE PRADA
ABC
LA PASIÓN DEL PAPA BENEDICTO. 6 ACUSACIONES, UNA PREGUNTA. Sandro Magister. LEER AQUÍ
ENTREVISTA AL CARDENAL ROUCO EN ALFA Y OMEGA: LEER AQUÍ
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