Breve biografía
Alexia González-Barros y González nace en Madrid el 7 de marzo de 1971. Era la menor de siete hermanos. Desde los cuatro años estudia en el Colegio “Jesús Maestro” de Madrid, que tiene la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Madrid.
En febrero de 1985, poco antes de cumplir catorce años, se le diagnostica un tumor canceroso en las cervicales que, en poco tiempo, la deja paralítica. Durante diez meses sufre cuatro operaciones y duros tratamientos para intentar detener el proceso de la enfermedad pero finalmente fallece en la Clínica Universitaria de Navarra el 5 de diciembre de 1985.
A lo largo de la enfermedad, Alexia manifestó una madurez humana y una vida cristiana muy profunda que le llevó a aceptar con serenidad el dolor, la inmovilidad y la muerte.
A raíz de la publicación de una breve biografía escrita por una religiosa de su colegio, Mª Victoria Molins, la vida y la ejemplaridad de Alexia comienzan a difundirse y un religioso claretiano, el padre Apodaca, anima a los padres de Alexia a dirigirse al arzobispado de Madrid para poner en conocimiento tanto la fama de santidad que estaba adquiriendo su hija, como la existencia de favores atribuidos a su intercesión. El 14 de abril de 1993, ocho años después de su muerte, se inicia en Madrid la Causa de canonización. El 8 de mayo de 2000, el padre de Alexia entregó en Roma el resultado de la investigación: 11 tomos con más de 4.600 páginas.
En estos años, la devoción a Alexia se ha extendido en todo el mundo, se han editado 9 biografías, traducidas a 11 idiomas y se han recibido más de 100.000 cartas agradeciendo diversos favores.
Acerca de la película “Camino”, de Javier Fesser La base real de la película: ¿Camino es Alexia?
En la rueda de prensa de presentación de la película, Javier Fesser afirmó que su película era una ficción donde no había nada inventado. Como el propio director manifestó al diario El País el 31 de julio de 2008, tras leer la biografía de Alexia decidió que “allí había una película”. Un 80% de la historia que cuenta Camino está extraída de tres biografías publicadas en castellano (Alexia, experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente, de Mª Victoria Molins, Alexia: alegría y heroísmo en la enfermedad, de Miguel Angel Monge, Un regalo del cielo, de Pedro Antonio Urbina). En ese sentido, en la película hay escenas literalmente copiadas y diálogos trasladados, pero incluidos en contextos y significados diferentes.. Además, al final de la película, hay una mención explícita a la memoria de Alexia González-Barros. Sobre esta base real, hay numerosas invenciones que deforman la realidad de la historia y le dan un carácter caricaturesco e insultante para la familia de Alexia González-Barros, que vivió en su momento una experiencia muy dolorosa ante la enfermedad y muerte de una hija, o una hermana, adolescente.
Ciertamente, el mayor problema de la película es su significado global, y no se limita a detalles concretos. Sin embargo, respondiendo a preguntas que se repiten acerca de cuestiones puntuales, se incluyen a continuación algunas aclaraciones:
1. El padre de Alexia: Francisco González-Barros
En la película el padre de Camino-Alexia es un hombre pusilánime, sin firmeza en su fe que muere en un trágico accidente antes que su hija.
La realidad:
El padre de Alexia era un hombre de sólidas convicciones cristianas, que acompañó a su hija en su lecho de muerte, más tarde se hizo supernumerario del Opus Dei, y falleció veinte años después que su hija.
“Tanto mi esposa como yo teníamos una meta muy clara: lograr un hogar luminoso y alegre, recogiendo una frase del Fundador del Opus Dei, donde nuestros futuros hijos pudieran crecer felices para un fin muy determinado: alcanzar el cielo, entendiendo como felicidad vivir la paz y la alegría de un hogar cristiano a pesar de las dificultades, preocupaciones y problemas que la propia vida conlleva”. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org)
2. La vida cristiana de Alexia
En la película se presenta a Camino-Alexia como una niña manipulada por su madre, especialmente en el terreno religioso y, al final, sin fe.
La realidad:
“Por sus actitudes, comprendía que Alexia estaba muy cerca de Dios, que hablaba al Señor como a un amigo: con confianza. Ella lo ofreció todo, absolutamente todo, sabía que el tesoro que tenía en las manos, tenía que administrarlo bien, con mucho amor, con renuncia total.
¡Cuántas veces habrá repetido ante el sagrario la frase que el Señor suscitó en su alma cuando era muy pequeña: "Jesús que yo haga siempre lo que Tú quieras"!
Nunca se rebeló y mantuvo su alegría y su paz cada día. Fue ella y no la familia quien hizo que todas aquellas cosas tan difíciles se transformasen en normales. Fue ella quien "tiró" de nosotros y nos llevó a su paso, en tanto que ella andaba al paso de Dios”. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org).
La misma Alexia, pocos días antes de morir, contaba de este modo su experiencia a sus compañeras de colegio:
“Todos los días el capellán me traía la Comunión que tanto me conforta. (…) aunque no lo creáis, Dios da las fuerzas necesarias y todavía te dan ganas de reír un poquito. (…) Os vuelvo a repetir que noto lo mucho que rezáis por mí y que me tenéis presente. Decidles a las niñas nuevas que, aunque no las conozco, también las tengo presentes y que tengo muchas ganas de conocerlas. (Carta de Alexia a sus compañeras de colegio antes de morir, recogida en www.alexiagb.org)
3. La madre de Alexia: Ramona (Moncha) González
En la película aparece como una fanática religiosa, manipuladora, sin otros intereses, fácil de convencer con planteamientos pueriles, y obsesionada por controlar a sus hijas. La realidad:
Era una mujer culta, sumamente amable y educada, cariñosa, decidida a que sus hijos conociesen mundo, aprendiesen idiomas y tomasen decisiones por sí mismos después de estar bien informados. El sentido religioso, la fe, y la aceptación serena de los acontecimientos, formaban parte de los valores que vivía con naturalidad en su ambiente familiar.
“Tanto a mi esposa como a mí, nos importaba mucho su formación humana e intelectual, para que sin uniformidad y según el carácter de cada uno, pudieran ejercer la libertad personal y ejercitarla con plena responsabilidad.
Ni con Alexia ni con sus hermanos los padres hemos tomado determinación alguna que pudiera afectarles sin que les fuese previamente razonada, con ello tratábamos de que fueran adquiriendo criterio. Así Alexia lo adquirió con cierta rapidez y sabía ponerlo de manifiesto cuando llegaba el momento de tomar alguna decisión sobre cualquier tema familiar”. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org)
4. El “novio” de Alexia
En la película, a Camino-Alexia le gusta un niño que se llama Jesús. Su madre no lo sabe porque ella lo guarda como un secreto. El poner ese nombre al personaje de ficción provoca una buscada confusión entre ese adolescente y la figura de Jesús, Jesucristo, hijo de Dios, a quien la niña se refería en sus conversaciones y oraciones.
La realidad:
A Alexia le gustó un niño que se llamaba Alfonso y que conoció en verano de 1984 en Vall-Llobrega. Fue un amor platónico, de adolescencia, porque nunca llegaron a hablar. Ella se lo contó a su madre que, en este tema, como en tantos otros, era su confidente y cómplice. En una ocasión, su madre le regaló una pegatina que ponía “I love Alfonso”. Al dársela, Alexia comentó sonrojándose: “ ¡Qué cosas tienes, mamá!”.
5. La hermana numeraria
En la película, Camino-Alexia tiene una hermana numeraria que se hizo del Opus Dei por un desengaño amoroso propiciado maliciosamente por su madre, que intercepta su correspondencia. Vive en un centro del Opus Dei en Pamplona.
La realidad:
La hermana de Alexia, Mª José, era considerada por sus compañeras de colegio como una persona muy inteligente, independiente, algo rebelde en su pensamiento, con fuerte personalidad. Pidió la admisión como numeraria a los 22 años y, al enfermar su hermana, vivía en Madrid (donde sigue residiendo). En aquel momento daba sus primeros pasos en el mundo laboral después de terminar dos licenciaturas -Farmacia y Antropología americana- que estudió en la Universidad Complutense.
6. La devoción al ángel custodio
En la película, Camino-Alexia tiene horror a los ángeles de los que le habla su madre porque tiene pesadillas con un espantoso ángel siniestro que la acosa.
La realidad:
Alexia tuvo desde pequeña mucha devoción al ángel custodio al que “bautizó” con el nombre de Hugo y al que acudía con fe. La anécdota de la infancia conocida por su familia y amigos fue así: “-Un día, poco antes de hacer su Primera Comunión le dijo a su madre: - Yo quiero que mi ángel custodio tenga un nombre. Eso de llamarle “custodio” como todo el mundo, no me gusta. - Me parece bien. Y ¿cómo quieres llamarle? - Hugo-, respondió sin titubear. - ¿Hugo? –se extrañó su madre- es un nombre muy poco corriente. ¿Por qué Hugo? - Porque es un nombre perfecto para un custodio” (Mª Victoria Molins, Alexia: experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente).
7. El traslado a la Clínica Universitaria de Navarra
En la película, un sacerdote del Opus Dei convence a su padre, en medio de un forcejeo, de que lleve a su hija a la Clínica de la Universidad de Navarra.
La realidad:
Fue el propio padre de Alexia el que, preocupado por la evolución de la enfermedad, viajó a Pamplona para contrastar el tratamiento y convenció a su familia, después de que un médico de la clínica Puerta de Hierro le dijera: “Si fuera mi hija, la llevaría a Navarra”.
8. La muerte de Alexia
En la película, cuando muere Camino-Alexia, los médicos, enfermeras, sacerdotes y amigos presentes empiezan a aplaudir. En la rueda de prensa de la presentación de la película en San Sebastián, respondiendo a un periodista que le preguntó si había sido exactamente así, Javier Fesser afirmó que sí.
La realidad:
El propio hermano de Alexia lo aclara tras conocer esa afirmación: “Mi hermana Alexia no murió rodeada de aplausos. Murió rodeada de cariño. Cariño de sus seres queridos: padres y hermanos y con el silencio respetuoso de las enfermeras, doctores y enfermos que motu propio se acercaron a la habitación de Alexia. Murió mientras intentábamos tragar nuestras lágrimas, porque –no lo olvides- para nosotros era un verdadero drama el pensar en tener que soportar su pérdida. (Carta abierta a Javier Fesser de Alfredo González Barros, recogida en www.alexiagb.org)
9. El proceso de canonización
En la película -mientras la niña está muy enferma, hospitalizada-, un sacerdote del Opus Dei convence a la madre de que sería conveniente que “ayudara” al proceso de canonización de su hija, que sería así la primera santa de la Obra. Sugiere que se provoque una devoción que parezca espontánea.
La realidad:
Durante la enfermedad, muchas personas del entorno de Alexia admiraban la entereza, la fortaleza, la madurez y hasta la alegría serena con la que sobrellevaba una situación tan inesperada como dolorosa. Su ejemplo de fe y esperanza ayudó a no pocos. Y, tras su muerte, los primeros escritos que narraban el proceso vivido empezaron a difundirse con una rapidez y extensión inusitadas. “En muy poco tiempo, a partir de su fallecimiento, su fama de santidad se extendió de manera espontánea y generalizada, y es mucha la gente que se siente removida por su ejemplo.
Desde lugares tan diferentes y lejanos, como pueden ser Canadá o Filipinas, de todas partes del mundo, fueron llegando testimonios de almas que se han acercado a Dios.
Obviamente, nosotros, su familia, jamás hubiéramos pensado en nada parecido, aunque sentíamos que Alexia estaba muy cerca de Dios. Sin embargo, un religioso claretiano nos hizo ver la obligación moral que temamos, como padres, de llevar a cabo la tarea de someter el ejemplo de la vida de Alexia al juicio oportuno de la autoridad eclesiástica. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org) Por otra parte, Alexia nunca perteneció al Opus Dei. Ninfa Watt
Ninfa Watt. Periodista y filóloga, profesora de Ética y deontología profesional en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca. Teresiana, ex alumna del colegio en el que estudiaron las hermanas González-Barros y amiga de la familia. Ex directora de las revistas Vida Nueva y Pantalla 90, crítica de cine y colaboradora en El espejo de la cultura (COPE), y miembro de SIGNIS.
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