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domingo, 20 de septiembre de 2020

2 fragmentos de la carta pastoral "Monstra te esse matrem", de Mons. Reig, Obispo de Alcalá de Henares, septiembre 2020



 

 A lo largo de todo este tiempo el Señor me ha concedido ser testigo privilegiado de cuanto sucedía en España respecto a los temas de la dignidad de la vida humana y los referidos a los ámbitos del matrimonio y de la familia. El afán demoledor de la cultura cristiana respecto a estos temas en España ha sido y es tremendo. España, sin lugar a dudas, ha sido un campo a conquistar respecto a la secularización y un laboratorio donde ensayar toda la deconstrucción antropológica, la ideología de género, su derivación en la teoría “queer”, etc. , que después se ha transportado a Hispanoamérica. Todo ello, a la vez, hay que situarlo en un sistema global diseñado como ingeniería social y que tiene como objetivo la exaltación de la autonomía radical del individuo, la promoción de la libertad como posibilidad de todas las posibilidades y la afirmación de los propios deseos y sentimientos como nuevos derechos humanos

El itinerario ha sido el siguiente: favorecer al máximo el secularismo en la cultura, la vida social y al interior de la Iglesia. Con este secularismo lo que se busca es prescindir de Dios y hacerlo irrelevante para la vida personal, familiar, social y política. Si los principios de la moral católica dejan de estar fundamentados en Dios creador y en la revelación divina, la enseñanza de la Iglesia y su doctrina pasan a ser opinables, ya no están garantizadas por la autoridad divina. Siendo esto así, los generadores de opinión de masas han visto el campo abierto para su trabajo de ingeniería social destinado a cambiar la mente y las costumbres de los españoles. De lo que se trataba era de demoler una sociedad homogénea de tradición católica para convertirla en una sociedad multicultural, pluriétnica y dominada por el relativismo moral. Para ello los medios de comunicación social y de masas han conseguido ideologizar las mentes y atravesar el alma de los españoles, destruyendo su patrimonio espiritual acumulado por siglos de tradición católica de nuestro pueblo.

 (...)

 

¿Qué nos ha pasado a los católicos españoles? ¿Cómo hemos podido estar tan poco atentos a las voces proféticas de San Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿En qué momento nos encontramos ahora y qué podemos hacer? Como podréis comprender, responder a estas preguntas escapa a la humildad y a las pretensiones de esta pequeña Carta pastoral. Sí puedo deciros, en cambio, que siendo testigo directo de todo este naufragio soy también testigo de lo que es capaz de promover la fe cristiana, el encuentro con Cristo y la potencia de la Palabra de Dios y de la Eucaristía cuando configuran auténticas comunidades cristianas llamadas a ser la levadura en la masa. Nuestra crisis no se resuelve llamándola crisis política o crisis social, moral o religiosa. Lo que caracteriza a nuestro momento actual, fruto de lo dicho anteriormente, es una crisis profunda de fe y una ausencia de pensamiento crítico auspiciado por la misma fe en Cristo. Aunque los últimos Papas nos han llamado continuamente a la evangelización, a la llamada “Nueva Evangelización”, la Iglesia en España ha continuado dando la fe por supuesta por la apariencia del catolicismo sociológico, y no ha sabido arbitrar, más allá de las minorías, propuestas serias de iniciación cristiana. Se trata de una “desmemoria” epocal. Habituados a las “costumbres cristianas” hemos olvidado cómo gestar nuevos cristianos y cómo revitalizar la fe de nuestro pueblo.

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