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martes, 5 de mayo de 2020

Y un microbio desafió al potente mundo...


Muy conocido ya en nuestro país. 47 años, 7 hijos, mente abierta
Fabrice Hadjadj, uno de los mejores pensadores de esta época, y quizá el más creativo, se ha manifestado sobre las repercusiones psicológicas y sociológicas (más importantes que las económicas: que ya han demostrado su impotencia, y  límites) del famoso protagonista mundial de estos momentos, el coronavirus que aún convive entre nosotros.
Maestro de la paradoja, subraya lo irónico que resulta que una sociedad digitalizada, que solo parecía temer a los virus informáticos, se vea desbordada por un minúsculo microbio. ¿No manifiesta esta crisis las excesivas expectativas que había puesto el hombre en su propio poder? A pesar de que se corre el riesgo de dejarse arrastrar por la pandemia informativa durante el confinamiento, también puede ser una ocasión para redescubrir, precisamente, el significado, siempre nuevo, de la cultura o para reinventar la vida familiar.
Así, escribe en un artículo para La Vie, “el virus, transmitido en su mayor parte por portadores sanos, transforma los gestos de ternura en gestos mortales y hace que el ademán de tomar distancia, la puerta cerrada y el alejamiento sean las muestras de una nueva, pero problemática, forma de caridad”.
La tragedia recuerda al hombre su condición de criatura y le obliga a plantearse, más allá de la urgencia diaria, las preguntas fundamentales de la vida. “¿Qué es lo que queda, después de todo?” se pregunta el mismo Hadjajd. Responde: “La caridad desnuda. La de los cuidadores y la de los enfermos, la de los moribundos y los vivos, más vivos que nunca porque estuvieron cerca del abismo”.

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