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sábado, 14 de marzo de 2020

Una joven con síndrome de Down reta al gobierno británico por la ley del aborto


Ser un bebé con síndrome de Down y estar todavía en el vientre materno puede ser muy mal asunto en el Reino Unido: la Abortion Act, de 1967, estipula que en Inglaterra, Gales y Escocia se puede ejecutar un aborto cuando “existe un riesgo sustancial de que, si el hijo nace, puede sufrir anomalías físicas o mentales que lo discapaciten gravemente” (art.1.1.d).
No pocos ven en esto un signo de discriminación: si los progenitores tienen el “derecho” de abortar a sus hijos no nacidos hasta las 24 semanas en caso de que no presenten enfermedades o malformaciones prenatales, a quienes sí vienen con alguna –que puede ser el labio leporino, el pie zambo o el mencionado síndrome– se les puede abortar a libre demanda, sin plazos.
Según la web de la campaña Don’t Screen Us Out –que se opone a los tests prenatales para detectar si el bebé tiene síndrome de Down–, solo en 2018 hubo 3.269 abortos selectivos por razón de discapacidad del niño. De estos, 618 fueron casos de dicho síndrome. Si se conoce que, diez años antes, se efectuaron 436 abortos por esta causa, se concluirá que la ley ha servido para arrinconar cada vez más a este colectivo y al de quienes padecen otras discapacidades.
Pero algunos han decidido plantar batalla. Una joven con síndrome de Down, Heidi Crowter, y Cheryl Bilsborrow, madre de un niño de dos años con esta condición, están preparando una demanda contra el gobierno británico para exigirle que cambie la ley. Heidi cuestiona el sesgo discriminatorio de la norma actual: “A mí me incluyen en la definición de ‘gravemente discapacitada’, solo porque tengo un cromosoma extra. Lo que me están diciendo es que mi vida no tiene el mismo valor que las otras, y no creo que estén en lo correcto. Es una discriminación rampante”.
La ley británica permite el aborto sin límite temporal de los bebés no nacidos que presentan algún tipo de discapacidad
No es solo su parecer. La Comisión de Igualdad y Derechos Humanosbritánica ha expresado que ese aspecto de la ley es “ofensivo para muchas personas”, “refuerza los estereotipos negativos sobre la discapacidad”, y deja en letra muerta la igualdad. Y la mayoría de la gente de a pie sintoniza: en 2017, un sondeo de ComRes reveló que dos de cada tres personas aprueba prohibir el aborto selectivo tanto por raza y sexo como por discapacidad.
Quizás por esas simpatías, a Heidi y a Cheryl les ha sido relativamente sencillo colectar el dinero necesario para llevar adelante su demanda. “Vivimos –dice una portavoz de Don’t Screen Us Out– en una sociedad que proclama su deseo de empoderar a aquellos que tienen discapacidades, y que con independencia de tus condiciones, mereces una oportunidad justa y equitativa en la vida. Creemos que nuestras leyes tienen que reflejar esta narrativa”.
Que se igualen los tiempos límite
Con el proceso ya en sus inicios, Heidi, quien reside en la localidad inglesa de Coventry, ha accedido a responder a algunas preguntas de Aceprensa. Su caso ha concitado nuestra atención y la de otros medios, porque no ocurre todos los días que un ciudadano se levante, en un Estado de derecho, para recordarle a ese mismo Estado que se ha olvidado de las prerrogativas –particularmente la del derecho a la vida– de parte de sus ciudadanos:
— Ya has aparecido en los diarios y en la tele británica. Cuéntanos más sobre ti.
 Pues tengo 24 años y vivo sola, aunque cuento con apoyo externo durante unas pocas horas a la semana. Trabajo cuatro horas a la semana en una peluquería para niños, y hago voluntariado con grupos de menores en mi iglesia. Tengo montones de amigos de todas las edades, y disfruto mucho salir con ellos a comer, al cine y al teatro. Además, me voy a casar con un hombre maravilloso, James, también con síndrome de Down.
— Y has llevado a juicio al gobierno…
— La demanda que he presentado es sencilla: los bebés sin síndrome de Down pueden ser abortados hasta las 24 semanas de gestación, pero los que tienen el síndrome pueden serlo hasta el momento mismo del nacimiento. Como mujer con tal condición, esto me irrita; lo encuentro profundamente ofensivo. Mi vida tiene tanto valor como la de cualquier otra persona.
Yo soy miembro de la sociedad en igualdad de condiciones que el resto. ¿Por qué va a ser diferente para un bebé en el vientre materno? Quiero que el gobierno cambie la ley, y que haya igualdad en los tiempos límite del aborto.
— ¿Has podido conversar ya sobre esto con algunos políticos?
— Sí, he hablado con varios, y con los medios. Me encanta hablar por aquellos que no tienen voz. La reacción del gobierno hasta ahora ha sido decir que el aborto es una decisión personal de los padres, pero no es de eso de lo que trata mi caso. Mi demanda va contra la discriminación en los diferentes límites temporales del aborto para los bebés que tienen síndrome de Down y quienes no lo tienen.
— ¿Y cómo ha sido acogida la demanda por parte de la gente?
— La reacción de muchos ha sido quedar atónitos al enterarse de lo que dice la ley, y han manifestado su acuerdo conmigo en que esto es una discriminación palmaria. Ya han donado más de 20.000 libras para ayudar a pagar el costo de la demanda, lo que muestra lo importante que es el tema para el público británico.
Y mientras, en Irlanda del Norte…
Además de apoyar la causa de Heidi y Cheryl para una modificación de los tiempos del aborto, Don’t Screen Us Out ha visto abrirse otro frente en Irlanda del Norte: ahora que se ha dado luz verde al procedimiento en esa provincia y se define un marco regulatorio, Downing Street nº 10 pretende reproducir allí la misma ausencia de límites que en el resto del reino. La ley debe quedar lista el 31 de marzo.
Hasta el momento, señala el conservador Lord Shinkwin –afectado por una enfermedad genética denominada osteogénesis imperfecta–, el Ulster ha sido “el lugar más seguro en el Reino Unido para ser diagnosticado con una discapacidad”, habida cuenta de que en 2016, de 53 casos de bebés norirlandeses con Down, solo uno resultó abortado, y esto en Inglaterra. Pero tanto en este último país, como en Gales y Escocia, el 90% de los no nacidos con este síndrome condición son víctimas del aborto.
A la vista de lo anterior, 1.875 personas con esta condición han enviado una carta al primer ministro Boris Johnson para pedirle que no se introduzca el aborto selectivo en Irlanda del Norte, y que se comprometa a añadir “una sencilla provisión” a la nueva norma, que prohíba explícitamente el procedimiento en caso de detección del mencionado síndrome en el no nacido.
Con la excepción del Ulster, en el resto del Reino Unido el 90% de los no nacidos con síndrome de Down son abortados
“Si su gobierno no asegura la puesta en vigor de esa provisión (…), Ud. será directamente responsable de introducir una ley profundamente discriminatoria en Irlanda del Norte (…), algo que parece arcaico en una cultura que abraza nuestras diferencias y ya no trata a las personas con discapacidad como ciudadanos de segunda. Por favor, haga lo correcto”, concluye la misiva.

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