Durante ese período, me ocupé de la decoración floral de algunos eventos importantes, como ceremonias en la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, o para el centenario del nacimiento de Josemaría Escrivá de Balaguer, en 2002. El trabajo me gustaba y cada vez aprendía a hacerlo mejor.
En junio de 2002, el staff organizador de ceremonia de canonización del Fundador del Opus Dei me pidió hacerme cargo del diseño y la supervisión de la decoración de la plaza de San Pedro y de la Basílica de San Eugenio. El trabajo era el mismo, pero las dimensiones se agigantaban...
La historia empezó en Ecuador
José Ricardo es hijo de un floricultor ecuatoriano. Había vuelto a vivir en Ecuador después de algunos años de estancia en Venezuela, donde conoció a su esposa, Marie-Aleth. En Quito, adquirió una finca porque había decidido seguir los pasos profesionales de su padre. Desde hace algunos años, Ecuador se ha convertido en uno de los principales productores y exportadores de rosas y variados tipos de flores a todo el mundo. José Ricardo tuvo un buen negocio.
En febrero, José Ricardo se enteró de la próxima canonización de Josemaría Escrivá, a quien él le tenía una profunda devoción.
Pensó que un modo de colaborar con esta ceremonia sería enviar todas las flores que pudiera para decorar la plaza de San Pedro.
Compartió su idea con varios colegas que se subieron al proyecto.
Su tío Mauricio, un pionero en la producción de flores para exportación, también quiso donar rosas para el evento. Diego y Álvaro, que son hermanos y socios, se ofrecieron a dar varias cajas de rosas... Pero la lista de donantes no incluía únicamente a los cultivadores de flores ecuatorianas.
A medida que la iniciativa avanzaba, José Ricardo pidió colaboración a algunas empresas holandesas relacionadas con el negocio. En Holanda gustó la idea. Hubo un señor, gerente de ventas de una línea aérea holandesa, que ofreció el transporte de las cajas de forma gratuita, desde Quito a Amsterdam. Un cliente y un amigo alemán, propietario de un negocio de prestigio en todo el mundo, se comprometió a desempacar las flores en Amsterdam, también de forma gratuita. Esto implicaba cortar los tallos e ir poniéndolas en agua, tenerlas listas para ser transportadas a Roma y, al mismo tiempo asegurar que las flores estuvieran en buenas condiciones. En cuanto al transporte terrestre, otro buen amigo, Carlo, gerente de otra empresa del sector, se puso en contacto con una empresa de transporte italiana para llevar toda la mercancía a Roma-de forma gratuita-en la fecha precisa.
Plaza de San Pedro, 6 de Octubre de 2002
Acepto la propuesta
Como decía al inicio, fui elegida como coordinadora y supervisora de la decoración de la plaza de san Pedro el día de la canonización. El equipo que formamos iba a trabajar bajo la supervisión de la Oficina de los Jardines Vaticanos. En ese momento me enteré de que existía una Oficina para la gestión de las plantas... ¿Qué tendríamos que hacer? Mi mente giraba en torno a lo desconocido. En estos casos, lo que suele ocurrir es que mi imaginación empieza a funcionar sin descanso.
¿Qué hacer cuando más de 80.000 flores aterrizan en Roma?
"No hay ocupaciones poco importantes. Debajo de este campo cuajado de rosas —decía—, se esconde el esfuerzo silencioso de tantas almas que, con su trabajo y oración, con su oración y trabajo, han conseguido del Cielo un raudal de lluvias de la gracia, que todo lo fecunda." San Josemaria Escrivá. Surco, 530
Buena idea, ¿quién la realiza?
La idea consistía en hacer una alfombra floral en los escalones alternos delventaglio . Algo similar a lo que se suele hacer en muchos lugares donde se celebra la procesión del Corpus Christi. Lo que cambiaría sería la técnica. En vez de usar las hojas o pétalos sueltos, se dispondrían piezas de césped en los escalones. Las flores irían insertadas en la hierba. Miles de crisantemos, claveles, aster matsumoto y solidago, de variados colores y especies son algunos de los ejemplares que adornaban la escalera. Para mantenerlas en buenas condiciones –debían durar tres días- colocamos cada tallo en una ampolla con agua.
La escalinada de San Pedro o ventaglio
Mucho más tarde, al recordar estos días, veo que la gran lección de solidaridad y buena voluntad de estas personas fue excepcional. La buena disposición, el entusiasmo y el deseo de colaborar en algo relacionado con la canonización fue parte de la alegría de la ceremonia. El agotamiento no tenía importancia. La aspiración de todo el mundo era trabajar lo mejor posible para manifestar de esta manera su devoción y gratitud a Dios, por el don de un nuevo santo en la Iglesia que nos ha enseñado a hacer de lo más pequeño una obra de valor infinito.
Bessie Briones
Bessie Briones trabaja para la Philippine Foundation for Cultural and Educational Development, Inc. (Fundación Filipina para el desarrollo cultural y educativo).
Escribió el libro: "Un homenaje en Flores", que saldrá a la luz próximamente en la editorial Inkwell, Co.
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