Las personas emprendedoras cuando miran su vida ven cosas que hay que mejorar. El Evangelio es algo que hay que conquistar, obras y acciones que configuran un modo de ser asequible. El Cristianismo es para ellos asequible.
Sin embargo los mediocres están a gusto y piensan que no tienen necesidad de cambio. Cuando el Evangelio les interroga ante su actitud no responden. En el fondo piensan que Dios nos pide a todos vivir el Evangelio, sino a unos cuantos; para los demás no es necesario. Así que cuando el Evangelio reclama una actitud heroica piensan que no va para ellos: ellos no deben perdonar, ser misericordiosos, generosos, amables, justos, apostólicos...
Los tibios creen que los que tienen que cambiar son los demás. Se evalúan muy bien siempre.
Todo depende de cómo se miren las cosas. Hay personas que observan la realidad con una lente de aumento para ver lo que sucede fuera. Los defectos ajenos se ven con lupa, y los propios aparecen muy pequeños.
Es la misma lente que dependiendo de cómo se emplea ve en grande o en pequeño.
Nuestro Señor habla de un tipo de personas que se llamaban fariseos. Eran personas cumplidoras, y se encontraban a gusto consigo mismos.
Y nuestro Señor les dice que las prostitutas y los pecadores les adelantarán en el Reino de los cielos.
Sin embargo los mediocres están a gusto y piensan que no tienen necesidad de cambio. Cuando el Evangelio les interroga ante su actitud no responden. En el fondo piensan que Dios nos pide a todos vivir el Evangelio, sino a unos cuantos; para los demás no es necesario. Así que cuando el Evangelio reclama una actitud heroica piensan que no va para ellos: ellos no deben perdonar, ser misericordiosos, generosos, amables, justos, apostólicos...
Los tibios creen que los que tienen que cambiar son los demás. Se evalúan muy bien siempre.
Todo depende de cómo se miren las cosas. Hay personas que observan la realidad con una lente de aumento para ver lo que sucede fuera. Los defectos ajenos se ven con lupa, y los propios aparecen muy pequeños.
Es la misma lente que dependiendo de cómo se emplea ve en grande o en pequeño.
Nuestro Señor habla de un tipo de personas que se llamaban fariseos. Eran personas cumplidoras, y se encontraban a gusto consigo mismos.
Y nuestro Señor les dice que las prostitutas y los pecadores les adelantarán en el Reino de los cielos.
Estas palabras del Señor eran muy fuertes y quizá desconcertaron a sus contemporáneos, pero son verdaderas. La experiencia enseña que es muy difícil que cambien una persona si se considera buena, si piensa que siempre lleva la razón.
Sin embargo una prostituta, al mirar su vida, puede admitir con más facilidad que actúa mal y llegar a tener más facilidad para convertirse, que un cristiano tibio. No es de extrañar que algunos santos hayan sido grandes pecadores.
Nuestra conversión es importante porque –como ha dicho Benedicto XVI en Alemania– el daño a la Iglesia no lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres. Y en otro momento, comentando la frase del Señor sobre la precedencia de las prostitutas y publicanos en el Reino de los Cielos: Traducida al lenguaje de nuestro tiempo, la afirmación podría sonar más o menos así: los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios; los que sufren a causa de sus pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cerca del Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ven ya solamente en la Iglesia el sistema, sin que su corazón quede tocado por esto: por la fe.
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