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jueves, 7 de julio de 2016

Altos directivos: paga sin recortes




Los supersueldos de los altos ejecutivos de las grandes empresas despiertan cada vez más críticas. Pero las protestas suben de tono cuando los suculentos bonusse pagan en empresas que están yendo mal, con descenso de la cotización bursátil y que registran pérdidas. En esos casos, las Juntas de accionistas, tradicionalmente pasivas, pueden volverse respondonas.
Esto es lo que ha ocurrido el pasado abril en las Juntas de dos de las principales empresas británicas. Casi el 60% de accionistas de British Petroleum votaron en contra de una retribución de 14 millones de libras (en efectivo, acciones y plan de pensiones) para el consejero delegado, Bob Dudley. Los accionistas tenían motivos para su mal humor, pues esa retribución privilegiada llega en un momento en que BP ha tenido unas pérdidas de 6.500 millones por la caída de los precios del crudo y por las multas que ha debido pagar por el vertido de petróleo de Deepwater.

También mostraron su descontento los accionistas del grupo de equipamiento médico Smith & Nephew, que en una proporción superior al 50% votaron en contra de las propuestas de retribución de los dirigentes del grupo.
Estas votaciones no son vinculantes y los cambios que se suelen hacer en las retribuciones son escasos aunque se pierda la votación. De todos modos, los ejecutivos deben tener en cuenta que el accionista puede votar con los pies, colocando su dinero en otra parte.

Recorte de “bonus” en Volkswagen

Los que sí han tenido que renunciar a parte de sus bonusmillonarios han sido los directivos de Volkswagen. No era para menos, después de que en 2015 se descubrieran los amaños en las emisiones contaminante de los motores diésel, lo que ha obligado a Volkswagen a aprovisionar 16.200 millones para hacer frente a las posibles indemnizaciones y multas. De este modo, la empresa, que no registraba pérdidas desde 1993, perdió el año pasado 4.500 millones y ha distribuido a los accionistas un mínimo dividendo de 0,17 euros por acción.
El escándalo de los motores trucados se llevó por delante al anterior presidente de la compañía, Martin Winterkorn (que en 2014 cobró 15 millones de euros). A pesar de todo, ha hecho falta mucha presión para que el Consejo de Vigilancia de la empresa anunciara una rebaja media del 39% en la retribución variable de los directivos. Esta retribución media pasará de los 5,2 millones que recibieron en 2014 a 3,2 millones en 2015.
Los pagos de estos bonus han despertado indignación en Alemania. El propio ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, declaró al respecto que “no tengo ninguna simpatía por los directivos que llevan a una gran compañía a una crisis y luego defienden sus propios bonus en un debate público”.

No son futbolistas

En Francia también hay un debate abierto sobre si los patronos de las 40 mayores empresas cotizadas (CAC 40) se merecen lo que ganan. Un CEO de estas empresas cobra al menos diez veces más que el presidente de la República. De todos modos, su remuneración es entre un 20% y un 30% inferior a la de sus homólogos en EE.UU. o Alemania.
Para justificar esas retribuciones, se dice que son necesarias para retener a los grandes talentos directivos que pueden cambiar el signo de una compañía. Pero está comprobado que los directivos no son como los futbolistas, dispuestos a cambiar de club y de país para ir donde más les paguen. En 2012, el Estado decidió poner un techo de 450.000 euros a la retribución de los patronos de empresas públicas para limitar la escala de salarios de 1 a 20. Y se vio que no pocos dirigentes prefirieron seguir en el puesto, aunque esto les supusiera un recorte salarial notable.
Lo que se discute es hasta qué punto se puede atribuir a un directivo la recuperación de una empresa que atraviesa una crisis. Comentando el caso de PSA Peugeot, cuyo CEO Carlos Tavares cobró el año pasado 5,24 millones de euros, el investigador Hervé Joly se plantea en una entrevista en Le Monde si el enderezamiento de la empresa no se debe también a los sacrificios de los trabajadores (aumento de la jornada, reducción de empleo, supresión de los interinos…), y que sin embargo no se han visto tan bien recompensados como su patrón.

Nuevas reglas para Wall Street

Si hay algún sitio donde los altos ejecutivos son bien recompensados, es en EE.UU. Esta creciente desigualdad salarial entre los de arriba y los de abajo se ha convertido en un tema de la lucha política. Bernie Sanders, senador por Vermont y aún aspirante a la nominación del partido demócrata a la presidencia, ha hecho de la desigualdad salarial uno de los ejes de su campaña: “En EE.UU., los altos directivos de las empresas ganan trescientas veces más que sus trabajadores. Es simplemente inmoral y hay que acabar con ello”, afirma.
Pero no es solo una cuestión de justicia, sino también de eficacia económica. Como la retribución de los directivos es en gran parte retribución variable en función de los resultados, hay una tendencia a asumir riesgos excesivos, con las consecuencias que puso de manifiesto la crisis económica. Los incentivos centrados en el corto plazo no animan a responsabilizarse por las posibles consecuencias negativas para la compañía a más largo plazo.
Para evitarlo, las autoridades financieras han propuesto una regulación más estricta de los modos de retribución de los directivos de las grandes empresas de Wall Street. Como les dijo Obama en una reunión con los reguladores en la Casa Blanca, las nuevas reglas deberían garantizar que quienes trabajan en las finanzas “no se vieran incentivados a tomar grandes e imprudentes riesgos” que podrían dañar el sistema financiero.
El empleado medio de Wall Street cobra 404.800 dólares al año, incluido un bonus de 172.900 dólares, según los datos del interventor de salarios de Nueva York.
La nueva regulación, que se aplicaría a las mayores instituciones (con al menos 250.000 millones en activos), obligaría a diferir al menos el 50% del bonus de los altos ejecutivos de las mayores firmas financieras durante cuatro años. Además, durante un periodo de siete años, las instituciones financieras podrían recuperar el bonus si se demuestra que las acciones del directivo perjudicaron a la compañía o si las cifras de resultados se revisan.
En definitiva, se trata de introducir una perspectiva más amplia a la hora de valorar el desempeño de un alto ejecutivo.

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