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domingo, 31 de julio de 2016

Homilía del Papa Francisco en la Misa de clausura de la JMJ Cracovia 2016



CRACOVIA, 31 Jul. 16 / 03:40 am (ACI).- El Papa Francisco presidió hoy la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud Cracovia 2016, y alentó a los jóvenes a no tener miedo de decirle “sí” a Jesús “con toda la fuerza del corazón” y seguirlo.
A continuación, el texto completo de la Homilía del Papa Francisco en la Misa de clausura de la JMJ Cracovia 2016:
Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús. Y el Evangelio de hoy nos habla precisamente del encuentro entre Jesús y un hombre, Zaqueo, en Jericó (cf. Lc 19,1-10). Allí Jesús no se limita a predicar, o a saludar a alguien, sino que quiere —nos dice el Evangelista— cruzar la ciudad (cf. v. 1). Con otras palabras, Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente.
Tiene lugar así el encuentro más sorprendente, el encuentro con Zaqueo, jefe de los «publicanos», es decir, de los recaudadores de impuestos. Así que Zaqueo era un rico colaborador de los odiados ocupantes romanos; era un explotador de su pueblo, uno que debido a su mala fama no podía ni siquiera acercarse al Maestro. Sin embargo, el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros. Pero Zaqueo tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Jesús: al menos tres, que también pueden enseñarnos algo a nosotros.
El primero es la baja estatura: Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Esta es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Porque la fe nos dice que somos «hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1): hemos sido creados a su imagen; Jesús hizo suya nuestra humanidad y su corazón nunca se separará de nosotros; el Espíritu Santo quiere habitar en nosotros; estamos llamados a la alegría eterna con Dios. Esta es nuestra «estatura», esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Entendéis entonces que no aceptarse, vivir infelices y pensar en negativo significa no reconocer nuestra identidad más auténtica: es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí; significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí. Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús —nos lo muestra el Evangelio—, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio.
Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos amamos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los «hinchas». Siempre nos espera con esperanza, incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, rumiando continuamente los males sufridos y el pasado. Pero complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. Es más, es un virus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive, que recomience. Dios, sin embargo, es obstinadamente esperanzado: siempre cree que podemos levantarnos y no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Porque somos siempre sus hijos amados. Recordemos esto al comienzo de cada día. Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida». No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado.
Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante. Podemos imaginar lo que sucedió en el corazón de Zaqueo antes de subir a aquella higuera, habrá tenido una lucha afanosa: por un lado, la curiosidad buena de conocer a Jesús; por otro, el riesgo de hacer una figura bochornosa. Zaqueo era un personaje público; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder. Pero superó la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte. Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad. Y así, la vergüenza paralizante no triunfó: Zaqueo —nos dice el Evangelio— «corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo llamó, «se dio prisa en bajar» (vv. 4.6.). Se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito».
Queridos jóvenes, no os avergoncéis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad.
Después de la baja estatura y la vergüenza paralizante, hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó: Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. ¿Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4). Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45), y nos invita al valor verdadero: ser más fuertes que el mal amando a todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí.
Aquel día, la multitud juzgó a Zaqueo, lo miró con desprecio; Jesús, en cambio, hizo lo contrario: levantó los ojos hacia él (v. 5). La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en medio de todos, no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón. Jesús mira nuestro corazón, tu corazón, mi corazón. Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar ser mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan.
Escuchamos por último las palabras de Jesús a Zaqueo, que parecen dichas a propósito para nosotros en este momento: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa» (v. 5). Date prisa, porque hoy es necesario que me quede en tu casa. Ábrele la puerta de tu corazón.
Jesús te dirige la misma invitación: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida.
Jesús, a la vez que te pide de ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre. Tu nombre es precioso para él. El nombre de Zaqueo evocaba, en la lengua de la época, el recuerdo de Dios.
Fiaros del recuerdo de Dios: su memoria no es un «disco duro» que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal. Procuremos también nosotros ahora imitar la memoria fiel de Dios y custodiar el bien que hemos recibido en estos días. En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre. Así pues, recemos en silencio, recordando, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos.
en julio 31, 2016 No hay comentarios:
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sábado, 30 de julio de 2016

JMJ Cracovia 2016. Vigilia de oracion



CRACOVIA, 30 Jul. 16 / 01:28 pm (ACI).- Ante cientos de miles de jóvenes presentes en la Vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco pronunció un emocionante y extenso discurso en el que los alentó a ser signo de la misericordia, protagonistas de la historia y dejar su huella en el mundo.
A continuación el texto completo de su alocución:
Queridos jóvenes, buenas tardes
Es bueno estar aquí con ustedes en esta Vigilia de oración.
Al terminar su valiente y conmovedor testimonio, Rand nos pedía algo. Nos decía: «Les pido encarecidamente que recen por mi amado país». Una historia marcada por la guerra, el dolor, la pérdida, que finaliza con un pedido: el de la oración. Qué mejor que empezar nuestra vigilia rezando.
Venimos desde distintas partes del mundo, de continentes, países, lenguas, culturas, pueblos diferentes. Somos «hijos» de naciones, que quizá pueden estar enfrentadas luchando por diversos conflictos, o incluso estar en guerra. Otros venimos de países que pueden estar en «paz», que no tienen conflictos bélicos, donde muchas de las cosas dolorosas que suceden en el mundo sólo son parte de las noticias y de la prensa.
Pero seamos conscientes de una realidad: para nosotros, hoy y aquí, provenientes de distintas partes del mundo, el dolor, la guerra que viven muchos jóvenes, deja de ser anónima, para nosotros deja de ser una noticia de prensa, tiene nombre, tiene rostro, tiene historia, tiene una cercanía.
Hoy la guerra en Siria, es el dolor y el sufrimiento de tantas personas, de tantos jóvenes como la valiente Rand, que está aquí entre nosotros pidiéndonos que recemos por su amado país.
Existen situaciones que nos pueden resultar lejanas hasta que, de alguna manera, las tocamos. Hay realidades que no comprendemos porque sólo las vemos a través de una pantalla (del celular o de la computadora).
Pero cuando tomamos contacto con la vida, con esas vidas concretas no ya mediatizadas por las pantallas, entonces nos pasa algo importante, todos sentimos la invitación a involucrarnos: «No más ciudades olvidadas», como dice Rand: ya nunca puede haber hermanos «rodeados de muerte y homicidios» sintiendo que nadie los va a ayudar.
Queridos amigos, los invito a que juntos recemos por el sufrimiento de tantas víctimas fruto de la guerra, esta guerra que hay hoy en el mundo, recemos por tantas familias de la amada Siria y de otras partes del mundo, para que de una vez por todas podamos comprender que nada justifica la sangre de un hermano, que nada es más valioso que la persona que tenemos al lado. Y en este pedido de oración también quiero agradecerles a Natalia y a Miguel, porque ustedes también nos han compartido sus batallas, sus guerras interiores. Nos han mostrado sus luchas y cómo hicieron para superarlas. Son signo vivo de lo que la misericordia quiere hacer en nosotros.
Nosotros no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir, no queremos insultar. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Nosotros hoy estamos aquí, porque el Señor nos ha convocado. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia.
Celebremos el venir de culturas diferentes y nos unimos para rezar. Que nuestra mejor palabra, que nuestro mejor discurso, sea unirnos en oración. Hagamos un rato de silencio y recemos; pongamos ante Dios los testimonios de estos amigos, identifiquémonos con aquellos para quienes «la familia es un concepto inexistente, y la casa sólo un lugar donde dormir y comer», o con quienes viven con el miedo de creer que sus errores y pecados los han dejado definitivamente afuera. Pongamos también las «guerras» de ustedes, nuestras guerras, las luchas que cada uno trae consigo, dentro de su corazón, en presencia de nuestro Dios. Y para esto, para estar en familia, los invito a ponerse de pie, a tomarse de la mano y rezar en silencio, todos.
(Oración en silencio)
tras rezábamos, me venía a la mente la imagen de los Apóstoles el día de Pentecostés. Una escena que nos puede ayudar a comprender todo lo que Dios sueña realizar en nuestra vida, en nosotros y con nosotros. Aquel día, los discípulos estaban encerrados por miedo. Se sentían amenazados por un entorno que los perseguía, que los arrinconaba en una pequeña habitación, obligándolos a permanecer quietos y paralizados. El temor se había apoderado de ellos. En ese contexto, pasó algo espectacular, algo grandioso. Vino el Espíritu Santo y unas lenguas como de fuego se posaron sobre cada uno, impulsándolos a una aventura que jamás habrían soñado. Las cosa cambia así.
Hemos escuchado tres testimonios, hemos tocado, con nuestros corazones, sus historias, sus vidas. Hemos visto cómo ellos, al igual que los discípulos, han vivido momentos similares, han pasado momentos donde se llenaron de miedo, donde parecía que todo se derrumbaba. El miedo y la angustia que nace de saber que al salir de casa uno puede no volver a ver a los seres queridos, el miedo a no sentirse valorado ni querido, el miedo a no tener otra oportunidad.
Ellos nos compartieron la misma experiencia que tuvieron los discípulos, han experimentado el miedo que sólo conduce a un lugar: ¿Adónde nos lleva el miedo? Al encierro. Y cuando el miedo se acovacha en el encierro siempre va acompañado por su «hermana gemela»: la parálisis, sentirnos paralizados. Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida, y más en la juventud. La parálisis nos va haciendo perder el encanto de disfrutar del encuentro, de la amistad; el encanto de soñar juntos, de caminar con otros. Nos aleja de los otros, nos impide tender la mano. Como hemos visto, todos encerrados en ese lugar de adentro.
Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa para los jóvenes, y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá/kanapa». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora.
Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. La «sofá-felicidad», «la kanapa-szcz??cie», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, la juventud. ¿Y por qué sucede esto Padre? Porque poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados. Ayer hablaba de los jóvenes que se jubilan a los 20 años, hoy hablo de los jóvenes adormecidos, embobados, atontados.
Mientras otros —quizás los más vivos, pero no los más buenos— deciden el futuro por nosotros. Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón.
Les pregunto a ustedes ¿Quieren ser jóvenes adormecidos, embobados, atontados? ¿Quieren que otros decidan el futuro por ustedes? ¿Quieren ser libres? ¿Quieren luchar por su futuro? No están muy convencidos, eh. ¿Quieren luchar por su futuro? (¡Sí!)
Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No somos libres para dejar una huella, perdemos la libertad. Este es el precio y hay mucha gente que quiere que los jóvenes no sean libres, que sigan atontados, embobados, adormecidos. Esto no puede ser, debemos defender nuestra libertad.
Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado. Es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogassocialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad. Nos despojan de la libertad.
Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, el Señor del siempre «más allá». Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia.
Ir por los caminos siguiendo la «locura» de nuestro Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo. Ir por los caminos de nuestro Dios que nos invita a ser actores políticos, personas que piensan, movilizadores sociales.
Que nos incita a pensar una economía más solidaria. En todos los ámbitos en los que ustedes se encuentren, ese amor de Dios nos invita llevar la buena nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a Él y a los demás. Y esto significa ser valiente, significa ser libres.
Podrán decirme: «Padre pero eso no es para todos, sólo es para algunos elegidos». Sí, es verdad, y estos elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás. De la misma manera que el Espíritu Santo transformó el corazón de los discípulos el día de Pentecostés, estaban paralizados, lo hizo también con nuestros amigos que compartieron sus testimonios.
Uso tus palabras, Miguel, vos nos decías que el día que en la Facenda te encomendaron la responsabilidad de ayudar a que la casa funcionara mejor, ahí comenzaste a entender que Dios pedía algo de ti. Así comenzó la transformación.
Ese es el secreto, queridos amigos, que todos estamos llamados a experimentar. Dios espera algo de ti, ¿Han entendido? Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo con vos puede ser distinto. Eso sí, si vos no ponés lo mejor de vos, el mundo no será distinto. Es un desafío.
El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, m?ody-kanapa, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando querramos vivirla, siempre y cuando querramos dejar una huella.
La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro. No, nosotros debemos decidir nuestro futuro, ustedes el suyo. El Señor, al igual que en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. Él quiere construirlo con vos. ¿Y tú qué cosa respondes? ¿Sí o no?
Me dirás, Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer? Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: Él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar. Su apuesta siempre es al futuro, al mañana. Jesús te proyecta al horizonte, nunca al museo.
Por eso, amigos, hoy Jesús te invita, te llama a dejar tu huella en la vida, una huella que marque la historia, que marque tu historia y la historia de tantos. La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos necesitamos de ustedes, que nos enseñen como ahora hacen ustedes, a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza sino, como una oportunidad y ustedes son una oportunidad para el futuro: tengan valentía para enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros. Necesitamos aprender esto.
Y todos juntos pidamos que nos exijan transitar por los caminos de la fraternidad. Que sean ustedes nuestros acusadores si elegimos la vida de los muros, de la enemistad, de la guerra. Construir puentes: ¿Saben cuál es el primer puente a construir? Un puente que podemos realizarlo aquí y ahora: estrecharnos la mano, darnos la mano. Anímense, hagan ahora, aquí, ese puente primordial, y dénse la mano, todos ustedes. Es el gran puente fraterno, el modelo.
Siempre está el riesgo de quedarse con la mano tendida, pero en la vida es necesario arriesgarse, quien no se arriesga no gana. Estrechen sus manos, gracias.
Y ojalá aprendan a hacerlo los grandes de este mundo... pero no para la fotografía, sino para seguir construyendo puentes más y más grandes. Que éste puente humano sea semilla de tantos otros; será una huella.
Hoy Jesús, que es el camino, a ti, a ti, a ti, te llama a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a desandar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido. ¿Te animas? ¿Qué responden ahora, quiero ver tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida?
Que el Señor bendiga sus sueños, gracias.

en julio 30, 2016 No hay comentarios:
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La historia de la pseudo-liberación del hombre: de la persona al individuo, y del individuo al zombi

Por Robert, Sarah
La pseudo-liberación del hombre se inscribe en la historia de los tres últimos siglos, siendo la ideología de género el último avatar lamentable. Me voy a explicar: La liberación de Dios Padre se produjo ya hace tiempo cuando las democracias occidentales se formaron en un contexto deísta. Los grandes pensadores del racionalismo (desde Voltaire a Diderot pasando por d ́Alembert) dieron lugar a la famosa Revolución francesa, que será presentada por la corriente laica como la génesis de la liberación del hombre con respecto al Dios de los cristianos13, y por tanto, con respecto también a la Iglesia y a su Magisterio, calificados de “opresivos”. Sin embargo, para los racionalistas, Dios es el arquitecto supremo del universo que se desinteresa totalmente de sus criaturas. El deísmo de los enciclopedistas ha por tanto matado la paternidad en Dios. J.J. Rousseau incluso dijo que la paternidad es un privilegio social14. Es lo que yo llamo “cortar el cordón umbilical”, y esta etapa decisiva va a dar lugar a otras etapas que paulatinamente van a convertir a la persona en un individuo, y a continuación en un “zombie”.
De hecho, si Dios ya no es Padre, el ciudadano deja de ser el hijo. Deja por tanto de ser una persona que recibe todo de su Padre; se convierte en un individuo, abandonado a sí mismo en la organización del mundo y de su propio destino. Como ya no recibe su identidad (de Aquel a cuya imagen y semejanza ha sido creado), debe construirla él mismo apoyándose en su sola razón. Como dijeron los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, las dos alas que nos permiten elevarnos hacia la contemplación de la verdad son la fe y la razón15. Cortando el ala de la fe, el hombre se desequilibra, y efectivamente, han hecho falta tres siglos para que el hombre se choque contra la tierra firme de sus propias convicciones, para que sea pisoteado como un vulgar insecto, primero en los campos de concentración nazis y en los gulags comunistas, y después, de una manera más aséptica, en el fango de la ideología del género.
Actualmente con la ideología de género el hombre está abandonado, denostado, se le destruye, se destruyen sus valores, su sexualidad y es poco menos que un animal. El hombre está abandonado a su única razón y, por tanto, pierde poco a poco todo contacto con la Fuente, la paternidad de Dios, que es la que ilumina su conciencia. Es cierto que las Declaraciones de los Derechos Humanos, los preámbulos de las Constituciones y las primeras Cartas de la Sociedad de Naciones (SDN) y de las Naciones Unidas (ONU), en los siglos XIX y XX son aún en gran medida el reflejo de las normas del derecho natural, pero el derecho positivo que actualmente reina de manera absoluta, se aleja poco a poco de ellas y obliga a los legisladores a callarse en el mejor de los casos, o a negarse a sí mismo en el peor de los casos16. Veamos un ejemplo, el más grave y el más significativo: los Estados occidentales, al igual que las instancias internacionales, que ellos mismos controlan, como por ejemplo la Unión Europea, son incapaces de definir de forma clara qué es un embrión humano, y afirman aquello que toda conciencia humana ya sabe –basándose en la sola razón y también la ciencia17- y que constituye una norma esencial y fundamental del derecho natural18, a saber que, desde el momento de su concepción, el embrión humano es un ser humano, que, consecuentemente, tiene un derecho imprescriptible y absoluto a la vida. Entonces, para evitar contradecir el pseudo “derecho al aborto” y atraer para si la ira de la casta mediático-política dominante, el legislador “anda por las ramas”, si me permiten utilizar esta expresión un poco trivial: o bien se calla, y como si fuera un Poncio Pilato contemporáneo, rechaza pronunciarse como lo hace la Unión europea, que deja que cada uno de sus Estados miembros se encargue de regular esta cuestión19; o bien se esfuerza por encontrar una expresión susceptible de no enfadar a nadie, de allí esta definición, cuanto menos enrevesada, que la Comisión Consultiva Nacional de Ética francesa se inventó en el año 1984: “el embrión es una persona humana potencial”. Hay que entender el término “potencial” obviamente como sinónimo de “en proyecto” y, por tanto, “aún no existente”. Esto es una constatación: la muerte de la ontología ha pasado por allí...
De este modo, como resultado del divorcio que se ha producido entre el individuo y la persona, Occidente, y tras él el resto del mundo, en particular mediante la colonización y después por la dominación económico-financiera de los países en vías de desarrollo, el mundo entero –como digo– se ha hundido en el individualismo y las ideologías. La historia nos muestra ampliamente que el deísmo ha desencadenado un proceso que ha conducido a la civilización occidental, es decir, la civilización judeo- cristiana, de la muerte de Dios y del nihilismo del siglo XIX, a la misma muerte del hombre durante el siglo XX, para finalmente llegar en la segunda mitad del siglo XX a un hundimiento sin precedentes de la institución familiar, vector de la persona humana. Friedrich Nietzsche, con su teoría del superhombre, que presentaba como el remedio a la desesperación provocada por la muerte de Dios20, Sigmund Freud con su nueva antropología basada en las pulsiones primarias como motivación exclusiva de las acciones humanas, Jean-Paul Sartre21 y su nihilismo libertario, aparentemente genial, estos tres pensadores han terminado de inocular en la conciencia colectiva y, por tanto, también en la individual, la idea de que la “liberación” del individuo pasa por el asesinato del padre, y han llevado a término su plan diabólico a través de los famosos eventos de complementariedad de los sexos, y, por tanto, con la maternidad. Margaret Sanger (1879-1966), fundadora de la “Planificación familiar internacional” y figura prominente del feminismo occidental, ¿no quería de hecho el acceso libre y gratuito a los anticonceptivos para “liberar a la mujer de la esclavitud de la reproducción”? De esta manera hemos asfixiado el sentido de la feminidad y de la maternidad en el seno de la cultura occidental porque sabemos perfectamente que entre la contracepción y el aborto legalizado y pagado con fondos públicos no había más que un solo paso que los legisladores se apresuraron a franquear entre las décadas de 1970 a 1990...23
A finales del siglo XX el padre, la madre, el esposo, el hijo y la hija, todos habían perdido su estatus que, sin embargo, se les debía en una sociedad digna de tal nombre: la “familia” estaba quebrantada en sus cimientos24. En nuestros días, la familia incluso se ha convertido en un concepto abstracto e inestable, sometido a interpretaciones diversas y contradictorias, de donde el malestar que sienten los legisladores ante la tarea de definirla, y de donde también esta reciente decisión tomada por el gobierno francés de sustituir el “ministerio de la familia” por el “ministerio de las familias”. Según lo afirma, lo ha hecho “para tener en cuenta las diferentes realidades de la sociedad contemporánea”... ante la indiferencia casi generalizada de la opinión pública, y con la aprobación ruidosa, esa sí, del entorno político-mediático dominante.
Hay que entender que este largo proceso que se puede calificar de “revolucionario”, que comenzó con la muerte de Dios-Padre en el siglo XVIII y terminó con la muerte del hombre convertido en un simple “individuo” a finales del siglo XX, conduce directamente a la ideología del género. Pero ¿de qué manera? En este principio del siglo XXI, las sociedades occidentales se han convertido en desiertos espirituales y demográficos: basta con pasearse por las calles de Londres, París, Berlín, Madrid o Roma para darse cuenta de ello: pocos niños, pocos cochecitos o sillitas de bebés, familias reducidas a su mínima expresión: un hombre y una mujer (que a menudo son simples “compañeros”, que cohabitan durante un tiempo limitado) con a veces uno o dos hijos, siempre y cuando no sustituyan a los hijos por mascotas. Y tenemos también a las parejas homosexuales entrelazados que de este modo expresan cada vez más su “diferencia”. Después, tenemos también la presencia masiva de una población extranjera, que en Europa occidental sumerge a los pueblos nativos paralizados, provenientes de otros continentes, los continentes del hambre y de la opresión política, y de culturas y religiones diferentes. En definitiva un laicismo y un indiferentismo generalizados y alimentados por ese famoso díptico del Imperio Romano en su apogeo y al mismo tiempo abocado a un declive inevitable: “panem et circenses” o, si prefieren, utilizando un vocabulario más actual, “bienes de consumo y de ocio” a ultranza... en lugar del esfuerzo y del trabajo. Estos ciudadanos-individuos, por tanto “individualistas”, condenados a la soledad en el mejor de los casos y, en el peor de ellos, al suicidio, a veces “asistido” (y legalizado), son radicalmente indiferenciados: no son más que consumidores ante los cuales los sitios de Internet hacen su mercado gracias a las evaluaciones estadísticas de sus deseos. Acabamos de describir el marco de la sociedad occidental del vacío, que, además, es una hija de mayo de 1968, un movimiento libertario cuyas ideas se propagaron más allá del antiguo telón de acero, a partir de la caída del muro de Berlín, en 198922.
A continuación del asesinato del padre, hemos pasado al asesinato de la madre, con el feminismo radical que enfrenta los derechos de la mujer, su libertad y su igualdad por una parte, con la identidad femenina en el marco de la sociedad depresiva y adolescente25. De ahí al bricolaje del “género” solo hay un paso, y es ese vacío el que ha permitido a los Mefistófeles occidentales, sobre todo estadounidenses, afinar su proyecto de reconstrucción social basado en bases pseudo-científicas y laicistas, que son verdaderamente diabólicas. El caldo de cultivo está listo para la revolución final, que corresponde también al “combate definitivo” mencionado en el Apocalipsis, la revolución del género que convierte al individuo en un “zombie”. Es el nihilismo total, radical, absoluto que es el preludio de la muerte de la humanidad. Es la Hora del combate entre estas nieblas donde naufraga una humanidad enfrentada a los demonios del nihilismo libertario, y la Luz que solamente la Iglesia lleva como una antorcha, que se parece en demasiadas ocasiones a esa pequeña llama de la Esperanza que cantaba Charles Péguy hace ya un siglo, y que ninguna borrasca podrá apagar. Porque nuestra fe en Cristo, que es el fundamento de nuestra esperanza, es decir nuestra fe en Cristo resucitado, el Hombre Nuevo, Dios hecho hombre, es esa antorcha, esa llama que ilumina nuestras vidas y nuestra conciencia de hombres y de mujeres creados “a imagen y semejanza de Dios”. La Iglesia es el último y el único refugio contra esa nueva barbarie del “gender”, ante la cual resulta que los Hunos de Atila en el siglo V solo eran una amenaza insignificante. Sí, esos bárbaros que, en el crepúsculo del Imperio convertido al cristianismo, el Papa León I consiguió detener a las puertas de Roma gracias a su persuasión, supieron detener ahí su acción maléfica. ¿Harán lo mismo nuestros “doctores Fausto” contemporáneos? ¿Aceptarán romper su pacto diabólico con el Adversario que les dice –como dijo a nuestros primeros padres: “seréis como dioses”? Sí, en la actualidad, la Iglesia es el único y el último refugio contra esta nueva barbarie, pero teniendo en cuenta las costumbres y hábitos paganos de este nuestro mundo, la palabra de la Iglesia tiene que ser clara, límpida, sin ambigüedad y con la fuerza suficiente para sustraer a los creyentes de aquello que les alejaría de la alianza de Cristo y sus enseñanzas.
A continuación voy a hablar de algo que no está en la conferencia que había escrito originariamente, pero quiero comentar. Hay algo que me parece triste. Los países occidentales en cierto modo han decidido aliarse para oponerse frontalmente y radicalmente a Dios, dictando leyes que destruyen el designio de Dios sobre la familia y sobre el matrimonio. Hay una voluntad y medios financieros, técnicos y mediáticos no solamente para romper o destruir sino también y, sobre todo, diría yo, para acabar con los fines del matrimonio, para desestructurar y desnaturalizar la célula de la familia. Por desgracia, algunos prelados de alto rango, aquí sobre todo de países más opulentos, se emplean en aportar modificaciones a la doctrina y a la moral cristianas en todo lo que se refiere al matrimonio, a los divorciados vueltos a casar y a otras estructuras irregulares. Estos guardianes de la fe, que deberían defender lo que defiende el Magisterio de la Iglesia, tienen que saber que tendrán que rendir cuentas ante Dios y que el problema fundamental que supone la destrucción de los fines del matrimonio es un problema de moral natural. Es en el orden natural donde el hombre y la mujer son llamados a unirse de forma indisoluble para expresarse ternura, para apoyarse mutuamente en una complementariedad armoniosa. Esta realidad natural es la que el Señor elevó a la dignidad de sacramento, y que la Iglesia tiene que defender y proteger hasta la muerte, para la salvación de la humanidad.
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viernes, 29 de julio de 2016

El Papa Francisco en Auschwitz


CRACOVIA, 29 Jul. 16 / 03:05 am (ACI).- El Papa Francisco llegó este viernes al campo de concentración de Auschwitz para realizar un recorrido en silencio, de oración frente en el lugar donde más de un millón cien mil personas perdieron la vida a manos de los nazis.
Así, a las 9:30 a.m. aproximadamente, el Santo Padre atravesó la puerta que más de 70 años atrás cruzaron cientos de miles de personas –bajo el lema “El trabajo te hace libre”-, para morir en las cámaras de gas o en los trabajos forzados.
Luego, sentándose en una banca, el Pontífice se quedó solo para rezar en silencio, un rezo que duró 13 minutos en memoria de las víctimas.
Terminado este momento, Francisco caminó y besó uno de los postes del campo, para dirigirse al “muro de la muerte” y luego a la celda donde murió San Maximiliano Kolbe. En Auschwitz también murió Santa Edith Stein.
Este lugar fue visitado por San Juan Pablo II el 7 de junio de 1979 yBenedicto XVI el 28 de mayo de 2006.
El campo de Auschwitz
Después del estallido de la segunda guerra mundial los alemanes comenzaron a arrestar a un gran número de polacos, así como miembros de la resistencia, como artistas, sacerdotes, intelectuales, funcionarios públicos, profesores, políticos, etc. Debido al gran número de detenidos, en la primavera de 1940 iniciaron la construcción del primer campo de concentración en el pueblo de Oswiecim, al que renombraron Auschwitz.
Por casi dos años la gran mayoría de detenidos eran polacos, aproximadamente unos 150.000 y la mitad de ellos murieron. Los transportes cada vez fueron trayendo más judíos, aunque aún no eran muchos. Un gran número de personas morían por hambre, enfermedades, terrorismo interno y a causa de los trabajos forzados.
Después de la invasión a la Unión Soviética en junio de 1941, los nazis iniciaron la construcción de un campo enorme en la villa cercana de Brzezinka (Birkenau), cuyos habitantes fueron desplazados y sus casas demolidas. De la unión de ambos campos nació Auschwitz II-Birkenau, donde, desde la primavera de 1942 los alemanes comenzaron el exterminio masivo de judíos.
Los judíos totalizaron el 90% de todas las víctimas, sin embargo, el pueblo gitano también fue objetivo de la política de exterminio nazi.
En octubre de 1942 se construyó la tercera parte de este gran campo de concentración. Para el verano de 1944 el complejo de Auschwitz comprendía unos 40 kilómetros cuadrados (Auschwitz I, Auschwitz II-Birkenau y unos 48 campos satélites). En ese entonces tenía unos 135.000 prisioneros que equivalían al 25% de los de todos los campos de concentración.
En los casi cinco años que funcionó, fueron registrados 400.000 prisioneros. Sin embargo, esto no incluye a los hombres, mujeres y niños que murieron en las cámaras de gas sin haber sido registrados, pues fueron enviados a la muerte apenas llegaban en los trenes. Se estima que 900.000 personas murieron de esta manera. En total 1.100.000 personas murieron en Auschwitz.
Finalmente el campo fue liberado el 27 de enero de 1945. En 2005 las Naciones Unidas adoptaron esta fecha como el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto.
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Una nueva ortodoxia en California; parecida a España.

La idea de California como una sociedad tolerante y pluralista tiene mucho de tópico. Cada vez más los gobernantes imponen una nueva ortodoxia social que restringe la libertad religiosa y quiere imponer nuevas creencias. Así lo denuncia el arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, en un artículo publicado en la web de la diócesis.
El arzobispo de la diócesis más multicultural de los Estados Unidos afirma que los gobernantes están adoptando posturas hostiles hacia la religión y la familia. “Cada vez más vemos que están utilizando el crudo poder de la ley y de las políticas públicas para imponer sus puntos de vistas y negar derechos y libertades de los que no están de acuerdo con ellos”.
El arzobispo poner algunos ejemplos de leyes y políticas dictadas en California y por el gobierno federal.
“En California el gobierno del estado está tratando de obligar a que todos los seguros médicos cubran el aborto, incluso abortos hechos en las últimas semanas del embarazo”.
El gobierno californiano, con aquiescencia de la Administración Obama, se ha negado a aplicar la ley federal (conocida como “Enmienda Weldon”) “que protege la objeción de conciencia de los médicos que no quieren participar en abortos”.
Mons. Gómez denuncia también la ley californiana de suicidio asistido, financiada con un millón de dólares de los contribuyentes para facilitar la inyección letal a pacientes pobres.
Estas políticas, afirma el arzobispo, “erosionan la libertad religiosa y el respeto a las conciencias, que son esenciales en una democracia y en una sociedad civilizada”.
La lista de imposiciones que Gómez critica va en aumento. “Podemos señalar los nuevos mandatos del gobierno federal sobre identidad de género en las escuelas y sobre los seguros médicos de los empleados. O los intentos de los legisladores californianos para imponer que los colleges de instituciones religiosas no enseñen o expresen sus convicciones acerca del matrimonio y de la persona humana. O la demanda puesta por la American Civil Liberties Union que trata de obligar a los obispos a proporcionar anticonceptivos y el aborto a los jóvenes refugiados a los que sirve”.
“No es exagerado decir –asegura Gómez– que el gobierno y las élites culturales actúan como si fueran una nueva religión imponiendo una nueva ‘ortodoxia’ al resto de la sociedad, obligando a los demás a creer lo que ellos creen y a actuar del modo que ellos quieren que actúen”.
“El centro de esta nueva ortodoxia es un falso humanismo, unas peligrosas creencias acerca de lo que significa el ser humano y de cómo puede ser feliz”.
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El candidato a la vicepresidencia con Hillary Clinton: una fe separada de la acción política

La elección de Tim Kaine como compañero de ticket de Hillary Clinton en la carrera presidencial revela el deseo de atraerse a un cierto tipo de votantes, como es habitual en el caso del vicepresidente. El senador por Virginia y exgobernador de este estado, procede de una familia trabajadora, habla un fluido español y es católico. Será el único católico de los cuatro políticos de la carrera presidencial.
Como es un hombre que afirma que su fe es central en todo lo que hace, diversos análisis han confrontado sus creencias religiosas y sus posturas políticas.

Educado en los jesuitas

Kaine se crió en una familia católica practicante y estudió en un colegio de jesuitas solo para chicos en Kansas City. Cuando estaba en la Universidad de Harvard, interrumpió sus estudios para trabajar durante un año como voluntario en una misión de los jesuitas en Honduras, donde enseñó soldadura –el oficio de su padre– y carpintería. En esta estancia aprendió español, lo cual le ha sido muy útil en su trabajo político en un país con una creciente proporción de hispanos.
Si por una parte asegura que su fe le ha inspirado en su acción política, por otra siempre ha mantenido separadas sus convicciones religiosas y sus decisiones políticas. Esto se ha reflejado cada vez más en la evolución de sus posturas en temas conflictivos.

Amigo de Planned Parenthood

En el caso del aborto, Kaine es de esos políticos que están “personalmente en contra, pero…” dispuestos a que la ley reconozca el derecho de la mujer a decidir. Sigue así la senda de otros políticos demócratas de origen católico, como Joe Biden o Nancy Pelosi, que en la práctica defienden el aborto a petición.
Cuando era gobernador de Virginia, apoyó algunas posturas provida, como favorecer la adopción para reducir los abortos o exigir el permiso de los padres para el aborto de las menores.
Pero su evolución en este tema ha ido siempre hacia una mayor aceptación del aborto. Planned Parenthood y NARAL califican con un 100 la postura del senador en 13 votaciones relacionadas con el aborto en los últimos cuatro años. La presidenta de Planned Parenthood, en una entrevista en la MSNBC, dijo que en el Senado Kaine era “no solo un sólido voto, sino un verdadero aliado”. El senador ha votado en contra de cortar la financiación a Planned Parenthood y ha apoyado la reciente decisión del Tribunal Supremo de anular leyes que restringían el aborto en Texas.
Y, según recientes informaciones de Bloomberg Politics, Kaine habría dicho a la dirección del partido que estaba dispuesto a rechazar la Enmienda Hyde, que desde 1976 prohíbe emplear fondos públicos en la financiación del aborto. Esta medida figura en el programa aprobado por los demócratas en su convención, más comprometidos que nunca con el aborto como derecho.

Cambios de postura

En lo que respecta a la pena de muerte, Kaine también asegura que desde el punto de vista moral está en contra, lo que no le impidió dar luz verde a 11 ejecuciones cuando era gobernador de Virginia. En este aspecto tendrá más fácil identificar sus convicciones personales y su acción política, ya que el programa demócrata propugna la abolición de la pena de muerte.
En otros temas sobre derecho de familia, su postura ha ido cambiando, alejándose de las de la Iglesia católica. Mientras que en 2005 se oponía a la adopción por parejas homosexuales, en 2012 la aceptaba. Su apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo fue algo tardío, pero en 2013 declaró: “Creo que todas las personas, independientemente de su orientación sexual, deberían tener todos los derechos, los beneficios legales y las responsabilidades del matrimonio, según la Constitución”.
Aunque en estos temas Tim Kaine marca la separación entre su fe y su acción política, cuando el Papa Francisco publicó la encíclica Laudato si’ sobre el cuidado del medio ambiente, el senador le dio un apoyo entusiasta y advirtió que interpelaba a la responsabilidad de los políticos.
En un tema interno de la Iglesia Católica como es la ordenación de mujeres, Tim Kaine se ha manifestado a favor de cambiar la doctrina. Con motivo de la visita del Papa a Washington en 2015, el senador publicó una declaración en la que decía que “lo mejor que podría hacer el Papa para mejorar el mundo es poner a la Iglesia en el camino de la ordenación de mujeres”.

¿Un “devoto católico”?

Según como se mire, la influencia de las convicciones religiosas de Tim Kaine en su vida política se presta a debate. Por parte de los demócratas, se le presenta como un político moderado, un “devoto católico”, que sabe separar sus convicciones religiosas de su acción política. Su esposa y él acuden a la parroquia católica de Santa Isabel en Richmond. En un reportaje del Washington Post se le presenta incluso como un “católico del Papa Francisco”, por su sintonía con la preocupación por los pobres, la reforma migratoria o la ecología. El hecho de haber sido educado en un colegio de jesuitas reforzaría también esa conexión.
En cambio, otros subrayan que su apoyo al aborto, al matrimonio gay y a la ordenación de mujeres es claramente contrario a las enseñanzas de la Iglesia, reafirmadas por el Papa Francisco. Su evolución en estos temas manifestaría la tendencia de un político poco dispuesto a ir a contracorriente.
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miércoles, 27 de julio de 2016

Cracovia: 30 años de las JMJ


MIQUEL URMENETA
  • 26.JUL.2016, Aceprensa
Este miércoles 27 de julio comienza la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en la ciudad de Cracovia. Se trata del 15º viaje del Papa Francisco fuera de Italia, el primero que hace a Polonia y de su segunda JMJ, después del encuentro de Rio de Janeiro en julio de 2013.
Estos eventos nacieron de la invitación del Papa Juan Pablo II a los jóvenes a reunirse en Roma para el Domingo de Ramos de 1984. Asistieron más de 300.000. El año siguiente, que coincidía con el Año Internacional de la Juventud de las Naciones Unidas, se repitió la convocatoria. Y, ese mismo diciembre, se anunció la primera JMJ, que se celebraría en las distintas diócesis en 1986. Así, el encuentro de Cracovia marcará 30 años desde la primera Jornada Mundial de la Juventud.
Los días en Cracovia estarán llenos de momentos especiales. Además de la vigilia de oración del sábado y la misa del domingo, será especialmente intensa la visita a Auschwitz el viernes 29 por la mañana. Allí está previsto que el Papa rece en silencio en la celda donde san Maximiliano Kolbe ofreció su vida por otro prisionero del campo. Ese día se cumplirán exactamente 75 años de su muerte. Otras citas importantes serán las visitas a Częstochowa (jueves 28) y al Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (sábado 30). En este último, el pontífice atravesará la puerta de la misericordia y tendrá lugar el rito de la reconciliación con algunos jóvenes. En el plan de actos habrá también un recuerdo para los cristianos perseguidos en el Via Crucis del viernes por la tarde.
“La visita a Auschwitz les llama mucho la atención, será una experiencia fuerte”, dice el sacerdote Bruno Berchez, responsable del grupo de 800 personas coordinado desde las diócesis catalanas. Berchez destaca que la experiencia de la JMJ es sobre todo “ir a un país, a una Iglesia que acoge; y compartir lo más propio, que es la fe”. En este sentido, la novedad de Cracovia 2016 es que muchos de los asistentes dormirán en casas de familias polacas. Entre otras actividades, este grupo hará una caminata de 20 km –“al estilo polaco”– hasta Częstochowa. Rememorando sus vivencias en JMJ anteriores, Bruno Berchez señala: “A la vez, es una peregrinación: es duro, comes mal, duermes mal... pero es un testimonio porque a pesar de estos inconvenientes hay alegría”.

El recuerdo de Juan Pablo II

Es de esperar que todo el ambiente de las Jornadas estará impregnado de recuerdos para el primer impulsor de la JMJ: Juan Pablo II. Cracovia era su tierra natal (si bien nació en la cercana población de Wadowice). La catedral de Wawel es una referencia en su vida: en la cripta celebró su primera misa y allí fue consagrado obispo. Además, el Papa polaco es uno de los patrones del encuentro, junto con la Divina Misericordia, santa Faustina Kowalska y la Virgen de Częstochowa.
Juan Pablo II, que siempre dedicó una atención especial a los jóvenes y a las familias, parece un intercesor ideal para una JMJ que se celebra tras la intensa reflexión eclesial sobre el matrimonio, el noviazgo y los desafíos familiares desarrollada en los sínodos de 2014 y 2015.
En el mensaje en vídeo (ver abajo) para la Jornada, el Papa Francisco explicaba: “La ‘salud’ moral y espiritual de una nación se ve por sus familias; por eso, san Juan Pablo II se interesaba especialmente por los novios, los jóvenes esposos y por las familias. Continuad por este camino” (vertranscripción). Sin embargo, el contexto más inmediato es el jubileo de la misericordia, que ha marcado el tema del encuentro de Cracovia: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7).

Un evento global

Esta JMJ tiene lugar después que en Rio en 2013 se congregaran más de 3 millones de personas. En este caso, se esperan unos 2 millones de 180 países, que es aproximadamente la cifra de peregrinos que acudieron aMadrid en 2011. El récord de asistencia sigue siendo el de la JMJ de Manila en 1995, en la que participaron cerca de 4 millones de personas y fue el acto papal más multitudinario hasta que fue superado por el encuentro con el Papa Francisco también en Manila en 2015. Ambos eventos se cuentan entre las mayores concentraciones humanas de la historia.

Según las previsiones, acudirán 10.000 sacerdotes, junto con 800 obispos y 47 cardenales de 107 países. A principios de julio, los países con más participantes –además de Polonia (170.000)– eran: Italia con cerca de 80.000; Francia (casi 35.000), España (más de 30.000) y Estados Unidos (27.000). Sin embargo, jóvenes de otros puntos del mundo están encontrando más dificultades que los europeos. Se calcula que irán unos 2.000 jóvenes de China. Para ellos, además del coste del viaje, la poca simpatía de las autoridades respecto del evento puede suponer un problema.


Un estudiante chino que ha pasado este curso en una universidad europea afirma que las trabas varían según las provincias: “En ciudades grandes, como Shanghái o Beijing, es posible que no tengan problemas. Hay una provincia al norte, Hebei, donde hay muchos católicos. Allí la política es muy estricta. El Gobierno da unas orientaciones y son los funcionarios de cada provincia los que establecen las medidas para cumplirlas”. Según explica, algunos de los jóvenes de esa provincia no pudieron participar en la Jornada Asiática de la Juventud de agosto de 2014 en Corea del Sur, a la que también acudió el Papa Francisco. Los funcionarios los pararon en el aeropuerto y les reembolsaron el precio del vuelo y de los hoteles pero no les permitieron viajar.
Finalmente, la JMJ de Cracovia contará con la ayuda de 10.000 voluntarios, de entre las 21.000 candidaturas que recibió la organización. Finalmente serán 7.000 polacos y 3.000 de otros países. Como ha sucedido en otras ocasiones, los voluntarios tendrán un encuentro específico con el Papa antes su partida de regreso a Roma el domingo 31. El atentado en Niza de hace unos días no ha provocado la cancelación de ningún grupo ni supondrá ningún cambio respecto al plan previsto, según afirmó el portavoz del Vaticano la semana pasada.
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martes, 26 de julio de 2016

Cardenal Robert Sarah
. Conferencia “La familia frente a la ideología de género”


Instituto Berit de la Familia y Cátedra “Santa Teresa de Jesús” de Estudios sobre la Mujer Universidad Católica “Santa Teresa de Jesús” de Ávila
Ávila, 24 de mayo de 2016
Gracias. Excelencias, queridos amigos, me gustaría agradecer a Dios el honor y el privilegio que me ha dado por estar aquí con todos Vds. aquí esta tarde, para hablarles de la familia y de la ideología de género. El cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia, y primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia declaró esto durante una entrevista concedida el 16 de febrero de 2008: “Cuando fui nombrado por el Santo Padre primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, recibí una carta de sor Lucía de Fátima que se puede encontrar en los archivos de dicho instituto. Esta me decía sin ambigüedades: “La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás pasará por el matrimonio y la familia”. Sin embargo – añadía- “no tengáis miedo porque todos aquellos que actúan en favor de la santidad del matrimonio y de la familia siempre encontrarán oposición; serán combatidos por todos los medios posibles, porque lo que está en juego es decisivo. No obstante, Nuestra Señora ya ha aplastado la cabeza de Satanás”.1
Por su parte, tras su viaje apostólico realizado a Fátima, el Papa Benedicto XVI, en una entrevista el 11 de mayo de 2010 y no tuvo miedo en afirmar que “siempre hemos sabido esto aunque, en nuestros días, esto se manifieste ante nuestros ojos de una manera terrorífica: las mayores persecuciones contra la Iglesia no proceden de sus enemigos exteriores, sino de los pecados cometidos dentro de la Iglesia, para los cuales la Iglesia necesita urgentemente hacer penitencia para purificarse”2.
Las familias cristianas sufren todos los días ataques en el mundo entero. Como vamos a ver, la ideología de género está sostenida, promovida y practicada por la Organización Mundial de la Salud, que depende de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), y por numerosas instituciones educativas y sanitarias que tienen su sede en los estados occidentales (Norte América, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda).
El Papa Francisco, durante su viaje apostólico a Manila, no dudó en denunciar con vigor una “colonización ideológica contra la familia”3, que busca destruirla introduciéndose y difundiéndose en las sociedades y las culturas de los países que están en vías de desarrollo. En el no56 de su Exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia, critica con contundencia la ideología mortífera de gender “que niega la diferencia y reciprocidad natural entre un hombre y una mujer. Deja entrever una sociedad sin diferencia de sexo y socaba la base antropológica de la familia. Esta ideología induce proyectos educativos y orientaciones legislativas que alientan una identidad personal y una identidad afectiva cortadas radicalmente de la diversidad biológica que existe entre lo masculino y lo femenino”4. El Cardenal Francis Arinze comentando estas palabras del Papa Francisco dijo que “los medios de comunicación han tomado la costumbre de desfigurar, secularizar e incluso comercializar el matrimonio y la familia”5. Esto resulta muy evidente en aquellos programas llenos de erotismo y pornografía, que además están destinados también a los niños: en muchos países occidentales, desde la educación infantil, los niños reciben una reeducación, es decir, se manipula y contamina sus conciencias con la ideología del género. En algunos países las familias ni siquiera tienen la opción de elegir. Por ejemplo, en 2006 en Alemania, se quiso obligar a una familia cristiana protestante con 8 hijos, a participar en experimentos chocantes bajo la égida de la educación sexual. Los padres decidieron no mandar a sus hijos a esas clases, y fueron condenados a una pena de cárcel...
Yo mismo, en mi libro titulado Dios o nada6, he denunciado con contundencia la teoría del género como un ataque frontal contra la familia, y su voluntad de destruirla, insistiendo en su aspecto especialmente deletéreo para los países africanos que están sometidos a un nuevo colonialismo por parte de los países occidentales o directamente, o bien a través de organizaciones internacionales que estos países dominan de modo indiviso, y sin vergüenza ninguna.
1. Génesis de la Ideología de género7
El género –“gender” en inglés- tiene su origen en el campo de las ciencias humanas de inspiración freudiana. Fue un término acuñado en 1955 en Estados Unidos: John Money, psiquiatra de Harvard, enfrentándose a casos de hermafrodismo, introdujo el concepto de función de género, “gender role” en inglés, que definió de la manera siguiente: “género son todas las cosas que dice o hace una persona para mostrarse como poseedor de un estado de hombre o de mujer”. De este modo, esta nueva noción de función social como fuente de la identidad sexual contenía el germen de todo proyecto ideológico del género que se irá desplegando a lo largo de las siguientes décadas.
Treinta y cinco años después, ya en los años 90 del pasado siglo, Judith Butler, líder de la revolución del género, declara que las palabras “sexo” y “género” no son sustantivos, sino... verbos. Esto quiere decir que un individuo, hombre o mujer, se convierte en aquello que él o ella decide decir y hacer”. Por tanto, Judith Butler afirma que “ser hombre o mujer no es algo que somos, sino algo que hacemos”.
2. Motivos espirituales de una batalla
La teoría aberrante y delirante del género, que se presenta –y esto ya es el colmo- como “científica” en realidad consiste en una superchería pseudo-científica. Hunde sus raíces en un humus que se puede calificar de especialmente turbio, y a propósito del cual no dudo en decir que veo “la mano del propio diablo”. Pero ¿de qué se trata? ¿Cuál es el fundamento de esta ideología y cómo podemos combatirla? Sabemos por la santa Biblia que Satanás es “homicida” desde su origen8. ¿Por qué homicida? ¿A quién quiere matar el diablo con un tesón y un empeño que solamente terminará con la batalla final que se menciona en el Apocalipsis?9 Satanás quiere matar, quiere destruir el Dios que tenemos dentro, es decir la persona humana que ha sido creada a imagen de Dios10, quiere hacer de nosotros individuos, “zombies” sin alma y dotados de un cuerpo que se ha convertido en una especie de maquinaria sometida a las manipulaciones genéticas y al transhumanismo. Sí, eso es lo que quiere el Adversario: quiere someternos a él, el Príncipe de este mundo, para manipularnos mejor rompiendo, en un primer momento, el “cordón umbilical” que nos une a Dios, y después en un segundo momento, con la ilusión –una verdadera trampa- de que solo somos un conjunto de células condenadas a sobrevivir gracias a una tecnología que cada vez es más sofisticada11, liberarnos de nuestra condición humana para hacer de nosotros nuestros propios dioses12.
3. La historia de la pseudo-liberación del hombre: de la persona al individuo, y del individuo al zombi
La pseudo-liberación del hombre se inscribe en la historia de los tres últimos siglos, siendo la ideología de género el último avatar lamentable. Me voy a explicar: La liberación de Dios Padre se produjo ya hace tiempo cuando las democracias occidentales se formaron en un contexto deísta. Los grandes pensadores del racionalismo (desde Voltaire a Diderot pasando por d ́Alembert) dieron lugar a la famosa Revolución francesa, que será presentada por la corriente laica como la génesis de la liberación del hombre con respecto al Dios de los cristianos13, y por tanto, con respecto también a la Iglesia y a su Magisterio, calificados de “opresivos”. Sin embargo, para los racionalistas, Dios es el arquitecto supremo del universo que se desinteresa totalmente de sus criaturas. El deísmo de los enciclopedistas ha por tanto matado la paternidad en Dios. J.J. Rousseau incluso dijo que la paternidad es un privilegio social14. Es lo que yo llamo “cortar el cordón umbilical”, y esta etapa decisiva va a dar lugar a otras etapas que paulatinamente van a convertir a la persona en un individuo, y a continuación en un “zombie”.
De hecho, si Dios ya no es Padre, el ciudadano deja de ser el hijo. Deja por tanto de ser una persona que recibe todo de su Padre; se convierte en un individuo, abandonado así mismo en la organización del mundo y de su propio destino. Como ya no recibe su identidad (de Aquel a cuya imagen y semejanza ha sido creado), debe construirla él mismo apoyándose en su sola razón. Como dijeron los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, las dos alas que nos permiten elevarnos hacia la contemplación de la verdad son la fe y la razón15. Cortando el ala de la fe, el hombre se desequilibra, y efectivamente, han hecho falta tres siglos para que el hombre se choque contra la tierra firme de sus propias convicciones, para que sea pisoteado como un vulgar insecto, primero en los campos de concentración nazis y en los gulags comunistas, y después, de una manera más aséptica, en el fango de la ideología del género.
Actualmente con la ideología de género el hombre está abandonado, denostado, se le destruye, se destruyen sus valores, su sexualidad y es poco menos que un animal. El hombre está abandonado a su única razón y, por tanto, pierde poco a poco todo contacto con la Fuente, la paternidad de Dios, que es la que ilumina su conciencia. Es cierto que las Declaraciones de los Derechos Humanos, los preámbulos de las Constituciones y las primeras Cartas de la Sociedad de Naciones (SDN) y de las Naciones Unidas (ONU), en los siglos XIX y XX son aún en gran medida el reflejo de las normas del derecho natural, pero el derecho positivo que actualmente reina de manera absoluta, se aleja poco a poco de ellas y obliga a los legisladores a callarse en el mejor de los casos, o a negarse a sí mismo en el peor de los casos16. Veamos un ejemplo, el más grave y el más significativo: los Estados occidentales, al igual que las instancias internacionales, que ellos mismos controlan, como por ejemplo la Unión Europea, son incapaces de definir de forma clara qué es un embrión humano, y afirman aquello que toda conciencia humana ya sabe –basándose en la sola razón y también la ciencia17- y que constituye una norma esencial y fundamental del derecho natural18, a saber que, desde el momento de su concepción, el embrión humano es un ser humano, que, consecuentemente, tiene un derecho imprescriptible y absoluto a la vida. Entonces, para evitar contradecir el pseudo “derecho al aborto” y atraer para si la ira de la casta mediático-política dominante, el legislador “anda por las ramas”, si me permiten utilizar esta expresión un poco trivial: o bien se calla, y como si fuera un Poncio Pilato contemporáneo, rechaza pronunciarse como lo hace la Unión europea, que deja que cada uno de sus Estados miembros se encargue de regular esta cuestión19; o bien se esfuerza por encontrar una expresión susceptible de no enfadar a nadie, de allí esta definición, cuanto menos enrevesada, que la Comisión Consultiva Nacional de Ética francesa se inventó en el año 1984: “el embrión es una persona humana potencial”. Hay que entender el término “potencial” obviamente como sinónimo de “en proyecto” y, por tanto, “aún no existente”. Esto es una constatación: la muerte de la ontología ha pasado por allí...
De este modo, como resultado del divorcio que se ha producido entre el individuo y la persona, Occidente, y tras él el resto del mundo, en particular mediante la colonización y después por la dominación económico-financiera de los países en vías de desarrollo, el mundo entero –como digo– se ha hundido en el individualismo y las ideologías. La historia nos muestra ampliamente que el deísmo ha desencadenado un proceso que ha conducido a la civilización occidental, es decir, la civilización judeo- cristiana, de la muerte de Dios y del nihilismo del siglo XIX, a la misma muerte del hombre durante el siglo XX, para finalmente llegar en la segunda mitad del siglo XX a un hundimiento sin precedentes de la institución familiar, vector de la persona humana. Friedrich Nietzsche, con su teoría del superhombre, que presentaba como el remedio a la desesperación provocada por la muerte de Dios20, Sigmund Freud con su nueva antropología basada en las pulsiones primarias como motivación exclusiva de las acciones humanas, Jean-Paul Sartre21 y su nihilismo libertario, aparentemente genial, estos tres pensadores han terminado de inocular en la conciencia colectiva y, por tanto, también en la individual, la idea de que la “liberación” del individuo pasa por el asesinato del padre, y han llevado a término su plan diabólico a través de los famosos eventos de complementariedad de los sexos, y, por tanto, con la maternidad. Margaret Sanger (1879-1966), fundadora de la “Planificación familiar internacional” y figura prominente del feminismo occidental, ¿no quería de hecho el acceso libre y gratuito a los anticonceptivos para “liberar a la mujer de la esclavitud de la reproducción”? De esta manera hemos asfixiado el sentido de la feminidad y de la maternidad en el seno de la cultura occidental porque sabemos perfectamente que entre la contracepción y el aborto legalizado y pagado con fondos públicos no había más que un solo paso que los legisladores se apresuraron a franquear entre las décadas de 1970 a 1990...23
A finales del siglo XX el padre, la madre, el esposo, el hijo y la hija, todos habían perdido su estatus que, sin embargo, se les debía en una sociedad digna de tal nombre: la “familia” estaba quebrantada en sus cimientos24. En nuestros días, la familia incluso se ha convertido en un concepto abstracto e inestable, sometido a interpretaciones diversas y contradictorias, de donde el malestar que sienten los legisladores ante la tarea de definirla, y de donde también esta reciente decisión tomada por el gobierno francés de sustituir el “ministerio de la familia” por el “ministerio de las familias”. Según lo afirma, lo ha hecho “para tener en cuenta las diferentes realidades de la sociedad contemporánea”... ante la indiferencia casi generalizada de la opinión pública, y con la aprobación ruidosa, esa sí, del entorno político-mediático dominante.
Hay que entender que este largo proceso que se puede calificar de “revolucionario”, que comenzó con la muerte de Dios-Padre en el siglo XVIII y terminó con la muerte del hombre convertido en un simple “individuo” a finales del siglo XX, conduce directamente a la ideología del género. Pero ¿de qué manera? En este principio del siglo XXI, las sociedades occidentales se han convertido en desiertos espirituales y demográficos: basta con pasearse por las calles de Londres, París, Berlín, Madrid o Roma para darse cuenta de ello: pocos niños, pocos cochecitos o sillitas de bebés, familias reducidas a su mínima expresión: un hombre y una mujer (que a menudo son simples “compañeros”, que cohabitan durante un tiempo limitado) con a veces uno o dos hijos, siempre y cuando no sustituyan a los hijos por mascotas. Y tenemos también a las parejas homosexuales entrelazados que de este modo expresan cada vez más su “diferencia”. Después, tenemos también la presencia masiva de una población extranjera, que en Europa occidental sumerge a los pueblos nativos paralizados, provenientes de otros continentes, los continentes del hambre y de la opresión política, y de culturas y religiones diferentes. En definitiva un laicismo y un indiferentismo generalizados y alimentados por ese famoso díptico del Imperio Romano en su apogeo y al mismo tiempo abocado a un declive inevitable: “panem et circenses” o, si prefieren, utilizando un vocabulario más actual, “bienes de consumo y de ocio” a ultranza... en lugar del esfuerzo y del trabajo. Estos ciudadanos-individuos, por tanto “individualistas”, condenados a la soledad en el mejor de los casos y, en el peor de ellos, al suicidio, a veces “asistido” (y legalizado), son radicalmente indiferenciados: no son más que consumidores ante los cuales los sitios de Internet hacen su mercado gracias a las evaluaciones estadísticas de sus deseos. Acabamos de describir el marco de la sociedad occidental del vacío, que, además, es una
mayo de 1968, un movimiento libertario cuyas ideas se propagaron más allá del antiguo telón de acero, a partir de la caída del muro de Berlín, en 198922.
A continuación del asesinato del padre, hemos pasado al asesinato de la madre, con el feminismo radical que enfrenta los derechos de la mujer, su libertad y su igualdad por una parte, con la identidad femenina en el marco de la sociedad depresiva y adolescente25. De ahí al bricolaje del “género” solo hay un paso, y es ese vacío el que ha permitido a los Mefistófeles occidentales, sobre todo estadounidenses, afinar su proyecto de reconstrucción social basado en bases pseudo-científicas y laicistas, que son verdaderamente diabólicas. El caldo de cultivo está listo para la revolución final, que corresponde también al “combate definitivo” mencionado en el Apocalipsis, la revolución del género que convierte al individuo en un “zombie”. Es el nihilismo total, radical, absoluto que es el preludio de la muerte de la humanidad. Es la Hora del combate entre estas nieblas donde naufraga una humanidad enfrentada a los demonios del nihilismo libertario, y la Luz que solamente la Iglesia lleva como una antorcha, que se parece en demasiadas ocasiones a esa pequeña llama de la Esperanza que cantaba Charles Péguy hace ya un siglo, y que ninguna borrasca podrá apagar. Porque nuestra fe en Cristo, que es el fundamento de nuestra esperanza, es decir nuestra fe en Cristo resucitado, el Hombre Nuevo, Dios hecho hombre, es esa antorcha, esa llama que ilumina nuestras vidas y nuestra conciencia de hombres y de mujeres creados “a imagen y semejanza de Dios”. La Iglesia es el último y el único refugio contra esa nueva barbarie del “gender”, ante la cual resulta que los Hunos de Atila en el siglo V solo eran una amenaza insignificante. Sí, esos bárbaros que, en el crepúsculo del Imperio convertido al cristianismo, el Papa León I consiguió detener a las puertas de Roma gracias a su persuasión, supieron detener ahí su acción maléfica. ¿Harán lo mismo nuestros “doctores Fausto” contemporáneos? ¿Aceptarán romper su pacto diabólico con el Adversario que les dice –como dijo a nuestros primeros padres: “seréis como dioses”? Sí, en la actualidad, la Iglesia es el único y el último refugio contra esta nueva barbarie, pero teniendo en cuenta las costumbres y hábitos paganos de este nuestro mundo, la palabra de la Iglesia tiene que ser clara, límpida, sin ambigüedad y con la fuerza suficiente para sustraer a los creyentes de aquello que les alejaría de la alianza de Cristo y sus enseñanzas.
A continuación voy a hablar de algo que no está en la conferencia que había escrito originariamente, pero quiero comentar. Hay algo que me parece triste. Los países occidentales en cierto modo han decidido aliarse para oponerse frontalmente y radicalmente a Dios, dictando leyes que destruyen el designio de Dios sobre la familia y sobre el matrimonio. Hay una voluntad y medios financieros, técnicos y mediáticos no solamente para romper o destruir sino también y, sobre todo, diría yo, para acabar con los fines del matrimonio, para desestructurar y desnaturalizar la célula de la familia. Por desgracia, algunos prelados de alto rango, aquí sobre todo de países más opulentos, se emplean en aportar modificaciones a la doctrina y a la moral cristianas en todo lo que se refiere al matrimonio, a los divorciados vueltos a casar y a otras estructuras irregulares. Estos guardianes de la fe, que deberían defender lo que defiende el Magisterio de la Iglesia, tienen que saber que tendrán que rendir cuentas ante Dios y que el problema fundamental que supone la destrucción de los fines del matrimonio es un problema de moral natural. Es en el orden natural donde el hombre y la mujer son llamados a unirse de forma indisoluble para expresarse ternura, para apoyarse mutuamente en una complementariedad armoniosa. Esta realidad natural es la que el Señor elevó a la dignidad de sacramento, y que la Iglesia tiene que defender y proteger hasta la muerte, para la salvación de la humanidad.
Ahora, voy a continuar con la conferencia después de este inciso.
4. Definición de género
Si queremos identificar en una sola frase el nudo ideológico de la revolución del género, diría lo siguiente: “Para el género, la masculinidad y la feminidad con la complementariedad de los sexos, la paternidad y la maternidad, y por tanto la filiación, evidentemente la nupcialidad y por tanto el matrimonio entre un hombre y una mujer, y, por consiguiente la familia, con la vocación educativa del padre y de la madre, todo eso no es más que... viendo, vacío... no existe en sí mismo, pues son construcciones sociales que han sido elaboradas a lo largo de los siglos, particularmente bajo la presión de las religiones, entre las cuales el judeo-cristianismo, para impedir al individuo acceder a la verdadera libertad e igualdad de los ciudadanos. Son por tanto estereotipos discriminatorios de los cuales hay que liberarse (de dónde el proceso revolucionario), y que tenemos que deconstruir y demoler por todos los medios posibles: financieros, políticos, culturales (artes, medios de comunicación, lenguaje, modas...), educativos, y por tanto legislativos” 26. Esto significa, en particular, pero no únicamente, que la individualidad no es recibida, lo que hace de la persona un “hombre” o una “mujer” no es recibido o innato, sino que continuamente está en construcción, lo cual da lugar a la indiferenciación de los sexos. Notemos que, en estas barricadas de un nuevo género, son los medios de comunicación dominantes, las artes subvencionadas, algunas cátedras de universidades, laboratorios y centros de investigación de todo tipo, y también en las manifestaciones y ágoras de “Podemos” en Madrid y de la “Noche en pie” en París, asistimos a la conjunción de dos cohortes, la de las feministas y la del LGBT27 que se juntan en la misma voluntad de deconstrucción antropológica.
5. La “deconstrucción” del género es una destrucción.
Tomemos un ejemplo de deconstrucción debido al género, el del lenguaje. Hemos pasado:
-  del esposo o marido y de la mujer, único y sujeto de un don total de sí para la vida, a las parejas (o compañeros), múltiples y temporales; 

   -  de la maternidad al derecho de la mujer a disponer libremente de su cuerpo; 

   -  del matrimonio entre un hombre y una mujer en tanto que institución estable, a 
la celebración cultural del amor libre hetero- u homosexual sin compromiso; 

      -  de la familia a las familias, o a la familia en todas sus formas, 

   - de la procreación a la reproducción...28 
Es interesante constatarque el nuevo lenguaje del género reemplaza palabras que expresan realidades universales, que el cristianismo ha enaltecido. De ese modo, los siguientes términos, presentes en el himno a la Caridad de san Pablo (1Co13), son borrados del lenguaje del género, y por tanto cada vez más del gobierno mundial y estatal: se trata de las palabras don, plenitud, servicio, mal, envidia, alegría, verdad, esperanza, perfección... En cambio, he aquí las palabras y expresiones que derivan de la ideología del género, que constituyen como una base de datos informáticos, que corresponde a un nuevo corpus linguae muy extraño de tipo sociológico-científico: mencionemos algunas de ellas: perspectiva de género, neutro en cuanto al género, discriminación sobre la base del sexo, especialista de género, sexoespecificidad, estereotipos sexuales29. 
El género por tanto ha pasado a las costumbres, y prosigue su camino de “deconstrucción”, es decir, de destrucción de la familia y por tanto de la sociedad, en una indiferencia casi generalizada. Debemos tomar conciencia de ello urgentemente para consentir emprender la resistencia, sea cual sea el precio a pagar: de la burla a la marginación, y del encarcelamiento al martirio. El veneno ya ha sido inoculado tanto a nivel de las naciones como de las instancias internacionales, de la cual la más notoria e influyente es la ONU (las Naciones Unidas), como lo vamos a demostrar seguidamente. 
6. La difusión de la ideología de género a nivel de los Estados y de las organizaciones internacionales 

6. A nivel de los Estados
La ideología de género está sostenida, promovida y practicada por la Organización Mundial de la Salud, que depende de las Naciones Unidas (ONU), y por numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG), particularmente de instituciones de educación y de sanidad que tienen su sede en los Estados occidentales. Para medir hasta qué punto de aberración antropológica han llegado los países occidentales, he aquí dos ejemplos significativos concernientes a Francia:
La Fundación Jérôme Lejeune no cesa se denunciar, ante una indiferencia casi total, que el diagnóstico prenatal provoca el aborto, y por tanto el asesinato de 96% de niños con síndrome de Down: es el río de sangre de los nuevos santos Inocentes30.
El 22 de marzo 2016, el tribunal correccional de Blois condenó a un año de cárcel con condena condicional, a una mujer que había vendido a dos parejas dos de sus hijos vía Internet, no por haber considerado a sus hijos como mercancías y haberlos vendido, sino por haber estafado a las parejas promotoras...31.
Todo país que rechaza adherirse a esta ideología es generalmente sancionado: por ejemplo, estos Estados son penalizados en la recepción de ayudas al desarrollo. Estas ayudas por tanto están condicionadas a la aceptación por parte de estos países de la ideología de género. Esta auténtica colonización afecta a todo el continente africano, especialmente la África llamada sub-sahariana, pero también Asia y América Latina.
En estos países, muchos se vieron obligados a crear ministerios del “género”. En efecto, solo en África, una quincena de Estados ya han adoptado políticas nacionales de tendencia al “género” en el seno de diversos ministerios (educación, mujer, familia, juventud, sanidad, trabajo, desarrollo social o también cultura)32. Estos definen el género de esta manera: cito por ejemplo de entre uno de ellos: “un conjunto de funciones y de relaciones entre el hombre y la mujer, que no están determinados por la biología, pero que dependen del contexto social, cultural, político y económico”. Los países africanos, y más generalmente, los países en vía de desarrollo, que se inclinan a resistir a la oleada homosexual, tienden a abrir grandes las puertas a la perspectiva del género en su acepción feminista, sin darse cuenta de que la homosexualidad legalizada seguirá inmediatamente a esta desviación, pues está incluida en lo que podríamos llamar “el paquete de regalo” envenenado.

-A nivel de los organismos internacionales33
En las instancias intergubernamentales e internacionales, que inspiran la legislación y el comportamiento de los diversos Estados, el uso de la teoría del género representa una ruptura con el lenguaje de los instrumentos jurídicos vinculantes adaptados anteriormente en los años 1990. Tomemos el ejemplo de la ONU (Naciones Unidas). Hasta los años 1990, los diversos documentos jurídicos se refieren a los “hombres y mujeres”, a los “esposos” o al “marido” y a la “mujer”, a los “padres”, a la hora de abordar la igualdad de todos los seres humanos, en dignidad y en derechos, o cuestiones relativas a la familia, al matrimonio, a la educación de los hijos34. Del mismo modo, se refieren explícitamente al sexo masculino o femenino cuando abordan la cuestión de la no-discriminación35. La Carta de las Naciones Unidas de 1945 afirma “los derechos iguales de hombres y mujeres” (preámbulo, 2)36. Los instrumentos jurídicos de la ONU de esta época reconocen también la familia (en singular), como base natural y fundamento de la sociedad37, teniendo derecho a la protección de la sociedad y del Estado, y fundada sobre el matrimonio contraído libremente entre un hombre y una mujer38. El cambio comenzó a producirse durante la Conferencia mundial sobre las mujeres en Pekín (4-15 septiembre 1995), marcada por la intervención muy notable de una feminista muy célebre, Hillary Clinton, entonces Primera Dama, quien declaraba, con un atajo sorprendente: “los derechos de la mujer son derechos humanos”39. Pese a la oposición virulenta de países como Estados Unidos y Francia, la Santa Sede no dudó en decir en voz alta sus puntos de desacuerdo presentes en el documento preparatorio de la Conferencia, donde había podido observar, por ejemplo, que las palabras “madre” o la expresión “la familia es la unidad de base” estaban mencionados entre paréntesis. El género avanzaba todavía en parte oculto, pues no está explícitamente definido en la Plataforma de Acción de Pekín. De hecho, sus promotores, en su mayoría occidentales, que habían conseguido integrarlo a hurtadillas en el documento, evitaron dar una definición, de modo que muchos tendieron a interpretarlo en su sentido gramatical tradicional. No obstante, el malestar era palpable.
Después de la Conferencia de Pekín, la agenda oculta comenzó a desvelarse. Los organismos de la ONU se aplicaron a definir el “género”. Estas llamadas definiciones siguen siendo largas y ambiguas; cambian sin cesar, pero permiten también una interpretación que incluye la orientación sexual y la identidad de género. La definición más “notable” es aquella de ONU Mujeres: afirma que el género corresponde “a los atributos sociales y a las oportunidades asociadas al hecho de ser hombre o mujer y a las relaciones entre mujeres y hombres, así como a las relaciones entre mujeres y las relaciones entre hombres”, añadiendo que “esos atributos, oportunidades y relaciones se circunscriben a un contexto y un tiempo específico por lo que pueden ser cambiantes”. ONU Mujeres presiona para que la “igualdad de género y los derechos de la mujer” sean integrados en los tratados “mundiales”, en particular en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Señalemos que ONU Mujeres no usa a propósito el término de “tratados internacionales”, sino el de “tratados mundiales” para hacer comprender su voluntad de imponer a todos los países sin excepción la ideología de género. Luego, ONU Mujeres considera que el documento Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) ha omitido algunos componentes esenciales al género, como “la salud y los derechos sexuales y reproductivos” (SDSR). Estos comprendiendo en particular el objetivo de un acceso “universal” (o “mundial”) a la “gama completa” de preservativos sea cual sea la edad y el estatus marital, el aborto “sin riesgos”, una “educación sexual completa” puramente “técnica”... Y ONU Mujeres concluye: “El marco de desarrollo más allá de 2015 debe reconocer que la falta de control de las mujeres y adolescente sobre sus cuerpos y su sexualidad constituye una enorme violación de sus derechos”.
- La dictadura a través de la subversión ideológica
Según la ideología del género, la familia se ha convertido en un lugar donde se negocia el poder. Ya no es la célula básica de la sociedad y, ni mucho menos, un lugar de amor ni de comunión interpersonal. La familia, según los teóricos del género, es una fuente de desigualdad, y por eso, hay que cambiar las relaciones de poder entre los hombres y las mujeres, entre los niños y las niñas, ya desde la enseñanza primaria. Sabemos que en bastantes países occidentales, estos objetivos se han convertido en hechos. Por ejemplo, en Francia, existe un programa de enseñanza que se llama “El ABCD de la igualdad” que fue propuesto por Najat Vallaud-Belkacem, entonces ministra de los Derechos de la mujer, y cuyo objetivo era luchar contra “el sexismo y los estereotipos de género”. Este programa se introdujo de forma experimental a partir del curso 2013-2014 en unas seiscientas aulas de educación infantil y primaria en Francia. Ante la oposición que suscitó esta iniciativa pedagógica, el 25 de noviembre de 2014, Najat Vallaud-Belkacem, que se había convertido en ministra de Educación nacional, sustituyó el programa “ABCD” por un plan de acción que... recupera las líneas directrices de su proyecto anterior. Los partidarios de la ideología del género quieren crear políticas que debilitaran lo que ellos llaman las “estructuras de sometimiento”, es decir todas las fuerzas políticas, culturales y religiosas que atribuyen roles de género estereotipados a hombres y mujeres, y que por tanto, limitan las decisiones de vida de las mujeres y de las niñas, y que obligan a los homosexuales a adoptar “roles heterosexuales” que rechazan. Encontramos aquí los dos afluentes envenenados que dan lugar a un río llamado “género”: el feminismo y los grupos homosexuales y transexuales LGBT.
En el libro que acaba de ser publicado: Religión: la hora de la verdad40, Monseñor Roland Minnerath, arzobispo de Dijon, afirma lo siguiente: “La modernidad ha querido apostar por un hombre cortado de Dios... Pero si Dios ha creado el mundo y los seres humanos, ha imprimido en ellos un orden procedente de su sabiduría y de su razón, un orden inteligible para nosotros”. En otras palabras, la ideología del género hunde sus raíces en el relativismo, según el cual todo es posible y aceptable. Benedicto XVI41, y a continuación el Papa Francisco42, han declarado que nuestras sociedades se orientan hacia una dictadura del relativismo, que solamente reconoce el propio ego y sus deseos. Esta ideología que ha penetrado todas las capas de la sociedad, se inmiscuye dentro de la Iglesia desde el exterior pero también desde el interior. El arzobispo emérito de Chicago, fallecido en abril de 2015, el Cardenal Francis George, declaró el 12 de noviembre de 2012 que, si bien pensaba que “él iba a morir en su propio lecho –lo cual resultó ser cierto- podría ser que su sucesor falleciese en la cárcel, y que el sucesor de su sucesor, bien podía morir siendo mártir en una plaza pública, por haber, por ejemplo, denunciado la decadencia de una sociedad, esforzándose por reconstituir de forma paciente la civilización exactamente como ha hecho la Iglesia en multitud de ocasiones en la historia de la humanidad”43. Por tanto, existen grupos de presión (los llamados “lobbies”) que quieren imponer la ideología del género y del relativismo moral. Y si la familia está en peligro, la sociedad misma está en peligro, y también la fe. En efecto, los obispos (y por tanto también los sacerdotes, que son sus cooperadores) están llamados a defender la santidad del matrimonio y de la familia. Si fallan a su misión, nuestro futuro, el futuro de la humanidad, corren grave peligro, porque la fe siempre está amenazada por dos frentes: bien por la voluntad de modificar la doctrina inmutable, bien dando mal ejemplo.
7. El bello combate por la familia
En nuestros días somos testigos especialmente de un combate frontal y violento entre “el espíritu del mundo” y “el Espíritu Santo”. Me explico. En los orígenes de la Iglesia, por ejemplo en Roma, sabemos por San Pablo (epístola a los romanos, capítulo 1) que el contexto cultural era bastante similar al contexto cultural que estamos viviendo actualmente con la banalización del adulterio, la poligamia, la homosexualidad, el aborto... Los cristianos de aquella época no hicieron concesiones, sino que se mantuvieron fieles al Evangelio, incluso aunque su testimonio fuera a contracorriente de la cultura dominante. Es gracias a su ejemplo, creíble, que pudieron convertirse en la levadura dentro de la masa pagana de aquella época, de la cual habla Jesús44, de forma que, poco a poco, se produjo una conversión de pueblos enteros. Y de esa manera Europa se volvió cristiana y se produjo el florecimiento de una civilización marcada por el cristianismo, en la cual el matrimonio, especialmente la dignidad de la mujer, y la familia, con el respeto por los niños desde su concepción, se pusieron de relieve. Nuestros ancestros en la fe habían elegido, por tanto, el “Espíritu Santo” y no el “espíritu del mundo”... costase lo que costase... es decir, hasta sufrir burla, discriminación e incluso martirio. Sin embargo, durante los dos últimos Sínodos sobre la familia, celebrados en 2014 y 2015, en un contexto social y cultural muy similar al que había en la Roma antigua, por lo menos en Occidente (es decir, caracterizado por la banalización y la legalización del divorcio por consentimiento mutuo45, la unión civil temporal46 o las parejas de hecho, la anticoncepción, el aborto, la manipulación genética, la fecundación “in-vitro” que supone la masacre de fetos considerados indeseables, la legalización del “matrimonio” homosexual47...), la tentación de consentir al espíritu del mundo dominante en la actualidad ha surgido gracias a una excusa teológica-pastoral errónea: la adaptación de las enseñanzas de la Iglesia a las realidades del mundo contemporáneo, o si prefieren en un lenguaje más teológico, la adaptación de la doctrina de la Iglesia a los casos particulares que entran en la pastoral. Este auténtico entusiasmo por este modelo, que sin embargo no era un descubrimiento reciente (piensen en las teorías desviadas de Hans Küng...), retransmitido por los medios de comunicación indulgentes, incluidos medios católicos, ha ganado un cierto número obispos, uno de los cuales no dudó en calificar este paradigma de “fuente de la revelación”.
8. Conclusión
Para concluir, me gustaría citar un extracto de la Carta a las familias del Papa San Juan Pablo II, del 2 de febrero de 199448. Verán cómo esta carta sigue siendo tan actual: “¡Que Cristo, que es el mismo «ayer, hoy y siempre» (cf. Hb 13, 8), esté con nosotros mientras doblamos las rodillas ante el Padre, de quien procede toda paternidad y maternidad y toda familia humana (cf. Ef 3, 14-15) y, con las mismas palabras de la oración al Padre, que él mismo nos enseñó, ofrezca una vez más el testimonio del amor con que nos «amó hasta el extremo» (Jn 13, 1)! Hablo con la fuerza de su verdad al hombre de nuestro tiempo, para que comprenda qué grandes bienes son el matrimonio, la familia y la vida; y qué gran peligro constituye el no respetar estas realidades y una menor consideración de los valores supremos en los que se fundamentan la familia y la dignidad del ser humano. ¡Que el Señor Jesús nos recuerde estas cosas con la fuerza y la sabiduría de la Cruz (cf. 1 Co 1, 17-24), para que la humanidad no ceda a la tentación del «padre de la mentira» (Jn 8, 44), que la empuja constantemente por caminos anchos y espaciosos, aparentemente fáciles y agradables, pero llenos realmente de asechanzas y peligros! Que se nos conceda seguir siempre a Aquel que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).
San Juan Pablo II dijo en varias ocasiones que “el futuro de la humanidad pasa por la familia”. Sí, si la batalla final entre Dios y el reino de Satanás pasa por el matrimonio y la familia, tenemos que tomar conciencia urgentemente de que estamos ya en el corazón de esta batalla espiritual de la cual dependen el futuro de nuestras sociedades humanas, y sabemos que la familia, fundada en el matrimonio de amor, monógamo, libre, fiel e indisoluble, es la célula básica. Nuestras familias cristianas son como esos múltiples alveolos de cera de las colmenas, por tanto frágiles y que deben ser reforzadas continuamente, que constituyen la colmena donde todos estamos llamados a probar la miel de la Verdad, es decir las Palabras salvíficas del Señor Jesús y de su Esposa, la santa Iglesia. En este año jubilar de la Misericordia, encontremos refugio, al igual que María, la Madre del Redentor y nuestra Madre, en el Corazón de Jesús, en ese Sagrado Corazón atravesado por amor a nosotros... antes de que sea demasiado tarde.

Cardenal Robert Sarah
Conferencia “La familia frente a la ideología de género”
Instituto Berit de la Familia y Cátedra “Santa Teresa de Jesús” de Estudios sobre la Mujer Universidad Católica “Santa Teresa de Jesús” de Ávila
Ávila, 24 de mayo de 2016
Gracias. Excelencias, queridos amigos, me gustaría agradecer a Dios el honor y el privilegio que me ha dado por estar aquí con todos Vds. aquí esta tarde, para hablarles de la familia y de la ideología de género. El cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia, y primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia declaró esto durante una entrevista concedida el 16 de febrero de 2008: “Cuando fui nombrado por el Santo Padre primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, recibí una carta de sor Lucía de Fátima que se puede encontrar en los archivos de dicho instituto. Esta me decía sin ambigüedades: “La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás pasará por el matrimonio y la familia”. Sin embargo – añadía- “no tengáis miedo porque todos aquellos que actúan en favor de la santidad del matrimonio y de la familia siempre encontrarán oposición; serán combatidos por todos los medios posibles, porque lo que está en juego es decisivo. No obstante, Nuestra Señora ya ha aplastado la cabeza de Satanás”.1
Por su parte, tras su viaje apostólico realizado a Fátima, el Papa Benedicto XVI, en una entrevista el 11 de mayo de 2010 y no tuvo miedo en afirmar que “siempre hemos sabido esto aunque, en nuestros días, esto se manifieste ante nuestros ojos de una manera terrorífica: las mayores persecuciones contra la Iglesia no proceden de sus enemigos exteriores, sino de los pecados cometidos dentro de la Iglesia, para los cuales la Iglesia necesita urgentemente hacer penitencia para purificarse”2.
Las familias cristianas sufren todos los días ataques en el mundo entero. Como vamos a ver, la ideología de género está sostenida, promovida y practicada por la Organización Mundial de la Salud, que depende de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), y por numerosas instituciones educativas y sanitarias que tienen su sede en los estados occidentales (Norte América, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda).
El Papa Francisco, durante su viaje apostólico a Manila, no dudó en denunciar con vigor una “colonización ideológica contra la familia”3, que busca destruirla introduciéndose y difundiéndose en las sociedades y las culturas de los países que están en vías de desarrollo. En el no56 de su Exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia, critica con contundencia la ideología mortífera de gender “que niega la diferencia y reciprocidad natural entre un hombre y una mujer. Deja entrever una sociedad sin diferencia de sexo y socaba la base antropológica de la familia. Esta ideología induce proyectos educativos y orientaciones legislativas que alientan una identidad personal y una identidad afectiva cortadas radicalmente de la diversidad biológica que existe entre lo masculino y lo femenino”4. El Cardenal Francis Arinze comentando estas palabras del Papa Francisco dijo que “los medios de comunicación han tomado la costumbre de desfigurar, secularizar e incluso comercializar el matrimonio y la familia”5. Esto resulta muy evidente en aquellos programas llenos de erotismo y pornografía, que además están destinados también a los niños: en muchos países occidentales, desde la educación infantil, los niños reciben una reeducación, es decir, se manipula y contamina sus conciencias con la ideología del género. En algunos países las familias ni siquiera tienen la opción de elegir. Por ejemplo, en 2006 en Alemania, se quiso obligar a una familia cristiana protestante con 8 hijos, a participar en experimentos chocantes bajo la égida de la educación sexual. Los padres decidieron no mandar a sus hijos a esas clases, y fueron condenados a una pena de cárcel...
Yo mismo, en mi libro titulado Dios o nada6, he denunciado con contundencia la teoría del género como un ataque frontal contra la familia, y su voluntad de destruirla, insistiendo en su aspecto especialmente deletéreo para los países africanos que están sometidos a un nuevo colonialismo por parte de los países occidentales o directamente, o bien a través de organizaciones internacionales que estos países dominan de modo indiviso, y sin vergüenza ninguna.
1. Génesis de la Ideología de género7
El género –“gender” en inglés- tiene su origen en el campo de las ciencias humanas de inspiración freudiana. Fue un término acuñado en 1955 en Estados Unidos: John Money, psiquiatra de Harvard, enfrentándose a casos de hermafrodismo, introdujo el concepto de función de género, “gender role” en inglés, que definió de la manera siguiente: “género son todas las cosas que dice o hace una persona para mostrarse como poseedor de un estado de hombre o de mujer”. De este modo, esta nueva noción de función social como fuente de la identidad sexual contenía el germen de todo proyecto ideológico del género que se irá desplegando a lo largo de las siguientes décadas.
Treinta y cinco años después, ya en los años 90 del pasado siglo, Judith Butler, líder de la revolución del género, declara que las palabras “sexo” y “género” no son sustantivos, sino... verbos. Esto quiere decir que un individuo, hombre o mujer, se convierte en aquello que él o ella decide decir y hacer”. Por tanto, Judith Butler afirma que “ser hombre o mujer no es algo que somos, sino algo que hacemos”.
2. Motivos espirituales de una batalla
La teoría aberrante y delirante del género, que se presenta –y esto ya es el colmo- como “científica” en realidad consiste en una superchería pseudo-científica. Hunde sus raíces en un humus que se puede calificar de especialmente turbio, y a propósito del cual no dudo en decir que veo “la mano del propio diablo”. Pero ¿de qué se trata? ¿Cuál es el fundamento de esta ideología y cómo podemos combatirla? Sabemos por la santa Biblia que Satanás es “homicida” desde su origen8. ¿Por qué homicida? ¿A quién quiere matar el diablo con un tesón y un empeño que solamente terminará con la batalla final que se menciona en el Apocalipsis?9 Satanás quiere matar, quiere destruir el Dios que tenemos dentro, es decir la persona humana que ha sido creada a imagen de Dios10, quiere hacer de nosotros individuos, “zombies” sin alma y dotados de un cuerpo que se ha convertido en una especie de maquinaria sometida a las manipulaciones genéticas y al transhumanismo. Sí, eso es lo que quiere el Adversario: quiere someternos a él, el Príncipe de este mundo, para manipularnos mejor rompiendo, en un primer momento, el “cordón umbilical” que nos une a Dios, y después en un segundo momento, con la ilusión –una verdadera trampa- de que solo somos un conjunto de células condenadas a sobrevivir gracias a una tecnología que cada vez es más sofisticada11, liberarnos de nuestra condición humana para hacer de nosotros nuestros propios dioses12.
3. La historia de la pseudo-liberación del hombre: de la persona al individuo, y del individuo al zombi
La pseudo-liberación del hombre se inscribe en la historia de los tres últimos siglos, siendo la ideología de género el último avatar lamentable. Me voy a explicar: La liberación de Dios Padre se produjo ya hace tiempo cuando las democracias occidentales se formaron en un contexto deísta. Los grandes pensadores del racionalismo (desde Voltaire a Diderot pasando por d ́Alembert) dieron lugar a la famosa Revolución francesa, que será presentada por la corriente laica como la génesis de la liberación del hombre con respecto al Dios de los cristianos13, y por tanto, con respecto también a la Iglesia y a su Magisterio, calificados de “opresivos”. Sin embargo, para los racionalistas, Dios es el arquitecto supremo del universo que se desinteresa totalmente de sus criaturas. El deísmo de los enciclopedistas ha por tanto matado la paternidad en Dios. J.J. Rousseau incluso dijo que la paternidad es un privilegio social14. Es lo que yo llamo “cortar el cordón umbilical”, y esta etapa decisiva va a dar lugar a otras etapas que paulatinamente van a convertir a la persona en un individuo, y a continuación en un “zombie”.
De hecho, si Dios ya no es Padre, el ciudadano deja de ser el hijo. Deja por tanto de ser una persona que recibe todo de su Padre; se convierte en un individuo, abandonado así mismo en la organización del mundo y de su propio destino. Como ya no recibe su identidad (de Aquel a cuya imagen y semejanza ha sido creado), debe construirla él mismo apoyándose en su sola razón. Como dijeron los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, las dos alas que nos permiten elevarnos hacia la contemplación de la verdad son la fe y la razón15. Cortando el ala de la fe, el hombre se desequilibra, y efectivamente, han hecho falta tres siglos para que el hombre se choque contra la tierra firme de sus propias convicciones, para que sea pisoteado como un vulgar insecto, primero en los campos de concentración nazis y en los gulags comunistas, y después, de una manera más aséptica, en el fango de la ideología del género.
Actualmente con la ideología de género el hombre está abandonado, denostado, se le destruye, se destruyen sus valores, su sexualidad y es poco menos que un animal. El hombre está abandonado a su única razón y, por tanto, pierde poco a poco todo contacto con la Fuente, la paternidad de Dios, que es la que ilumina su conciencia. Es cierto que las Declaraciones de los Derechos Humanos, los preámbulos de las Constituciones y las primeras Cartas de la Sociedad de Naciones (SDN) y de las Naciones Unidas (ONU), en los siglos XIX y XX son aún en gran medida el reflejo de las normas del derecho natural, pero el derecho positivo que actualmente reina de manera absoluta, se aleja poco a poco de ellas y obliga a los legisladores a callarse en el mejor de los casos, o a negarse a sí mismo en el peor de los casos16. Veamos un ejemplo, el más grave y el más significativo: los Estados occidentales, al igual que las instancias internacionales, que ellos mismos controlan, como por ejemplo la Unión Europea, son incapaces de definir de forma clara qué es un embrión humano, y afirman aquello que toda conciencia humana ya sabe –basándose en la sola razón y también la ciencia17- y que constituye una norma esencial y fundamental del derecho natural18, a saber que, desde el momento de su concepción, el embrión humano es un ser humano, que, consecuentemente, tiene un derecho imprescriptible y absoluto a la vida. Entonces, para evitar contradecir el pseudo “derecho al aborto” y atraer para si la ira de la casta mediático-política dominante, el legislador “anda por las ramas”, si me permiten utilizar esta expresión un poco trivial: o bien se calla, y como si fuera un Poncio Pilato contemporáneo, rechaza pronunciarse como lo hace la Unión europea, que deja que cada uno de sus Estados miembros se encargue de regular esta cuestión19; o bien se esfuerza por encontrar una expresión susceptible de no enfadar a nadie, de allí esta definición, cuanto menos enrevesada, que la Comisión Consultiva Nacional de Ética francesa se inventó en el año 1984: “el embrión es una persona humana potencial”. Hay que entender el término “potencial” obviamente como sinónimo de “en proyecto” y, por tanto, “aún no existente”. Esto es una constatación: la muerte de la ontología ha pasado por allí...
De este modo, como resultado del divorcio que se ha producido entre el individuo y la persona, Occidente, y tras él el resto del mundo, en particular mediante la colonización y después por la dominación económico-financiera de los países en vías de desarrollo, el mundo entero –como digo– se ha hundido en el individualismo y las ideologías. La historia nos muestra ampliamente que el deísmo ha desencadenado un proceso que ha conducido a la civilización occidental, es decir, la civilización judeo- cristiana, de la muerte de Dios y del nihilismo del siglo XIX, a la misma muerte del hombre durante el siglo XX, para finalmente llegar en la segunda mitad del siglo XX a un hundimiento sin precedentes de la institución familiar, vector de la persona humana. Friedrich Nietzsche, con su teoría del superhombre, que presentaba como el remedio a la desesperación provocada por la muerte de Dios20, Sigmund Freud con su nueva antropología basada en las pulsiones primarias como motivación exclusiva de las acciones humanas, Jean-Paul Sartre21 y su nihilismo libertario, aparentemente genial, estos tres pensadores han terminado de inocular en la conciencia colectiva y, por tanto, también en la individual, la idea de que la “liberación” del individuo pasa por el asesinato del padre, y han llevado a término su plan diabólico a través de los famosos eventos de complementariedad de los sexos, y, por tanto, con la maternidad. Margaret Sanger (1879-1966), fundadora de la “Planificación familiar internacional” y figura prominente del feminismo occidental, ¿no quería de hecho el acceso libre y gratuito a los anticonceptivos para “liberar a la mujer de la esclavitud de la reproducción”? De esta manera hemos asfixiado el sentido de la feminidad y de la maternidad en el seno de la cultura occidental porque sabemos perfectamente que entre la contracepción y el aborto legalizado y pagado con fondos públicos no había más que un solo paso que los legisladores se apresuraron a franquear entre las décadas de 1970 a 1990...23
A finales del siglo XX el padre, la madre, el esposo, el hijo y la hija, todos habían perdido su estatus que, sin embargo, se les debía en una sociedad digna de tal nombre: la “familia” estaba quebrantada en sus cimientos24. En nuestros días, la familia incluso se ha convertido en un concepto abstracto e inestable, sometido a interpretaciones diversas y contradictorias, de donde el malestar que sienten los legisladores ante la tarea de definirla, y de donde también esta reciente decisión tomada por el gobierno francés de sustituir el “ministerio de la familia” por el “ministerio de las familias”. Según lo afirma, lo ha hecho “para tener en cuenta las diferentes realidades de la sociedad contemporánea”... ante la indiferencia casi generalizada de la opinión pública, y con la aprobación ruidosa, esa sí, del entorno político-mediático dominante.
Hay que entender que este largo proceso que se puede calificar de “revolucionario”, que comenzó con la muerte de Dios-Padre en el siglo XVIII y terminó con la muerte del hombre convertido en un simple “individuo” a finales del siglo XX, conduce directamente a la ideología del género. Pero ¿de qué manera? En este principio del siglo XXI, las sociedades occidentales se han convertido en desiertos espirituales y demográficos: basta con pasearse por las calles de Londres, París, Berlín, Madrid o Roma para darse cuenta de ello: pocos niños, pocos cochecitos o sillitas de bebés, familias reducidas a su mínima expresión: un hombre y una mujer (que a menudo son simples “compañeros”, que cohabitan durante un tiempo limitado) con a veces uno o dos hijos, siempre y cuando no sustituyan a los hijos por mascotas. Y tenemos también a las parejas homosexuales entrelazados que de este modo expresan cada vez más su “diferencia”. Después, tenemos también la presencia masiva de una población extranjera, que en Europa occidental sumerge a los pueblos nativos paralizados, provenientes de otros continentes, los continentes del hambre y de la opresión política, y de culturas y religiones diferentes. En definitiva un laicismo y un indiferentismo generalizados y alimentados por ese famoso díptico del Imperio Romano en su apogeo y al mismo tiempo abocado a un declive inevitable: “panem et circenses” o, si prefieren, utilizando un vocabulario más actual, “bienes de consumo y de ocio” a ultranza... en lugar del esfuerzo y del trabajo. Estos ciudadanos-individuos, por tanto “individualistas”, condenados a la soledad en el mejor de los casos y, en el peor de ellos, al suicidio, a veces “asistido” (y legalizado), son radicalmente indiferenciados: no son más que consumidores ante los cuales los sitios de Internet hacen su mercado gracias a las evaluaciones estadísticas de sus deseos. Acabamos de describir el marco de la sociedad occidental del vacío, que, además, es una
mayo de 1968, un movimiento libertario cuyas ideas se propagaron más allá del antiguo telón de acero, a partir de la caída del muro de Berlín, en 198922.
A continuación del asesinato del padre, hemos pasado al asesinato de la madre, con el feminismo radical que enfrenta los derechos de la mujer, su libertad y su igualdad por una parte, con la identidad femenina en el marco de la sociedad depresiva y adolescente25. De ahí al bricolaje del “género” solo hay un paso, y es ese vacío el que ha permitido a los Mefistófeles occidentales, sobre todo estadounidenses, afinar su proyecto de reconstrucción social basado en bases pseudo-científicas y laicistas, que son verdaderamente diabólicas. El caldo de cultivo está listo para la revolución final, que corresponde también al “combate definitivo” mencionado en el Apocalipsis, la revolución del género que convierte al individuo en un “zombie”. Es el nihilismo total, radical, absoluto que es el preludio de la muerte de la humanidad. Es la Hora del combate entre estas nieblas donde naufraga una humanidad enfrentada a los demonios del nihilismo libertario, y la Luz que solamente la Iglesia lleva como una antorcha, que se parece en demasiadas ocasiones a esa pequeña llama de la Esperanza que cantaba Charles Péguy hace ya un siglo, y que ninguna borrasca podrá apagar. Porque nuestra fe en Cristo, que es el fundamento de nuestra esperanza, es decir nuestra fe en Cristo resucitado, el Hombre Nuevo, Dios hecho hombre, es esa antorcha, esa llama que ilumina nuestras vidas y nuestra conciencia de hombres y de mujeres creados “a imagen y semejanza de Dios”. La Iglesia es el último y el único refugio contra esa nueva barbarie del “gender”, ante la cual resulta que los Hunos de Atila en el siglo V solo eran una amenaza insignificante. Sí, esos bárbaros que, en el crepúsculo del Imperio convertido al cristianismo, el Papa León I consiguió detener a las puertas de Roma gracias a su persuasión, supieron detener ahí su acción maléfica. ¿Harán lo mismo nuestros “doctores Fausto” contemporáneos? ¿Aceptarán romper su pacto diabólico con el Adversario que les dice –como dijo a nuestros primeros padres: “seréis como dioses”? Sí, en la actualidad, la Iglesia es el único y el último refugio contra esta nueva barbarie, pero teniendo en cuenta las costumbres y hábitos paganos de este nuestro mundo, la palabra de la Iglesia tiene que ser clara, límpida, sin ambigüedad y con la fuerza suficiente para sustraer a los creyentes de aquello que les alejaría de la alianza de Cristo y sus enseñanzas.
A continuación voy a hablar de algo que no está en la conferencia que había escrito originariamente, pero quiero comentar. Hay algo que me parece triste. Los países occidentales en cierto modo han decidido aliarse para oponerse frontalmente y radicalmente a Dios, dictando leyes que destruyen el designio de Dios sobre la familia y sobre el matrimonio. Hay una voluntad y medios financieros, técnicos y mediáticos no solamente para romper o destruir sino también y, sobre todo, diría yo, para acabar con los fines del matrimonio, para desestructurar y desnaturalizar la célula de la familia. Por desgracia, algunos prelados de alto rango, aquí sobre todo de países más opulentos, se emplean en aportar modificaciones a la doctrina y a la moral cristianas en todo lo que se refiere al matrimonio, a los divorciados vueltos a casar y a otras estructuras irregulares. Estos guardianes de la fe, que deberían defender lo que defiende el Magisterio de la Iglesia, tienen que saber que tendrán que rendir cuentas ante Dios y que el problema fundamental que supone la destrucción de los fines del matrimonio es un problema de moral natural. Es en el orden natural donde el hombre y la mujer son llamados a unirse de forma indisoluble para expresarse ternura, para apoyarse mutuamente en una complementariedad armoniosa. Esta realidad natural es la que el Señor elevó a la dignidad de sacramento, y que la Iglesia tiene que defender y proteger hasta la muerte, para la salvación de la humanidad.
Ahora, voy a continuar con la conferencia después de este inciso.
4. Definición de género
Si queremos identificar en una sola frase el nudo ideológico de la revolución del género, diría lo siguiente: “Para el género, la masculinidad y la feminidad con la complementariedad de los sexos, la paternidad y la maternidad, y por tanto la filiación, evidentemente la nupcialidad y por tanto el matrimonio entre un hombre y una mujer, y, por consiguiente la familia, con la vocación educativa del padre y de la madre, todo eso no es más que... viendo, vacío... no existe en sí mismo, pues son construcciones sociales que han sido elaboradas a lo largo de los siglos, particularmente bajo la presión de las religiones, entre las cuales el judeo-cristianismo, para impedir al individuo acceder a la verdadera libertad e igualdad de los ciudadanos. Son por tanto estereotipos discriminatorios de los cuales hay que liberarse (de dónde el proceso revolucionario), y que tenemos que deconstruir y demoler por todos los medios posibles: financieros, políticos, culturales (artes, medios de comunicación, lenguaje, modas...), educativos, y por tanto legislativos” 26. Esto significa, en particular, pero no únicamente, que la individualidad no es recibida, lo que hace de la persona un “hombre” o una “mujer” no es recibido o innato, sino que continuamente está en construcción, lo cual da lugar a la indiferenciación de los sexos. Notemos que, en estas barricadas de un nuevo género, son los medios de comunicación dominantes, las artes subvencionadas, algunas cátedras de universidades, laboratorios y centros de investigación de todo tipo, y también en las manifestaciones y ágoras de “Podemos” en Madrid y de la “Noche en pie” en París, asistimos a la conjunción de dos cohortes, la de las feministas y la del LGBT27 que se juntan en la misma voluntad de deconstrucción antropológica.
5. La “deconstrucción” del género es una destrucción.
Tomemos un ejemplo de deconstrucción debido al género, el del lenguaje. Hemos pasado:
-  del esposo o marido y de la mujer, único y sujeto de un don total de sí para la vida, a las parejas (o compañeros), múltiples y temporales; 

   -  de la maternidad al derecho de la mujer a disponer libremente de su cuerpo; 

   -  del matrimonio entre un hombre y una mujer en tanto que institución estable, a 
la celebración cultural del amor libre hetero- u homosexual sin compromiso; 

      -  de la familia a las familias, o a la familia en todas sus formas, 

   - de la procreación a la reproducción...28 
Es interesante constatarque el nuevo lenguaje del género reemplaza palabras que expresan realidades universales, que el cristianismo ha enaltecido. De ese modo, los siguientes términos, presentes en el himno a la Caridad de san Pablo (1Co13), son borrados del lenguaje del género, y por tanto cada vez más del gobierno mundial y estatal: se trata de las palabras don, plenitud, servicio, mal, envidia, alegría, verdad, esperanza, perfección... En cambio, he aquí las palabras y expresiones que derivan de la ideología del género, que constituyen como una base de datos informáticos, que corresponde a un nuevo corpus linguae muy extraño de tipo sociológico-científico: mencionemos algunas de ellas: perspectiva de género, neutro en cuanto al género, discriminación sobre la base del sexo, especialista de género, sexoespecificidad, estereotipos sexuales29. 
El género por tanto ha pasado a las costumbres, y prosigue su camino de “deconstrucción”, es decir, de destrucción de la familia y por tanto de la sociedad, en una indiferencia casi generalizada. Debemos tomar conciencia de ello urgentemente para consentir emprender la resistencia, sea cual sea el precio a pagar: de la burla a la marginación, y del encarcelamiento al martirio. El veneno ya ha sido inoculado tanto a nivel de las naciones como de las instancias internacionales, de la cual la más notoria e influyente es la ONU (las Naciones Unidas), como lo vamos a demostrar seguidamente. 
6. La difusión de la ideología de género a nivel de los Estados y de las organizaciones internacionales 

6. A nivel de los Estados
La ideología de género está sostenida, promovida y practicada por la Organización Mundial de la Salud, que depende de las Naciones Unidas (ONU), y por numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG), particularmente de instituciones de educación y de sanidad que tienen su sede en los Estados occidentales. Para medir hasta qué punto de aberración antropológica han llegado los países occidentales, he aquí dos ejemplos significativos concernientes a Francia:
La Fundación Jérôme Lejeune no cesa se denunciar, ante una indiferencia casi total, que el diagnóstico prenatal provoca el aborto, y por tanto el asesinato de 96% de niños con síndrome de Down: es el río de sangre de los nuevos santos Inocentes30.
El 22 de marzo 2016, el tribunal correccional de Blois condenó a un año de cárcel con condena condicional, a una mujer que había vendido a dos parejas dos de sus hijos vía Internet, no por haber considerado a sus hijos como mercancías y haberlos vendido, sino por haber estafado a las parejas promotoras...31.
Todo país que rechaza adherirse a esta ideología es generalmente sancionado: por ejemplo, estos Estados son penalizados en la recepción de ayudas al desarrollo. Estas ayudas por tanto están condicionadas a la aceptación por parte de estos países de la ideología de género. Esta auténtica colonización afecta a todo el continente africano, especialmente la África llamada sub-sahariana, pero también Asia y América Latina.
En estos países, muchos se vieron obligados a crear ministerios del “género”. En efecto, solo en África, una quincena de Estados ya han adoptado políticas nacionales de tendencia al “género” en el seno de diversos ministerios (educación, mujer, familia, juventud, sanidad, trabajo, desarrollo social o también cultura)32. Estos definen el género de esta manera: cito por ejemplo de entre uno de ellos: “un conjunto de funciones y de relaciones entre el hombre y la mujer, que no están determinados por la biología, pero que dependen del contexto social, cultural, político y económico”. Los países africanos, y más generalmente, los países en vía de desarrollo, que se inclinan a resistir a la oleada homosexual, tienden a abrir grandes las puertas a la perspectiva del género en su acepción feminista, sin darse cuenta de que la homosexualidad legalizada seguirá inmediatamente a esta desviación, pues está incluida en lo que podríamos llamar “el paquete de regalo” envenenado.

-A nivel de los organismos internacionales33
En las instancias intergubernamentales e internacionales, que inspiran la legislación y el comportamiento de los diversos Estados, el uso de la teoría del género representa una ruptura con el lenguaje de los instrumentos jurídicos vinculantes adaptados anteriormente en los años 1990. Tomemos el ejemplo de la ONU (Naciones Unidas). Hasta los años 1990, los diversos documentos jurídicos se refieren a los “hombres y mujeres”, a los “esposos” o al “marido” y a la “mujer”, a los “padres”, a la hora de abordar la igualdad de todos los seres humanos, en dignidad y en derechos, o cuestiones relativas a la familia, al matrimonio, a la educación de los hijos34. Del mismo modo, se refieren explícitamente al sexo masculino o femenino cuando abordan la cuestión de la no-discriminación35. La Carta de las Naciones Unidas de 1945 afirma “los derechos iguales de hombres y mujeres” (preámbulo, 2)36. Los instrumentos jurídicos de la ONU de esta época reconocen también la familia (en singular), como base natural y fundamento de la sociedad37, teniendo derecho a la protección de la sociedad y del Estado, y fundada sobre el matrimonio contraído libremente entre un hombre y una mujer38. El cambio comenzó a producirse durante la Conferencia mundial sobre las mujeres en Pekín (4-15 septiembre 1995), marcada por la intervención muy notable de una feminista muy célebre, Hillary Clinton, entonces Primera Dama, quien declaraba, con un atajo sorprendente: “los derechos de la mujer son derechos humanos”39. Pese a la oposición virulenta de países como Estados Unidos y Francia, la Santa Sede no dudó en decir en voz alta sus puntos de desacuerdo presentes en el documento preparatorio de la Conferencia, donde había podido observar, por ejemplo, que las palabras “madre” o la expresión “la familia es la unidad de base” estaban mencionados entre paréntesis. El género avanzaba todavía en parte oculto, pues no está explícitamente definido en la Plataforma de Acción de Pekín. De hecho, sus promotores, en su mayoría occidentales, que habían conseguido integrarlo a hurtadillas en el documento, evitaron dar una definición, de modo que muchos tendieron a interpretarlo en su sentido gramatical tradicional. No obstante, el malestar era palpable.
Después de la Conferencia de Pekín, la agenda oculta comenzó a desvelarse. Los organismos de la ONU se aplicaron a definir el “género”. Estas llamadas definiciones siguen siendo largas y ambiguas; cambian sin cesar, pero permiten también una interpretación que incluye la orientación sexual y la identidad de género. La definición más “notable” es aquella de ONU Mujeres: afirma que el género corresponde “a los atributos sociales y a las oportunidades asociadas al hecho de ser hombre o mujer y a las relaciones entre mujeres y hombres, así como a las relaciones entre mujeres y las relaciones entre hombres”, añadiendo que “esos atributos, oportunidades y relaciones se circunscriben a un contexto y un tiempo específico por lo que pueden ser cambiantes”. ONU Mujeres presiona para que la “igualdad de género y los derechos de la mujer” sean integrados en los tratados “mundiales”, en particular en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Señalemos que ONU Mujeres no usa a propósito el término de “tratados internacionales”, sino el de “tratados mundiales” para hacer comprender su voluntad de imponer a todos los países sin excepción la ideología de género. Luego, ONU Mujeres considera que el documento Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) ha omitido algunos componentes esenciales al género, como “la salud y los derechos sexuales y reproductivos” (SDSR). Estos comprendiendo en particular el objetivo de un acceso “universal” (o “mundial”) a la “gama completa” de preservativos sea cual sea la edad y el estatus marital, el aborto “sin riesgos”, una “educación sexual completa” puramente “técnica”... Y ONU Mujeres concluye: “El marco de desarrollo más allá de 2015 debe reconocer que la falta de control de las mujeres y adolescente sobre sus cuerpos y su sexualidad constituye una enorme violación de sus derechos”.
- La dictadura a través de la subversión ideológica
Según la ideología del género, la familia se ha convertido en un lugar donde se negocia el poder. Ya no es la célula básica de la sociedad y, ni mucho menos, un lugar de amor ni de comunión interpersonal. La familia, según los teóricos del género, es una fuente de desigualdad, y por eso, hay que cambiar las relaciones de poder entre los hombres y las mujeres, entre los niños y las niñas, ya desde la enseñanza primaria. Sabemos que en bastantes países occidentales, estos objetivos se han convertido en hechos. Por ejemplo, en Francia, existe un programa de enseñanza que se llama “El ABCD de la igualdad” que fue propuesto por Najat Vallaud-Belkacem, entonces ministra de los Derechos de la mujer, y cuyo objetivo era luchar contra “el sexismo y los estereotipos de género”. Este programa se introdujo de forma experimental a partir del curso 2013-2014 en unas seiscientas aulas de educación infantil y primaria en Francia. Ante la oposición que suscitó esta iniciativa pedagógica, el 25 de noviembre de 2014, Najat Vallaud-Belkacem, que se había convertido en ministra de Educación nacional, sustituyó el programa “ABCD” por un plan de acción que... recupera las líneas directrices de su proyecto anterior. Los partidarios de la ideología del género quieren crear políticas que debilitaran lo que ellos llaman las “estructuras de sometimiento”, es decir todas las fuerzas políticas, culturales y religiosas que atribuyen roles de género estereotipados a hombres y mujeres, y que por tanto, limitan las decisiones de vida de las mujeres y de las niñas, y que obligan a los homosexuales a adoptar “roles heterosexuales” que rechazan. Encontramos aquí los dos afluentes envenenados que dan lugar a un río llamado “género”: el feminismo y los grupos homosexuales y transexuales LGBT.
En el libro que acaba de ser publicado: Religión: la hora de la verdad40, Monseñor Roland Minnerath, arzobispo de Dijon, afirma lo siguiente: “La modernidad ha querido apostar por un hombre cortado de Dios... Pero si Dios ha creado el mundo y los seres humanos, ha imprimido en ellos un orden procedente de su sabiduría y de su razón, un orden inteligible para nosotros”. En otras palabras, la ideología del género hunde sus raíces en el relativismo, según el cual todo es posible y aceptable. Benedicto XVI41, y a continuación el Papa Francisco42, han declarado que nuestras sociedades se orientan hacia una dictadura del relativismo, que solamente reconoce el propio ego y sus deseos. Esta ideología que ha penetrado todas las capas de la sociedad, se inmiscuye dentro de la Iglesia desde el exterior pero también desde el interior. El arzobispo emérito de Chicago, fallecido en abril de 2015, el Cardenal Francis George, declaró el 12 de noviembre de 2012 que, si bien pensaba que “él iba a morir en su propio lecho –lo cual resultó ser cierto- podría ser que su sucesor falleciese en la cárcel, y que el sucesor de su sucesor, bien podía morir siendo mártir en una plaza pública, por haber, por ejemplo, denunciado la decadencia de una sociedad, esforzándose por reconstituir de forma paciente la civilización exactamente como ha hecho la Iglesia en multitud de ocasiones en la historia de la humanidad”43. Por tanto, existen grupos de presión (los llamados “lobbies”) que quieren imponer la ideología del género y del relativismo moral. Y si la familia está en peligro, la sociedad misma está en peligro, y también la fe. En efecto, los obispos (y por tanto también los sacerdotes, que son sus cooperadores) están llamados a defender la santidad del matrimonio y de la familia. Si fallan a su misión, nuestro futuro, el futuro de la humanidad, corren grave peligro, porque la fe siempre está amenazada por dos frentes: bien por la voluntad de modificar la doctrina inmutable, bien dando mal ejemplo.
7. El bello combate por la familia
En nuestros días somos testigos especialmente de un combate frontal y violento entre “el espíritu del mundo” y “el Espíritu Santo”. Me explico. En los orígenes de la Iglesia, por ejemplo en Roma, sabemos por San Pablo (epístola a los romanos, capítulo 1) que el contexto cultural era bastante similar al contexto cultural que estamos viviendo actualmente con la banalización del adulterio, la poligamia, la homosexualidad, el aborto... Los cristianos de aquella época no hicieron concesiones, sino que se mantuvieron fieles al Evangelio, incluso aunque su testimonio fuera a contracorriente de la cultura dominante. Es gracias a su ejemplo, creíble, que pudieron convertirse en la levadura dentro de la masa pagana de aquella época, de la cual habla Jesús44, de forma que, poco a poco, se produjo una conversión de pueblos enteros. Y de esa manera Europa se volvió cristiana y se produjo el florecimiento de una civilización marcada por el cristianismo, en la cual el matrimonio, especialmente la dignidad de la mujer, y la familia, con el respeto por los niños desde su concepción, se pusieron de relieve. Nuestros ancestros en la fe habían elegido, por tanto, el “Espíritu Santo” y no el “espíritu del mundo”... costase lo que costase... es decir, hasta sufrir burla, discriminación e incluso martirio. Sin embargo, durante los dos últimos Sínodos sobre la familia, celebrados en 2014 y 2015, en un contexto social y cultural muy similar al que había en la Roma antigua, por lo menos en Occidente (es decir, caracterizado por la banalización y la legalización del divorcio por consentimiento mutuo45, la unión civil temporal46 o las parejas de hecho, la anticoncepción, el aborto, la manipulación genética, la fecundación “in-vitro” que supone la masacre de fetos considerados indeseables, la legalización del “matrimonio” homosexual47...), la tentación de consentir al espíritu del mundo dominante en la actualidad ha surgido gracias a una excusa teológica-pastoral errónea: la adaptación de las enseñanzas de la Iglesia a las realidades del mundo contemporáneo, o si prefieren en un lenguaje más teológico, la adaptación de la doctrina de la Iglesia a los casos particulares que entran en la pastoral. Este auténtico entusiasmo por este modelo, que sin embargo no era un descubrimiento reciente (piensen en las teorías desviadas de Hans Küng...), retransmitido por los medios de comunicación indulgentes, incluidos medios católicos, ha ganado un cierto número obispos, uno de los cuales no dudó en calificar este paradigma de “fuente de la revelación”.
8. Conclusión
Para concluir, me gustaría citar un extracto de la Carta a las familias del Papa San Juan Pablo II, del 2 de febrero de 199448. Verán cómo esta carta sigue siendo tan actual: “¡Que Cristo, que es el mismo «ayer, hoy y siempre» (cf. Hb 13, 8), esté con nosotros mientras doblamos las rodillas ante el Padre, de quien procede toda paternidad y maternidad y toda familia humana (cf. Ef 3, 14-15) y, con las mismas palabras de la oración al Padre, que él mismo nos enseñó, ofrezca una vez más el testimonio del amor con que nos «amó hasta el extremo» (Jn 13, 1)! Hablo con la fuerza de su verdad al hombre de nuestro tiempo, para que comprenda qué grandes bienes son el matrimonio, la familia y la vida; y qué gran peligro constituye el no respetar estas realidades y una menor consideración de los valores supremos en los que se fundamentan la familia y la dignidad del ser humano. ¡Que el Señor Jesús nos recuerde estas cosas con la fuerza y la sabiduría de la Cruz (cf. 1 Co 1, 17-24), para que la humanidad no ceda a la tentación del «padre de la mentira» (Jn 8, 44), que la empuja constantemente por caminos anchos y espaciosos, aparentemente fáciles y agradables, pero llenos realmente de asechanzas y peligros! Que se nos conceda seguir siempre a Aquel que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).
San Juan Pablo II dijo en varias ocasiones que “el futuro de la humanidad pasa por la familia”. Sí, si la batalla final entre Dios y el reino de Satanás pasa por el matrimonio y la familia, tenemos que tomar conciencia urgentemente de que estamos ya en el corazón de esta batalla espiritual de la cual dependen el futuro de nuestras sociedades humanas, y sabemos que la familia, fundada en el matrimonio de amor, monógamo, libre, fiel e indisoluble, es la célula básica. Nuestras familias cristianas son como esos múltiples alveolos de cera de las colmenas, por tanto frágiles y que deben ser reforzadas continuamente, que constituyen la colmena donde todos estamos llamados a probar la miel de la Verdad, es decir las Palabras salvíficas del Señor Jesús y de su Esposa, la santa Iglesia. En este año jubilar de la Misericordia, encontremos refugio, al igual que María, la Madre del Redentor y nuestra Madre, en el Corazón de Jesús, en ese Sagrado Corazón atravesado por amor a nosotros... antes de que sea demasiado tarde.

(desde este  enlace puede descargar el texto completo de la conferencia con las notas, en pdf)

























en julio 26, 2016 No hay comentarios:
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