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lunes, 23 de marzo de 2015

Las familias tienen la clave de la desigualdad de rentas

Por Antonio Argandoña, Catedrático de Economía, Universidad de Barcelona

Francis Fukuyama hace una interesante recensión del último libro de Robert Putnam, Our Kids: The American Dream in Crisis en el Financial Times del 7 de marzo (aquí, en inglés). Muy bueno el comentario y muy bueno el libro, como corresponde a dos primeras espadas de las ciencias sociales. La tesis del libro, que Fukuyama comenta ampliamente, es muy sencilla: los debates en Estados Unidos sobre la desigualdad creciente en la distribución de la renta olvidan un factor importante: la paulatina desaparición de la familia estable con un padre y una madre. 
En  un libro de 1965, Daniel Patrick Moynihan señaló la evidencia abrumadora de que la pobreza en la población de color de Estados Unidos, y el consiguiente crecimiento del crimen y el consumo de drogas, se relacionaban con la desaparición de la familia biparental en ese colectivo. Putnam señala que ahora el problema se ha extendido también a la población blanca,a la que afecta en un 70% de las familias, una cifra similar a la que Moynihan encontró hace medio siglo.
Fukuyama, haciéndose eco de Putnam, señala la importancia de la estructura familiar y la dedicación de los padres en los resultados de los hijos: “estímulo precoz en la infancia, rolemodels apropiados, expectativas estables y cenas en familia son parte de lo que se necesita para tener adultos con movilidad social hacia arriba”. Y añade: “esto falta en América, en los entornos menos educados”, de modo que “la desigualdad económica se refuerza a sí misma”. 
Ambos autores pasan revista a las soluciones que, dicen, se vienen intentando desde hace décadas. Por ejemplo, la reforma de la educación. Pero dice Fukuyama que “las escuelas tienen un impacto limitado en los resultados de la vida, cuando se compara con los amigos y la familia”. 
“El adecuado funcionamiento de la democracia, dice Fukuyama, se basa en el fundamento de hábitos y virtudes que residen en la sociedad que nos rodea y no en el sistema político formal o en los incentivos económicos que esas instituciones crean”. La educación es importante porque a través de ella y de la familia llega la parte más importante del capital social que contribuye a nuestro desarrollo como personas y como ciudadanos. “Las familias fuertes son críticas en América, como incubadoras de un amplio compromiso social“.
También nuestra sociedad marcha, con decisión, por ese camino. Hay unos cuantos tabús que se han creado en nuestra sociedad individualista y emotivista, que se oponen a tomarse en serio la reconstrucción de nuestro tejido familiar. Bueno, al menos podríamos intentar aprender de las sociedades “modernas, avanzadas y dinámicas” que nos han precedido… 

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