La Marcha por la Vida celebrada en Washington DC este viernes confirma algunos rasgos que hacen del derecho a la vida la causa por los derechos humanos más vigorosa en los Estados Unidos, desde el movimiento por la igualdad racial de los años 60 del pasado siglo.
Bajo la peor tormenta de nieve de las últimas décadas cayendo sobre la costa Este, entre llamamientos de las autoridades a quedarse en casa, colegios y tiendas cerrados, carreteras cortadas y servicios de transporte suspendidos, decenas de miles de personas marcharon para pedir la protección jurídica de la vida humana en su fase más vulnerable de desarrollo. La sentencia del Tribunal Supremo del caso Roe vs. Wadesupuso, en 1973, el reconocimiento del llamado “derecho al aborto” en los Estados Unidos. También dio lugar a una Marcha anual por la Vida, hoy consolidada como una de las convocatorias más multitudinarias de la sociedad civil en ese país. Si la cuestión del aborto se mantiene como un tema central del debate político en la democracia más avanzada del mundo es gracias a la fuerza y la diversidad del movimiento provida americano.
La Marcha del viernes mostró que la incorporación de los jóvenes es una de las principales bazas de la causa provida. También volvió a constatarse que no es un debate de conservadores contra progresistas, ni del patriarcado contra las mujeres, ni de creyentes contra no creyentes. La senadora Demócrata Joni Ernst (Iowa) se unió a la manifestación, convencida de la pertinencia de su lema: “Pro-life, pro-woman” (“Por la vida, por la mujer”). “Rechazo la idea de que los partidarios del derecho al aborto representan a las mujeres. Lo rechazo. Yo he estado en todas las guerras por la igualdad de las mujeres, y déjenme ser muy clara: el aborto no tiene nada que ver con la igualdad”, dijo esta representante a The Washington Post.
La revisión del estatus jurídico del aborto, particularmente tras el escándalo de la venta de órganos de bebés abortados por Planned Parenthood, es uno de los temas centrales de la campaña electoral hacia las Presidenciales de noviembre. El compromiso del presidente Obama con el principal proveedor de abortos del mercado quedó claro al usar su facultad de veto para impedir que el Congreso retirase los 500 millones de dólares anuales –462 millones de euros– que la mayor red de centros abortistas recibe de la Administración federal. Los candidatos del Partido Republicano, a excepción de Donald Trump, han convertido el derecho a la vida en una de las banderas de las primarias que arrancarán en Iowa, dentro de unos días. En el Partido Demócrata, Hillary Clinton está claramente alineada con el llamado “derecho al aborto” y ha recibido el respaldo explícito de Planned Parenthood y de las organizaciones feministas que presionan para universalizar el aborto. Otro de los ángulos del debate en la sociedad estadounidense es la libertad de conciencia, recortada por la reforma sanitaria de Obama, que obliga a los hospitales de ideario católico a practicar abortos.
En Estados Unidos, hay signos de que el aborto –su ideología, su industria– está por primera vez a la defensiva desde Roe vs. Wade. La causa del derecho a la vida ha ganado popularidad entre los jóvenes y –algo que parecía imposible– entre celebridades de la televisión y del cine. La simpatía por el no nacido se extiende entre progresistas y conservadores, creyentes y no creyentes. Hoy las organizaciones provida de la sociedad civil dominan el lenguaje de los medios de comunicación, desarrollan campañas imaginativas e impactantes, recaudan fondos, influyen en el debate político. Algunos Estados han aprobado leyes para exigir a los establecimientos de abortos nuevos protocolos para proteger la salud de las mujeres frente a las secuelas de una intervención tan agresiva como el aborto. Estas medidas han llevado a la mitad de los centros abortistas de Texas a echar el cierre. El Tribunal Supremo se pronunciará este año sobre estas leyes particulares de los Estados, que están arrinconando el aborto por la vía administrativa. Será una sentencia histórica, como en su día lo fue la de Roe vs. Wade, y llegará en plena campaña electoral. La causa del derecho a la vida está en el centro de la democracia. Mientras tanto, en el Parlamento español no hay ni un solo diputado dispuesto a representarla; y del Tribunal Constitucional, seguimos sin noticias, cinco años después de los recursos contra la ley Zapatero-Aído.– V. Gago
[Con información de LifeSite News y The Washington Post, en inglés]
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