Después de publicar sobre la Banalización científica de la sexualidad, de Antonio Ruiz-Retegui, tal como prometí, añado ahora los párrafos que dedica a la Banalización lúdica, dentro de su artículo "Sobre la sexualidad humana", y una introducción al sentido humano de la sexualidad, del mismo autor.
La banalización lúdica, depende en cierto modo, de la científica y es
como una consecuencia de ella. Las intervenciones técnicas en los procesos de
generación, y en particular el desarrollo de la farmacología contraceptiva,
permiten una separación casi total entre la generación y el uso de las
facultades sexuales, tanto coporales como afectivas. La cuestión del aborto
viene a advertir que esa separación no se ha logrado por completo. Pero el
empeño por imponerlo muestra hasta qué punto se pretende que esa separación sea
total. La sexualidad ha venido así a quedar como dividida en dos aspectos
prácticos: por una parte la capacidad para engendrar, y por otra, completamente
separada, la capacidad para gozar placeres específicos, desligados de cualquier
otra significación humana. La intensidad y atractivo de esos placeres pueden
utilizarse a voluntad como un elemento más, de los más poderosos, que
determinan la conducta de los hombres. Pero ya no es más que un elemento de la
"fisiología" de la sociedad que, en cuanto conocido y dominable,
puede resultar tan útil para el dominio de las personas como la metalurgia es
útil para la construcción de artefactos.
Es indudable
que la erotización creciente de la sociedad, la procacidad desenfrenada, el
impudor casi impuesto por las modas, en muchas ocasiones, no tienen nada en
común con algunas formas aberrantes en sociedades primitivas. En éstas, esas
manifestaciones reflejaban una visión trascendente de la sexualidad. En la
actualidad esa referencia al misterio ha desaparecido y no queda más que una
empobrecida visión de la sexualidad como capacidad de gozar y, derivadamente,
como fuente de dominio de aquellos que tengan en sus manos alguna forma de
poder sobre la comunicación y las formas de conducta.
Sentido humano de la sexualidad
Como se ha
apuntado al comentar la reducción cientifista, la sexualidad no es un caso
aislado en lo que se refiere a la pérdida de sentido. Tampoco la banalización
lúdica ha afectado de modo exclusivo a la sexualidad. La cuestión de fondo es
precisamente la relación con la realidad y, sobre todo, la relación con la
propia humanidad del hombre, es decir, con el hombre en cuanto tal, en cuanto
persona. Es esta relación la que determina la importancia o gravedad de esa
trivialización cuando afecta a dimensiones de la existencia humana.
Es evidente,
por otra parte, que en la compleja unidad del hombre hay diversas dimensiones
que afectan de manera distinta a la propia persona. El valor o dignidad de la
persona se expresa, o es involucrado, de un manera distinta en cada una de sus
dimensiones. En cierto modo son inconmensurables, pero también es claro que hay
dimensiones que involucran con más profundidad el ser mismo de la persona. Por
esto, para ver la importancia de cada una de esas dimensiones y,
consecuentemente, para detectar la peculiar gravedad de su violación, se
requiere captar adecuadamente la manera cómo esa dimensión involucra la
dignidad de la persona. Esto quiere decir que es necesaria la consideración
atenta de cada una de esas dimensiones como dimensión de la persona humana, es
decir, el estudio de esas dimensiones existenciales como expresiones del ser
mismo de la persona y como articulación concreta de la vida de un ser
absolutamente digno.
Sobre la
sexualidad abundan, casi de modo excesivo, los estudios descriptivos y los
análisis fenomenológicos y culturales. También en este aspecto se puede sufrir
la embestida del cientifismo y su pasión por describir hechos, prescindiendo de
toda consideración valorativa. Pero esto, en el fondo conduce a prescindir de
si algo es significativo o no, es decir, a abandonar la significación o el
interés de las cuestiones al ámbito emotivo o a la vigencia cultural. Las
descripciones del fenómeno de la sexualidad, si se hacen abstractas, es decir,
desligadas de la fuente de significación, pueden constituir un material
científico que no muestre más interés que el de una colección ordenada y
rigurosa "científicamente" de unos hechos cuya importancia de ningún
modo está fundamentada científicamente.
Se requiere,
pues, ahora adentrarse en el estudio de la significación humana de la
sexualidad. Podremos entonces responder a las preguntas que, en este aspecto,
son las decisivas:¿de qué modo la trivialización de la sexualidad supone una
trivialización de la persona? O, dicho de modo positivo, ¿de qué modo la
dignidad absoluta de la persona se expresa en la dimensión humana de la
sexualidad?
No se trata
primariamente de una reflexión moral, sino de una consideración antropológica.
En la medida que la verdad del hombre resulte interpelante para la libertad,
estas reflexiones derivarán en cuestiones propiamente morales.
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