Raúl y Mamen en la portada del Vanity Fair/ Vanity Fair |
Un claro ejemplo de ello es su día a día en la Gran Manzana, o como explica Raúl su relación con el dinero y la educación de sus hijos.
Raúl González Blanco, mito del madridismo, icono del fútbol y persona normal y corriente. Aunque suene contradictorio así se puede definir al exjugador blanco, ahora ya retirado, que vive una nueva etapa en Nueva York promocionando la MSL, la liga de fútbol de EEUU, pero como siempre con su familia a su lado: su mujer, Mamen Sanz, y sus cinco hijos.
Un claro ejemplo de ello es su día a día en la Gran Manzana o cómo explica Raúl su relación con el dinero y la educación de sus hijos, tal y como se refleja en la entrevista que ha publicado la revista Vanity Fair sobre el futbolista y su familia.
Para Mamen, Nueva York no es una ciudad para grandes familias. “No es una ciudad pensada para cinco niños, no se ven esas familias por la calle”, aunque se siente afortunada porque sus hijos “acuden a un colegio católico que está a doce bloques andando” y no necesitan el coche.
La esposa de Raúl confiesa que prefiere “que los niños jueguen entre ellos”
Para Mamen y Raúl, la educación de sus hijos es muy importante, por eso, ninguno de ellos tiene móvil ni tablet, a pesar de que el mayor va a cumplir dentro de poco los 16 años: “Prefiero que los niños jueguen entre ellos”, señala Mamen Sanz.
Ese desapego por lo material muy bien pueden haberlo aprendido de su padre, el 7 de España, que reconoce en la entrevista que“nadie te da un curso para enseñarte a tener mucho dinero, a poder comprarte lo que te da la gana, a que todo el mundo te alabe”, una situación nada fácil de controlar.
“Soy un poco raro… No me gustan los coches ni los relojes, me gusta la vida, los pequeños detalles, dar un paseo, el contacto con la naturaleza, ir al cine, ver deporte, estar con los amigos y tomar una cerveza…”, así explica Raúl como ha podido escapar junto a su familia de toda esa vorágine.
Raúl, junto a sus cinco hijos en su despedida del Schalke 04 alemán / EFE |
“Lo que nos define a todos es el deporte” explica Mamen, que reconoce que se están preparando para correr la maratón de Nueva York.
De Alemania a EEUU, por el trabajo de Raúl
Siempre han viajado juntos y los traslados que han vivido no han supuesto ningún problema porque lo hicieron juntos. “Les explicamos que por el trabajo de papá íbamos a tener otra experiencia. Que donde estuviéramos juntos, estaría nuestro hogar. El hogar no son los objetos, son las personas”.
De esta manera pasaron por Alemania, Qatar y actualmente viven en EEUU, aunque algún día volverán a Madrid. “En cada mudanza trato de llevar lo justo. La casa de Alemania la monté de Ikea, para no tener apego a las cosas. Lo único que me importa son las fotos de mi familia”, reconoce Mamen.
“En Catar han jugado con niños árabes, aquí hablan inglés. El bagaje que tienen hoy no lo aprenden ni en la mejor universidad”
“Pensábamos que los niños no se iban a adaptar y el primer día volvieron del colegio felices. Les gustó porque nadie los conocía”, cuenta Raúl. “Y después en Catar han jugado con niños árabes, aquí hablan inglés. No me arrepiento, el bagaje que tienen hoy no lo aprenden ni en los libros ni en la mejor universidad. Saben idiomas, son tolerantes y aceptan todo”.
Así, las dudas iniciales se han transformado en lecciones impagables y ahora siguen planeando su futuro, como siempre, en familia. Una estabilidad poco común para un hombre que ha tenido dinero y fama mundial. Su mujer lo explica así:
“Raúl lo hace todo fácil. Necesita muy poco para ser feliz. Me recuerda a mi padre. Mi padre era trabajador de Nissan, mi madre peluquera y lo dejó todo cuando nacimos. La de mis padres es una de las mayores historias de amor que he visto. Siguen sentándose frente a la tele cogidos de la mano. Son un ejemplo que me ha dejado un sello de identidad”.
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