Martes 12 Mar 2019 | 09:07 am
Tras las noticias de la condena por abuso sexual de menores del cardenal George Pell, varios obispos en Australia aseguraron estar comprometidos con la verdad y la justicia, al tiempo que se niegan a hacer comentarios hasta que haya concluido la apelación del purpurado, según una información difundida por la agencia ACIPrensa. El arzobispo de Sydney, monseñor Anthony Colin Fisher OP, recomendó a los católicos que no sean “demasiado rápidos al juzgar la situación”. Durante una misa en la basílica de Santa María, de Sydney, el 3 de marzo, el prelado dijo que los católicos de todo el país fueron sacudidos, vencidos sorpresivamente y desmoralizados por las noticias de la condena del cardenal Pell.
Tras enfatizar en el daño que el abuso puede causar en las víctimas y en la credibilidad de la Iglesia, monseñor Fisher dijo que no discutirá el contenido de los cargos o el veredicto.
“El proceso legal al Cardenal aún no está completo, por lo que no comentaré. Insto a la gente a no sacar conclusiones finales hasta que los jueces de apelación hayan tenido la oportunidad de revisar este asunto. En medio de las acaloradas emociones del presente, también rezo por la calma pública y el civismo”, expresó.
Monseñor Fisher señaló que “algunos han planteado preguntas serias para que la corte de apelaciones las examine”. “Si somos demasiado rápidos para juzgar, podemos terminar uniéndonos a los demonizadores o a los apologistas, a los que buscan sangre o a los que lo niegan”.
“Nuestras lecturas nos recuerdan que las cosas no siempre son lo que parecen; que debemos mirar debajo de la superficie y permitir que la verdad y la justicia se desarrollen en el momento de Dios”, agregó.
El arzobispo reiteró su solidaridad con todos lo que han sufrido abusos por parte del clero, así como su compromiso de perseguir la verdad en las denuncias de abusos y evitar que estas avancen.
El cardenal Pell fue declarado en diciembre de 2018 culpable por un tribunal de Melbourne por cinco cargos de abuso sexual de menores, derivados de denuncias por agresión sexual contra dos exmiembros del coro de la catedral de Melbourne.
La condena fue hecha pública el 26 de febrero, luego que se levantó un veto informativo impuesto por la Corte antes del juicio.
El cardenal Pell apeló la condena y enfrenta una pena máxima de 50 años en prisión.
Varios obispos expresaron su sorpresa ante el veredicto, que se produjo al final de un juicio que duró cinco semanas y que se realizó después de que un jurado no pudo llegar a un veredicto unánime en un juicio anterior.
Por su parte, en una carta pastoral del 2 de marzo, el arzobispo de Perth, monseñor Timothy John Costelloe SDB, también dijo que no quería comentar sobre la condena o apelación del cardenal Pell hasta que se completara el proceso legal.
“He llegado a la firme convicción de que, para no exacerbar la situación y ser visto como alguien que intenta perjudicar el resultado del proceso de apelación, no debería hacer ningún comentario sobre la situación del cardenal Pell hasta que se completen los procesos legales”, indicó.
El arzobispo añadió que en lugar de conceder entrevistas en este momento, lo más apropiado es apoyar a la gente de su arquidiócesis. “Por lo tanto, nuestra primera respuesta a la terrible situación actual debe ser, sin prever el resultado de la apelación (…) apoyar a todas las víctimas y sobrevivientes de abuso sexual por parte de representantes de la Iglesia”, indicó.
El arzobispo de Brisbane y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Australia, monseñor Mark Benedict Coleridge, también emitió un comunicado para decir que la noticia de la condena “ha conmocionado a muchos en Australia y en todo el mundo”.
“Los obispos están de acuerdo en que todos deben ser iguales ante la ley y respetamos el sistema legal australiano. El mismo sistema legal que emitió el veredicto considerará la apelación que presentó el equipo legal del cardenal. Nuestra esperanza, en todo momento, es que a través de este proceso, se haga justicia”, precisó.
El arzobispo Coleridge dijo que los obispos continuarán “orando por todos los que han sido maltratados y por sus seres queridos. Nos comprometemos nuevamente a hacer todo lo posible para garantizar que la Iglesia sea un lugar seguro para todos, especialmente para los jóvenes y los vulnerables”, afirmó.
Críticas al veredicto contra el cardenal Pell
Otras figuras públicas criticaron abiertamente el veredicto contra el cardenal Pell.
Greg Craven, vicerrector de la Universidad Católica de Australia, sugirió que el proceso de justicia estaba viciado por los medios de comunicación y las fuerzas policiales que habían trabajado “para ennegrecer el nombre” del cardenal Pell “antes de ir a juicio”.
“Esta no es una historia sobre si un jurado lo hizo bien o mal, o sobre si se considera que prevalece la justicia. Es una historia sobre si a un jurado se le dio una oportunidad justa para tomar una decisión y si nuestro sistema de justicia puede ser escuchado”, dijo Craven en un artículo publicado en The Australian.
George Weigel, biógrafo de San Juan Pablo II y escritor católico, denunció lo que denominó un proceso legal “de mal gusto” impulsado por “la histeria pública, la venganza política y la agresión de los medios”.
En una columna del 27 de febrero en First Things, Weigel defendió al cardenal Pell, de quien fue amigo durante más de 50 años, diciendo que “algo está muy, muy mal” en la forma en que se manejó el caso.
Reiteró las críticas que formuló en un artículo anterior en National Review, en el que criticó el caso contra el cardenal Pell por ser altamente inverosímil. Dijo que la policía de Victoria había iniciado una investigación contra el purpurado un año antes de que se presentaran las quejas, que había pedido que se presentaran denuncias en su contra sin haber tenido ninguna denuncia de mala conducta, y señaló que un jurado votó 10-2 para absolver al cardenal Pell antes de que el juicio se estancara y empezara un segundo juicio.
El caso contra el cardenal Pell, dijo Weigel, se basó en varios cargos imposibles de probar, incluida la inexplicable ausencia de un maestro de ceremonias, monaguillos, sacerdotes concelebrantes y sacristán de la sacristía después de la Misa, cuando se alegó que ocurrió el abuso.
“Antes del juicio, uno de los denunciantes murió después de haberle dicho a su madre que nunca había sido agredido. Durante el juicio, no hubo corroboración de los cargos del demandante sobreviviente”, dijo en el National Review.
En su artículo en First Things, Weigel señaló que, como diplomático y ciudadano del Vaticano, el cardenal Pell tenía la opción de permanecer “en la seguridad extraterritorial del Vaticano, intocable por las autoridades australianas”. Sin embargo, el purpurado optó por regresar a casa para defender su honor y “sus décadas de trabajo en la reconstrucción de la Iglesia Católica en Australia”, dijo.
“Nadie duda de que la Iglesia Católica en Australia fue terriblemente negligente al tratar el abuso sexual clerical durante décadas”, dijo Weigel, señalando al cardenal Pell como “el hombre que cambió ese patrón de negación y encubrimiento”.
“Si Pell se convierte en el chivo expiatorio de los mismos fracasos por los que trabajó arduamente en corregir, se debe plantear la pregunta más grave sobre la capacidad de la opinión pública australiana para tener la razón y la justicia elemental”, dijo Weigel.
Además denunció “la sed de sangre de la agresiva prensa secular, decidida a conseguir anotaciones políticas y eclesiásticas con uno de los ciudadanos internacionalmente más prominente del país, que se atrevió a cuestionar los tabús ‘progresistas’ en todo, desde la interpretación del Vaticano II hasta el aborto, el cambio climático y la guerra contra el yihadismo”, concluyó.+
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