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lunes, 28 de noviembre de 2016

Necesitamos formación en la fe.

Frente a la sociología religiosa tan abundante, en revistas católicas, en papel o digitales, unas palabras de Juan Pablo II, que nos centren en la misión cristiana.

Sin duda la formación espiritual ha de ocupar un puesto privilegiado en la vida de cada uno, llamado como está a crecer ininterrumpidamente en la intimidad con Jesús, en la conformidad con la voluntad del Padre, en la entrega a los hermanos en la caridad y en la justicia. Escribe el Concilio: " Esta vida de íntima unión con Cristo se alimenta en la Iglesia con las ayudas espirituales que son comunes a todos los fieles, sobre todo con la participación activa en la sagrada liturgia; y los laicos deben usar estas ayudas de manera que, mientras cumplen con rectitud los mismos deberes del mundo en su ordinaria condición de vida, no separen de la propia vida la unión con Cristo, sino que crezcan en ella desempeñando su propia actividad de acuerdo con el querer divino ".
         Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de profundización de su fe, sino también por la exigencia de "dar razón de la esperanza " que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas.

         Se hacen absolutamente necesarias una sistemática acción de catequesis, que se graduará según las edades y las diversas situaciones de vida, y una más decidida promoción cristiana de la cultura como respuesta a los eternos interrogantes que agitan al hombre y a la sociedad de hoy. (Juan Pablo II, Christifideles laici, n.60)

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