EL
CASO DE EMERENCIANA
Emerenciana tiene ahora 16 años. De
padres cristianos, recibió una esmerada formación religiosa desde corta edad.
Según su capacidad de entender, le enseñaron la doctrina cristiana, razonándole
en cada caso su conocimiento y trato con Dios. Al mismo tiempo, con ejemplos
concretos le explicaban su comportamiento moral en cada momento. Al mismo tiempo,
desde pequeña tuvo dirección espiritual con un sacerdote. La mayor parte de las
dudas que se le podían plantear en su comportamiento las consultaba con su
madre, con la que tenía gran confianza. Para otros temas, o bien la madre la
remitía al sacerdote o bien ella tomaba la iniciativa.
Su formación, hecha vida, era
exquisita. Tenía vida interior, deseos de que los demás conocieran a Dios,
asistía a Misa los frecuentemente, rezaba el Rosario, etc. Era buena
estudiante.
Así se encontraba hasta el último
verano. En el ambiente en que se mueve, tiene tentaciones de diversa índole que
va venciendo. Algunas veces ha ofendido a Dios, pero siempre le ha pedido
perdón y vuelve con renovado afán a esforzarse en ser una buena cristiana. Este
verano, nada más comenzar, por debilidad, cometió un pecado grave de impureza,
y no se confesó enseguida como otras veces sino que lo fue dejando. Por
supuesto no se acercaba a comulgar, pero retrasaba el momento de recibir el
sacramento. Al mismo tiempo advirtió con más claridad que nunca que la acción
pecaminosa que había realizado la cometían muchas otras personas, sin ningún
remordimiento de conciencia. Emerenciana, se hacía muchas preguntas. Volvió a
cometer el mismo pecado. Tampoco se confesó. Pasaron unas semanas y volvió a
cometerlo. La conciencia no le inquietaba tanto, cosa que en cierto modo le
tranquilizaba.
Durante todo el verano no estuvo en
gracia, y no comulgó. Dejó de hacer oración. ¿Para qué hacer el examen de
conciencia, si no deseaba cambiar de conducta?
Comenzó a plantearse que la formación
que había recibido fue muy rigurosa, incluso exagerada, que la acción que había
realizado no tenía por qué ser pecado, según se considerara. Pasado un poco de
tiempo más, estaba convencida de que aquello no había sido pecado, y que,
efectivamente, había recibido una formación rigorista. No quiso saber nada más
con el sacerdote con quién tenía dirección espiritual, dejó de hablar con su
madre de temas personales.
Buscó
un nuevo grupo de amigas con otras ideas. Cuando tuvo confianza con alguna, le
manifestó cómo había sido su vida hasta entonces, y le confirmaron en que hoy
día se dan muchos prejuicios religiosos, sobre todo en determinada gente mayor,
y a veces “fundamentalista cristiana”
Ahora mismo Emerenciana comete ese
pecado y otros habitualmente, no siente ningún remordimiento de
conciencia, no va a Misa los domingos, y
se siente liberada.
Se
siente tan bien, que siempre que tiene ocasión comunica a otras personas lo
bien que se encuentra actualmente.
Para el examen:
1. ¿Qué
fenómeno voluntario, aunque no del todo consciente, ha hecho cambiar de ideas a
Emerenciana?
2. ¿Cuál
es el momento decisivo del cambio?
3. ¿Cómo
explicar su comportamiento actual?
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