El Papa emérito Benedicto XVI rompe su silencio: habla de la "profunda crisis" a la que se enfrenta la Iglesia postconciliar
Ayer, miércoles 16 de marzo de 2016, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, publicó una reciente entrevista inédita realizada por el P. Jacques Servais, S.I., al Papa emérito, S. S. Benedicto XVI, que raramente concede entrevistas públicas, en la que habla de una "profunda crisis" a la que la Iglesia se enfrenta a raíz del Concilio Vaticano II.
El Papa Benedicto nos recuerda la antes indiscutida creencia católica de la posibilidad de la pérdida de la salvación eterna, o que la gente va al infierno: "Los misioneros del siglo XVI estaban convencidos de que la persona no bautizada se condena eternamente. Después del Concilio [Vaticano II], esta creencia se abandonó definitivamente. El resultado fue una profunda crisis con dos vertientes. Sin vistas a la salvación, la fe pierde su fundamento".
También habla de una "profunda evolución del dogma", refiriéndose al dogma de que fuera de la Iglesia no hay salvación (Extra Ecclesiam nulla salus). Este supuesto cambio del dogma ha llevado, según el Papa emérito, a una pérdida del celo misionero de la Iglesia: "Se ha eliminado cualquier motivación para un futuro compromiso misionero". S. S. Benedicto XVI se hace la profunda pregunta que surgió después de este cambio evidente en la actitud de la Iglesia: "¿Por qué se debería intentar convencer a la gente para que acepte la fe cristiana cuando pueden salvarse incluso sin ella?".
En cuanto a las demás consecuencias de esta nueva actitud de la Iglesia, los propios católicos, según el Papa emérito, están menos adheridos a su fe: si hay quienes pueden salvar su alma por otros medios, "¿Por qué debe estar obligado el cristiano a la necesidad de la fe cristiana y su moral?", pregunta. Y concluye: "Pero si la fe y la salvación ya no son interdependientes, hasta la fe se vuelve menos motivante".
S. S. Benedicto XVI también refuta la idea del "cristiano anónimo" como lo desarrolló Karl Rahner, así como la idea indiferentista de que todas las religiones son igualmente válidas y útiles para alcanzar la vida eterna. "Aún menos aceptable es la solución propuesta por las teorías pluralistas de la religión, según las cuales todas las religiones, cada una a su manera, serían vías de salvación y, en este sentido, deben considerarse equivalentes en sus efectos", dijo. En este contexto, también alude a las ideas del fallecido cardenal jesuita Henri de Lubac, sobre las supuestas "sustituciones vicarias de Cristo" sobre las que ahora hay que volver a "reflexionar".
Respecto a la relación del hombre con la tecnología y el amor, el Papa Benedicto nos recuerda la importancia del afecto humano, diciendo que el hombre todavía anhela en su corazón "que el buen samaritano venga en su ayuda". Y continúa: "En el duro mundo de la tecnología -en el que los sentimientos ya no cuentan- la esperanza de un amor salvador crece, un amor que se daría libre y generosamente".
Benedicto XVI también recuerda a su audiencia que: "La Iglesia no se ha creado a sí misma, fue creada por Dios y es formada continuamente por Él. Esto se manifiesta en los sacramentos, sobre todo en el del Bautismo: entro en la Iglesia, no por un acto burocrático, sino por el sacramento". Benedicto XVI también insiste en que siempre "necesitamos la gracia y el perdón".
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