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domingo, 22 de noviembre de 2015

Cuatro días en Cracovia

Entrada al Santuario de Czestochowa
  Por Fernando Hurtado
(lo vuelvo a publicar por los recuerdos  buenos que me trae, sobre todo de mi padre.)


              A las 6.25 del martes, 6 de septiembre, salimos mi padre y yo desde el aeropuerto de Alicante hacia Polonia. A las 9.30 ya estamos en Cracovia. No funciona el GPS y llegamos como podemos a Barbakan, Residencia Universitaria del Opus Dei, con más de 30 plazas. Las vueltas que damos hasta encontrarla... Me llama la atención que muchísima gente se dirija a mí con unas palabras, que no entiendo,  cuando me ven (voy con clerygman), mientras inclinan la cabeza. Luego me explican que me están diciendo: ¡Bendito sea el honor de Dios!
            En Barbakan nos encontramos con el Director de la Residencia, Marcin, y el sacerdote, D.Ignacy, que lleva muchos años en Polonia, casi desde los comienzos de la labor del Opus Dei allá  cuando aún estaban los soviéticos en los años 80. También conocemos a Pawell uno de los primeros polacos de la Obra: es el primer violinista de la Orquesta Filarmónica de Cracovia.
            Celebro la Misa en castellano en el oratorio de la residencia. Me ayuda Pawell. Después nos invitan a comer en la Residencia. Muy, muy atentos con nosotros.
            Luego D. Ignacy coge el coche, y nosotros con el que hemos alquilado vamos detrás hacia el Hotel que hemos reservado, muy cerca de la catedral de Wabel y del centro de la ciudad. ¡Qué caridad tan fina! Después de dejar las cosas salimos a dar una vuelta, pero por un error providencial nos introducimos en el antiguo barrio judío, con su sinagoga y sus casas vacías, desde que los nazis se llevaron a todos sus habitantes a Auswish para asesinarlos: unos 150.000.
            Tomamos un taxi y nos desplazamos a la Plaza del Mercado, el centro de la ciudad, muy grande, bonita, con una galería de compras cubierta, recogida y llena de sabor, con artículos típicos, sobre todo de ámbar, la famosa resina fósil y petrificada del Mar Báltico. Hacimos un rato de oración en la basílica Marialska, del siglo XV, llena de color en las imágenes, riqueza de mármol y otras piedras de aún mayor calidad, y con las que quizá sean las vidrieras más grandes y trabajadas minuciosamente del mundo. Tiene dos torres a la entrada, altas y distintas. Celebran la Misa mientras estamos allá. Mucha gente, y muy piadosa, como que se "estan enterando de verdad". Muchos cantos: la gente canta muy bien y con gran armonía. Comulgan todos de rodillas y en la boca.         
Basílica Marialska (de Santa María)
        Llama la atención que casi todos los sacerdotes que vemos -y no son pocos- van vestidos elegantemente con sotana. Y los que van con clerygman, especialmente cuidado. En fin, cosas que sorprenden para bien en estos tiempos.
            Tomamos unas pizzas con cerveza en la plaza, en la terraza de un restaurante muy acogedor. Nos llama la atención los precios: menos de la mitad que en España. Las camisas de clerygman que he comprado, a un tercio que en España: se ve que la producción es alta.
            Descansamos muy bien, y al día siguiente, en plena forma, visitamos la catedral de Wabel, donde fue ordenado Obispo el entonces Karol Wojtywa.  La Iglesia tiene un altar central donde se encuentra en una urna de plata el cuerpo de San Estanislao, patrón de Polonia. En un lateral se encuentra el Crucifijo ante el que Santa Ludwiga, reina de Polonia rezó para que Dios le hiciera ver si era conveniente casarse con el rey de Lituania, entonces bárbaro. Se casaron y Lituania se unió a Polonia. Hasta hoy Lituania es católica al 80 por ciento. Adosado  a la catedral se encuentra el palacio de los emperadores. Se entra por un arco donde está escrita la leyenda Si Deus nobiscum quis contra nos? (Si Dios está con nosotros, ¿quien contra nosotros? No debían saber los nazis latín o no se lo tomaron evidentemente en serio, porque en ese palacio establecieron el centro de operaciones durante la invasión y dominación de Polonia.
            Plaza del Mercado de nuevo, para hacer un rato de oración en una de las iglesias. Y de nuevo Barbakan para celebrar la Misa en castellano. Volvemos después de comprar un sencillo GPS con los mapas y calles de Polonia para tener autonomía con el coche que hemos alquilado.
Plaza del Mercado
            Después, bajo un fino "chirimiri" que frenan nuestros chubasqueros, seguimos viendo la obras de arte del caso antiguo. Acabamos haciendo la oración en una iglesia pequeña donde está en Santísimo expuesto ante una veintena de religiosas que rezan el rosario. Una vez más, la piedad se contagia.
            El día siguiente, tercer día, jueves, es la jornada de Czestochowa, a 140 kilómetros de Cracovia. Día algo lluvioso, pero muy agradable. Llegamos a las 11, y enseguida puedo celebrar Misa, en el altar llamado "del Cenáculo". Nos lo facilita todo con gran amabilidad una religiosa joven que conoce el italiano. Después damos una vuelta alrededor del recinto, con una estupenda visión de la enorme explanada. Y pasamos todo el tiempo que podemos dentro de la capilla donde se venera el icono de la Virgen de Jasna Gora, Patrona de Polonia. ¡Cuánto la quieren! ¡Cómo rezan los polacos (no sólo en este lugar)! ¡Son como "surtidores" de fe!
Catedral y Palacio de Wabel
            Almorzamos en un restaurante polaco, dentro del recinto. Regresamos de nuevo, a la capilla, para hacer oración y despedirnos de la Virgen.
            Y a continuación desde lo mejor de Polonia hasta lo peor que el hombre ha construido en esta tierra. A 70 kilómetros, se encuentra el campo de concentración Auswish 2 ,también llamado Bierkenau. Mas de 300 hectáreas, en las que han conservado unos 50 pabellones donde se hacinaban los pobres judíos y otros deportados de toda Europa, en los prolegómenos de su terrible muerte. Allí, al fondo, al final de las vías del tren (aparecen en tantas películas), están los restos (no quisieron que quedaran en pie, aunque al ser de cemento armado hubieran perdurado) de las cámaras de gas y de los hornos crematorios, donde murieron 1.500.000 hombres, mujeres y niños, buena parte de origen judío. Un lugar para aprender, y para recordar al mundo hasta donde puede llegar la deshumanización y qué consecuencias tan horribles tiene. Un lugar donde se refuerza el respeto por TODOS Y CADA UNO de los hombres.
            Oscurecido y lluvioso, con toque de gris, casi necesario después de estar en Bierkenau, regresamos a Cracovia.
Conocida vista del campo de Austwich-Bierkenau

            En la mañana del cuarto y último día, nos desplazamos a Wadowice, pueblo natal del que se convertiría en el queridísimo Papa Juan Pablo II. Visitamos la que fue su casa, ahora en reparación para hacer el museo adecuado con las reliquias tan familiares del amado Papa. Pudimos verlas (sus sotanas, material deportivo, libros de calificaciones, muchas fotografías, también haciendo deporte..., hasta su cuna). Y luego la dicha de celebrar en su parroquia, la misma donde fue bautizado (está la pila del bautismo), donde rezaba al Santísimo... Y una vuelta por el pueblo...
Pila donde fue bautizado Karol Wojtywa
            Al regreso, al Santuario de la Divina Misericordia. ¡Qué oración tan intensa hacen, y hacemos, ante los restos de Santa Faustina Kowalsca, en la preciosa y espaciosa capilla donde se veneran! Personas de todas las edades, de rodillas todo el tiempo, con un silencio absoluto, y con la mirada fija en el Santísimo expuesto en la custodia y en la arqueta blanca con los restos de la Santa. Cientos de religiosas jovencísimas se mueven por allí, como "pavoneándose" de su entrega total a Dios. Y el gigantesco Santuario construido hace relativamente pocos años. El mayor del mundo según algunos. Los numerosos confesonarios ocupados, a las 4 de la tarde. Todo presagia que estamos ante un centro de espiritualidad que va a emanar de su riqueza por todo el mundo. Ya lo está haciendo.
            Y esto es lo más destacado de unos días inolvidables en Cracovia. A la mañana siguiente, sábado 10 de septiembre, después de tres horas de vuelo, estamos de nuevo en España, renovados en la belleza de la fe que se aprecia de modo particular en Polonia. ¡Bendito sea el honor de Dios!

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