Por Alfonso Aguiló No se debe eludir ni tergiversar la realidad. Por más que se intente disfrazar, el adulterio es pecado. La unión sexual antes del matrimonio, la masturbación, la actividad homosexual, las películas y revistas pornográficas, todo eso, cuando se admite y se consiente, es pecado. —Pero nadie está exento del pecado...; ¿es que, entonces, nadie puede ser feliz? Es cierto que nadie puede evitar totalmente el pecado. Pero, ante su natural acoso, caben dos actitudes: el afincamiento en él, o el arrepentimiento y el perdón. Cuando uno se empeña en ignorar el pecado, acaba sucediendo lo mismo que cuando la basura se acumula dentro de casa y no se echa fuera. Al principio esa dejadez parece más cómoda, pero acaba por convertir la vida en algo muy desagradable. Cada vez que se te presenta una ocasión de pecar, se te ofrece también una oportunidad de elegir el camino de la verdad. Mientras no consientas, mientras digas "no" -no importa cuantas veces tengas que repetir ese "no"-, no habrá pecado. Lo que importa es resistir la tentación, no acercarse a ella temerariamente, esforzarse con determinación. Cada vez que se imponga tu debilidad y caigas en el mal, estás haciéndote daño a ti mismo, y quizá también a otros, y además estás rechazando a Dios. Te instalas en la mentira, una mentira quizá satisfactoria a corto plazo, pero que acabará por atraparte en la soledad o en la desesperación si no sales pronto de ella. Si es ahí donde te encuentras en estos momentos, sabes bien de lo que te estoy hablando y debes rogar a Dios que te conceda valor para cambiar. Debes decirle a Dios que le necesitas, para salir del pecado o para no caer en él. No es necesario que recites una larga oración formal. Una súplica de ayuda será oída, pero debes seguir rezando hasta salir de aquello. Dios está junto a ti. No hace falta que le expliques tu caso. Ha sido testigo de todo. |
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domingo, 26 de febrero de 2017
Concretado un poco
sábado, 25 de febrero de 2017
Lo que más necesita el mundo, según Benedicto XVI.
“Lo que más necesitamos en este momento de la historia son individuos que, a través de una fe iluminada y vivida, presenten a Dios en este mundo como una realidad creíble. El testimonio negativo de cristianos que hablaban de Dios mientras vivían de espaldas a él ha oscurecido la imagen de Dios y ha abierto las puertas a la increencia. Necesitamos hombres que tengan su mirada dirigida a Dios para aprender de él el verdadero humanismo.
Necesitamos hombres cuya mente esté iluminada por la luz de Dios y a los que el propio Dios abra el corazón para que su inteligencia pueda hablar a la inteligencia de los otros y su corazón pueda abrirse a los demás. Sólo a través de hombres tocados por Dios, puede el propio Dios volver a habitar entre nosotros.”
Fragmento de: Benedicto XVI - Joseph Ratzinger. “Fe y razón según Benedicto XVI”. iBooks. https://itun.es/es/nad5L.l
Necesitamos hombres cuya mente esté iluminada por la luz de Dios y a los que el propio Dios abra el corazón para que su inteligencia pueda hablar a la inteligencia de los otros y su corazón pueda abrirse a los demás. Sólo a través de hombres tocados por Dios, puede el propio Dios volver a habitar entre nosotros.”
Fragmento de: Benedicto XVI - Joseph Ratzinger. “Fe y razón según Benedicto XVI”. iBooks. https://itun.es/es/nad5L.l
¿SUPUESTAS MUTACIONES ANTROPOLÓGICAS?
Por Fernando Hurtado
Al hablar de mutación no quiero ni siquiera recordar a la evolución darwiniana, con el determinismo que comporta. Aunque cada persona es distinta y libre, comparte la misma naturaleza. Las tendencias fundamentales del hombre son esencialmente semejantes: el varón y la mujer sienten entre ellos atracción física y afectiva; también tienen inclinación al enamoramiento; uno de otra; una de otro. También son semejantes los sentimientos hacia los hijos, ante la fidelidad, la vida o la muerte.
Al hablar de mutación no quiero ni siquiera recordar a la evolución darwiniana, con el determinismo que comporta. Aunque cada persona es distinta y libre, comparte la misma naturaleza. Las tendencias fundamentales del hombre son esencialmente semejantes: el varón y la mujer sienten entre ellos atracción física y afectiva; también tienen inclinación al enamoramiento; uno de otra; una de otro. También son semejantes los sentimientos hacia los hijos, ante la fidelidad, la vida o la muerte.
Llamo mutación de una conducta habitual tendencial a un fenómeno no natural (no procedente de la naturaleza) que, por tanto, en un primer momento ha de ser inducido contra naturaleza o sin contar con ella, presentándose como defecto o carencia.
La mutación es forzadora de
nuevos comportamientos, que hasta ese momento no eran admitidos o asimilables a
la primera; es generadora de conductas extrañas e incómodas para quien la
padece y para quienes le rodean, que sólo pueden sobrevivir y aceptarse por un cierto acostumbramiento, después de
experimentadas numerosas veces. Ese nuevo hábito, generador de acciones, ni
procede de la naturaleza humana ni puede mutar a la misma naturaleza, aunque sí
podría alterar la personalidad individual. Incluso podría generalizarse, porque
si el número de personas que tienen un
comportamiento defectuoso es elevado, el número presenta los comportamientos y
actitudes con una cierta “naturalidad”,
con una aparente “veracidad”.
De este modo, se pueden inducir cambios en la personalidad humana y en la sociedad, presentando una actuación como buena y natural y, por tanto, aceptable por muchos…
De este modo, se pueden inducir cambios en la personalidad humana y en la sociedad, presentando una actuación como buena y natural y, por tanto, aceptable por muchos…
Mediante imágenes, vía cine
o televisión, se puede presentar con naturalidad una conducta no natural.
Aunque no sea verdadera, puede tomar la apariencia de verdad, y por tanto de cierta
bondad. Por ejemplo, la normalidad de relaciones sexuales entre chicos y chicas
a partir de los 14 años, si apareciera en las pantallas con mucha frecuencia y
justificándose. O que se tome mucho alcohol, hasta la ebriedad, los viernes por
la noche, en la movida de ciudades y pueblos.
Para poder inducir semejantes
cambios de conducta y de emociones, se ha de poseer una profunda claridad
ideológica, saber adonde se va, y tener un gran poderío propagandístico, es
decir de medios de comunicación (sobre todo la televisión y el cine) ; inmenso poderío económico e
ideológico. En este momento, sólo algunos grupos económicos –por supuesto los
estados- disponen de fuerza capaz de sacar adelante comportamientos
generalizados.
Pretendo llamar la atención sobre la necesidad de agentes poderosos para inducir “mutaciones” en la conducta de la persona humana, sobre todo si ya no es a nivel nacional, sino a nivel planetario.
Pretendo llamar la atención sobre la necesidad de agentes poderosos para inducir “mutaciones” en la conducta de la persona humana, sobre todo si ya no es a nivel nacional, sino a nivel planetario.
En estos momentos de la
historia no podemos pecar de ingenuos. Por ejemplo, todos sentimos respeto
hacia las personas con tendencia homosexual, pero muy pocos hubieran creído
hace 15 años que fuera “natural” que esas tendencias generaran uniones
equiparables al matrimonio. Que la identidad sexual se eligiera. Mucho menos que
se llegara a aprobar en diversos Parlamentos, el llamado matrimonio
“homosexual”.
Tendremos que esperar al
transcurso de la historia para conocer bien cada paso de esos movimientos que
se han presentado tan cargados de “naturalidad”.
Aunque lo presento sólo como una hipótesis, pienso en poderes e ideologías muy fuertes en lo económico y político. Y no veo clara una ideología interesada en directo en el favorecimiento de la homosexualidad, porque hay promoción: donna –decía un cartel en una manifestación en Italia- non si nasce, si diventa (mujer no se nace, se consigue, se alcanza, se elige: la determinación orgánica aparece como no significativa). Tampoco, en la promoción de un cierto enfrentamiento entre sexos, con el feminismo radical. No, no; me parece que todo esto va en dirección a quitar protagonismo a la unión natural del hombre y de la mujer, que lleva al único matrimonio, y a la única familia.
Aunque lo presento sólo como una hipótesis, pienso en poderes e ideologías muy fuertes en lo económico y político. Y no veo clara una ideología interesada en directo en el favorecimiento de la homosexualidad, porque hay promoción: donna –decía un cartel en una manifestación en Italia- non si nasce, si diventa (mujer no se nace, se consigue, se alcanza, se elige: la determinación orgánica aparece como no significativa). Tampoco, en la promoción de un cierto enfrentamiento entre sexos, con el feminismo radical. No, no; me parece que todo esto va en dirección a quitar protagonismo a la unión natural del hombre y de la mujer, que lleva al único matrimonio, y a la única familia.
Es evidente que es una
ideología con mucho dinero porque está moviendo la cultura, el arte, los medios
de comunicación, la industria; llega a todos los rincones de la tierra, y sin
levantar sospechas hacia nadie concreto. Y lo que está en mente es un proyecto
de hombre y de humanidad distintos, que ya se está implantando.
Por ejemplo, desde hace unos cuarenta años, aprovechando la justa batalla que se está batiendo por la igualdad de la mujer, entraron para moldear otro tipo de mujer, otra mujer. Eso no es lo mismo.
Por ejemplo, desde hace unos cuarenta años, aprovechando la justa batalla que se está batiendo por la igualdad de la mujer, entraron para moldear otro tipo de mujer, otra mujer. Eso no es lo mismo.
Lo desarrollaré de manera
más extensa en las páginas que siguen, pero ya afirmo que no es natural, ni
posible –y aquí se les han visto los paños menores- que la libertad, que tanto
sabe de la diversidad, marche o quieran hacerla marchar sobre unos raíles tan
concretos en lo accidental y en lo esencial.
¿Cómo conseguir sin poder
ni manipulación que las chicas del mundo entero –salvo las de los países
subdesarrollados, pobres o musulmanes- vistan del mismo modo? Como el estilo
común se marca a nivel mundial por los mass-media, no cabe más conclusión que
ésta: ciertos grupos disponen de estos medios a escala global. Tanta
concordancia llena de sospecha. Y no creo en el “milagro” de que no hay nadie
detrás.
Los biólogos sabemos que un cambio fisiológico es imposible que se transmita (a eso llamamos mutación), a no ser que proceda o derive de una alteración cromosómica. Esta alteración sí que podría transmitirse por generación. Lo normal es que un cambio fisiológico no responda a un cambio cromosómico y sea corregido por el mismo cromosoma, precisamente al no encontrarse dirigido por él. Para saber si se da una mutación ha de permanecer el cambio y transmitirse por generación.
En este sentido, el mundo de lo humano, del pensamiento, de los sentimientos, modos de actuación, tendencias, etc., resultaría a primera vista más moldeable… Pero sucede lo contrario. La naturaleza humana sólo admite cambios (y es bueno que sea así) en lo accidental. Si, aparentemente, se produce un cambio estructural, en realidad se ha debido a una imposición temporal. Y la naturaleza, el ser humano, se liberará antes o después de ese encorsetamiento a su libertad.
Deseemos que la caída de lo
falso o degradado no ocurra con violencia, como en otros momentos de la
historia, sino del mismo modo que el aparentemente irremovible “telón de
acero”, cuando cientos de millones de seres humanos se liberaron del dirigismo
político y moral.
También hemos de esperar, y procurar, que se haga lo suficientemente pronto, para que no se generalice el pensamiento de que, al cambiar leyes esenciales de modo tan rápido por los parlamentos, se pueda inferir que no exista ninguna con carácter absoluto, y que por tanto estén de más las leyes como los estados que las promulgan. Así se genera el antisistema.
También hemos de esperar, y procurar, que se haga lo suficientemente pronto, para que no se generalice el pensamiento de que, al cambiar leyes esenciales de modo tan rápido por los parlamentos, se pueda inferir que no exista ninguna con carácter absoluto, y que por tanto estén de más las leyes como los estados que las promulgan. Así se genera el antisistema.
La naturaleza humana rehúye
de las imposiciones a medio y a largo plazo, y no acepta las leyes si les falta
coherencia intrínseca e interna, o que se apoyan exclusivamente en el poder y
voluntad del legislador. Esta pérdida de valoración cívica desencadenaría el
caos.
Espero y deseo que este rodeo que he dado hasta aquí, nos introduzca más fácilmente en el tema de este trabajo, que es sobre la sexualidad humana, sobre la relación varón y mujer a día de hoy.
Espero y deseo que este rodeo que he dado hasta aquí, nos introduzca más fácilmente en el tema de este trabajo, que es sobre la sexualidad humana, sobre la relación varón y mujer a día de hoy.
En mi próxima entrega,
comenzaré a analizar la sexualidad como el componente más determinante de la personalidad,
hasta el punto de provocar la diferencia
esencial, en personalidad femenina y personalidad masculina.
martes, 21 de febrero de 2017
Escrito en ABC de la ex-diputada del partido principal en el Gobierno, Lourdes Méndez Monasterio.
El fin de los principios
La celebración del XVIII Congreso del Partido Popular ha tenido cierto carácter histórico. Para el archivo de las páginas menos brillantes del partido, quedará siempre la burda maniobra con la que se impidió la votación de una de las enmiendas clave del encuentro, la que pretendía saber si estamos a favor del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural o, por el contrario, del llamado derecho al aborto, o la eutanasia.
Pudiera parecer que se ha buscado cierta ambigüedad al evitar que sobre esto se pronunciasen los compromisarios, pero la verdad es todavía más decepcionante: lo cierto es que la actual dirección del PP ha asumido en bloque el proyecto acogido por gran parte de la izquierda europea.
Aunque a priori pueda parecer una afirmación exagerada, un análisis objetivo de los hechos no puede llevar a otra conclusión, porque las cortinas de humo y los algo torpes malabarismos del congreso ya sólo pueden engañar a los más ingenuos. Allá donde los textos son deliberadamente ambiguos, vacíos o espesos, sólo hay que mirar la trayectoria legislativa del partido. No debemos seguir ocultando la verdad.
No se puede pretender el apoyo de quienes creen en el derecho a la vida y al mismo tiempo consolidar el derecho al aborto o abrir la puerta a la eutanasia. No se puede decir que se está a favor de defender la libertad de expresión y a la vez multar al que discrepa. No se puede pretender la herencia del humanismo cristiano y al mismo tiempo abrazar el laicismo.
No es creíble hablar de libertad de educación y proponer leyes totalitarias de género. No es verdad que se defiende a la familia cuando se la diluye entre cualquier otra forma de convivencia. Y tampoco, por mucho que se empeñen los más fervientes apóstoles del relativismo, se puede construir un proyecto político positivo basado en el desprecio permanente a la principal masa de tu propio electorado, porque muchos ya perciben que no existe ninguna diferencia sustancial entre el programa del PSOE y el del PP.
De hecho, en asuntos como el de los vientres de alquiler, ya somos más «progresistas» que el PSOE o incluso Podemos. Al igual que hemos rebasado la confiscación fiscal que contemplaba Izquierda Unida.
Lo más honrado, en este punto, sería reconocerlo abiertamente, para que el carácter histórico del congreso se haga más evidente. Y para que los españoles sean conscientes de que determinados principios y valores ya no tienen representación parlamentaria en su país. Una verdadera desgracia, sobre todo en un momento en el que esos principios y valores tienen cada vez más respaldo en países de nuestro entorno.
El modelo relativista está en franco retroceso en todo el mundo, porque es un modelo fracasado. Y nosotros nos hemos anclado en ideologías trasnochadas habiendo perdido la oportunidad de un rearme ideológico tan necesario. Esta rendición rompe el equilibrio que ha hecho posible la convivencia durante décadas, y allana el camino hacia un totalitarismosoft al que nadie tiene capacidad de oponerse.
Casi ha sido preferible la “sinceridad” de algún dirigente del partido que aseguraba a este mismo diario [ABC] que “mantener principios inquebrantables te convierte en una opción inútil”. Lo más pernicioso de esta declaración consiste en proclamar como “inútil” la defensa firme de unos principios básicos.
Es una aseveración que partiendo del portavoz del PP en el Congreso, evidencia como único objetivo el conservar el poder, porque, cabe preguntarse cuál es la utilidad que persigue aquel que representa a los ciudadanos desde un partido o un cargo público.
Ya que, si no es la defensa inquebrantable de principios básicos para la convivencia tales y como son la vida, la familia natural como célula básica de la sociedad o la dignidad de la persona, y su libertad, es fácil concluir que serán otros beneficios o intereses los que se persiguen desde la labor política. Pudimos comprobar cómo en el congreso parecía más importante la defensa de compatibilizar dos cargos, que cualquiera de estos asuntos.
En una conclusión ‘churchiliana’ podríamos decir que hemos abandonado los principios para mantenernos en el poder, y puede que pronto no tengamos ni poder ni principios.
La pirueta mediática y la ceremonia de la confusión todavía puede durar un tiempo, de ello se ocupará la estudiada ambigüedad de nuestro discurso, pero sobre todo el miedo a las proclamas radicales de adversarios extremistas, quizá tan estudiadas como lo primero. En cualquier caso, como todas las posturas de conveniencia e indefinición, no se pueden considerar como opciones serias de futuro.
Para los que creemos en la importancia de estos principios “inútiles”, se hace urgente una profunda reflexión. Debemos encontrar la alternativa para defenderlos, ya que lamentablemente, desde ahora, ninguna fuerza parlamentaria lo hará.
lunes, 20 de febrero de 2017
Carta de una ex-senadora del pártido principal del Gobierno de España
(Para mí. Es un deber moral publicarla. Se encuentra en "El Mundo" digital de hoy)
"Me voy" (Carta de Gari Durán)
No suelo utilizar esta tribuna para tratar ni citar cuestiones personales pero hoy, si me lo permiten, sí lo haré.
Empezaré dando las gracias a todas las buenas personas que he tenido la suerte de conocer a lo largo de estos veinte años de afiliación al Partido Popular. A todas con las que he compartido ilusiones y desengaños, esperanza y frustración, con las que me he sentido como en familia, con las que he compartido días de elecciones y días de campaña. Las que han confiado en mí y en las que he confiado. Todas aquellas con las que me he sentido parte de un proyecto y junto a las que he luchado y las que hicieron posible que representase a Mallorca, durante cuatro años en el Senado de España. A todas las que han formado parte de mi vida en estos 20 años. Gracias.
Afiliarse a un partido es un acto voluntario con el que uno expresa su compromiso con un proyecto político con el que se siente identificado y su adscripción a un ideario que comparte y que por eso, puede defender desde la honestidad ideológica e intelectual.
Ese compromiso puede mantenerse incluso cuando no se está totalmente de acuerdo con alguna decisión de los dirigentes del partido o cuando alguno de ellos muestra un comportamiento reprobable. Sin embargo, cuando uno deja de sentirse identificado con lo sustancial del proyecto de su partido y cuando queda claro que la ideología de éste, ha variado, tiene poco sentido permanecer en él, porque ya no existen razones para ese compromiso. Así que, con un acto tan voluntario como el de afiliarse, uno se da de baja y si tiene la oportunidad de hacerlo, explica sus razones, máxime cuando se ha pedido el voto para ese partido y en su nombre, se ha ostentado un cargo electo: en ese caso, justificar por qué se hace, creo que es una deber.
El incumplimiento del compromiso electoral de derogación de la Ley Aído junto con la retirada de la Ley Orgánica de Protección de los Derechos del Concebido y de la Mujer Embarazada, supuso para muchos un duro golpe. El Partido Popular había hecho bandera de la defensa del no nacido desde siempre, pero mucho más cuando se aprobó la Ley Aído, estando en la oposición. Fueron numerosas las declaraciones de Mariano Rajoy y de otros destacados dirigentes del partido, a favor del no nacido y en contra de dicha ley, tanto en sede parlamentaria como fuera de ella. Se presentó un recurso de inconstitucionalidad contra la misma, firmada voluntariamente un gran número de parlamentarios, el primero de ellos, Mariano Rajoy. Al llegar al gobierno con mayoría absoluta, ese compromiso electoral iba a cumplirse hasta que, de manera inexplicable y, a punto de iniciarse la tramitación de la Ley Gallardón, se cambió de criterio, se retiró la ley y se decidió mantener la ley socialista con un pequeño retoque al que algunos nos opusimos. De manera que la X legislatura se saldaba con una ley en la que el aborto es un derecho hasta las 14 semanas, se permite un uso eugenésico del mismo hasta las 22 semanas y es libre hasta final del embarazo en caso de enfermedad grave del niño. No fue, no obstante, el único de los compromisos electorales sustanciales, enarbolados estando en la oposición, que a pesar de la mayoría absoluta, no se llevaron a cabo.
Quizás hubiese sido el momento de darme de baja, pero consideré que dado que yo no había cambiado de criterio con respecto a lo que siempre había defendido el PP, la voluntad de unos pocos -aunque constituyesen la cúpula del partido- no podía considerarse la norma general y que si el partido había cambiado o no su ideología respecto al aborto, pero también respecto a otras cuestiones, la cuestión debería tratarse en un congreso. Por desgracia, la celebración del mismo, se fue dilatando en el tiempo, y mientras eso ocurría, el ideario del partido se iba modificando por la vía de los hechos.
Pues bien. El congreso en el que debían aclararse estas cuestiones y definirse el perfil ideológico del partido, ya se ha llevado a cabo. El texto de las distintas ponencias con las enmiendas incorporadas es, lo que a partir de ahora, constituirá el ideario del partido. Seguir en él no estando de acuerdo tiene poco sentido, por mucho que reconozca que mi criterio no es, necesariamente, infalible.
Por no entrar en cuestiones como la acumulación de cargos u otras que tienen que ver con la organización interna del partido y que, por supuesto, no prosperaron, si hablamos del derecho a la vida, nos encontramos con que tanto en la ponencia política como en la social, se impidió votar la enmiendas que especificaba que dicho derecho iba "desde la concepción hasta la muerte natural". De este modo, hubiese quedado clara nuestra oposición frontal tanto al aborto como a la eutanasia. Desconozco por qué se insistió en no llevar a votación en ningún caso dicha enmienda, pero con ello, y a tenor del texto resultante, además de perder la ocasión de mantener los principios con los que nuestros votantes se sentían identificados, se ha dejado al PP en la más absoluta indefinición (aceptación, por tanto) de estos dos temas, creyéndose, supongo que en ese relativismo ideológico, está la virtud (es decir, los votos).
Otro tanto ha ocurrido con los vientres de alquiler, una cuestión que, de no haber contado con la decidida oposición de muchos, se hubiese incorporado pacíficamente a la ponencia social, en nombre de una pretendida modernidad que tiene poco de inocua. La cuestión ha quedado en suspenso, dando por hecho que los afiliados carecemos de criterio sobre un tema como este cuya complejidad se reduce a estar bien informados sobre lo que realmente significa.
En la misma línea, se ha aprobado el voto en conciencia, pero al limitarlo a las convicciones profundas, se convierte en la coartada perfecta para desterrar al ámbito de dichas convicciones (es decir, al ámbito personal) lo que antes constituía la ideología del partido.
La tierra de nadie, la ambigüedad y la indefinición en lo ideológico, puede que sean útiles a la hora de conseguir el voto. También pueden ser para algunos, territorios cómodos por los que transitar. En mi caso no es así. Respeto el resultado del XVIII Congreso y no aspiro a cambiarlo en el siguiente. Así que, veinte años después, simplemente me voy.
Gari Durán
"Me voy" (Carta de Gari Durán)
No suelo utilizar esta tribuna para tratar ni citar cuestiones personales pero hoy, si me lo permiten, sí lo haré.
Empezaré dando las gracias a todas las buenas personas que he tenido la suerte de conocer a lo largo de estos veinte años de afiliación al Partido Popular. A todas con las que he compartido ilusiones y desengaños, esperanza y frustración, con las que me he sentido como en familia, con las que he compartido días de elecciones y días de campaña. Las que han confiado en mí y en las que he confiado. Todas aquellas con las que me he sentido parte de un proyecto y junto a las que he luchado y las que hicieron posible que representase a Mallorca, durante cuatro años en el Senado de España. A todas las que han formado parte de mi vida en estos 20 años. Gracias.
Afiliarse a un partido es un acto voluntario con el que uno expresa su compromiso con un proyecto político con el que se siente identificado y su adscripción a un ideario que comparte y que por eso, puede defender desde la honestidad ideológica e intelectual.
Ese compromiso puede mantenerse incluso cuando no se está totalmente de acuerdo con alguna decisión de los dirigentes del partido o cuando alguno de ellos muestra un comportamiento reprobable. Sin embargo, cuando uno deja de sentirse identificado con lo sustancial del proyecto de su partido y cuando queda claro que la ideología de éste, ha variado, tiene poco sentido permanecer en él, porque ya no existen razones para ese compromiso. Así que, con un acto tan voluntario como el de afiliarse, uno se da de baja y si tiene la oportunidad de hacerlo, explica sus razones, máxime cuando se ha pedido el voto para ese partido y en su nombre, se ha ostentado un cargo electo: en ese caso, justificar por qué se hace, creo que es una deber.
El incumplimiento del compromiso electoral de derogación de la Ley Aído junto con la retirada de la Ley Orgánica de Protección de los Derechos del Concebido y de la Mujer Embarazada, supuso para muchos un duro golpe. El Partido Popular había hecho bandera de la defensa del no nacido desde siempre, pero mucho más cuando se aprobó la Ley Aído, estando en la oposición. Fueron numerosas las declaraciones de Mariano Rajoy y de otros destacados dirigentes del partido, a favor del no nacido y en contra de dicha ley, tanto en sede parlamentaria como fuera de ella. Se presentó un recurso de inconstitucionalidad contra la misma, firmada voluntariamente un gran número de parlamentarios, el primero de ellos, Mariano Rajoy. Al llegar al gobierno con mayoría absoluta, ese compromiso electoral iba a cumplirse hasta que, de manera inexplicable y, a punto de iniciarse la tramitación de la Ley Gallardón, se cambió de criterio, se retiró la ley y se decidió mantener la ley socialista con un pequeño retoque al que algunos nos opusimos. De manera que la X legislatura se saldaba con una ley en la que el aborto es un derecho hasta las 14 semanas, se permite un uso eugenésico del mismo hasta las 22 semanas y es libre hasta final del embarazo en caso de enfermedad grave del niño. No fue, no obstante, el único de los compromisos electorales sustanciales, enarbolados estando en la oposición, que a pesar de la mayoría absoluta, no se llevaron a cabo.
Quizás hubiese sido el momento de darme de baja, pero consideré que dado que yo no había cambiado de criterio con respecto a lo que siempre había defendido el PP, la voluntad de unos pocos -aunque constituyesen la cúpula del partido- no podía considerarse la norma general y que si el partido había cambiado o no su ideología respecto al aborto, pero también respecto a otras cuestiones, la cuestión debería tratarse en un congreso. Por desgracia, la celebración del mismo, se fue dilatando en el tiempo, y mientras eso ocurría, el ideario del partido se iba modificando por la vía de los hechos.
Pues bien. El congreso en el que debían aclararse estas cuestiones y definirse el perfil ideológico del partido, ya se ha llevado a cabo. El texto de las distintas ponencias con las enmiendas incorporadas es, lo que a partir de ahora, constituirá el ideario del partido. Seguir en él no estando de acuerdo tiene poco sentido, por mucho que reconozca que mi criterio no es, necesariamente, infalible.
Por no entrar en cuestiones como la acumulación de cargos u otras que tienen que ver con la organización interna del partido y que, por supuesto, no prosperaron, si hablamos del derecho a la vida, nos encontramos con que tanto en la ponencia política como en la social, se impidió votar la enmiendas que especificaba que dicho derecho iba "desde la concepción hasta la muerte natural". De este modo, hubiese quedado clara nuestra oposición frontal tanto al aborto como a la eutanasia. Desconozco por qué se insistió en no llevar a votación en ningún caso dicha enmienda, pero con ello, y a tenor del texto resultante, además de perder la ocasión de mantener los principios con los que nuestros votantes se sentían identificados, se ha dejado al PP en la más absoluta indefinición (aceptación, por tanto) de estos dos temas, creyéndose, supongo que en ese relativismo ideológico, está la virtud (es decir, los votos).
Otro tanto ha ocurrido con los vientres de alquiler, una cuestión que, de no haber contado con la decidida oposición de muchos, se hubiese incorporado pacíficamente a la ponencia social, en nombre de una pretendida modernidad que tiene poco de inocua. La cuestión ha quedado en suspenso, dando por hecho que los afiliados carecemos de criterio sobre un tema como este cuya complejidad se reduce a estar bien informados sobre lo que realmente significa.
En la misma línea, se ha aprobado el voto en conciencia, pero al limitarlo a las convicciones profundas, se convierte en la coartada perfecta para desterrar al ámbito de dichas convicciones (es decir, al ámbito personal) lo que antes constituía la ideología del partido.
La tierra de nadie, la ambigüedad y la indefinición en lo ideológico, puede que sean útiles a la hora de conseguir el voto. También pueden ser para algunos, territorios cómodos por los que transitar. En mi caso no es así. Respeto el resultado del XVIII Congreso y no aspiro a cambiarlo en el siguiente. Así que, veinte años después, simplemente me voy.
Gari Durán
viernes, 17 de febrero de 2017
Lo que de verdad importa
The Healer
Contenidos: Imágenes (algunas S)
- Dirección: Paco Arango
- Intérpretes: Oliver Jackson-Cohen, Camilla Luddington, Jonathan Pryce, Jorge Garcia, Kaitlyn Bernard, Richard Donat, Pasha Ebrahimi, Jackie Torrens
- Guión: Paco Arango
- Música: Nathan Wang
- Fotografía: Javier Aguirresarobe
- Distribuye en cine: European Dreams Factory
Reseña:
Alec es un poco bala perdida. Tiene una empresa llamada The Healer (“el curandero”), dedicada a arreglar objetos eléctricos. Pero tanto su vida laboral como su vida privada son un desastre desde que su hermano gemelo murió de cáncer. Acumula relaciones sexuales esporádicas e importantes deudas económicas que le pueden costar muy caro. Sin embargo, su situación cambiará radicalmente el día conoce a un tío suyo del cual desconocía su existencia. Éste le hace una generosa oferta: pagar todas sus deudas si se compromete a vivir un año en el pueblo de sus ancestros, una pequeña localidad cerca de Halifax, en Nueva Escocia.
Paco Arango sorprendió satisfactoriamente en 2011 con su película Maktub, una film muy personal que lograba una simbiosis perfecta entre drama y comedia y que narraba la penosa situación de un niño con cáncer y lo que eso generaba alrededor. Cinco años después Arango vuelve sobre el mismo tema en Lo que de verdad importa, un proyecto de mayor envergadura. La recaudación en España, Italia, México y Estados Unidos irá destinada íntegramente a ayudar a niños enfermos.
De nuevo Arango vuelve a centrar su guión en el terremoto interior que provoca en los adultos el cáncer infantil, capaz paradójicamente de sacar lo mejor de las personas. Como siempre en su cine, Arango imprime a la historia un sano optimismo, una mirada alegre en medio del sufrimiento, con matices importantes que escapan a la visión materialista de la vida, de claro componente cristiano.
Tal enfoque aporta una visión ponderada de la existencia terrena como algo provisional, abierta a otras realidades, que él expresa con situaciones milagrosas o inexplicables que hacen su entrada en el mundo. En este caso, el toque sobrenatural viene introducido con el mágico don de curar del protagonista, un talento ofrecido por Dios como una herramienta para ayudar a los demás, tal y como se dice en el film. La película, al igual que Maktub, consigue armonizar la ligereza de la comedia con el espesor del melodrama en una perfecta simbiosis. Así puede tratar temas densos e intensos de forma ligera, agradable, sin petulancia ni pedantería. No hay nada presuntuoso ni intelectualista en el film a pesar de meterse en la harina del sufrimiento, de la cuestión fe-increencia, de la autoconciencia, del amor, de la existencia de Dios… y de un largo etcétera de asuntos en los que naufragaría un guionista sin dotes ni suficiente experiencia de la vida.
Esta es la clave: Paco Arango suma a su indudable talento artístico un elemento fundamental, su experiencia constante e inseparable de infancia y dolor, dos palabras que deberían excluirse. Su trabajo con niños con cáncer le permite generar una mirada sobre la enfermedad y la muerte, inseparable de la alegría y la esperanza. En ese difícil maridaje, la cuestión de la trascendencia se despoja de toda herrumbre racionalista, y aparece con la sencillez de una certeza elemental, de una experiencia cotidiana. Y para eso es necesario contar con un elenco de actores que sepan transmitir con inmediatez y realismo “lo que de verdad importa”.
Pero ¿de qué trata realmente el film? Por un lado, profundiza en la relación entre fe y libertad, dando a esta un valor infinito. No hay bien que valga si no se aferra libremente. Este es el drama del protagonista, al que continuamente se le pone delante la posibilidad de decir sí o no. Pero también está la cuestión de la gracia: siempre hay una segunda oportunidad para volver a elegir, y una tercera…
Desde un punto de vista técnico, Lo que de verdad importa tiene buen ritmo, con un montón de subtramas y personajes secundarios que enriquecen la historia. No en vano la montadora es la premiada Teresa Font. La fotografía, espléndida, es de Javier Aguirresarobe, que cuenta con seis Goyas en su haber y otras tantas nominaciones. (Juan Orellana, Pantalla 90)
¿Familias de hoy y roles de ayer? Entre estereotipo y realidad
Escrito por
Josefina Perriaux de Videla
Roles masculinos y femeninos: ¿una idea que hay que abandonar?
Conferencia impartida en el Seminario internacional de estudio sobre 'Mujeres y trabajo' organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos el 4 y 5 de diciembre de 2015, en la sede de Villa Aurelia, dentro del "Panel: Roles masculinos y femeninos: ¿una idea que hay que abandonar?" Este Seminario contó con la participación de un centenar de personas de todo el mundo, mujeres y hombres, expertos en diversas disciplinas ligadas al tema en cuestión. La Autora es investigadora del 'Instituto para el Matrimonio y la Familia' de la Universidad Católica Argentina (Buenos Aires).
Hace ya casi 10 años, entré a formar parte del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires. Me aboqué entonces a estudiar el tema de la mujer, los nuevos desafíos que le demanda la hora actual. Esta temática en algún momento había de conducirme a la teoría del género, teoría que pretendía presentarse, por lo menos en sus comienzos, como una defensa de la mujer[1].
Circunstancias particulares vividas en ese momento en nuestro país, hicieron que me dedicara de lleno al tema del género: el 4 de octubre de 2006 se promulga en Argentina la Ley de Educación Sexual, con el nombre de Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Esta ley pauta la enseñanza de la educación sexual de modo obligatorio, tanto en escuelas de gestión estatal como privadas, de modo transversal y adoptando la perspectiva de género como eje principal de todos sus contenidos.
Quiero presentarles solo una mínima muestra de la radicalidad de los planteos que se pretende difundir en nuestras escuelas:
La propuesta… (es) desnaturalizar la identidad sexual,… no tomar como un dato “natural” el dimorfismo sexual… La escuela tiene gran importancia… en la producción de alternativas posibles en general, y en lo que hace a identidades sexuales en particular[2].
Una mirada cuidadosa nos muestra la existencia de hombres femeninos, mujeres masculinas, travestis, transexuales, hombres masculinos que aman a hombres, mujeres femeninas que aman a mujeres, en fin, una variedad impresionante de posibilidades[3].
Una de las tareas importantes a las que ha estado abocado nuestro Instituto en estos últimos años, mediante diferentes cursos, es la de capacitar a padres y docentes para el discernimiento de estos contenidos que no suelen introducirse frontalmente, sino más bien mediante diferentes eufemismos que facilitan su aceptación. Hemos intentado a la vez, anunciarles la Buena Nueva de una antropología cristiana acerca de la sexualidad, enriquecida en particular en las últimas décadas, con el valiosísimo aporte de la teología del cuerpo de Juan Pablo II.
Es una alegría para mí, entonces, con ocasión de este Seminario, volver a focalizar la mirada directamente en el tema de la mujer.
El enfoque de esta breve y modesta contribución es antropológico, ya que mi área de estudios es la filosofía. Y tomo como referentes fundamentales de esta reflexión a tres autores, cuyo aporte al tema de la mujer considero sumamente enriquecedor y confluyente: Edith Stein, Julián Marías y Juan Pablo II.
Antes de entrar en tema no puedo sino dar por sentado algunos puntos:
● Los enormes cambios que han tenido lugar en la vida de la mujer a lo largo de este último siglo. Siguiendo a Julián Marías[4], destaco en particular tres de ellos:
− La gran liberación de tiempo y esfuerzo dedicado a la vida doméstica, gracias a la progresiva tecnificación de la existencia iniciada paulatinamente en el siglo XIX.
− Las fuertes implicancias de la revolución sexual sobre su persona que “liberan” a la mujer de la conexión entre sexualidad y maternidad.
− El acceso a la universidad que le permite insertarse en la sociedad, trabajando fuera del hogar en el ejercicio de distintas profesiones.
- Doy por supuesto también el enriquecimiento que estos cambios han significado para ella, y asimismo las nuevas dificultades que han suscitado en su vida.
- El papel central de la mujer en la familia, su función de corazón, podríamos decir, de modo tal que todo lo que ella vive no puede sino tener profundas resonancias sobre su familia.
Resulta indudable, a mi entender, que la magnitud de los cambios que ha vivido la han desorientado, desorientando también al varón. Supongo también aquí la reciprocidad inherente a la condición sexuada, sobre la que volveré un poco más adelante.
Marías se expresa claramente acerca de este tema:
Creo que, al lado de grandes avances y progresos, se ha deslizado en la vida de la mujer occidental una crisis de identidad… Esto es lo que se ha vuelto problemático, por primera vez en mucho tiempo, lo que introduce la desorientación… por mucho que su situación haya mejorado[5].
La instalación de la mujer en su condición y la del hombre en la suya, y por consiguiente las relaciones de ambos, estaban normalmente claras, de manera genérica… Hoy es enteramente distinto, y la situación es de doble desorientación: desorientación de la mujer respecto de si misma, desorientación del hombre respecto de la mujer, y por tanto, de cada uno respecto del otro[6].
Esta desorientación que tiene su origen en la mujer, le quita claridad para discernir lo que hay de cultural −susceptible de ser abandonado− en los roles que hasta ahora había desempeñado, de lo que tiene arraigo profundo en su ser. Le dificulta el distinguir con nitidez, lo que hoy llamamos estereotipo −modelo construido culturalmente con una connotación de rigidez− de lo que es su genuina realidad. Y así, su rechazo actual de todo estereotipo, conlleva a menudo también el de aspectos propios de su persona.
Por ello mi reflexión apunta a encontrar, junto a Uds., un cierto núcleo permanente tras de los enormes cambios experimentados en la vida de la mujer, núcleo grabado en su ser en cuanto persona femenina.
Roles de ayer, roles de hoy. Estereotipo y realidad, encuentran respuesta, a mi entender, en el discernimiento de este núcleo, al que podríamos llamar, por qué no, su identidad. Identidad que se encuentra a menudo alterada, desfigurada, por el desorden que ha dejado el pecado en su corazón al igual que en todo corazón humano[7]. Edith Stein incluso afirma que el desarrollo genuino de esta identidad es algo excepcional.
Poner el foco en este núcleo subyacente al desorden, grabado en su ser sexuado femenino es, según mi parecer, un primer paso para ayudar a la mujer a reencontrarse y “reconciliarse” consigo. Con indudables repercusiones sobre el varón y por ende en la familia entera −fundada en el vínculo entre ambos− podría brindarle un piso sólido desde el cual afrontar los desafíos de la hora actual, y descubrir el perfil adecuado que la situación está demandando a la familia hoy.
La ideología de género, como mencionábamos al comienzo, se presenta inicialmente como una pretensión de defensa de la mujer, de “sus derechos”. Sin embargo, lejos de afirmarla, a medida que se ha ido explicitando ha conducido progresivamente a diluir su identidad, sin dar respuesta por ello a las verdaderas preocupaciones y dificultades que atañen a la mujer de hoy.
Y esta ideología ha ido más lejos aún, desfigurando el perfil de la persona humana y el sentido de su existencia.
Por eso, mi propuesta en estos pocos minutos es poner el acento en dos aspectos clave del ser femenino que no solo podrían ayudarla a afirmarse y reconciliarse consigo, con las implicancias que esto tiene en el varón, la familia, y la sociedad entera, sino que también podrían dar lugar a rectificar la distorsión antropológica del gender a la que recién hicimos alusión.
Éste, al negar la diferencia sexual constitutiva de la persona humana tiene, entre otras, dos implicancias de suma importancia:
− Escinde a la persona humana en dos, conduce a concebirla dualísticamente. El sujeto[8] es concebido como “pura libertad”, con un cuerpo “frente a sí”, considerado como material a su disposición para moldear y usar de acuerdo a sus deseos.
Bajo una aparente exaltación, subyace en realidad una fuerte subestima del cuerpo, ya no integrado a la propia persona −y por ello merecedor de un particular respeto− sino manipulable, en orden a la propia gratificación.
− La ideología de género invierte el sentido de la existencia humana, configurada para el encuentro, la comunión, para expresarlo en los términos de Juan Pablo II. La persona está llamada a salir de sí, del aislamiento, al encuentro con el otro, mediante el don y la acogida mutua. Encuentro, que se da de modo prototípico en el amor sexuado entre varón y mujer.
Recordemos el vasto campo semántico de la palabra “amor” […] en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma[9].
Comunión, don y acogida, amor, en definitiva, al que hace referencia Benedicto, cuyo arquetipo es el amor del varón y la mujer, pero que se repica en todo vínculo verdaderamente humano.
La ideología de género invierte esta dirección de salida hacia el otro, “centrífuga”[10] podríamos decir, y la vuelve “centrípeta”. Encierra al sujeto en el propio yo, en sus gustos y deseos, y al otro lo vuelve funcional a la propia satisfacción.
La mujer lleva grabado en su ser, de un modo más o menos explícito, un “antídoto”, podríamos decir, frente a estos dos importantes desvíos de la hora actual. Antídoto subyacente a las distintas funciones o roles que la historia y la cultura han ido demandando de ella.
− Lo primero que quiero destacar, se contrapone a la distorsión mencionada inicialmente: el dualismo. Hay en la mujer una mayor integración de nuestra realidad corpóreo espiritual; una mayor presencia de su persona en todo su cuerpo, de modo tal que es patente en su ser, un cuerpo transido de su persona, propiamente personal.
El varón, en cambio, es más distante respecto de su cuerpo y tiende a usarlo como instrumento para su acción.
Edith Stein nos habla claramente acerca de esto:
La relación del alma y el cuerpo no es completamente la misma (en el varón y la mujer)… por lo común la unión al cuerpo… es más íntima en la mujer… el alma de la mujer vive y está presente con mayor fuerza en todas las partes del cuerpo… en el hombre tiene más fuertemente el carácter de instrumento que le sirve en su actuación, lo cual conlleva cierto distanciamiento consigo mismo[11].
Julián Marías se refiere también a este tema, en profunda consonancia con Stein:
No sólo es distinto el cuerpo de uno y otra, sino que lo es la relación de cada uno con su cuerpo… la mujer tiene una relación más próxima con el propio cuerpo… Está más inmersa en su corporeidad, más afectada por ella. Algunos aspectos de la vida masculina son «neutros» respecto de su corporeidad.
La mujer como tal, quiero decir la persona femenina, está siempre presente en su cuerpo, que es, en grado mayor que el del hombre −siempre se trata de grados− un cuerpo personal[12].
Esta presencia en su cuerpo, esta integración corpóreo espiritual, tiene su raíz en la radical disposición de su ser a la maternidad. Disposición bien patente en su cuerpo pero que configura toda su persona.
Su admirable potencial para engendrar y acoger una vida la requiere por entero, en cuerpo y alma, favoreciendo así la unidad. Por eso, ella tiene en sí “las llaves” para ayudar al ser humano a recuperar esa unidad sin la cual nuestra persona se quiebra y extravía.
− El segundo aspecto en el que me quiero detener, se contrapone a la tendencia centrípeta a la que conduce el gender. Y arraiga también en su disposición a la maternidad, que favorece en ella, de un modo único, no solo el don y acogida del hijo, sino también de todo ser humano. Por ello, Juan Pablo II, en referencia a este punto, la honra diciendo algo grande: la mujer se halla más cerca de la verdad de la persona. Ésta, siguiendo a Gaudium et Spes 24, es definida por él de este modo:
El ser persona significa… «Encontrar su propia plenitud»… «en la entrega sincera de sí mismo a los demás»… el hombre está llamado a existir «para» los demás, a convertirse en un don[13].
El “fuerte” de la mujer, sin duda, son las personas. Marías habla del conocimiento de las personas como “el gran acierto de la mujer”. Ella posee la capacidad de lograr una gran empatía con los demás, de saber leer en su corazón y ponerse en su lugar.
Juan Pablo II enfatiza, en esta línea, que a la mujer le ha sido confiado de un modo especial el ser humano. En la introducción a Mulieris Dignitatem que realizara el entonces Cardenal Ratzinger, habla de ella como “custodia del ser humano”[14], en cualquier ámbito que la mujer se encuentre. Custodia tan necesaria en el despersonalizado mundo actual, en el que los criterios que priman son la utilidad y la eficiencia.
En el prólogo a la obra de Edith Stein, La mujer, varias veces citada, Jutta Burggraf sintetiza muy bien la convocatoria de nuestra autora a todas las mujeres. Stein coincide aquí, como en tantos otros puntos, con el llamado que repetidas veces les hace también Juan Pablo II. Cito a Burggraf:
(Las mujeres) tienen la misión de humanizar este mundo recordando que cualquier tarea técnica, científica, política, artística o mecánica está al servicio de los hombres. Las mujeres han de demostrar, en definitiva, que una persona humana vale más que todas las cosas[15].
Aquí radica precisamente, según Juan Pablo II, el “genio de la mujer”:
(En asegurar) en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre por el hecho de ser humano[16].
En el ser del varón subyace, obviamente, la misma verdad de la persona. Ha sido configurado también para el encuentro, la comunión, mediante el don y acogida del otro. Pero su peculiaridad en cuanto persona masculina, Stein la encuentra en el “estar técnicamente situado”[17]. Usa la palabra técnica en su sentido clásico, refiriéndose al obrar sobre la realidad externa, distinta de sí.
La orientación del varón tiende a la actividad exterior, a la acción y a la realización; así como a la prestación objetiva, más que inmediatamente al ser personal[18].
Este aspecto decisivo del ser femenino, al cual nos hemos referido recién, nos permite descubrir la presencia en ella, también de un “correctivo” potencial para la segunda y más importante distorsión del gender que mencionábamos más arriba, vinculada al sentido de nuestra existencia.
Ella tiene la capacidad de revertir esa tendencia “centrípeta” −resultante también, por otra parte, de la huella que el pecado ha dejado en nosotros− y de ayudar a todo ser humano a salir al encuentro con los demás. Se encuentra particularmente dispuesta, mediante el don y la acogida, para humanizar todos los vínculos interpersonales, en cualquier situación o circunstancias en las que éstos se establezcan.
Si ella se reconcilia consigo, con su honda especificidad, subestimada hoy con mucha frecuencia −ya que parece contrariar los criterios de utilidad y eficiencia prioritarios en la actualidad− especificidad denostada también por las corrientes que han pretendido defenderla, se encontrará fortalecida para poder, pisando firme en lo propio, encarar cualquier rol que la hora actual le demande.
Francisco ha convocado a profundizar en la condición y promoción de la mujer[19]. Juan Pablo II, a mi entender, nos ha legado en esta materia, una mina de oro, cuyo conocimiento, desarrollo y difusión ha sido indudablemente insuficiente. Respondiendo a la convocatoria de Francisco, a ella hemos de volver, para seguir ahondando, explicitando y por sobre todo anunciándola al mundo actual.
La identidad de la mujer, tan estrechamente vinculada a la verdad de la persona es una Buena Nueva que no podemos callar, hemos sido convocados por ambos Papas a anunciarla en toda su riqueza y grandeza.
Josefina Perriaux de Videla
Fuente: laityfamilylife.va.
[1] Dado el perfil que la teoría de género ha ido mostrando de modo cada vez más explícito, me voy a referir en adelante al hablar de ésta, como ideología de género. Lejos de responder al significado del término teoría en su sentido clásico, este modo de pensar, no es consecuencia de una visión, una contemplación de la realidad, sino más bien es una construcción de ideas en función de determinados objetivos que se busca obtener. En otras palabras, se trata aquí de una ideología.
[2] El monitor, revista del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. http://www.me.gov.ar/monitor/nro11/dossier4.htm.
[3] Material de Formación de Formadores en Educación Sexual. Este es el título de un Manual de capacitación docente en educación sexual que compila artículos de diversa índole. La cita está tomada de un artículo mejicano que aparece en este compilado: http://www.latarea.com.mx/articu/articu8/lamas8.htm.
[4] Cfr. Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, Editorial Alianza, Madrid, 1980, cap 1 al 5.
[5] Marías, Julián, op, cit. pág 195.
[6] Marías, Julián, op. cit. pág 13 y 14.
[7] Uso el término corazón en su significado bíblico, así como también el que encontramos en San Agustín, Pascal y Lewis por ejemplo, haciendo referencia a nuestro núcleo personal, intelectivo-volitivo.
[8] Ya no se habla de persona pues este término, cargado de significado, remite en definitiva a Dios −absolutamente ausente en este horizonte− del cual la persona es imagen.
[9] Benedicto XVI, Deus caritas est, N° 2.
[10] El término centrífugo, de ningún modo hace referencia a una huida de sí. Por el contrario, intenta expresar que la condición humana, en cuanto sexuada, nos impele al encuentro con el otro, en virtud del cual la persona humana alcanza su plena identidad. En síntesis, hemos sido configurados para este encuentro. Nuestra condición sexuada, nos convoca de un modo particular a concretarlo.
[11] Stein, Edith, “Vida Cristiana de la mujer “, La Mujer, Ediciones Palabra, Madrid, 1988, pág. 94.
[12] Marías, Julián, op. cit, pág 143.
[13] Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem, N° 7.
[14]http://www.laici.va/content/dam/laici/documenti/donna/teologia/espanol/La%20mujer,%20custodia%20del%20ser%20humano.pdf
[15] Burggraf, Jutta, Introducción a La Mujer, Ediciones Palabras, Madrid, 1998 pág 20.
[16] Juan Pablo II, op. cit. N° 30.
[17] Cfr Stein, Edith, Valor especifico de la mujer para la vida del pueblo, en op. cit. pág 318.
[18] Stein, Edith, Vida cristiana de la mujer, en op. cit. pág 93.
[19] Francisco, Discurso a los participantes del seminario organizado por el Pontifico Consejo para los laicos, con ocasión del XXV aniversario de la Mulieris dignitatem, 21 de octubre de 2013.
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