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lunes, 30 de enero de 2017

Figuras ocultas

Hidden Figures

  • Drama
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2016
  • País: EE.UU.
  • Dirección: Theodore Melfi
Contenidos: ---
Reseña:
Mientras Estados Unidos competía contra Rusia por llevar al hombre al espacio, la NASA descubrió el talento oculto de un grupo de mujeres matemáticas afroamericanas que fueron los auténticos cerebros tras una de las mayores operaciones americanas de la historia. 
Basada en la increíble historia real de tres de estas mujeres, conocidas como las “ordenadores vivientes”, la película sigue a estas mujeres tan pronto comienzan a ascender junto a las grandes mentes pensantes de la NASA con la tarea de calcular el lanzamiento a la órbita del astronauta John Glenn y garantizar su regreso.
Dorothy Vaughn, Mary Jackson, y Katherine Johnson superaron cualquier limitación profesional, de raza o de género mientras su talento y deseo por alcanzar sus sueños las catapultó como verdaderas heroínas en la historia de los Estados Unidos.
Una de esas películas capaces de elevar el espíritu, que hacen pensar que todo es posible cuando uno se deja guiar por la divisa del trabajo bien hecho y de hacer lo correcto. La cinta sabe destacar a los personajes que habitualmente estarían en segundo plano, dejando precisamente en este lugar a los heroicos astronautas, incluido el mítico John Glenn, que en otros filmes habrían tenido un protagonismo absoluto, más en esa carrera contrarreloj con los soviéticos durante la guerra fría, por no quedarse atrás en la carrera espacial.
La película no cae en buenismos anacrónicos a la hora de describir a los personajes blancos de la NASA, grandes profesionales y capaces de detectar lo que es injusto, pero humanos e hijos de su tiempo. 

Loving

Loving

Contenidos: ---
Reseña: 
La historia real de Mildred y Richard Loving, una pareja que se casó en Virginia en 1958. Debido a la naturaleza interracial de su matrimonio, fueron arrestados, encarcelados y exiliados. Durante una década la pareja luchó por su derecho a regresar a casa. Inspirado en el documental de la HBO The Loving Story.
Una película delicada, sobria, creíble. Drama humano basado en hechos reales. Sse describen los hitos de la senda hacia el reconocimiento de los derechos de los Loving, con la intervención de los abogados de la Unión Americana de las Libertades Civiles y los recursos hasta llegar al Supremo; y con una interesante idea de fondo, cómo una norma legal puede dar carta de naturaleza a las mayores injusticias, aceptadas en tal tesitura como inevitables, es lo que hay.
Pero el acierto es que no dominan la historia, que es sobre todo la historia de amor de una familia, atravesada de detalles y sucesos corrientes: el trabajo de Richard en la construcción, su afición al motor y las carreras de coches, las cervezas con sus amigos negros, ver la televisión con su mujer, los juegos de los niños en la calle…

domingo, 29 de enero de 2017

Decreto para dar refugio a cristianos perseguidos

Donald Trump Firma decreto para dar refugio a cristianos perseguidos en países musulmanes

El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha firmado una orden ejecutiva con el fin de dar prioridad a los refugiados cristianos en el mundo que huyen de las crueles persecuciones del terrorismo islámico. A continuación presentamos el reportaje con las declaraciones que Trump hizo sobre este importante tema y esta gran noticia para muchos cristianos:

sábado, 28 de enero de 2017

El Vicepresidente de Estados Unidos en la Marcha por la vida

Histórica intervención de Mike Pence en la Marcha por la Vida: «¡La vida está ganando de nuevo!»

Histórica intervención de Mike Pence en la Marcha por la Vida: «¡La vida está ganando de nuevo!»
Mike Pence, dirigiéndose a la multitud: nunca antes había sucedido.



27 enero 2017
"Éste es el mejor día que he visto para la Marcha por la Vida, en más de un sentido. Me siento profundamente honrado de estar hoy ante vosotros. Me siento profundamente honrado de ser el primer vicepresidente de los Estados Unidos que ha tenido el privilegio de asistir a este evento histórico": con estas palabras inició Mike Pence su alocución ante la 44ª Marcha por la Vida celebrada este viernes en Washington.



No había exageración en la palabra "histórico". No sólo la asistencia de cientos de miles de personas ha sido de las más numerosas en la historia de estas manifestaciones, recurrentes cada año desde la legalización del aborto en 1973. Es que además nunca había habido una representación institucional tan alta, por la presencia de Pence y de Kellyanne Conway, jefa de campaña de Donald Trump y ahora asesora presidencial, el mayor alto cargo de la Casa Blanca jamás presente en estas concentraciones provida.



Pero, además, Pence dejó claro que no estaba solo a título personal: "El presidente Trump me pidió que estuviese hoy aquí con vosotros. Me pidió que os agradeciese vuestro apoyo, vuestra posición provida y vuestra compasión por las mujeres y los niños de Estados Unidos".



El vicepresidente norteamericano recordó que la nación se fundó sobre la convicción de que todo ser humano "tiene ciertos derechos inalienables, y entre ellos están la vida, la libertad y la persecución de la felicidad. Hace 44 años, nuestro Tribunal Supremo dio la espalda al primero de esos ideales eternos, pero hoy, tres generaciones después, gracias a todos vosotros y a los miles que están con nosotros en manifestaciones como ésta en todo el país, ¡la vida está ganando de nuevo en América!".



"Esto es evidente por la elección de mayorías provida en el Congreso", continuó: "Pero no es menos evidente por la histórica elección de un presidente que, puedo decir con orgullo, está por el derecho a la vida: el presidente Donald Trump".


Dos tuits de Trump este viernes: "La Marcha por la Vida es importante. A todos los que os manifestáis: ¡tenéis todo mi apoyo!" y "Mike Pence hablará en la Marcha por la Vida de hoy. ¡Tenéis todo mi apoyo!".

Pence volvió a reiterar los compromisos adquiridos durante la campaña electoral. Recordó que el lunes Trump firmó una orden ejecutiva para "impedir que los fondos públicos financien organizaciones que promueven o realizan abortos en todo el mundo".



"Por eso esta Administración trabajará con el Congreso para acabar con la financiación pública del aborto y de quienes practican abortos, y dedicaremos esos recursos a servicios de salud para todas las mujeres de Estados Unidos", añadió.



Y confirmó una noticia ya anunciada por el presidente: "La próxima semana anunciará un candidato al Tribunal Supremo que defenderá las libertades dadas por Dios que brillan en nuestra Constitución, en la tradición del último y gran juez Antonin Scalia", un juez católico que destacó por su oposición a la sentencia del Tribunal Supremo que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo.



"Siempre he creído", continuó Pence, "que una sociedad puede ser juzgada por cómo atiende a los más vulnerables, los ancianos, los enfermos, los discapacitados, los no nacidos. Estamos en un momento histórico para la causa de la vida".



Y explicó por qué "la vida está ganando": "La vida está ganando porque los avances de la ciencia iluminan sobre cuándo comienza la vida. La vida está ganando por la generosidad de millones de familias adoptivas que abren su corazón y su hogar a los niños necesitados. La vida está ganando por la compasión de los voluntarios en los centros para embarazos de riesgo y organizaciones religiosas que ayudan a las mujeres en todas las ciudades del país".



"Y la vida está ganando", sentenció, "por el consejo tranquilo entre madres e hijas, entre abuelas y nietas, entre amigas en la mesa de la cocina, en las cafeterías y en los campus universitarios. La verdad está siendo proclamada. La compasión está derrotando a la conveniencia. Y la esperanza está venciendo a la desesperanza".


Impactante vídeo a intervalos que muestra en un minuto y medio la totalidad de la manifestación multitudinaria e inacabable.

El vicepresidente norteamericano pidió que el movimiento provida "sea conocido por el amor, no por la ira. Por la compasión, no por la confrontación. Porque cuando se trata de asuntos del corazón, no hay nada más fuerte que la delicadeza".



Por último, Pence cerró su intervención con una certeza: "Creo que continuaremos ganando los corazones y las mentes de la nueva generación si nuestro corazón se rompe en primer lugar por las madres jóvenes y sus hijos no nacidos, y si cada uno de nosotros hacemos todo lo posible para encontrarnos con ellas donde estén con generosidad, no juzgándolas. Para sanar nuestra patria y restaurar una cultura de la vida debemos continuar un movimiento que abrace a todos, cuide de todos y muestre respeto por la dignidad y el valor de toda persona".



"Estad seguros", comprometió de nuevo, "estad seguros", insistió, "de que junto a vosotros no cejaremos ni descansaremos hasta restaurar una cultura de la vida en América para nosotros mismos y para nuestros descendientes. Gracias, que Dios os bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos".

Discurso de Mike Pence en la Marcha por la Vida

miércoles, 25 de enero de 2017

Las ideas que ha reformulado Obama

Por Juan Meseguer, en Aceprensa, 20-I-2017

El traspaso de poderes en la Casa Blanca está dando que hablar sobre el contraste entre el tono agresivo de Donald Trump y el tacto de Barack Obama. Pero los modales suaves del presidente saliente no excluían el radicalismo por la vía de los hechos. El mismo convencimiento que le llevó a tomar partido por una visión del mundo que en su opinión le situaba en “el lado correcto de la historia”, le impulsó en ciertos temas a limitar en la práctica la libertad de quienes estaban al otro lado.

(Actualizado el 23-01-2017)


La militancia de Obama no debería causar sorpresa. Aunque un presidente declare su intención de gobernar para todos, como hizo Trump tras su victoria, o su deseo de escoger “el propósito común por encima del conflicto y la discordia”, como dijo Obama en su discurso inaugural del 20 de enero de 2009, ya se entiende que cada cual gobernará desde sus posiciones políticas.

Decretos polémicos

El problema, en el caso de Obama, viene de dos frentes. Primero: decía estar a favor del consenso bipartidista, pero no renunció a los decretos presidenciales –órdenes ejecutivas– en temas éticos sensibles, como la financiación pública de las investigaciones con células madre embrionarias; las medidas antidiscriminación por motivo de orientación sexual, a expensas del derecho a la objeción de conciencia; o los “baños trans”.

Es cierto que los congresistas republicanos no siempre pusieron fáciles las negociaciones en otros asuntos que afectaban a su agenda política, como se vio en el debate sobre la reforma sanitaria, que condujo al cierre de la administración en 2013; o en su persistente contestación a cualquier proyecto de reforma migratoria, a las medidas restrictivas de las armas o a la lucha contra el cambio climático. Debates necesarios en los que muchos republicanos se cerraron en banda.

Pero habría que preguntarse si Obama contribuyó al diálogo. El columnista del Washington Post Robert J. Samuelson, que elogia enormemente el legado económico de Obama, le pone un “pero” en ese punto. “¿[La cerrazón] fue culpa de los republicanos que no se apean de sus posiciones partidistas, como dice la Casa Blanca? ¿O fue cómplice Obama, al que sus propias limitaciones partidistas no le dejaban margen de maniobra?”. Y responde: “Quizá de ambos”.

Intervencionismo moral

La segunda cuestión que arroja sombras sobre la militancia de Obama proviene del deterioro que han sufrido la libertad religiosa y de conciencia bajo sus dos mandatos. El caso más flagrante es el del “mandato anticonceptivo”, la norma que pretendía obligar a los empleadores –incluidas las instituciones de inspiración religiosa– a garantizar a sus empleadas el acceso gratuito a los anticonceptivos, la píldora del día después y la esterilización. Y ha habido otras presiones que han afectado a pequeños empresarios, a colegios o a agencias de adopción católicas (ver Aceprensa 23-06-2016).

A diferencia de Trump, Obama se toma muy en serio las llamadas “guerras culturales”. En este sentido, no es un relativista: él sí toma partido y quiere ver a los demás pasarse al “lado correcto de la historia”, como le gusta decir. Es más, es posible que su intervencionismo en estos temas venga exigido en parte por su visión del mundo, que le lleva a presentar sus puntos de vista como exigencias morales para los demás. Este enfoque, al que añade fuertes dosis de sentimentalismo, le ha resultado eficaz para reformular varias ideas importantes.

Igualdad. Obama se declara a favor del respeto a las diferencias. Pero su idea de igualdad excluye que dos realidades distintas puedan ser tratadas por la ley de forma desigual. Olvida que la idea clásica de igualdad ante la ley prohíbe las discriminaciones arbitrarias o injustas, pero no las distinciones basadas en razones objetivas y justificadas. Este principio permitía comprender por qué la institución del matrimonio –caracterizada por unos rasgos concretos– gozaba hasta hace poco de un régimen jurídico diferente al de otro tipo de uniones. Y eso no suponía una discriminación hacia las personas que optaban por un modelo de pareja distinto: los rasgos de su relación eran objetivamente diferentes a los del matrimonio.

Matrimonio. Obama ha cambiado los términos de este debate y lo ha convertido en un problema personal. No le interesa si la institución a la que hasta ahora llamábamos matrimonio tiene unos rasgos u otros. Lo que quiere es que cualquier adulto que desee tener el estatus social y jurídico de matrimonio lo tenga, aunque su relación sea otra cosa. Y da un paso más en la personalización de este debate cuando equipara la discrepancia con su modelo de “matrimonio igualitario” con la falta de amor al prójimo, recurriendo a una especie de chantaje emocional: “Si de verdad hemos sido creados iguales, sin duda nos debemos el mismo amor unos a otros”, dijo en el discurso inaugural de su segundo mandato.

Tolerancia. Con este cambio de perspectiva, Obama no solo está falseando la idea del matrimonio: también está cambiando el significado del debate público. Si la premisa es que quienes se oponen a la legalización del matrimonio gay son personas que no aman a los homosexuales, entonces cualquiera que discrepe de mis puntos de vista en otros asuntos también puede estar actuando de mala fe. La presunción “si discrepas, vas contra mí” rompe la idea clásica de tolerancia, que distinguía entre la obligación de respetar a toda persona y su derecho a expresar sus ideas, de un lado, y el derecho a refutar esas ideas, de otro. Ahora, la única manera de ser tolerante con alguien es aprobar y bendecir sus puntos de vista. Visto así, se entiende por qué discrepar de lo que dice la administración Obama sobre el aborto y otros “derechos reproductivos” es emprender una “guerra contra las mujeres”.

Libertad religiosa. Obama se declara “cristiano”, pero no se adscribe a una confesión religiosa concreta, desde que en 2008 se desvinculó de la United Church of Christ. Lo paradójico es que la libertad que se toma para crear su “religión a la carta” y llevarla a la política, se la niega de hecho a los creyentes que desean actuar conforme a sus convicciones en todos los aspectos de su vida, también en su trabajo. Es verdad que en sus discursos defiende ese derecho: “Los laicistas se equivocan cuando piden a los creyentes que dejen su religión al otro lado de la puerta antes de entrar en la esfera pública”, dijo en 2006. Pero el “mandato anticonceptivo” y otras medidas aprobadas por su gobierno, en la práctica solo conciben el ejercicio de ese derecho dentro de las cuatro paredes de una iglesia.

Estos posicionamientos han motivado el choque entre los obispos norteamericanos y la administración Obama. Pero le han tendido la mano en otros muchos asuntos, que también conforman su visión del mundo: la atención médica digna para todos, la reforma a favor de un sistema migratorio justo, las medidas para combatir la pobreza, promover el empleo y mejorar las condiciones laborales, la atención al cambio climático, los pronunciamientos contra la pena de muerte, su intercesión a favor de los presos de Guantánamo…

Como se ve, el espacio para buscar “el propósito común por encima del conflicto y la discordia” era grande. La pena es que faltase libertad en aquellos ámbitos donde la democracia exigía el disenso. Más que multiplicar la cordialidad, Obama ha enrarecido la discrepancia.

La presidencia de Obama deja una lección para Trump: si aspira a sacar adelante reformas de calado que no sean fácilmente desmontables, tendrá que apoyarse más en el consenso bipartidista. Su intención de transferir el poder “desde Washington al pueblo estadounidense” no puede convertirse en una excusa para agravar la polarización.

lunes, 23 de enero de 2017

¿Es posible que Dios no exista? ¿Cómo existe el mundo?


Por Fernando Hurtado

"Fin" es un concepto lleno de profundos significados. Significa "término": no hay nada más. Se identifica con "meta", y cobra un nuevo sentido: culminación de aspiraciones. Cada significación nos dará luz sobre la determinación y estudio racional de nuestro último fin, que por ahora no vamos a adelantar; deseo que seamos conducidos hacia ella. Fin nos lleva al concepto "descanso": quietud sosegada que se produce cuando se ha alcanzado lo que se aspiraba. "Aspirar": el concepto "Fin" se enriquece marcando una "dirección hacia algo" . El fin nos explica la naturaleza del ser, el modo de ser de un ser; así decimos que el fin de una lavadora es lavar.

En el aspecto operativo, la noción de fin cobra nuevas dimensiones. Fin es aquello que mueve a actuar. Una definición que parece simple pero que está llena de consecuencias: fin es aquello por lo que algo se hace. Toda operación se lleva a cabo porque el que obra tiene un fin concreto en ella. Sin un fin, predeterminado en la mente del sujeto, éste no obraría: es previo y necesario tener un fin para actuar: si no, se permanece en la inmovilidad. El fin pone en marcha la causalidad del sujeto; le hace actuar y al mismo tiempo le hace conocer por qué actúa. Toda acción se realiza por un fin; y ese fin se refleja en lo realizado. Examinando la naturaleza de la obra realizada, se descubre el fin que se propuso el sujeto al realizarla.

Todo agente obra por un fin. El fin es lo primero en la intención: y puesto en la intención, mueve a la ejecución. Fin es lo que se busca, y una vez conseguido, cesa la operación.

Parece que hay muchas repeticiones en lo que he dicho; pero no hay repetición, hay riqueza conceptual. Remarco uno: todo el que obra lo hace por un fin, y el fin deja su impronta en lo que se ha obrado.

Esta noción el materialismo la intenta desvirtuar; y es "lógico", entre comillas, que sea así, porque un hombre que sólo tiene aspiración a cosas materiales o instintivas, aunque sea muy duro decirlo, está actuando contra su naturaleza que tiene una finalización de un orden más perfecto. La finalidad instintiva y material es algo que el hombre comparte con los irracionales. El hombre que actúa con esos únicos fines ha renunciado a su racionalidad.

 La impronta, el sello, que queda en lo obrado, puede denominarse finalidad. Observemos la naturaleza y preguntémonos por su finalidad. Hay que saber responder a esa pregunta; debemos emplear atentamente nuestro entendimiento. Analicemos un animal irracional: su proceso de reproducción sigue unos tiempos concretísimos. Han sido previamente concretados en él ya que él a sí mismo no se los ha fijado. El hombre, principalmente el hombre de ciencia –yo también soy biólogo-, tiene la obligación de rendirse ante esta realidad. En la actuación de un animal hacia un fin, es guiado ciegamente -por parte del animal-, e inteligentemente, por otra parte. Existe una finalidad en ese proceso, que ha sido dispuesta de una manera certera; y en la finalidad siempre se descubre una inteligencia. Una planta se desarrolla ciega e inteligentemente al mismo tiempo.

Un átomo. Las leyes de movimiento de sus partículas son exactísimas y ordenadas. Alguien las ha prefijado. Einstein, ante la armonía de los movimientos atómicos, afirmaba que había que admitir sin condicionamientos la existencia de un ser lleno de perfecciones y omnipotente: Dios.

Pero no nos olvidemos de la finalidad. El ácido desoxirribonucleico rige la formación y disposición de todas las proteínas del organismo. Es como un capataz que ciega -es una estructura química- e inteligentemente, da órdenes. Si el ácido nucleico no tiene inteligencia, y por lo tanto no puede darse a sí mismo una finalidad, ¿quién lo ha determinado, ¿quién ha marcado en él esa precisión y perfección profundas, que denotan una inteligencia perfecta, ontológicamente superior a la inteligencia humana? Remarco ahora que, además de inteligente, es necesario que quien ha prefijado esas leyes tenga un poder de causalidad sobre todo lo material.

Millones de bastoncitos ordenados en el ojo. ¿Los ha ordenado la naturaleza? La naturaleza no ordena, está ordenada. ¿Quién los ha ordenado? ¿Quién ha marcado esa ordenación? Más aún; algo mucho más grandioso: ¿quién ha hecho que esa ordenación de bastoncitos con otras estructuras esté dirigida al acto de la visión. En el cálculo de posibilidades, aunque con una probabilidad infinitésima, se podría admitir una cierta ordenación. Pero nadie puede dar una finalidad a una ordenación.

Vemos unos sillares gastados por el tiempo. Pero se advierte en ellos la huella de una inteligencia porque descubrimos que han sido tallados y colocados con una cierta disposición: ¡ha sido un hombre!, de aquel siglo, de aquella época, exclamamos. Y no nos equivocamos: esa ordenación se distingue claramente de la que, al azar, hallan podido producir los accidentes atmosféricos. Nadie lo duda.

Nadie dotado de conocimiento y que sepa hasta dónde llega el poder del hombre, puede negar la impronta de Dios en la naturaleza. No es científico. ¡La naturaleza canta a gritos la existencia de Dios! De un Dios, inteligente y rector, omnipotente y perfectísimo; no solamente actúa sobre la materia, sino que le impone leyes, y la materia obedece, y todos los seres obedecen. Su dominio es total. La materia que es irracional, obedece; y en la materia se ve la racionalidad divina.

Miramos al universo; está puesto al servicio del hombre. El fin de las cosas se agota en la manifestación de la gloria de Dios y en el servicio del hombre.

¿Qué es el hombre? Si mirando el resto del universo vemos tanto de Dios, para comprenderle mejor tenemos que mirar al hombre. El hombre es la criatura más perfecta del universo; por tanto, manifestará de una manera más perfecta -al observar sus fines- al Dios creador, omnipotente e inteligente.

En otro momento  estudiábamos la inteligencia y la voluntad del hombre: dos operaciones con una capacidad cuasi-infinita. Por supuesto, son capaces de elevarse y trascender la naturaleza creada. ¿Hasta dónde puede llegar el hombre en su conocimiento?, nos podemos preguntar. ¿Llegará a conocer de un modo perfecto la naturaleza?, se preguntan a veces los hombres. Sin duda irá avanzando hasta límites insospechados; es cuestión de tiempo. Pero tenemos que hacernos una pregunta más interesante: su entendimiento agotará su capacidad al conocer la realidad. No: el conocimiento es mucho más rico. Por ejemplo, conocer a una persona es algo mucho más grande que conocer la naturaleza y es un conocimiento más adecuado al ser del hombre. El otro día hablábamos también de los valores éticos como constitutivos de la persona; es un conocimiento más perfecto, pero debemos afirmar que ni siquiera con ese conocimiento se agota la capacidad de la razón. Mi entendimiento llega a más, su operación alcanza más lejos, está "ordenado" para conocer al mismo Dios. Hasta que no lo conozca se sentirá insatisfecho. Su insatisfacción se reduce en la medida en que conoce a Dios. Podríamos decir que el fin último y principal de nuestro entendimiento, por su misma naturaleza, es conocer a Dios. Una precisión: el fin de una operación es el fin del sujeto de esa operación. El fin del hombre, sujeto de la operación de conocer, es conocer a Dios. De hecho, aunque no lo quiera, va conociendo a Dios continuamente al contemplar sus obras. Contemplación, que muchas veces no va acompañada de reflexión.

Veamos ahora la segunda potencia específica del hombre, propiamente específica suya: la voluntad. Su acto es el amor. El amor nos hace casi salir del mundo. El amor deja solo al hombre frente a los seres semejantes a él. Es de experiencia que no se puede amar a una piedra, a un átomo, a un perro... Se ama a personas, y, al mismo tiempo, trasciende a la persona. Es profunda la intuición de una cantante italiana: "el amor no se explica; es algo, que, si se ama, se explica por sí mismo" Esa misma cantante afirma en otra ocasión algo de un contenido metafísico: " el amor que tengo es más grande que yo misma".

Siempre se puede crecer en el amor a una persona, si el amor se deja crecer, porque por su misma naturaleza está llamado a crecer. Nunca se puede decir -parece casi un insulto- que a una persona se la quiere suficiente; parece que es imposible que se dé un amor en plenitud y el hombre ansía un amor en plenitud. En la medida en que crece su amor descubre la grandeza y finitud de la persona amada. Y es que su amor tiende a lo infinito. Ya podemos afirmar que el hombre sólo sacia su sed y posibilidades de amar amando a Dios; porque es semejante a nosotros, porque es perfecto, porque es bueno, porque Él nos ama.

Recojo otras palabras de la ya citada cantante italiana: "tengo que ser inmortal; no puedo morir, porque mi amor me trasciende". No encuentro a mi alcance seres que me sacien en plenitud. Cuanto más amo más tensión hacia el amor hay en mí.

Mi naturaleza, mis capacidades, mis potencialidades me llevan hacia Dios, sacándome de mi finitud. Mi Creador ha dejado la impronta de su infinitud en mí, y esa impronta desea superar mi naturaleza limitada, inclinándome a la infinitud divina.

Mi conocimiento, aunque imperfectamente, conoce y descubre a Dios; mi capacidad de amar desea devolverle mi ser y poseerle al mismo tiempo. Un darse y una posesión generosas, como son todas las obras del amor puro, real, auténtico.

sábado, 21 de enero de 2017

¿Cuándo empieza a existir un ser humano?

Por Fernando Pascual



La pregunta sobre el inicio de la vida humana es antigua y es nueva. El mundo moderno se pone ante ella desde los cambios científicos, filosóficos y culturales de los últimos 200 años. Para dar una respuesta correcta hace falta encontrar caminos capaces de suscitar ese sano acuerdo que surge ante la verdad.

        Un nuevo esfuerzo en este sentido acaba de tener lugar en Roma. El proyecto “STOQ” (Science, Theology and the Ontological Quest) patronizó el congreso titulado “Ontogénesis y vida humana”, que tuvo lugar en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (15-17 de noviembre de 2007).

        Sin resumir la experiencia del congreso ni las riquezas de las 21 conferencias, vamos a escoger un hilo conductor para presentar algunas de las ideas ofrecidas.

        La pregunta sobre el origen de la vida humana implica comprender qué es vida, cómo inicia una vida, y si exista una especificidad en la vida humana que la haga particular respecto de los demás vivientes. La biología, auxiliada por la bioquímica, ha realizado enormes progresos en este sentido. Continuamente se alcanzan nuevos descubrimientos sobre el mecanismo de la fecundación, en la que se produce un rico diálogo entre el espermatozoide y la parte externa del óvulo maduro, gracias al cual se hace posible la penetración del primero en el segundo.

        El resultado del proceso fecundativo es el zigoto, un embrión en su primera etapa vital. Desde ese “momento” (con las dificultades que existen para individuar cuándo termina la fecundación), inicia una serie de profundos cambios orientados a la “búsqueda” de dos metas. Por un lado, la mezcla y progresiva actuación del patrimonio genético paterno y materno, de forma que surja un nuevo ADN capaz de configurar buena parte de lo que será el desarrollo ulterior. Por otro, el inicio del diálogo con el medio ambiente materno (primero en la trompa de Falopio, más adelante en el útero) en vistas a preparar la implantación o anidación.

        Es interesante notar cómo el embrión, durante sus primeras fases, gestiona su propio desarrollo en diálogo con el medio ambiente. En diversas conferencias se hizo presente, por ejemplo, cómo ciertos “fallos ambientales” durante el desarrollo inicial conllevan al nacimiento de niños con un peso inferior al normal y, en la edad adulta, a problemas de obesidad, enfermedades circulatorias, o incluso a situaciones de esquizofrenia o de otras enfermedades psicológicas.

        La ciencia biológica describe las distintas etapas de desarrollo. Pero es cada vez más percibida la necesidad de una “biofilosofía”. Desde la filosofía será posible definir qué es la vida, qué significa existir según un concreto modo de ser (una naturaleza, según el lenguaje aristotélico-tomista), qué es un individuo, hasta qué punto sea correcto hablar de un salto cualitativo que separe al ser humano de las demás formas vivientes, por qué un embrión no es un simple conglomerado de células ni parte del seno materno en el que se encuentra durante las primeras fases de desarrollo.

        La metafísica y la antropología filosófica permiten alcanzar una conclusión sumamente importante: desde la concepción inicia la existencia de un individuo viviente, organizado (a un nivel unicelular, luego según estructuras cada vez más complejas), perteneciente a la especie humana, que se desarrolla de modo gradual sin que ninguna fase implique un cambio radical en cuanto a su identidad específica.

        En otras palabras, el ser humano recorre su existencia terrera sin saltos. No fuimos al inicio un objeto no muy identificable y luego dejamos de ser “eso” para empezar a ser otra “cosa”, y luego, finalmente, para convertirnos en seres humanos. El momento inicial preparó lo que llegaría a ser una vida más desarrollada, capaz de alcanzar, si el desarrollo no sufre graves accidentes, la madurez en la que son posibles los actos superiores del hombre: actos de inteligencia, actos de voluntad.

        La crisis filosófica originada desde el nominalismo y, más en concreto, desde Descartes, ha puesto en entredicho la visión clásica del hombre como un ser unitario y espiritual, y ha llevado al desarrollo de dos teorías diametralmente opuestas. Un nutrido grupo de autores defienden una visión mecanicista según la cual sólo es objeto de ciencia lo que tiene extensión y movimiento, lo observable empíricamente. Otros autores, en cambio, llegan a un extraño dualismo al ver sólo la presencia de lo espiritual o de algo específicamente humano allí donde se produzcan actos típicos de un adulto, por lo que niegan la condición plenamente humana de quienes viven en la frase prenatal (como también la niegan a los niños recién nacidos, a ciertos enfermos mentales o a personas en estado vegetativo persistente).

        Tal crisis influyó en el derecho occidental hasta cristalizar en el positivismo jurídico, desde el cual se elaboraron leyes incapaces de reconocer el verdadero estatuto humano del embrión (incluso incapaces de fundamentar la validez de los derechos humanos para todos).

        A pesar de la crisis del derecho, que ha llevado a injusticias tan graves como la del aborto o la destrucción de embriones en los laboratorios, es un signo de esperanza constatar que ninguna legislación europea haya declarado que el embrión sea una “cosa” o un “bien” no personal, aunque luego muchas normativas concretas tratan al embrión como objeto y no defienden así su derecho primario a la vida. Igualmente interesante es la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos humanos, que implica defender la igualdad de cada ser humano por encima de discriminaciones arbitrarias.

        Los progresos de la biología contemporánea y una correcta reflexión filosófica, bioética y jurídica sobre el embrión en sus primeras fases de desarrollo, podrían abrir el horizonte a un paso semejante en profundidad y en progreso humano al que se dio cuando, tras siglos de mentiras, fue abolida la esclavitud: el reconocimiento de que todo embrión, en cuanto ser humano, no puede ser discriminado, ni destruido, ni obstaculizado en su desarrollo, en función del respeto a su derecho intrínseco a la vida.

        Un paso ulterior, que va más allá del ámbito de lo aceptable por todos en las sociedades secularizadas, llega de la teología, que también se hizo presente durante el congreso “Ontogénesis y vida humana”. El inicio de cada vida humana no es sólo un evento biológico, circunscrito al tiempo y sometido a las leyes físicas y sociológicas. Es, sobre todo, el resultado de una llamada desde el Amor eterno de Dios, que ve en cada nueva vida humana una “imagen y semejanza” de la misma naturaleza divina.

        En esta perspectiva religiosa, que encuentra una expresión inigualable en el cristianismo, el inicio de cada existencia humana es posible desde la Paternidad divina. Lo cual permite descubrir la común fraternidad humana y la necesidad de una profunda justicia que desemboque en el amor. El amor es, en definitiva, la actitud más adecuada y profunda a adoptar ante cada embrión, ante quien empieza a existir en el tiempo, mientras avanza día a día, hacia el encuentro eterno con el Padre de los cielos.

miércoles, 18 de enero de 2017

El elemento más educativo: la familia


Reproduzco tal cual un  artículo de hace 8 años.

(charla para padres de 1º Primaria, 14-12-2009)

Por Fernando Hurtado

La familia es el lugar natural de la educación. Los lazos que se crean en ella son los más fuertes y profundos. El primero, el que da vida a todos los demás, es el amor matrimonial, con su felicidad, alegría, unión, luz, apoyo… que emana. En su entorno crecen otros amores grandes: nada más y nada menos que la paternidad y la maternidad, la filiación y la fraternidad.

En este ambiente se dan dos relaciones heroicamente generosas, la esponsal y la paterno-maternal. Dios ha querido que los hijos nazcan en este enclave de armonía. Como nos enseñó incansablemente el Papa Juan Pablo II, la persona dentro de la familia es “querida por sí misma”, “no está en función de nada ni de nadie”, “no es considerada desde el aspecto utilitario o del valor material”. Es, por tanto, el ambiente donde la persona es reconocida en su dignidad e inconmensurable valía.

En esta comunidad tan perfecta, los padres enseñan y educan con su propia vida y con su personalidad, con su amor. Los padres transmiten virtudes, las “contagian”, atraen a los hijos hacia ellas, hacen que las admiren en ellos mismos. Si los padres poseyeran las virtudes en bajo grado, si su perfección humana fuera pobre, los hijos serían atraídos por la influencia de otros ambientes lejanos a la familia, lejanos, pues, al amor. Porque los padres, al menos durante los primeros años son como "los ídolos" de sus hijos. Los hijos, se ven completamente dependientes de ellos, pero al mismo tiempo, se saben queridos, protegidos, seguros. En sus primeros años, cuando vemos a un niño obrar, se nos están poniendo por delante -salvo raras excepciones- características fundamentales de la personalidad de sus padres.

La otra gran "educadora".

Hoy día –por desgracia-, la cultura en su sentido amplio, es decir, los estilos de vida, son transmitidos fundamentalmente por los medios de comunicación. Es necesario DESTACAR NETAMENTE COMO MOTOR DE CULTURA A LA TELEVISIÓN. Buena parte de los chicos españoles se expresa del mismo modo y con el mismo argot, viste con el mismo estilo e iguales o semejantes prendas, tiene principios de razonamiento idénticos, la misma visión de la sexualidad, del matrimonio, de la religión… Durante varios años -mas de una decena- varias series televisivas han desarrollado con imágenes todo un programa de educación de la conducta -¿de la ciudadanía?-, de modo ideológico, con ideas contrarias a la ley natural, que han contagiado a buena parte de la juventud. Cito algunas: "A salir de clase", "Nada es para siempre", "Los Serrano" -para mí, la que ha hecho más daño, por intentar presentar la vida "normal" de una familia-, "Aquí no hay quien viva", "El internado", "Física y química", etc.

Detrás de esta identidad de conducta en la que parece desaparecer la creatividad personal propia en aras de la uniformidad, está la monopolización de la cultura por quien tiene el dominio de los cauces por donde se difunde. Las mismas ideas llegan a todos, del mismo modo, sin aparato crítico. Lo bueno y lo malo se presentan “cocinados en la televisión”, y se sirven a todos, y son digeridos y asimilados por todos. Como no se presenta otra alternativa cultural, o se presenta descalificada, casi no cabe resistencia. El agente universal penetra hasta en los dormitorios de los hogares, se instala, y acogida en el hogar, transmite con imágenes estilos y pensamientos.

Tan marcada uniformidad, y en cosas opinables, es precisamente lo que nos debe inquietar, y mucho. No asusta que se cree una nueva sensibilidad ante diversos temas; lo que me aterroriza –así- es que se transmita una única y misma sensibilidad, que descalifica al mismo tiempo todas las demás. Sin metáforas, esto tiene un cariz resueltamente manipulador. Los padres sois muy conscientes. Cuántas veces decís: ¿quién ha enseñado esto a mi hijo?

Ciertamente, los padres no tenéis capacidad de promover una moda que lleve al abandono de las prendas que descubren el cuerpo de vuestras hijas y provocan a vuestros hijos; no podéis producir series con padres e hijos normales, que contrarresten a la desarraigada “Familia” Simpson; no tenéis capacidad organizativa para programar series y concursos televisivos dirigidos a personalidades todavía inmaduras. Pero tenéis la calidad de vuestro amor, de vuestro influjo paternal y maternal, la ternura, la conversación dialogante, vuestra elegancia y saber hacer humanos.

De paso - ya hablaremos de esto en otro momento-, unidos, las familias son fuerza mediática para detener muchas programaciones televisivas en corto tiempo.

La personalidad de los padres: la protagonista de la educación.

Lo primero con lo que cuentan los padres para educar es su propia personalidad. Hay que procurar que ésta sea buena, en el sentido de perfección humana. En negativo, sucedería casi inevitablemente lo siguiente:

-los padres arbitrarios, que amenazan a sus hijos, forman personalidades agresivas y socialmente inadaptadas;

-los autoritarios y rígidos generan personalidades mediocres, aunque sin traumas;

-la familia hiperproteccionista deja al niño desamparado ante la hostilidad ambiental dando lugar a personalidades sin capacidad de desenvolverse solas en la vida;

-los padres mal avenidos o separados, modelan hijos inseguros, inestables afectiva y socialmente, y con traumas a nivel psicológico.

Quizá penséis… ¿y qué se puede hacer? Descubrir todo el potencial humano que tenéis, que está en cosas pequeñas y en cosas grandes. El ejemplo tiene un alcance visual. Los chicos captan los modos de ser, aunque no sepan razonarlo; comprenden lo importante o lo relativo, las conductas buenas o reprobables, si ven lo bueno de manera coherente y destacado en la conducta de sus padres.

En vuestra conversación y trato se ve vuestro amor y ternura. Sois amables, y enseñáis a los hijos la amabilidad con la vuestra (¡menuda labor de socialización!). Sois luminosos y abiertos, y se ve en vuestros rostros, en vuestra mirada, en la decoración de la casa y su distribución. En la limpieza y elegancia de cuerpo y de vestido, se advierte una pureza sin ñoñerías, clara. La nobleza de vuestra vida ve como un horror la deslealtad y la mentira, y genera convivencia. Hasta en el comer y en el vestir se ve vuestro fondo de alma.

En la familia se enseña a rezar –de padres auténticamente amadores de Dios, proceden los hijos cristianos-, a servir, a ser fuertes, leales, etc. Por si pareciera éste un marco teórico, pasemos a ejemplos concretos que habéis de promover más; a veces, mucho más.

La importancia de la lectura, su labor formativa, se aprenden en la familia si en ella se promueve, con horario (no desbanca las clases de tenis, pero es más importante). Los ratos de tertulia, con temas determinados, en los que cada uno opina con libertad y confianza, enseñan a profundizar y a dialogar. Tantas decisiones “caseras” se deberían tomar “democráticamente”, o al menos “consultadas las bases”, teniendo en cuenta el gusto de todos y su opinión (este ejercicio no resta autoridad, sino que aumenta la responsabilidad; la autoridad como determinadora de todo el obrar es asfixiante.). Se ven los “porqués” razonados de la selección que los papás han hecho de los programas televisivos.

Cuantas más costumbres propias tenga una familia, y cuanta más categoría humana alcancen las mismas, mayores lazos de cohesión se forman entre sus miembros y mejor pertrechado estará cada uno de los hijos con esas ideas-fuerza que configuran la auténtica personalidad.

La familia es como un observatorio a todas las distancias, envidiable por los educadores externos, que colaboramos con vosotros. El comportamiento en casa es el más verdadero; en el colegio, en la calle, con otras personas –a no ser que sean muy amigas- presentamos de algún modo nuestra apariencia.

En el colegio deseamos conocer a vuestros hijos fuera del ambiente del colegio, donde se muestran más como son, más naturales. Nos interesaría tanto –sabemos que no se tiene derecho- conocer cómo actúa un chico y cómo actúan sus padres en la vida ordinaria. Cómo son, de verdad, en zapatillas.

El pudor de los padres y los chicos y chicas en el ambiente familiar es tan determinante…, que lo que aparecerá después será su reflejo.

Podéis educar a vuestros hijos mejor que nadie, porque están en el ambiente en que pueden ser más conocidos y queridos, donde ellos se expresan con más naturalidad, con toda su verdad
Vuestra vida, y vuestras explicaciones. Explicaciones de altura y con altura…

-¿Sabes qué le pasa a tu hermano, por qué se le ve triste? Es que ha fallecido el abuelo de un amigo suyo.

Y el padre le explica, y da valor a lo que lo tiene; son lecciones prácticas, para toda la vida, para ser buena persona, también socialmente.

Si os ven hacer oración de modo auténtico, buscarán esa piedad. Si no os ven, no creerán en la piedad de nadie. ¿Entendéis?

Pueden parecer muchas cosas, pero es que para que los hijos sean buenos y majos, habéis de ser vosotros –y nosotros, los educadores- buenos y majos. Es la educación de calidad: costosa y grandiosa

martes, 17 de enero de 2017

Silencio


Contenidos: Imágenes (algunas V)
Reseña: 
Segunda mitad del siglo XVII. Dos jóvenes jesuitas viajan a Japón en busca de un misionero que, tras ser perseguido y torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que los japoneses reciben a los cristianos.
Inspirada adaptación de la novela de Shusaku Endo a cargo de Martin Scorsese, quien firma el guión con su habitual colaborador Jay Cocks.
En Silencio encontramos una visión más trabajada y honda del cristianismo, Scorsese ha interiorizado los temas propuestos por una novela difícil y oscura, pero también esperanzada, que aborda la idea de predicar el evangelio y no ser entendidos por personas de distinto bagaje cultural, con esquemas mentales muy diversos.
La cinta pinta con acierto la sencillez de los campesinos y su fe elemental y recia, que les lleva a confiarse a los “padres”. También el tremendo dilema de rechazar la fe por las torturas con que amenazan los perseguidores, que afecta tanto a los nativos como a los misioneros. En el caso de los segundos la tentación es más cruel y con muchas capas, pues la amenaza de matar a los fieles, independientemente de que abjuren o no, pesa sobre los jesuitas, que salvarían sus vidas si lo hicieran ellos; y el silencio de Dios hace la prueba aún más difícil.
Toda una serie de temas, como la posible soberbia de los padres por querer suplantar a Cristo, o las dudas de hasta qué punto los nuevos cristianos entienden la fe, el problema de la inculturación, resuenan sin caer nunca en la frivolidad. La espiritualidad, la fe, el sacrificio, las renuncias, el consuelo de los sacramentos, todo forma parte de la compleja narración, que fluye con gran naturalidad.
Una de las cuestiones que explora el film sería el de a qué llamamos fortaleza, y a qué debilidad, algo que estaría muy presente en la relación que se forja entre Rodrigues y Kichijiro, poderosamente presentada en la pantalla: el primero busca el rostro de Jesús, es su modelo, el otro se atormenta por su flojera a la hora de sostener sus creencias, y piensa que en otras circunstancias habría sido un buen cristiano. Las interpretaciones son muy buenas.

¿Qué le pasa a la ONU?

   Por    Stefano Gennarini, J.D       La ONU pierde credibilidad con cada informe que publica. Esta vez, la oficina de derechos humanos de ...