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miércoles, 30 de octubre de 2013

Denuncian nuevo anticonceptivo de Melinda Gates que incrementar el riesgo de infección por VIH

WASHINGTON, D.C., 18 de octubre (C-FAM) La campaña de Melinda Gates dirigida a las mujeres africanas con una nueva presentación del anticonceptivo Depo Provera ha motivado una alianza entre líderes religiosos afroamericanos y defensores de los derechos humanos. Ellos solicitan al Congreso de los Estados Unidos que cese el financiamiento de la distribución del anticonceptivo inyectable en el extranjero.
Los dirigentes, que apoyan el aborto y la anticoncepción, dicen que las mujeres de color y de escasos recursos padecen serios problemas de salud a raíz del Depo Provera. Una nueva versión autoadministrable pone a las mujeres en mayor riesgo ya que se lo entregará sin que ellas estén completamente informadas de los efectos secundarios potenciales de la droga. El anticonceptivo tiene el potencial de que se contraiga o transmita el VIH en un porcentaje ocho veces superior.
La esposa del multimillonario Bill Gates recientemente dijo al New York Times que defendía la planificación familiar tras reunirse con mujeres pobres de países en desarrollo. Ellas querían un anticonceptivo inyectable, dijo Gates, porque no pueden negociar el uso del condón sin insinuar que ellas o sus maridos tienen sida.
Kwame Fosu sostiene que la afirmación de Melinda Gates de que las mujeres quieren el Depo Provera es «falsa».
«Ninguna africana aceptaría ser inyectada si tuviera pleno conocimiento de los peligrosos efectos secundarios del anticonceptivo», dijo Fosu a Friday Fax. Fosu es el director de políticas del Proyecto Rebecca para los Derechos Humanos.
«De hecho», prosiguió, «en países donde se enseña a las mujeres sobre sus perjudiciales complicaciones, el uso del Depo Provera es insignificante».

Melinda Gates
Los comentarios de Gates ilustran el actual conflicto entre los esfuerzos de los funcionarios de salud pública para hacer frente a la epidemia de Sida y los defensores de la planificación familiar que están a favor de anticonceptivos hormonales de acción prolongada para evitar el embarazo. A diferencia de los condones, estos métodos no hacen nada para prevenir la transmisión del VIH.
En el caso del Depo Provera, los riesgos de transmisión del virus de hecho aumentan, según información publicada en The Lancet. La Organización Mundial de la Salud recomienda con insistencia que las mujeres que utilizan anticonceptivos con solo progestágeno también usen preservativos. Planned Parenthood (uno de los mayores distribuidores internacionales de Depo Provera) no recomienda el uso de condones ni revela los efectos secundarios potenciales.
Gates, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), Pfizer Pharmaceuticals, el Departamento del Reino Unido para el Desarrollo Internacional (DFID), el Fondo de Población de la ONU y PATH han destinado miles de millones de dólares para el desarrollo de una nueva versión del Depo Provera denominada Sayana Press. Es una inyección subcutánea que puede autoadministrarse y esconderse del cónyuge. Está en curso un programa piloto para llegar a las mujeres de áreas rurales en el África subsahariana y en el sur de Asia.
En una sesión informativa patrocinada por el Caucus Negro del Congreso Estadounidense el mes pasado se presentaron defensores de los derechos humanos que solicitaron al Congreso que dejara de subvencionar el Depo Provera y que exigiera advertencias obligatorias de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para que se asesorara a las pacientes. Fosu cree que el nuevo sistema de presentación «Uniject» del Sayana Press permitirá a USAID «franquear y violar» estas normas de la FDA.
La sesión contó con el auspicio conjunto del Proyecto Rebecca, que publicó un informe en el que se documentan experimentaciones humanas antiéticas y objetivos raciales de programas de control demográfico de Estados Unidos, las fundaciones Ford y Rockefeller, el Fondo de Población de la ONU, Planned Parenthood, el Consejo de Población y la Fundación Gates.
El informe menciona los antecedentes de producción de anticonceptivos nocivos de Pfizer. El Norplant, que fue retirado de Estados Unidos tras múltiples juicios, sigue siendo distribuido en África mediante un acuerdo de licencia con Bayer. Según WSJ Market Watch, Pfizer ganará 36 mil millones de dólares con el Depo Provera.
El Depo Provera está vinculado a numerosos efectos secundarios, entre ellos la duplicación del riesgo de cáncer de mama, derrame cerebral, pérdida irreversible de densidad ósea, disminución de la resistencia a las infecciones, esterilidad involuntaria y defectos de nacimiento como ser enfermedad cardiaca congénita si se inyecta de manera accidental en una mujer embarazada.

viernes, 18 de octubre de 2013

Dos Sínodos, dos métodos, y una Asamblea

Por Joan Carreras-Rincón 

Nos encontramos en el camino entre dos sínodos de los Obispos: el que presidió Juan Pablo II en el año 1980 y el que ha convocado Francisco para el año próximo. Todo parece indicar que este próximo sínodo será muy distinto al que se celebró hace treinta años.

¿Por qué me atrevo a aventurar esta suposición?

Porque entre los sínodos mencionados puede apreciarse la misma o análoga diferencia que mediaba entre el Concilio Vaticano I y el II. Entre estos dos Concilios existía una diferencia de imagen y consiguientemente también de método.

En el Concilio Vaticano I la Iglesia se veía a sí misma como la ciudad amurallada en la cumbre de una colina, asediada por los enemigos. En el II, en cambio, la Constitutición Lumen gentium optó decididamente por una imagen radicalmente distinta: el pueblo de Dios en camino. En el primero de estos Concilios, la Iglesia estaba realmente muy perdida. Tanto más cuanto más sedentaria se había convertido con el transcurso de los siglos, hasta verse sitiada en lo alto de una colina y rodeada de todos los enemigos de la Fe. El que se queda en un lugar y no tiene intención de moverse, puede tener la sensación y la seguridad que produce la ocupación del espacio. No parece ni se siente perdido. Sin embargo, no puede estarlo más, porque "no tenemos aquí ciudad permanente" (Hb 13, 14).

El Concilio Vaticano I, optando por la imagen de la ciudad o de la casa fundada sobre roca, abandonó en realidad el método pastoral. No olvidemos que la palabra método, etimológicamente hablando, significa "el camino a seguir". Quien se vuelve sedentario no necesita método, por cuanto abandona la idea misma del camino.

El Concilio Vaticano II emprende el camino de la Evangelización. En realidad, es precisamente este concilio el que inaugura la nueva Evangelización e inicia la reforma de la Iglesia. El Pueblo de Dios se pone otra vez en camino, de manera parecida a como lo hacía Israel en el desierto. En algunas ocasiones, el campamento permanecía en el mismo lugar durante mucho tiempo - tanto cuanto indicaba la nube que guiaba al pueblo (cf. Ex 40, 36-38; Nm 9, 15-23)- pero siempre estaban preparados para levantar las tiendas y reanudar la marcha.

La imagen de una iglesia sedentaria que vuelve a retomar el camino del desierto es significativa y explica suficientemente por qué razón no se puede pretender que se realice en tiempo breve ni que comporte grandes dificultades. El Concilio Vaticano marca la meta y señala la dirección, es decir, el método. Los sínodos de los Obispos que a partir de entonces se suceden muestran algo así como el efectivo levantamiento y el orden de marcha. La misión de la Iglesia es evangelizar y la misma idea de misión conlleva la de ponerse en marcha y tomar el camino que conduce a los hogares y a las calles en las que se desarrolla la vida de las gentes.

El Papa Juan Pablo comprendió con claridad admirable que la familia es el camino de la Iglesia (Carta a las familias, 2). La Evangelización y la familia están unidos de manera indosociable, como tendremos ocasión de explicar más adelante. Baste esta cita de Benedicto XVI para dar una primera razón: «El eclipse de Dios, la difusión de ideologías contrarias a la familia y la degradación de la ética sexual se encuentran relacionadas entre ellas. Y así como están en relación el eclipse de Dios y la crisis de la familia, la nueva evangelización es inseparable de la familia cristiana. De hecho, la familia es el camino de la Iglesia, porque es el espacio humano del encuentro con Cristo».

Puede advertirse la continuidad existente entre Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco cuando éste repropone como sínodo extraordinario el tema de "los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Evangelización". Volvemos otra vez a incidir en el hecho incuestionable: en el sínodo de 1980 la Iglesia no estaba madura -o quizá quienes no lo estaban eran los tiempos- para lanzarse a la Evangelización o -lo que es lo mismo- para reformarse y desembarazarse de todos cuantos impedimentos y pertrechos dificultaban la marcha.

Si la palabra método significa "el camino a seguir", el sínodo se refiere etimomológicamente al "encuentro en el camino" o "encuentro para tomar el camino". Los Obispos han sido convocados por el Papa Francisco para que reflexionen sobre esta idea que parecía clara, pero que ya no lo resulta tanto: La familia es camino de la Iglesia. ¿Pero qué es la familia? ¿Sabemos de qué hablamos cuando empleamos esta palabra? En una sociedad en la que la cultura de género ha sembrado la confusión y ya no se puede hablar de familia, sino de familias, es necesario afrontar este primer desafío pastoral y definir en términos culturales convincentes qué es la familia de la que estamos hablando y de la que depende la Evangelización.

En 1980 todavía se podía hablar de la familia sin miedo de que el interlocutor pudiera no entender el significado de esta palabra. Ahora, en cambio, no es así. Más bien, hay que pensar justo lo contrario. El interlocutor no sabrá a qué te estas refiriendo o bien entenderá algo distinto a lo que pretendes decirle.

Este cambio cultural - epocal, suelen decir los italianos, para señalar su magnitud - es de tal envergadura que exige no sólo un nuevo sínodo sino también un nuevo método. ¿En qué consiste este nuevo método? Me atrevería a señalar estas características:

1. En primer lugar, en constatar el cambio total del escenario. Esta palabra -escenario- se empleó con profusión durante el sínodo de la Nueva Evangelización celebrado en Roma en octubre de 2012. El interlocutor es ahora un espectador que no comprende el mensaje que queremos comunicarle. Habla otro lenguaje, pertenece a otra cultura y tiene otra sensiblidad para la que el Evangelio parece no ser relevante. Ni "Dios" ni "familia" ni "persona" parecen significar algo para él.

2. El interlocutor es un espectador y tampoco entenderá mejor tu mensaje por el hecho de que le grites. No es un problema auditivo. Quienes están anclados en la idea de un derecho natural racional que es universal y por tanto católico, por el sólo hecho de que es natural y racional, deberían reconocer que grandes capas de la población ya no aceptan la idea de una naturaleza humana y mucho menos la existencia de normas jurídicas de valor absoluto y universal. No por mucho gritar nos van a entender. Es más, probablemente produzca un efecto negativo, Cuanto más te desgañites, más lejos se irán apartándose de ti. 

3. Además, entre el sínodo de 1980 y el que está convocado para el año 2014, existe también otro factor muy poco conocido: la V Asamblea general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe celebrada en Aparecida en el año 2007 y que dio lugar a un documento conclusivo muy digno de mención. De ahí el título de este epígrafe: entre los dos sínodos hay que situar una Asamblea muy innovadora. No sólo ha cambiado el contexto en el que nos desenvolvemos sino también la idea misma de nuestra misión: ¿quién es el que evangeliza? ¿qué relación guarda el sujeto que evangeliza con el mensaje mismo que quiere comunicar, es decir, con el Evangelio? En Aparecida cambió el método sinodal. Esto es poco conocido, pero fundamental para quien quiera prepararse para participar en el Sínodo de los Obispos de 2014. Y todos estamos invitados a hacerlo, porque es la Iglesia entera la que se pone en movimiento y acompaña a sus pastores.

En la época del Concilio se hablaba de dos posturas encontradas: la sedentaria y la nómada. El Papa Francisco ha tomado una postura muy clara. Hay que salir a la calle, armar lío, ir a las periferias... expresiones todas que no pueden tomarse nunca en sentido sedentario.

En su discurso a los catequistas, Francisco habló con el corazón en la mano:

"Pero me viene del corazón decirlo. Cuando nosotros cristianos estamos cerrados en nuestro grupo, en nuestro movimiento, en nuestra parroquia, en nuestro ambiente, permanecemos cerrados y nos pasa lo que le pasa a todo aquel que es cerrado: cuando una habitación está cerrada empieza el olor de humedad... y si una persona está encerrada en ese cuarto, ¡se enferma! Cuando un cristiano esta cerrado en su grupo, en su parroquia, en su movimiento está cerrado, se enferma. Si un cristiano sale por las calles en las periferias, puede pasarle aquello que sucede a cualquier persona que va por la calle: un accidente... Tantas veces hemos visto accidentes... pero les digo: ¡prefiero mil veces una iglesia accidentada y no una iglesia enferma! ¡Una iglesia, un catequista que tenga el valor de arriesgar para salir y no un catequista que sabe todo, pero cerrado siempre y enfermo. Y a veces enfermo de la cabeza...".

¿Por qué la gente no hace las cosas bien?



Por Antonio Argandoña

¿Por qué la gente no hace las cosas bien?, se preguntaba David Cutler, un profesor de la Universidad de Harvard, en un papel sencillo pero muy interesant, titulado “Por qué la genge y las instituciones no hacen lo que saben que deberían hacer”. ¿Porque no saben? No: lo saben. Pero no lo hacen. Cuenta el caso del Allegheny General Hospital; 728 camas en las afueras de Pittsburgh, Estados Unidos. En 2003 la unidad de cuidados intensivos cardíacos tuvo 1.753 pacientes y 19 muertos por infecciones hospitalarias, un porcentaje normal, pero que al médico jefe no le parecía tan normal. De modo que introdujo cambios con un coste de 50.000 dólares y un ahorro de 2 millones, reduciendo la mortalidad en un 95%.

Cutler comenta que esas prácticas son conocidas en todos los hospitales, y la experiencia del Allegheny General también es conocida. Pero los otros hospitales no hacen lo que sería lógico que hiciesen: imitarles. Saben lo que hay que hacer, compensa hacerlo, nadie se opone (son prácticas totalmente aceptables), la relación coste-beneficio es muy buena… Pero no lo hacen. Y se pregunta por qué.

Una razón: la tendencia de la gente a retrasar las decisiones. Vale: pero lo que dicen los hospitales cuando se les pregunta por esas prácticas no es que las pondrán en marcha el mes que viene, sino que ya lo hacen.

Otra: el ejemplo de los demás no ayuda. No: todo el personal está de acuerdo. Eso sí: hace falta un médico jefe que empuje hasta el final (y que mantenga el empujo y el control después, para que no decaiga).

Una conclusión que saca Cutler es que las iniciativas deben empezar por arriba, pero luego deben  ser apoyadas desde abajo: todos, o la mayoría al menos, deben aceptarlas y meterlas en su cultura: “aquí las cosas se hacen así, y punto”.

A mí se me ocurren otras razones para no hacer lo que todos sabemos que debemos hacer, y podemos hacer, y queremos hacer, y compensa hacer… pero no hacemos. Pero quería sacar mis conclusiones por otro camino. En este país nos hemos hartado de hacer recortes en el gasto público, reduciendo salarios, echando gente a la calle, quitando pagas extras… Y me pregunto: ¿nadie sabe que hay maneras mejores y más baratas de dar el mismo servicio con menos costes sin necesidad de perjudicar inncesariamente a gente que está intentando hacer las cosas bien? Claro que lo saben, o deberían saberlo.

Pero se me ocurren razones para que no lo hagan. Una: si no lo hemos hecho hasta ahora, la culpa es nuestra -luego mejor no hagamos nada. Otra: si lo hacemos, los políticos saldrán ganadores, y no me da la gana (¿y los pacientes? ¡Oh, esos no cuentan, esta es una batalla política!). Otra: tengo demasiado trabajo para hacer las cosas de hoy, y no tengo tiempo para pensar en cómo hacerlas mejor. Dejo que el lector añada las que se le ocurran.

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jueves, 10 de octubre de 2013

LOS BEBÉS SE DESARROLLAN, NO SE FABRICAN


Por Richard Stih
A menudo se dice que un embrión no puede tener derecho a la vida como una persona adulta, ya formada. Esta manera de pensar se basa en un error muy extendido hoy: la idea de que un no nacido es un individuo “en construcción”, pero los seres humanos no son fabricados como los coches.
¿Cuándo comienza la vida humana? Este texto analiza y rebate el argumento construccionista, mediante el cual se plantea que el hombre en el momento de su concepción no es todavía un ser humano. Es un conjunto de células sin forma y, por tanto, sin derechos hasta que no se haya desarrollado.
Como ejemplo de defensores de esta teoría se cita a Michael Kinsley, de quien se extrae algún fragmento de un texto publicado en el Washington Post en defensa del construccionismo.
CélulasEl problema no está sólo en dónde colocar la barrera del desarrollo de las células sino en que este argumento construccionista toma como base algo erróneo. Richard Stih, siendo profesor de la Valparaiso University School of Law, escribió el siguiente artículo para defender la idea del desarrollo del ser humano, en contraposición a la de construcción.
Según Stih, el hombre desde el momento de su concepción ya es un ser humano, con su misma forma y naturaleza, que se desarrolla con el paso del tiempo pero que no se construye mediante elementos externos que le van dando forma. Así pues, asegura el autor que no se puede comparar el proceso de desarrollo del ser humano al de construcción, por ejemplo, de un coche.
Esta idea le da paso a tratar el tema de la eutanasia al final del artículo. Afirma Stih que “la naturaleza de una criatura viviente perdura con independencia de cuál sea su aspecto y su función”.
El siguiente texto fue publicado en Aceprensa y es una es una versión abreviada del original titulado “Construction, Development, and Revelopment”, que se publicó en XV Life and Learning 105-113 (2006).
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En diciembre de 2005 el New York Times publicó un artículo donde el sociólogo Dalton Conley afirmaba que “la mayoría de los americanos ve al feto como un individuo en construcción”. Esta idea está de moda entre los partidarios del aborto, y explica por qué tanta gente buena encuentra absurdos o irracionales los argumentos manejados por los pro-vida.
Pensemos en algo que pueda ser hecho o fabricado: una casa, un artículo científico o un coche. ¿En qué momento de la cadena de montaje podemos decir que hay coche? Algunos dirán que el coche existe desde que se reconoce su forma. Otros atenderán a criterios funcionales: hay coche cuando se instala el motor o se ponen las ruedas. Y también habrá quienes piensen que sólo existe el coche cuando circula por la calle.
Pero probablemente todos coincidiremos en una cosa: nadie va a decir que el coche existe al comienzo de la cadena de montaje, cuando el primer tornillo se une a la primera tuerca. La unión de dos piezas de metal no se corresponde con la idea de coche.
La idea “construccionista”
Esta es la manera en que mucha gente se imagina el comienzo de la vida humana. Al principio del proceso no hay casa ni coche ni ser humano. Algunos piensan que el bebé debe tener toda la protección posible, pero sólo desde el momento en que está fabricado.
¿Qué ocurre cuando nuestros amigos “construccionistas” oyen decir que un embrión tiene el mismo derecho a vivir que una persona adulta? El periodista Michael Kinsley refleja muy bien esta postura en el Washington Post: “Me cuesta creer que un puñado de células –más primitivo incluso que una lombriz– tiene los mismos derechos que el lector de este artículo”.
ConcepciónHay algo de verdad en ese argumento: nada puede ser una cosa bien definida hasta que no adopta su forma completa. Y la forma de una cosa “en construcción” es algo impuesto desde fuera. Lo que no entiende Kinsley es que en el desarrollo de un bebé, la forma está ahí desde el momento de la concepción.
Por eso, es una incoherencia que algunas personas como el candidato republicano John McCain aseguren que hay vida humana desde el momento de la concepción y, al mismo tiempo, defiendan y apoyen la investigación con células madre embrionarias.
Humano desde el principio
Comparar el nacimiento de un bebé con el proceso de fabricación de un coche puede ser una imagen bonita, pero es totalmente equivocada. A diferencia de lo que ocurre con las cosas, a los seres humanos nadie nos fabrica. Ni siquiera Dios nos fabrica. No existe un constructor externo porque la vida humana no se hace, sino que se desarrolla.
En la construcción, la forma que define a la cosa va apareciendo de manera progresiva, en la medida en que se le van añadiendo detalles desde fuera. En el desarrollo, en cambio, el principio vital (eso que en la tradición cristiana se llama “alma”) está desde el principio.
A los organismos vivos no se les forma ni se les define desde fuera. Se definen y se forman a sí mismos. La naturaleza o forma de un ser vivo está en sus genes desde el principio, y esa forma empieza a manifestarse desde el primer momento de su existencia. Los embriones no necesitan ser modelados según un tipo de ser. Ya son un tipo de ser.
Para que se vea más claro, propongo otro ejemplo gráfico. Supongamos que usted tiene una cámara Polaroid y que hace una foto única e irrepetible, por ejemplo, una pantera en mitad de una jungla. Antes de revelarla, un amigo le coge la foto y se la rompe. Cuando usted le regaña, él se defiende diciendo que sólo veía una mancha borrosa. Sin embargo, usted sabe que la pantera estaba ahí. Incluso aunque no la pudiéramos ver.
¿Por qué a veces nos parece preferible la idea del ser humano “en construcción” y otras, en cambio, pensamos que es mejor la del desarrollo? La visión “construccionista” resulta atractiva siempre que apartamos de nuestra mente el pensamiento del futuro; es fácil caer en el “construccionismo” cuando nos fijamos en la apariencia del embrión o del feto, sin tener en cuenta el desarrollo intencional.
Ahora bien, cuando miramos hacia atrás en el tiempo comprobamos que la idea del desarrollo es mucho más convincente. Si supiéramos que la mancha borrosa que aparece en la Polaroid es una pantera, su amigo no habría roto la foto. Ocurriría lo mismo si tuviéramos una fotografía de lo que algunos creen que es una masa de células. Diríamos: “¡Mira, Jim, ése eres tú!”
Deconstruir al discapacitado
La idea del ser humano “en construcción” está también en la base del debate sobre la eutanasia. Si un Corvette empieza a ser desmantelado, habrá un momento en que dejemos de decir que eso es un coche. Si a alguno de nosotros nos dieran un motor o unas ruedas, ¿diríamos que es un Corvette? Evidentemente no.
Pero la vida humana no funciona así. La naturaleza de una criatura viviente perdura con independencia de cuál sea su aspecto y su función. Mientras un discapacitado continúe siendo algo unificado (es decir, mientras permanezca con vida), ahí hay una persona y no simplemente un puñado de células.
En efecto, una persona en estado vegetativo continúa siendo un ser humano hasta el momento de su muerte. Por esta razón, nos parece trágica su situación: porque tiene una naturaleza humana completamente frustrada. En cambio, los vegetales de verdad no nos dan pena. A nadie se le ocurre decirle a una lechuga: ¡pobre vegetal!
Algunos de nosotros terminaremos siendo unos discapacitados como consecuencia de un accidente o de la edad. No podremos desarrollar bien nuestra capacidad de hablar, de razonar, de elegir o de querer. Entonces nuestra humanidad estará escondida al igual que cuando fuimos concebidos, pero eso no significa que no estemos ahí.

lunes, 7 de octubre de 2013

Lo de las pensiones comienza a ser urgente


Por Antonio Argandoña. Catedrático Universidad de Barcelona, Ordinario del IESE

El pasado jueves día 3 de octubre tuvimos una sesión del Programa de Continuidad del IESE en Barcelona, para presentar un trabajo que elaboramos un equipo del IESE y otros expertos, promovido por la Fundación Edad&Vida y el Grupo Zurich, titulado “El reparto y la capitalización de las pensiones españolas”. Ya hablé antes de este trabajo, cuando lo presentamos en Madrid, hace unos meses. Pero ahora mi colega del IESE Javier Díaz Giménez fue mucho más directo y claro.
  • “No hace falta hacer nada; las pensiones se pueden mantener una vez salgamos de larecesión“, dicen algunos. ¿Sí? Javier mostró que en el año 2050 tendríamos que pagar un IVA 13 puntos más altos que el actual, o sea, del 34%, simplemente para que los entonces jubilados y vivos sigan cobrando las pensiones actuales. ¿Es posible? Sí, claro. Pero, ¿qué opina el lector de esa solución?
  • “Pero las pensiones ya se reformaron en 2011″. Claro. Gracias a esto, solo habría que subir el IVA al 29%. ¿Estamos de acuerdo, lector?
  • “También podemos reducir las pensiones”. Bueno, a esto vamos, si limitamos el aumento de las pensiones al 0,25% anual, como está en el proyecto del gobierno. Javier recordó algunas cifras. En 2013 las pensiones perdieron un 2,5% de poder adquisitivo (y no olvidemos que los jubilados ya no tienen margen de maniobra para compensar ese empobrecimiento). Este año la reducción estará alrededor del 0,75%. El año que viene no bajará, probablemente, del 1,75%. Bueno, a este paso las pensiones serán sostenibles, claro; otra cosa es que los pensionistas puedan sobrevivir. ¿Es justo esto? Y, ¿qué pensarán los trabajadores de ahora, de la perspectiva de que sus pensiones sean realmente misérrimas cuando ellos se retiren?
  • Hay un consenso prácticamente unánime entre los expertos: el sistema actual necesita no unos parches, sino una reforma a fondo, que es lo que propone el estudio mencionado al principio.
  • Donde no hay consenso es entre los políticos y los medios de comunicación. No sé por qué: pregúnteles a ellos. Quizás es que no se atreven a decir la verdad a sus electores. O porque tienen miedo a que la propaganda de sus contrarios les haga perder votos -hasta que sus contrarios tengan que volver a aplicar nuevos parches. O por razones ideológicas
  • “¡Oh! Pero tenemos el Fondo de Pensiones de la seguridad social”. Fenomenal. El 97,5% de ese fondo está colocado en deuda pública española. Ahora intente usted vender esa deuda a los inversores extranjeros, el día en que necesite recuperar el dinero. Es como una familia cuyos activos consisten en pagarés firmados por la familia misma. ¿Buena gestión?
  • El papel dice muchas más cosas. La conclusión de Javier en la presentación mencionada es que hay soluciones, pero que pasan por el reconocimiento de la realidad. Si no se quiere, no se puede, claro.

domingo, 6 de octubre de 2013

El hombre sin camisa


En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivía un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que se fueron inventando, pero, lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron tomar jarabes y baños de lo más curiosos, aplicaron bálsamos y ungüentos con los ingredientes más insólitos, pero su salud no mejoraba. 


Sus riquezas y su poder eran tan inmensos como su tristeza y su desazón. Tan desesperado estaba el hombre, que finalmente prometió dar la mitad de sus posesiones a quien fuera capaz de ayudarle a sanar de las angustias de sus tristes noches. El anuncio se propagó rápidamente, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes para intentar devolver la salud al monarca, pero todo fue en vano, nadie sabía cómo curarle. 

Una tarde, finalmente, apareció un viejo sabio que les dijo el remedio: “Si encontráis a un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Tiene que ser alguien que se sienta completamente satisfecho, que nada le falte y que tenga todo lo que necesita. Vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.” 

Partieron emisarios hacia todos los confines del imperio, pero pronto vieron que encontrar a un hombre feliz no era una tarea nada sencilla. Quien tenía salud, echaba en falta riquezas; quien las poseía, carecía de salud; y quien tenía las dos cosas, se quejaba de los hijos, de la mujer o del marido. Nadie se consideraba totalmente feliz. 

Finalmente, una noche, muy tarde, un mensajero llegó al palacio. Habían encontrado al hombre tan intensamente buscado. Se trataba de un hombre que vivía humildemente en la zona más árida de sus dominios. El zar se llenó de alegría e inmediatamente mandó que le trajeran la camisa de aquel hombre, a cambio de la cual deberían darle cualquier cosa que pidiera. 

Los enviados se presentaron a toda prisa en la casa de aquel hombre para comprarle la camisa y, si era necesario, para quitársela por la fuerza. La impaciencia de todos esperando la vuelta de los emisarios era enorme. Pero, cuando por fin llegaron, traían las manos vacías: el hombre feliz no tenía camisa. 

Este antiguo cuento de Tolstói es una de esas historias que tantas veces se han contado a lo largo de los años para hacer reflexionar sobre la poca incidencia que sobre la felicidad tiene el hecho de acumular necesidades. Es un cuento simple, sin duda, pero encierra una filosofía clara, bajo la cual se han formado muchas personas, y con ello se han sentido ayudadas a sortear una multitud de problemas de su vida cotidiana. Estar contento con lo que se puede tener honesta y dignamente, no ansiar tener más y más, como si fuera un gran objetivo vital, buscar la felicidad en cosas sencillas, alejar los sentimientos de envidia o de comparación constante, todo eso son modos de no dejarse atrapar por la desazón propia de la espiral de los deseos insatisfechos. 

Cuando nos abrazamos a lo que tanto nos atrae y nos conmueve, muchas veces, abriendo las puertas de par en par a esos deseos, podemos, sin darnos cuenta, caer en la peor de las dictaduras. A veces perdemos cosas importantes por culpa de pequeñas ráfagas de felicidad envenenada, que nos seducen y nos engañan. Nos lo prometen todo, pero luego viene la decepción, y nos encontramos aprisionados por esa opresión de las avideces o de la codicia, a las que quizá en su día nos entregamos en nombre de una engañosa libertad. 

Oscuros intereses políticos y económicos


Por Alfonso Aguiló

—De todas formas, ¿no es un poco extraño que todos esos datos y razones científicas no convenzan a tantas instituciones que continúan promoviendo grandes campañas de control de la natalidad?
        Sí que parece un poco extraño. Y me atrevo a decir que también un poco sospechoso. De hecho, están surgiendo cada vez más voces de protesta –aunque por desgracia aún bastante silenciadas– contra ese tipo de políticas antinatalistas.
        Es sospechoso, por ejemplo, que la mayor parte de lo que se consideran ayudas al desarrollo de países pobres se destine a sufragar gastos administrativos y de gestión de las propias instituciones que conceden esas supuestas ayudas: grandes edificios, ingentes gastos de personal y de representación, viajes, hoteles, etc.
        Y es también sospechoso que los fondos restantes –teóricamente destinados ya directamente a promover el desarrollo en cada país– se suelan a su vez emplear mayoritariamente en subvencionar campañas de planificación familiar.
        —Supongo que algo gastarán en promover directamente el desarrollo, ¿no?
        Muy poco, solo un pequeño tanto por ciento. Casi todo el presupuesto se va en burocracia, gestión, y multimillonarios contratos con empresas que se dedican a implantar el control de la natalidad. Al final, solo una pequeña parte se destina a los gastos sociales verdaderamente esenciales para el desarrollo (infraestructuras, capacitación profesional, sanidad, cultura, educación, etc.).
        Y es una pena que esas instituciones, que aseguran contribuir a la liberación de la mujer, en muchos casos lo que hacen en la práctica es sacrificar su acceso a la educación –habitualmente inferior al varón en esos países– en favor de su acceso a la planificación familiar.
        No falta gente, además, que asegura que detrás de esos contratos de family planning hay oscuros –oscurísimos– intereses económicos y políticos.
        Esas campañas cuentan con unas dotaciones de varios billones de dólares anuales, y de ese dinero viven –bastante bien, por cierto– muchas grandes multinacionales del sector. Son cifras que bien pueden forzar políticas gubernamentales o comprar voluntades de personas de ámbitos muy diversos.
        Hay que pensar que son contratos muy apetecibles, pues venden de un golpe cientos de millones de preservativos y píldoras anticonceptivas, que suponen grandes ganancias, siempre seguras, puesto que los gobiernos del Tercer Mundo se ven obligados a comprarlos.
        Además, muchas veces –como se ha denunciado en repetidas ocasiones– son productos ya retirados de los mercados occidentales por sus efectos secundarios o su baja calidad.
        —Me parece mal, lógicamente, pero al fin y al cabo se trata de un regalo, ¿no?
        Bueno, es que hay que recordar que toda esta campaña de solidaridad internacional incluye un plan para pasarle luego la factura a las víctimas.
        Por ejemplo, la tristemente famosa Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo previó que las dos terceras partes de esos costos serían financiados por los propios países en vías de desarrollo.
        Como se ve –denunciaba Ignacio Aréchaga–, el plan es perfecto: primero se establece que hay una demanda insatisfecha de servicios de control de la natalidad; después se dictamina lo que hay que gastar en la promoción de medios anticonceptivos, proporcionados en su mayor parte por las multinacionales de los países ricos; y finalmente se pasa el grueso de la factura a los países en desarrollo, ya que "ellos son los primeros beneficiados".
        Parece que no es buscarle tres pies al gato pensar que hay mucha gente poderosa que tiene mucho interés en mantener este tipo de políticas antinatalistas.
        Las razones que dan suelen ser de solidaridad, de ecología o de preocupación humanitaria. En muchos casos, lo harán de buena fe. Pero me temo que muchos otros esconden –detrás de esas mismas razones filantrópicas– inconfesables afanes de mantener el imperialismo económico, sostener un rentable colonialismo demográfico, ganar dinero a expensas del Tercer Mundo, contener las avalanchas de inmigrantes, o ceder a presiones provenientes de intereses de poderosos grupos económicos internacionales.
        La alarma ante el crecimiento demográfico enmascara muchos temores a una nueva situación que inquieta a los países ricos. Un miedo –como escribe el francés Hervé Le Bras– que "se expresa bajo la forma alegórica de un atentado a la salud del planeta, mientras que se trata de un atentado a los privilegios de los ricos por la llegada de nuevos convidados al banquete de la naturaleza".
        Una sutil intolerancia, lamentablemente disfrazada de tolerancia y solidaridad.

¿Qué le pasa a la ONU?

   Por    Stefano Gennarini, J.D       La ONU pierde credibilidad con cada informe que publica. Esta vez, la oficina de derechos humanos de ...